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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de Prensa
<BR></FONT><U>11 de abril 2010<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Colectivo
Militante - Agenda Radical</FONT><BR>Gaboto 1305 - Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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size=3>Argentina<BR></FONT></STRONG></DIV></FONT>
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size=3></FONT></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>Esperan una
reactivación ferroviaria que no llega <BR><BR>De obreros supercalificados a
artesanos de la chatarra<BR><BR>En los emblemáticos talleres tucumanos de Tafí
Viejo, desarman vagones viejos para conseguir
repuestos<BR></DIV></FONT></STRONG></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Suplemento Zona<BR>Clarín,
Buenos Aires, 10-4-10<BR></STRONG><A
href="http://www.clarin.com/"><STRONG>http://www.clarin.com/</STRONG></A></FONT></DIV><FONT
face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR><BR>Un obrero corta el techo de un vagón de carga. Otro
busca el parche entre una montaña de hierro. Los soldadores esquivan las chispas
mientras moldean la medida exacta de un respuesto. Así trabajan estos obreros
ferroviarios que fueron los más capacitados de Sudamérica y hoy, por obra y
gracia de un país que mató el alma de los trenes, son artesanos de la
chatarra.<BR><BR>Sólo hay movimiento en la nave de los vagones, cuya
rehabilitación costó 13 millones de dólares. Ocupa apenas tres de las 22
hectáreas totales de lo que fue un emporio industrial de la Argentina en los
años '50 y '60, cuando empleaba a 5.600 personas y reparaba 200 vagones y 30
locomotoras por mes. Hoy trabajan apenas 60 y otras 150 están en lista de
espera, desde hace más de un año. "La reapertura fue una esperanza para
nosotros, pero es cierto que hay mora en todo", dice la voz del operario Jorge
Llanos, que sale debajo de un casco azul.<BR><BR>Es un personaje que participa
de la película La última estación, de Pino Solanas, que ahora traspasa la
pantalla, como en La Rosa Púrpura del Cairo, para hablar con Clarín: "Evitamos
un saqueo mayor durante el menem-bussismo, cuando montamos una olla popular en
la puerta, durante dos años, para evitar que se llevaran máquinas y
materiales".<BR><BR>La historia juzgará a los responsables: los talleres de Tafí
Viejo fueron inaugurados el 25 de mayo de 1910, en el Centenario de la Patria,
cuando el país se perfilaba como una potencia mundial. Cien años después, son un
cementerio de yunques, tenazas, hornos de fundición, martillos, grúas para
locomotoras y chapas caídas del techo en la tormenta de hace un mes. Las goteras
forman lagunas y el pasto tapa ruedas y piezas de hierro oxidadas por las
heladas. <BR><BR>Cerrados por la dictadura y luego por el tándem Carlos
Menem-Antonio Bussi, reabiertos por Raúl Alfonsín y Néstor Kirchner, con
promesas de reincorporaciones en tiempos de Cristina Kirchner, que no llegan,
los galpones de Tafí Viejo forman una ciudad fantasma, donde las palomas y los
murciélagos hacen más ruido que los motores.<BR><BR>"En este momento se están
reparando sólo seis vagones para el Belgrano Cargas. Para que tengamos más
trabajo, se tienen que reactivar los trenes en todo el país, y eso no sucede,
estamos prácticamente paralizados", señala Miguel Angel Herrera, jefe del área
de planeamiento en el retorno democrático y ahora peón, como la mayoría de los
que han recuperado el empleo. Herrera, de origen radical, es el encargado de los
festejos por el cumpleaños número 100 de los talleres, una misión más difícil
que diseñar transbordadores para viajar a la estratósfera.<BR><BR>"Producción
hay, arreglamos el Tren Alma, que hace pediatría social desde hace 30 años, pero
queremos más trabajo. Aclaren, por favor, que la cosa no es con Cristina, a
quien le estamos agradecidos, sino con un sátrapa que estuvo en la secretaría de
Transporte", dice Jorge Murillo, delegado de la Unión Ferroviaria. El personaje
que menciona prefiere los yates a los trenes.<BR><BR>Otros funcionarios, agrega
Herrera, prefieren los camiones: "Más del 90 por ciento de la carga viaja por
las rutas y no por las vías. Son intereses muy fuertes, que están protegidos
desde el poder".<BR><BR>Ya no se elaboran repuestos en Tafí Viejo, como hace
medio siglo, cuando se hacían hasta clavos miguelitos. Y el piso sufre
desniveles: se hundió cuando usaron los galpones como depósito de
azúcar.<BR><BR>Sobrevive una placa que recuerda a los 22 desaparecidos que tuvo
el taller durante la represión ilegal y un Cristo Obrero junto a la frase
"Bendícenos en el trabajo".<BR><BR>La recorrida termina, pero hay más. El camino
final es de baldosas de hierro, listas para ser fundidas si algún día las
precisan para convertirlas en piezas de un tren.<BR><BR>Al cruzar la puerta, la
historia continúa. Todo el pueblo que se ve delante dependía del salario de los
talleres. Por eso se acercan tres desocupados, de la Agrupación Ex Ferroviarios
de Tafí, a reclamar lo que sienten que les corresponde.<BR><BR>Y lo hacen de una
manera sorprendente: están dispuestos a trabajar un tiempo ad honorem, gratis,
para demostrar que están capacitados para hacerlo.<BR><BR>"Va más de un año de
incumplimiento, tenemos que entrar", dice Alfredo Palacios, 11 años aportados,
apenas su nombre vinculado a la justicia social.<BR><BR>"Se habían comprometido
a tomarnos, por escrito, acá está la planilla, ahora nos quieren borrar",
denuncia el calderero Juan Guillermo Carrizo. Y Miguel Molina, electromecánico,
asiente con el paraguas.
<HR>
</FONT></DIV></BODY></HTML>