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<HR>
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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de Prensa</FONT>
<BR><U>26 de febrero 2010</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Colectivo Militante
- Agenda Radical</FONT><BR>Gaboto 1305 - Montevideo - Uruguay<BR>redacción y
suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Haití<BR> <BR>El terremoto del 12
de enero y su construcción socio-histórica</FONT><BR> <BR></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Franck Seguy *</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>La
Breche</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><A
href="http://www.alencontre.org/"><STRONG>http://www.alencontre.org/</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Traducción de Ernesto Herrera
- Correspondencia de Prensa</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR> <BR>Para el haitiano que soy, en mi exilio
voluntario, convertido en exilio forzado desde el trágico 12 de enero 2010
(tenía previsto la vuelta a mi tierra natal el 16 de enero ), cualquier
actividad sobre Haití es una cuestión existencial. Informarme sobre lo que
ocurre allí se convierte en un tipo de suplicio. Una obligación de soportar el
racismo latente que mi pueblo siempre ha sufrido. Una manera de morir a fuego
lento. En esta muerte lenta, escribir se impone como una tentativa de
despertarme. Reanudar la vida. Engañar el vacío. Esquivar la impotencia… Siempre
he preferido escribir para que la vida florezca en vez de hacerlo para la
muerte… Las notas que presento hoy, no responden a ninguna de mis preferencias,
sino que han sido impuestas por la fuerza de unas circunstancias
dramáticas.<BR> <BR>Para quienes se interesan por las cifras, hablemos
claro: cerca de 250.000 muertos contabilizados oficialmente en Puerto Príncipe.
Aunque los diferentes recuentos no tienen en cuenta ni los millares de muertos
aún bajo los escombros, ni los que han sido enterrados por sus propias
familias.<BR> <BR>No se sabe si llorar leyendo las opiniones del jefe
del Gobierno haitiano o si rebelarse delante de las imágenes televisivas: “El
Gobierno constituido, no puede presentar resultados (satisfactorios) ante esta
situación.” Constatación: un Gobierno incapaz de ejercer las funciones del
Estado es, claramente, un Estado que no existe.<BR> <BR>Es exactamente de
este modo que conviene interpretar las quejas de Jean-Max Bellerive relativas a
los problemas de infraestructuras en el aeropuerto internacional de Puerto
Príncipe, cuando afirma que “impidieron la llegada de los aviones de ayuda”. La
dificultad es más humana que infraestructural, pues los militares yanquis
reabrieron el aeropuerto de Puerto Príncipe para aviones comerciales desde el 19
de febrero. Sin embargo, ellos permitieron solamente el aterrizaje de los
aviones de su compañía, la American Airlines. Es que el gobierno de Bellerive, a
pesar de necesitar las tasas de impuestos, no tiene ningún control sobre dicho
aeropuerto: tanto Ballerive como el propio Presidente, René Préval, entregaron
rápidamente el aeropuerto a los militares estadunidenses, cuyo representante -
el general P. Ken Keen, segundo comandante del SouthCom (Comando del Sur) -
estaba desde antes del 12 de enero en Puerto-Príncipe, “para coordinar las
operaciones de ayuda previsibles”.<BR> <BR>El terremoto del 12 de enero
afectó a Puerto Príncipe y otras ciudades del mismo departamento del Oeste,
también a una parte del Sureste donde más que vidas humanas destruyó
construcciones. No sólo las fuerzas armadas estadunidenses se apoderaron del
aeropuerto de Puerto Príncipe, sino que tomaron rápidamente el control de todo
el país, especialmente de los puertos y aeropuertos. En algunos lugares,
sustituyeron incluso´la bandera haitiana por la suya. Y
ocupan ostentosamente el malecón St-Nicolas (Noreste), región que da una
vista sobre Cuba, similar a aquélla que ofrece sobre el mar una casa de
vacaciones. Nuestra información es demasiado limitada sobre las cuestiones
geológicas para poder proporcionar cualquier explicación precisa. No obstante,
la hipótesis de que uno de los elementos de la rapidez de los Estados Unidos
para intervenir sería la existencia de reservas de petróleo y minerales (en la
medida en que Haití está en la intersección de dos placas tectónicas), asume
veracidad. Es decir, la nueva oofensiva imperialista económica que, desde hace
tiempo se viene orquestando, aprovecha una catástrofe natural para ocupar a
Haití reforzando así su condición de país neo-colonizado.<BR> <BR>En las
declaraciones del jefe del Gobierno haitiano al Parlamento, dos elementos
particulares merecen la atención. </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Primero: Bellerive define como problema que impide la
distribución de la ayuda el hecho de que “las personas sin hogar por el seísmo
estén mezcladas con las otras personas pobres que vivían en la precariedad mucho
antes de la catástrofe”. En su razonamiento, eso “dificulta la distribución de
la ayuda y crea tensiones”.<BR> <BR>Segundo: el principal problema es que
la ayuda pasa por las ONGs en lugar del Gobierno. Y la mayoría “de estas
entidades no estaban preparadas” para asumir tal responsabilidad. Como para
ridiculizar al Primer Ministro haitiano, la agencia de noticias brasileña que
informa sobre las declaraciones, publicó, inmediatamente después, un número de
cuenta bancaria de la ONG brasileña "Viva Río", una de estas entidades que están
enriqueciendo a costa de las víctimas en Haití. Una observación sobre "Viva
Río": su proyecto en Haití desde 2005 emplea a 130 trabajadores haitianos por un
salario mensual de 135 dólares. Uno de sus dirigentes, Valmir Fachini, justifica
este salario de hambre con el siguiente argumento: “Si pagamos un céntimo
de más a estos trabajadores, estos últimos tendrían un nivel de vida superior
que causaría una inflación y rompería la economía del país.” </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Volveremos de nuevo sobre la participación de las ONGs en la
construcción socio-histórica del seísmo de Puerto-Príncipe y sus consecuencias,
ahora pongamos atención nuevamente en el señor Bellerive. ¿Cuáles son las
revelaciones contenidas en las observaciones del Primer Ministro con respecto a
las personas sin hogar? Son múltiples. Indicaremos dos. </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>La primera: la presencia continua de personas sin hogar en
las calles de Puerto-Príncipe antes del 12 de enero, nunca constituyó un
problema a los ojos de los dirigentes haitianos. Muchos pobres vivían en la
precariedad mucho antes la última catástrofe, pero eso era tan ordinario que no
era un hecho a destacar. Eso se consideraba como “natural”. La presencia de
estas personas sin hogar habituales se convierte en un problema solamente a
partir del 13 de enero de 2010. En efecto, ellos también quieren recibir ayuda,
una botella de agua o una caja de sardinas. Estas personas eternamente sin hogar
dificultan, según Bellerive, la distribución de la ayuda a las nuevas personas
sin hogar de hoy - que pasaran a ser mañana las nuevas personas sin hogar.
“Naturalmente”. Representan una clase de indigentes que impide el despliegue de
la bandera “de la solidaridad de espectáculo”, para retomar una expresión
preferida a Jn Anil Louis-Juste, militante perseguido por los militares
brasileños durante 2009 y, finalmente, cobardemente asesinado dos horas antes
del seísmo.<BR> <BR>Segunda revelación del señor Bellerive: la “solidaridad
de espectáculo” que se despliega en Puerto-Príncipe no se propone en ningún caso
combatir el problema estructural de la vivienda en el país, mucho más devastador
que el propio seísmo. El Primer Ministro deja las cosas en claro en sus
sobrentendidos: ya había personas sin hogar en Puerto-Príncipe y era natural.
¿Por qué entonces la presencia de algunos millares más de sin techo podrían ser
un problema? Incluso si llegan a un millón. Como lo observó la intelectual
brasileña Marilena Chaui, citando a Karl Marx: “el modo de producción
capitalista es el único en ser histórico de ponta a ponta, en el cual no
subsiste nada que sea natural. Por esta razón en este modo de producción, la
ideología tiene una fuerza inmensa, ya que su función consiste en hacer entrar
lo natural en la historia, naturalizarse en lo que es histórico.” (Chaui, 2007,
p. 146).<BR> <BR>Esta realidad nos pone en la obligación, a
riesgo de ser repetitivo, de demostrar el carácter socio-histórico del drama de
Puerto-Príncipe. Una manera de recordar que es el producto de la acción humana,
orquestada en circunstancias conocidas. Lo que pondrá en evidencia que este
drama era evitable y que hay como evitar su repetición en el futuro, puesto que
no responde a ninguna necesidad vital, natural, universal, inmutable o racional,
si no que responde a las necesidades de reproducción del modo de producción que
lo generó: el del Capital. No basta que la tierra tiemble (el seísmo fue de
magnitud 7 sobre la escala de Ritcher), para que una catástrofe de este tipo se
desate. Otras condiciones sociales deben reunirse que, en el caso de Haití, han
sido forjadas históricamente por las potencias dominantes
del mundo.<BR> <BR><STRONG>Siglo VI de venas abiertas
<BR></STRONG> <BR>No insistiré en que Haití sufrió dos colonizaciones al
principio de la era de la modernidad: una colonización española (1492-1697) y
una francesa (1697-1803). Recordaré, no obstante, de forma resumida, que la
administración colonial francesa por sí sola destruyó sistemáticamente un 45%
del medio ambiente haitiano durante estos algo más de 100. ¿Quién no escuchó
hablar de esas obras maestras de los edificios en Francia con la inscripción:
“madera de Haití”? No es una imaginación literaria prolífica que concedió a
Haití el título de “Perla de las Antillas”. Estos laureles, el país los había
ganado en reconocimiento del volumen fuera de lo común de riquezas que Francia
de alli extraía. Tengo un reconocimiento particular por la simplicidad con la
cual Benoit Joachim resume las primeras consecuencias de esta vena abierta de
Haití: <BR> <BR>“Si la explotación de la tierra y de los hombres en la
colonia de Santo Domingo [actual República de Haití] contribuyó
enérgicamente a enriquecer a la burguesía francesa y aceleró el desarrollo del
capitalismo en la metrópoli, por el contrario, el trabajo esclavo del pueblo que
había permitido esta acumulación del capital en la metrópoli, sólo heredó de
suelos usados gran parte de superficies calcinadas, de ruinas sin fin.”
(Joachim, 1979, p. 87)<BR> <BR>Cuando la burguesía establece su explotación
abierta, desvergonzada, directa, brutal en un espacio, el resultado no podría
ser diferente.<BR> <BR>Si la independencia (declarada el 1 de enero de
1804) hubiera cerrado esta vena abierta, esta sangría, el medio ambiente
haitiano se habría curado ciertamente. Pero Haití debió firmar y pagar a Francia
una “deuda” que nunca contrató de 150 millones de francos-oro. La ley de la
selva capitalista sigue prevaleciendo aún, al punto que ningún Gobierno francés
asumió la decencia de devolver este dinero, injustamente saqueado. El señor
Nicolas Sarkozy, primer presidente francés en visitar a Haití, el 17 de febrero
pasado, reconoció el crimen cuando dijo: “Nuestra presencia aquí no dejó buenos
recuerdos… Las heridas de la colonización, y, quizá peor aún, las condiciones de
la separación dejaron rastros. […] Aunque mi mandato no comenzó en el momento de
Carlos X, soy a pesar de todo responsable en nombre de Francia “. Recordemos:
Carlos X es el nombre del rey francés que saqueó los 150 millones de
francos-oro.<BR> <BR>El pago de esta suma - evaluada en más de 21.000
millones de dólares en 2003 - tuvo sobre el medio ambiente haitiano un efecto
comparable al de la colonización de los siglos pasados. Ya que las clases
dominantes haitianas, que no pagaron un céntimo hasta 1920, chuparon todo este
dinero de la explotación de los campesinos y las campesinas, principalmente de
su producción cafetal, forzándolos así, para garantizar su subsistencia, a
establecer en las superficies en pendiente cultivos erosivos como el maíz, el
boniato o la judía. Mientras tanto, estas mismas clases dominantes, aliadas a
sus primas europeas y norteamericanas, hundieron la reserva forestal del país.
Demos una vez más la palabra a Benoit Joachim: <BR> <BR>“Todos los testigos
destacaron el desarrollo sin precedentes de las explotaciones forestales en
Haití en el siglo XIX. Las maderas de tinte, ebanistería, construcción… se
impusieron por su volumen creciente a la exportación. Todos los navíos que levan
anclas de los puertos haitianos se llevaban del campeche (la madera roja). La
variedad `de madera de salina', cuyas cualidades tintóreas se ponían en valor
por su larga inmersión de tres semanas a dos meses antes de llegar al puerto de
embarque, iba principalmente a Le Havre, mientras que la `madera de ciudad', de
segundo orden, se empleaba en Inglaterra, Alemania, los Estados Unidos.” (Ibid,
pp. 202-203)<BR> <BR>Si el proceso se hubiera cerrado allí, Haití muy
ciertamente no habría sido lo que es hoy. Pero no. La situación no es tan
simple. Francia esclavista ella misma, considerándose perdedora, pero siendo muy
fuerte, había reclamado una rescate de 150 millones de francos-oro como
“compensación” a cambio de que firmó el reconocimiento de la independencia de
Haití en 1825, aliviando así algunos términos del embargo. Pero los Estados
Unidos esperaron hasta la década 1860 para realizar este simple gesto. Ya que en
el orden moderno, no se preveía lugar para una República dirigida por negros
antes esclavizados.<BR> <BR>Así pues, en el momento en que los dominadores
abren el Siglo XX con una primera gran guerra (llamada erróneamente Primera
Guerra Mundial), los Estados-Unidos aplican la doctrina de Monroe - “América a
los Americanos” -, es decir, para las élites capitalistas de los Estados Unidos
, Establecen entonces su primera ocupación militar oficial de Haití (1915-1934).
El primer acto de esta invasión comienza por un hold-up sobre el Banco Central
haitiano. Toda la reserva de oro del Banco de la República de Haití fue robada y
llevada a Washington. El acto dos consistió en expulsar a los campesinos de sus
tierras - estos mismos campesinos cuyo duro trabajo pagó el saqueo francés, mal
nombrado “deuda de la Independencia”. “Se embarcó” a estos campesinos, como en
la época de los negreros, hacia las plantaciones de caña de azúcar
estadunidenses en Cuba y la República Dominicana. Ya que, argumentaron los
yankis: “La mano de obra negra es más rentable y menos costosa.” Las tierras
robadas a los campesinos se entregaron a compañías norteamericanas que no
tardaron en transformarlas en desierto, a la imagen de Savann Dezole (Gonaïves),
allí donde fallecieron la mayoría de las víctimas de la tormenta tropical Jeanne
en 2004.<BR> <BR>Si Francia y los Estados Unidos están a la cabeza en la
lista de los saqueadores de recursos haitianos, se puede observar que son
bastante bien acompañados en la cumbre del cuadro. Países como Inglaterra o
Alemania nunca pensaron dos veces, durante todo el Siglo XIX, antes de sitiar
las cajas de la República de Haití con sus navíos de guerra, exactamente como un
ladrón de calle clava su revólver sobre la sien de su víctima. El “Asunto
Luders” – un alemán condenado por haber infringido nuestras leyes en 1897, y que
sirvió de pretexto para que el Gobierno alemán enviara dos navíos de guerra a
Puerto Príncipe y de exigir un rescate de 20.000 dólares – se lo conoce
todo alumno haitiano.<BR> <BR>Pero la estocada debía venir del gran vecino
del norte. Hasta el final de la década 70 del siglo XX Haití fue autosuficiente
en su alimentación, sobre todo en producción de arroz, que es la base de la
alimentación. Pero con la necesidad de aumentar su mercado, los Estados Unidos
definieron el mercado haitiano como uno de sus patios ideales. Gozando de la
complicidad de la burguesía grandonárquica [1] haitiana y sus gobernantes,
procedieron a la matanza sistemática de todos los puercos haitianos. El pretexto
había sido que los puercos haitianos estaban enfermos de peste africana. Para
entender el alto alcance criminal de este acto, basta recordar que, en Haití, en
la época, se llamaba al puerco: “kanè bank peyizan" (cuenta bancario del
campesino). Ya que, junto a la agricultura de subsistencia, la cría de puerco se
había revelado la principal fuente de sobrevivencia en el medio rural haitiano.
Numerosos pequeños campesinos van a encontrarse drásticamente empobrecidos. Es
entonces, una vez cortado el ganado porcino, que el Estado haitiano firmó con el
Estado dominicano un acuerdo en virtud del cual aquél se compromete a
proporcionar a éste “el excedente de brazos”, para ser empleado como mano de
obra semi-esclava en la caña de azúcar, en las plantaciones de caña de la
región fronteriza haitiano-dominicana.<BR> <BR><STRONG>El precio de la
abolición de la esclavitud</STRONG><BR> <BR>Escritores muy a favor de
Haití, como el teólogo de la liberación Frei Betto, constatan que “para el
Occidente `civilizado y cristiano', Haití siempre ha sido un negro inerte en un
escaparate, abandonado a su propia miseria” [2].<BR> <BR>Por compasiva que
sea esta afirmación, sólo indica un aspecto del problema. Haití nunca fue
abandonado. Fue rapiñado sistemáticamente por el Occidente “civilizado y
cristiano” moderno/colonial. Su saqueo no es producto de la casualidad: desde
Hegel y la publicación "La razón en la historia", el Occidente se encuentra en
la obligación de probarse a sí mismo que los negros no son humanos; no forman
parte de la civilización; que están al límite máximo de la historia, pero no
pueden entrar en la historia sin la intervención del colonizador esclavista
europeo; que por lo tanto, la abolición brutal de la esclavitud es un grave
error. Es cierto que “la esclavitud es una injusticia en sí y para sí, ya que la
esencia humana es la libertad. Pero, para llegar a la libertad, el hombre debe
en primer lugar adquirir la madurez necesaria. Por lo tanto, la eliminación
gradual de la esclavitud es más conveniente y justa que su abolición brutal.”
(Hegel, 2006, p. 260)<BR> <BR>Claramente, para Hegel como para el Occidente
moderno/colonial, el pueblo haitiano cometió un error gravísimo
suprimiendo violentamente la esclavitud en vez de esperar su eliminación
gradual. Es este error que paga el pueblo haitiano, el error de ponerse de pie
solo y suprimir violentamente la esclavitud. Ya que, afirma el pensador de la
modernidad, “la esclavitud contribuye a suscitar un mayor sentimiento de
humanidad en los negros. [...] es un momento de progreso [...], un momento de
educación, una especie de participación en una vida ética y cultural superior”
(Ibid, pp. 259-260).<BR> <BR>Pero los negros haitianos llevados por
Boukman, Jean-Jacques Dessalines y demás, han rechazado sencillamente este
momento de paso a un grado superior. Sus descendientes deben pagar las
consecuencias. Desde que Hegel escribió: “El negro representa al hombre natural
en toda su crueldad y carece de disciplina. [...] No se puede encontrar nada en
su carácter que corresponde al humano” (Ibid. p. 250-251), el Occidente se
encontró en la obligación de fabricar en todas partes la tesis de que el negro
es incapaz de auto-gobernarse. De ahí, el discurso malicioso que salió del
imaginario occidental para justificar en 2004, la tercera invasión militar
oficial de Haití, esta vez por tropas latinoamericanas.<BR> <BR>La lectora
o el lector habrá observado que no me detuve en la descripción de los actos de
saqueo imperialistas sobre la economía haitiana. Considerado que no es difícil
deducir como estos saqueos participaron activamente en la construcción del
seísmo del 12 de enero y sus efectos trágicos. Otra observación se impone, a
pesar de todo. Puerto Príncipe, la capital de Haití, es una ciudad construida
inicialmente para albergar a 250.000 habitantes. Según el Censo general de la
población y la vivienda realizado en 2003, la población de la región
metropolitana de Puerto Príncipe se acercaba a casi los 3 millones. No es
necesario ser urbanista, arquitecto o ingeniero, para imaginar en qué
condiciones los seres humanos expulsados del medio rural son tirados en las
ciudades. Se comprende, fácilmente, el por qué todo fenómeno “natural” que
afecta a Haití gene una hecatombe.<BR> <BR><STRONG>Las ONGs: nuevas
administradoras coloniales en Haití</STRONG><BR> <BR>La industria de la
deshumanización de la vida del pueblo negro haitiano no cuenta solamente con los
saqueos económicos y las invasiones militares. Como lo había señalado
Talleyrand, no se construye una soberanía solamente con bayonetas. Es necesario
generar la idea que algún pueblo no forma parte de la historia, que no son seres
humanos. Es decir la lógica de la colonialidad no se limita (no podría
satisfacerse) a apropiarse de la tierra, a explotar la mano de obra y a
establecer su control político. Le es necesario controlar todo el ser social,
hasta la sexualidad de la gente. Más importante aún, debe controlar la propia
subjetividad de la gente a través de sus conocimientos y creencias. Lo que se
constató en Haití, es que todo el peso de la Iglesia Católica no consiguió
impedir el desencadenamiento de la revolución de 1791 (iniciada con Boukman) que
triunfó el 1 de enero de 1804 (con Jean-Jacques Dessalines). Los saqueos y otros
asaltos de las potencias imperialistas occidentales durante todo el Siglo XIX no
consiguieron modificar la capacidad de resistencia de las clases populares
haitianas, especialmente del campesinado, que nunca dejó de reclamar el
derecho a la tierra.<BR> <BR>La invasión de lHaití por la mayor potencia
imperialista (EEUU) al principio del Siglo XX debió enfrentarse a una
resistencia popular. Los nombres de Charlemagne Péralte y Benoit Batravaille son
el símbolo. Por ello, junto a las Iglesias llamadas evangélicas que pululan en
aceleración de la miseria de las masas, a partir de la segunda mitad del Siglo
XX, la misión de administrar la neocolonialidad en Haití se ha confiado a las
famosas organizaciones mal llamadas "no gubernamentales", que actúan como los
gobiernos coloniales del nuevo milenio. Su trabajo consiste en impedir que la
matriz colonial que estructura las relaciones capitalistas salgan a la luz. O si
salen, hacer creer que se pueden corregir con la "ayuda al desarrollo", de la
"democracia" o de una economía más fuerte (Mignolo, 2007).<BR> <BR>Desde
hace algunas décadas, desde 1948 para ser preciso, Haití experimenta programas
de desarrollo. En la región de Cochon-Gras (Marbial, sureste), una región
campesina, obviamente. Ya que en Haití, un país mayoritariamente rural y
esencialmente agrícola, se identificó a los campesinos como el primer sector que
debía ser controlado. El papel del desarrollo comunitario, introducido en el
medio rural, consistió en la difusión de nuevas técnicas agrícolas destinadas a
convencer a los campesinos de que el fracaso de rendimiento de las tierras
resultaba de su ignorancia de las técnicas culturales y no de la confiscación de
las tierras fértiles por los grandons-bourgeois.<BR> <BR>Haití iba a
conocer un verdadera invasión de las ONGs a partir de la década 1970 por dos
razones. En primer lugar, con la reestructuración productiva del capital y la
imposición de la economía dicha de mercado, a nivel internacional; y, a nivel
local, con la exterminación de los militantes comunistas haitianos, luego que el
agente de la CIA, Frank Eyssalem, los hubiera inflitrado. Desde entonces, la
dicha APD (Ayuda Pública al Desarrollo) se privatizó en manos de las famosas
ONGs. De ahí toda la veracidad de los reproches dirigidos por el Primer Ministro
Bellerive a los proveedores de fondos: “Son ellos quienes permiten a las
organizaciones no gubernamentales hacer lo que quieren. Y son ellos quienes no
exigen de estas ONG que den cuentas al Gobierno.”<BR> <BR>La primera ley
por la cual se regula el funcionamiento y la implantación de las ONG se remonta
a 1982. Estas “Organizaciones no gubernamentales de ayuda al desarrollo”, para
retomar el nombre que se les dio, tenían por obligación, en conexión con los
Consejos de acción comunitaria jean-claudistes (Conajec - Jean-Claude Duvalier),
“de proponer programas y proyectos susceptibles de mejorar las condiciones de
vida de las comunidades rurales o urbanas”. En 1987, un año después del final
oficial del Gobierno dictatorial, la Unidad de coordinación de las actividades
de ONGs (UCAONG) ya había contabilizado a más de 950 ONGs que ejercían
legalmente en el territorio haitiano. Antes del seísmo, eran más de 4000, en
particular, en las regiones más desamparadas.<BR> <BR>Del 13 de enero a
hoy, su número ya se habría duplicado, según observadores en Haití. Es con
muchas charangas que los grandes medios de comunicación anuncian cada vez las
promesas de ayuda a Haití. Las conferencias de prensa de la embajada
estadunidenses en Haití - tres por semana - son misas a las cuales asisten
religiosamente los periodistas haitianos que luego repiten el discurso. Pero la
verdad es que ni un céntimo de estas colosales sumas para la "ayuda" va al
Gobierno haitiano. Cada país distribuye su ayuda a sus ONGs activas en el
territorio haitiano. Pero, nunca se dice una palabra sobre los esfuerzos
titánicos de los 400 médicos cubanos que prodigan sus cuidados a los heridos. En
2004, habían estado durante mucho tiempo solos para ocuparse de los heridos del
huracán en Gonaïves. Nunca una palabra sobre Sudáfrica, que envió todo un
contingente sanitario. Nunca una palabra sobre la República Democrática del
Congo, que envió una subvención de 2,5 millones de dólares. O sobre la
contribución de 1 millón de dólares de Gabón; de 1 millón de dólares de Senegal;
de Marruecos que envió dos aviones de medicamentos, y de otros países africanos
cuya ayuda llega directamente al Gobierno haitiano.<BR> <BR>Para saber como
se utiliza el dinero llegado en Haití en el nombre del pueblo haitiano, es
necesario escuchar al señor Michel Chancy, actual ministro de Agricultura que
dirigió una ONG durante 10 años. La llamada "cooperación internacional" se
dispersa en centenares de pequeños proyectos que, muy a menudo, no son
coherentes. “Esta forma de cooperación despilfarra los recursos. "En el
Ministerio de Agricultura [por exemplo], no se pueden coordinar estos proyectos
porque allí hay demasiados. Si tomo la vacunación de los animales. Tengo quizá
siete o ocho proyectos de vacunación. Podría tener un programa global de
vacunación, pero como cada agencia internacional tiene sus fondos, se separa
nuestro programa nacional de vacunación en cinco, seis o siete proyectos. Cada
proyecto tiene sus procedimientos diferentes, cada proyecto tiene su cuenta en
banco, su administrador. Con el resultado que nuestro tiempo es gastado por la
administración. Les digo todo eso para decirles que hay todo un conjunto de
problemas que hacen que la capacidad de lgestión de los propios haitianos sea
muy afecta afectada.”<BR> <BR>Los grandes medios de comunicación hacen un
concierto de la ayuda de urgencia a los haitianos. Y muestran muertos de hambre
que se pelean por una bolsita de agua. Pero no hay una palabra sobre la (re)
construcción de hospitales, escuelas o universidades públicas. Hay muchos
discursos sobre las tiendas para refugios provisionales, pero no hay una palabra
sobre la construcción de alojamientos sociales duraderos. Muchas promesas de
grandes sumas, cuyo pago estará a cargo de la población del país, ya que se
contabilizan como préstamos (a reembolsar) con el fin de mantenernos aún en la
dependencia. No hay una palabra en favor de la anulación de toda deuda. Muchos
soldados para reforzar la violencia y la ocupación, ¿pero a cuánto médicos,
enfermeras, ingenieros permanecen? </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>En 2009, la clase obrera haitiana experimentó de una manera
muy particular el significado de la presencia de las tropas militares
latinoamericanas). Después de seis años de negación de sus obligaciones legales,
el Parlamento finalmente había reajustado el salario mínimo, haciéndolo pasar de
70 a 200 gourdes (1 euro = 60 gourdes). Los estudiantes de la Universidad de
Estado de Haití lucharon durante cuatro meses (de junio a septiembre) para
forzar la promulgación de la ley por el jefe del Estado. La Minustah (Misión de
las Naciones Unidas para la Estabilización en Haití, comandada por el ejército
brasileño) reprimió a sangre y fuego. Incluso el Hospital de la Universidad de
Estado de Haití – el hospital de los pobres – se regó de gas lacrimógeno.
En distintas ocasiones, la Minustah había intentado invadir la Universidad, en
busca de militantes, especialmente del profesor Jn Anil Louis-Juste, indicado
como el principal responsable de las reivindicaciones. Luego asesinado,
alrededor de dos horas antes del seísmo.<BR> <BR>Los 250.000 muertos del
seísmo del 12 de enero son víctimas sobre todo de la injusticia agraria cometida
y no reparada desde hace 204 años. En 1987, el impulso popular había llevado a
los constituyentes a crear en la Constitución un Instituto Nacional de la
Reforma Agraria (Inara). Pero era, precisamente, para dejar sin tocar la
cuestión cuestión de la propiedad de la tierra. Ya que toda reforma agraria
pasará, inddefectiblemente, por la (re)apropiación de las tierras robadas y
llamadas hoy “propiedad privada”. Una redistribución de la tierra implica que
los beneficiarios sean sus verdaderos propietarios: los campesinos. Sin
necesariamente confundir distribución de tierra y reforma agraria. Eso incluirá
las tierras fértiles de Ouanaminthe, transformadas en "zonas francas", las
tierras fértiles robadas por las empresas brasileñas y establecidas actualmente
en Jatropha, etc. </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>En efecto, se comprende que mientras el orden
socio-metabólico del capital siga reinando en Haití, no habrá medio de evitar
calamidades del tipo del 12 de enero de 2010 o 21 de septiembre de 2004. Por
esta razón es necesario comenzar inmediatamente por levantar nuevamente nuestras
demandas y reivindicaciones:<BR> <BR>• Anulación inmediata y total de la
deuda (multilateral y bilateral) de Haití, y esto, sin ninguna condición. <BR>•
¡Pago de las reparaciones! Restitución inmediata por el Gobierno francés de los
900 millones de euros de la fortuna Duvalier; dinero robado por el dictador al
pueblo haitiano (así como el dinero de Duvalier tenido por los bancos suizos).
<BR>• Reembolso de los 150 millones de francos-oro (21 mil millones de euros)
pagados después de su independencia por los haitianos “para compensar” a los
esclavistas francés. <BR>• Que el dinero pagado y otros recursos estén bajo
control de los trabajadores haitianos y de sus organizaciones. <BR>• Basta de
ocupación militar: salida de las todas las tropas (norteamericanas y del
Minustah). <BR> <BR></DIV>
<DIV align=justify>* Franck Seguy es sociólogo y miembro de la organización
revolucionaria ASID (Asociación Universitaria Dessaliniana). Cursó una maestría
en servicio social en la Universidad Federal de
Pernambuco, Brasil.<BR><BR><STRONG><U>Notas</U></STRONG><BR><BR>[1] El
concepto de grandonarcho-burguesía o burguesía grandonárquica designa las
prácticas patrimonialistas de los que llamamos en Haití los grandons-bourgeois
(literalmente burgueses latifundistas). Este último concepto es de nuestro
camarada Jn Anil Louis-Juste (brutalmente asesinado dos horas antes del
terremoto), para llamar la atención sobre la especificidad de la burguesía
haitiana. Es una burguesía de grandes latifundistas (grandon, en lengua
haitiana) pero que no invierten en la producción. Sus tierras, que no se
insertan en la producción directamente capitalista, se confían a campesinos que
las hacen fructificar a continuación para pagar el grandon en renda – operación
a la cual el grandon se lleva la parte del león mientras que lo que recibe el
campesino ni siquiera cubre los gastos que había realizado para la
producción. Este mismo grandon, como burgués, invierte principalmente en las
actividades comerciales de importaciones/exportaciones. Componen en Haití una
clase de grandonarquia, es decir, una familia (un poder) muy de poca gente que
controla la parte fundamental de la economía nacional.<BR>[2] Frei Betto, "O
Haiti existe?". Alainet, 29 de enero
2010.<BR> <BR> <BR><STRONG><U>Bibliografía</U></STRONG><BR> <BR>CHAUI,
Marilena. A história no pensamento de Marx, in Atilio A. Boron et. alii (orgs),
A teoria marxista hoje. Problemas e perspectivas, São Paulo, CLACSO / Expressão
Popular, 2007.<BR>HEGEL, Georg W. F. La raison dans l’histoire, Paris: 10 / 18,
2006.<BR>JOACHIM, Benoit. Les racines du sous-développement en Haïti,
Port-au-Prince: Prix Deschamps, 1979.<BR>LOUIS-JUSTE, Jean Anil. Internacional
Comunitária: ONG chamadas alternativas e Projeto de livre individualidade
Crítica à parceria enquanto forma de solidariedade de espetáculo no
Desenvolvimento de comunidade no Haiti, 2007. 353 p. Thèse (Doctorat en service
social), Université Fédérale de Pernambuco, 2007.<BR>MINGOLO, Walter D. La Idea
de América Latina, La herida colonial y la opción decolonial. Barcelona: gedisa,
2007.<BR>PIERRE-CHARLES, Gérard. Radiographie d’une dictature. Montréal: Presse
de L’imprimerie Ggé Ltée, 1973.<BR>SEGUY, Franck. Globalização Neoliberal E
Lutas Populares No Haiti: Crítica À Modernidade, Sociedade Civil E Movimentos
Sociais No Estado De Crise Social Haitiano, 2009. 219 p. Dissertation (master en
service social), Université Fédérale de Pernambuco, 2009. </DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV></FONT></BODY></HTML>