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<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de Prensa
<BR></FONT><U>15 de enero 2009<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Colectivo
Militante - Agenda Radical</FONT><BR>Gaboto 1305 - Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV>
<HR>
</DIV>
<DIV> </DIV>
<DIV><STRONG><FONT size=3>Haití</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Zona Cero: "Aquí a los muertos los
tiramos"</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT face=Arial></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Amortajados en sábanas
blancas, miles de cadáveres tirados en las esquinas de Puerto Príncipe espera a
ser recogidos por los vivos que deambulan sin rumbo por las calles de un
infierno "peor que el de Dante". El rescate se centra en los vivos porque se
están apagando los gritos de algunos sepultados. Los cirujanos dan prioridad a
los niños.</STRONG></FONT></DIV></DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2><STRONG>Daniel Lozano, enviado
especial</STRONG></FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2><STRONG>Público, Madrid,
15-1-09</STRONG></FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2><A
href="http://www.publico.es/"><STRONG>http://www.publico.es/</STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify><BR></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><BR>Puerto Príncipe. Zona Cero de la
tragedia. El fin del mundo ha utilizado a la capital haitiana como tubo de
ensayo. El demoledor terremoto del martes ha matado y herido a miles de personas
y hundido cientos de edificios. Los cadáveres se extraen todavía de entre
escombros que han aplastado vidas y cuerpos.</FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2>Como en el hospital Pequeños Hermanos
y Hermanas, en Pettonville. Sus cuatro plantas cayeron sobre decenas de
haitianos y extranjeros que allí permanecían, incluido su director. Atrapado
entre los amasijos de cemento, el médico llamaba pidiendo ayuda por su teléfono
móvil. Hace horas que ya no grita, pero decenas de hombres, vecinos de la zona,
persisten en su intento de salvarlo. O al menos de extraer su cadáver.<BR>"Hemos
sacado muchos vivos, los envían a los hospitales", asegura uno de los
voluntarios, con toda la normalidad del mundo. "A los muertos los
tiramos".</FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR>Una gigantesca fosa común se ha abierto en Titanyen, a la
afueras de la capital, esperando los cuerpos que, amortajados con sábanas
blancas, resposan en innumerables esquinas. René Préval, el presidente haitiano,
aseguró que "ya hemos enterrado a 7.000" personas. Así es la vida y la muerte
hoy en Puerto Príncipe. A dos manzanas del hospital, hasta 20 cadáveres se han
alineado en la acera. Sólo dos cuerpos sin vida permanecen sobre el asfalto,
pegaditos a los vivos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La locura se ha apoderado de Puerto Príncipe. Un
fotógrafo de la revista estadounidense TIME aseguraba a la agencia Reuters que
ha podido fotografiar cómo grupos de haitianos han empezado a
levantarbarricadas, formadas por restos humanos de los cadáveres
amontonados en las calles y por piedras, como protesta ante el retraso de la
llegada de la ayuda internacional, temporalmente suspendida ante el colapso del
aeropuerto de la ciudad .<BR></DIV>
<DIV align=justify><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>"Saldré adelante"</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Fortune Rosenie, estudiante de 22 años, no aguanta el
dolor. Pero sabe que ha tenido suerte. Tiene una pierna destrozada. "Cuando
sentí el temblor, eché a correr dentro de mi casa. Pero se me cayó el techo
encima".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Fortune habla y sufre. El terremoto la separó de su
familia, de la que nada sabe. Ahora sobrevive de la generosidad de la gente.
"Estoy aquí, tumbada en la calle, desde el miércoles. Pero saldré
adelante".</DIV>
<DIV align=justify><BR>En el resto de la ciudad la muerte espera a ser recogida.
Un recorrido por barrios y calles es algo más que una bajada a los infiernos.
Porque en Haití es más profundo que todos los demás. Varios neumáticos arden
para quemar un par de cadáveres. Propagaban el olor a muerte.<BR></DIV>
<DIV align=justify><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Celebrar la muerte</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Ya en la Zona Cero, en Bourdon, de forma insospechada, de
entre la masa perdida, surgen seis hombres cantando y dando palmas, corriendo al
ritmo de la música. Portan en sus hombros un ataúd de madera. En el vudú la
muerte no se llora. Se celebra.</DIV>
<DIV align=justify><BR>De fiesta, en medio de la tragedia, se encontraban las
decenas de jóvenes que asaltaron los restos de un local de telefonía móvil.
También queda tiempo para el saqueo. Y para la pelea.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La gente huye en dirección contraria a las caravanas de
la solidaridad. Van con la mirada perdida, cargados con sus maletas, con los
restos de sus casas, con los restos de sus vidas. Huyen del pavor a las
réplicas, al tsunami, buscando a sus familias en el campo. Otros buscan acomodo
en cualquier esquina, todo vale. Incluso un pequeño campo de fútbol, junto al
consulado dominicano, que reúne a más de mil refugiados. Como Jean Manol,
profesor de tenis en el hotel más famoso de Haití, el Montana. Un hotel que ya
no existe. "Hasta aquí he venido con mis dos hijos y mi mujer. Parte de mi vida
se acabó el martes".<BR><BR><STRONG>Camiones cargados de
cuerpos</STRONG><BR><BR>El olor de la muerte se ha extendido por toda la ciudad.
Neumáticos arden junto a cuerpos de víctimas desconocidas. Camiones cargados con
decenas de cuerpos destrozados, cubiertos por restos de sábanas, se abren paso
entre el caos de la ciudad que ha dejado de serlo. El daño en los edificios es
apocalíptico y caprichoso. Un inmueble hundido, otro no. El siguiente,
destrozado. Como el de la ONU, que ayer confirmó que ya son 36 sus empleados
muertos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Nada funciona. Las tiendas vacías y cerradas. No hay
servicios. Falta el agua. Falla la electricidad. No hay gasolina. Los hospitales
no funcionan. El Gobierno tiene bastante con recuperarse de sus heridas. No
llegan las ayudas.</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Los cuerpos de las víctimas se
amontonan en la morgue de Puerto Príncipe</FONT></STRONG><BR></DIV>
<DIV align=justify><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Juan Barreto, desde Puerto Príncipe</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>AFP</STRONG><BR><BR>"Esto es peor que el infierno de
Dante". El cirujano dominicano Rafael Ben ha operado sin interrupción durante
las últimas 24 horas. "Damos preferencia a los niños. Luego a las mujeres,
después a los ancianos. ¿Hombres? Bueno", señala con amargura rodeado de varios
de sus colegas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Parte de mi vida se acabó el martes", dice con amargura
Jean Manol. Todos ellos llegaron pocas horas después del terremoto, el miércoles
en la mañana. "Las lesiones son muy parecidas, por aplastamiento, por
amputación. Hay heridas llenas de las gravillas de los edificios, son
horrendas".</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Los heridos que se puede son llevados a hospitales fuera de
la periferia de Puerto Príncipe, como este de dominicanos en Jimaní.Cuando el
escritor cubano Alejo Carpentier narró el Haití que imaginaba, lo bautizó como
El reino de este mundo. Inventó así lo real-maravilloso, precedente del famoso
realismo mágico. Qué magnífico escritor. Qué pésimo visionario. Haití, el país
de los zombis y del vudú, el más pobre de América Latina, el más paupérrimo del
hemisferio occidental, es desde el martes un fantasma que vaga por sus calles
buscando un sitio para dormir. Buscando un futuro que le ha traicionado una vez
más. Los haitianos tenían muy poco. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Ahora la implacable naturaleza les ha robado hasta la
vida.
<HR>
<BR></DIV></FONT></BODY></HTML>