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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de Prensa</FONT>
<BR><U>22 de mayo 2010</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Colectivo Militante -
Agenda Radical</FONT><BR>Gaboto 1305 - Montevideo - Uruguay<BR>redacción y
suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<DIV><STRONG><FONT size=3>Capitalismo<BR><BR>Sobre profecías económicas y
oráculos neoliberales (recordanddo en texto de
Marx)</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>Después de la
actual tragicomedia, a la socialdemocracia de Papandreu o de Zapatero sólo les
queda el descrédito o la impotencia</FONT></STRONG> </FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>John Brown
</STRONG></FONT></DIV>
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href="http://iohannesmaurus.blogspot.com"><STRONG>http://iohannesmaurus.blogspot.com</STRONG></A></FONT>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><EM>La única parte de la llamada
riqueza nacional que realmente entra en la posesión colectiva de los pueblos
modernos es... su deuda pública.</EM><BR>(Karl Marx)</FONT></DIV><FONT
face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR><EM>"En cuanto a los que hacen falsas predicciones, por
mucho que las hayan hecho en nombre de Dios, o los que hayan predicado falsos
dioses, auque hayan hecho auténticos milagros, Moisés declara que son falsos
profetas y merecen la muerte."</EM><BR>(Spinoza, Tratado teológico-político,
XV)</DIV>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify>Creo que, después de la actual tragicomedia, a la
socialdemocracia de Papandreu o de Zapatero sólo les queda el descrédito o la
impotencia. Tal vez los dos. El margen de maniobra que permitía a la
socialdemocracia arbitrar en el reparto de la renta y valorizar pasivamente la
fuerza de trabajo se ha acabado. Con él también se ha acabado la posibilidad de
una democracia con algún contenido, pues las democracias europea y
norteamericana jugaban precisamente con ese margen (mediante políticas sociales
o burbujas de deuda neoliberales). Ese margen hoy no existe: los mercados lo han
invadido. Cuando un poder extralegal dice al supuesto soberano lo que debe
hacer, este poder es el auténtico soberano. En nuestra tragicomedia este poder
habla por boca de los mercados y de sus oráculos (los economistas). No importa
que los oráculos mientan con descaro: su mentira es la verdad que expresa el
inconsciente del régimen, lo que el propio régimen "no sabe que sabe". De hecho,
como en el 1984 de Orwell, siempre pueden cambiar retrospectivamente las
previsiones del plan. Así, durante más de un año han estado anunciando el
surgimiento de "brotes verdes" anunciadores del fin de la crisis, para afirmar
ahora que la única salida de la crisis -ahora agravada- consiste en la adopción
de un paquete de medidas antisociales que, por añadidura, sólo pueden originar
una recesión aún mayor, si no una auténtica depresión de la economía.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hubo primero que salvar los bancos provocando un
endeudamiento gigantesco de las haciendas públicas. Ahora que los bancos están a
salvo, ellos mismos, junto con los demás agentes financieros, apuestan a la
bancarrota fiscal de los Estados que se endeudaron para salvarlos, provocando un
brutal aumento de los tipos de interés de la deuda pública de los países ya más
endeudados. Los representantes políticos de los países del euro o de la UE hoy
amenazados por esta nueva ofensiva han decidido, para salir del atolladero,
liquidar sus políticas sociales y, ya que no pueden devaluar su moneda, devaluar
la fuerza de trabajo. De este modo tienen la seguridad de reducir sus gastos
públicos a corto plazo y de poder arrojar carnaza a los tiburones de la finanza.
Pero esta solución no es ni siquiera viable. Las declaraciones "patrióticas" de
necios como José Luis Bono, quien afirma que "Es un momento de sangre, sudor y
lágrimas para el pueblo español" o que "Es la hora de que gane España, aunque
perdamos las elecciones", no engañan más que a quien quiera engañarse.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En la actualidad, el capital financiero como expresión
directamente política de la relación capital en un régimen de acumulación donde
el propio capital ha dejado de ser productivo, es el medio por excelencia de la
expropiación de los comunes. La liquidación de las políticas sociales y la
privatización programada de los servicios públicos constituyen una aplicación de
métodos coloniales de expropiación en las propias metrópolis capitalistas. Como
ya no existen nuevas colonias por conquistar y las que se intentan dominar por
la fuerza -Iraq, Afganistán- parecen resistirse a la esclavitud, el capital
tiene que buscar nuevas fuentes de beneficio en sus propias metrópolis: se trata
de los bienes comunes representados por el Estado social y los servicios
públicos, el recurso productivo común que es la inteligencia colectiva, que se
pretende someter a las patentes, la propia vida y los estilos de vida de los
individuos y grupos que son hoy objeto de una brutal apropiación
mercantil.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hasta hace unos meses se hablaba de una refundación del
capitalismo. Se trataba de poner a este régimen límites éticos y sociales para
evitar su autodestrucción. Esa refundación tenía que ver con la que se conoció
en los años 30 y que teorizó Polanyi en La gran transformación . En aquel
momento, se trataba de evitar la implosión de un sistema de capitalismo
desregulado que ya había provocado una guerra mundial, seguida de la Revolución
rusa y de la crisis del 29. Las políticas keynesianas y fordistas -y sus
variantes fascista y nacionalsocialista- evitaron el hundimiento y permitieron
contener la ola revolucionaria que amenazaba con expandirse desde Rusia.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hoy no se intenta ni siquiera aplicar seriamente estas
medidas, no porque el capitalismo no desee salvarse, sino porque ya no puede
hacerlo así. Cuando la producción material está dejando de ser la fuente
principal de beneficio para el capital, cuando esta misma producción, incluso
bajo formas jurídicas capitalistas, tiene que recurrir a la cooperación directa
de los trabajadores y a formas difusas de trabajo social remunerado o no
remunerado, el beneficio capitalista ha dejado de proceder de la producción.
Inicialmente el capitalismo se distinguía del feudalismo y de los regímenes
sociales de producción anteriores por el hecho de que la extracción de
plusvalía, que se realizaba en los anteriores regímenes desde el exterior del
proceso productivo (tributos, diezmos etc.), tenía lugar ahora dentro del propio
proceso de producción, como extracción de plusvalía.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hoy, a pesar del mantenimiento -a veces mediante formas
brutales: guerra, leyes de excepción etc.- de las formas jurídicas
correspondientes a las fases iniciales del capitalismo, la realidad de la
producción ha cambiado. Hoy, al igual que en otras fases de acumulación
originaria, los mecanismos de la deuda pública y de la renta financiera son
dominantes. El capitalismo, en cierto modo, se ha feudalizado: ya no extrae
fundamentalmente plusvalía a través de la producción, sino mediante los
circuitos financieros. Aquí, ya sólo se puede dejar la palabra a Marx, quien
pudo con su enorme lucidez describir lo que estamos viviendo hoy refiriéndose no
a la fase -ojalá terminal- del capital que hoy vivimos, sino a sus oscuros
comienzos en los que deuda pública, la explotación colonial, la expropiación y
proleterización consiguiente de los trabajadores de las metrópolis y el
desarrollo de los circuitos e instrumentos financieros consiguieron que el
dinero generase más dinero sin pasar por un proceso de producción controlado por
el capital. En el capítulo sobre la acumulación originaria del libro primero del
Capital, afirma, pues, Marx lo siguiente:</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Los diversos factores de la acumulación originaria se
distribuyen ahora, en una secuencia más o menos cronológica, principalmente
entre España, Portugal, Holanda, Francia e Inglaterra. En Inglaterra, a fines
del siglo XVII, se combinan sistemáticamente en el sistema colonial , en el de
la deuda pública, en el moderno sistema impositivo y el sistema proteccionista.
Estos métodos, como por ejemplo el sistema colonial, se fundan en parte sobre la
violencia más brutal. Pero todos ellos recurren al poder del estado, a la
violencia organizada y concentrada de la sociedad, para fomentar como en un
invernadero el proceso de transformación del modo de producción feudal en modo
de producción capitalista y para abreviar las transiciones. La violencia es la
partera de toda sociedad vieja preñada de una nueva. Ella misma es una potencia
económica." y prosigue:</DIV>
<DIV align=justify><BR>"El sistema del crédito público, esto es, de la deuda del
estado, cuyos orígenes los descubrimos en Génova y Venecia ya en la Edad Media,
tomó posesión de toda Europa durante el período manufacturero. El sistema
colonial, con su comercio marítimo y sus guerras comerciales, le sirvió de
invernadero. Así, echó raíces por primera vez en Holanda. La deuda pública o, en
otros términos, la enajenación del estado sea éste despótico, constitucional o
republicano deja su impronta en la era capitalista. La única parte de la llamada
riqueza nacional que realmente entra en la posesión colectiva de los pueblos
modernos es... su deuda pública . De ahí que sea cabalmente coherente la
doctrina moderna según la cual un pueblo es tanto más rico cuanto más se
endeuda. El crédito público se convierte en el credo del capital. Y al surgir el
endeudamiento del estado, el pecado contra el Espíritu Santo, para el que no hay
perdón alguno, deja su lugar a la falta de confianza en la deuda pública.</DIV>
<DIV align=justify><BR>" La deuda pública se convierte en una de las palancas
más efectivas de la acumulación originaria . Como con un toque de varita mágica,
infunde virtud generadora al dinero improductivo y lo transforma en capital, sin
que para ello el mismo tenga que exponerse necesariamente a las molestias y
riesgos inseparables de la inversión industrial e incluso de la usuraria. En
realidad, los acreedores del estado no dan nada, pues la suma prestada se
convierte en títulos de deuda, fácilmente transferibles, que en sus manos
continúan funcionando como si fueran la misma suma de dinero en efectivo. Pero
aun prescindiendo de la clase de rentistas ociosos así creada y de la riqueza
improvisada de los financistas que desempeñan el papel de intermediarios entre
el gobierno y la nación como también de la súbita fortuna de arrendadores de
contribuciones, comerciantes y fabricantes privados para los cuales una buena
tajada de todo empréstito estatal les sirve como un capital llovido del cielo,
la deuda pública ha dado impulso a las sociedades por acciones, al comercio de
toda suerte de papeles negociables, al agio, en una palabra, al juego de la
bolsa y a la moderna bancocracia.</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Desde su origen, los grandes bancos, engalanados con
rótulos nacionales, no eran otra cosa que sociedades de especuladores privados
que se establecían a la vera de los gobiernos y estaban en condiciones, gracias
a los privilegios obtenidos, de prestarles dinero. Por eso la acumulación de la
deuda pública no tiene indicador más infalible que el alza sucesiva de las
acciones de estos bancos, cuyo desenvolvimiento pleno data de la fundación del
Banco de Inglaterra (1694). El Banco de Inglaterra comenzó por prestar su dinero
al gobierno a un 8 % de interés, al propio tiempo, el parlamento lo autorizó a
acuñar dinero con el mismo capital, volviendo a prestarlo al público bajo la
forma de billetes de banco. Con estos billetes podía descontar letras, hacer
préstamos sobre mercancías y adquirir metales preciosos. No pasó mucho tiempo
antes que este dinero de crédito, fabricado por el propio banco, se convirtiera
en la moneda con que el Banco de Inglaterra efectuaba empréstitos al estado y
pagaba, por cuenta de éste, los intereses de la deuda pública. No bastaba que
diera con una mano para recibir más con la otra; el banco, mientras recibía,
seguía siendo acreedor perpetuo de la nación hasta el último penique entregado.
Paulatiamente fue convirtiéndose en el receptáculo insustituible de los tesoros
metálicos del país y en el centro de gravitación de todo el crédito comercial.
Por la misma época en que Inglaterra dejó de quemar brujas, comenzó a colgar a
los falsificadores de billetes de banco. En las obras de esa época, por ejemplo
en las de Bolingbroke, puede apreciarse claramente el efecto que produjo en los
contemporáneos la aparición súbita de esa laya de bancócratas, financistas,
rentistas, corredores, stock-jobbers [bolsistas] y tiburones de la bolsa [...].
</DIV>
<DIV align=justify><BR>William Cobbett observa que en Inglaterra a todas las
instituciones públicas se las denomina " reales", pero que, a modo de
compensación, existe la deuda "nacional" (national debt)."</DIV>
<DIV align=justify><BR>Marx no llegó a escribir el volumen sobre el Estado que
figuraba en el plan incial del Capital. Sin embargo, vemos en un texto como este
qué tipo de relación guarda el Estado moderno con la acumulación de capital y en
otros pasajes de la misma obra podemos comprobar la función de reproducción que
desempeña el Estado respecto de la relaciones capitalistas. Cualquier intento de
recurrir al Estado como medio para poner freno al Capital podrá, en el mejor de
los casos, tener efectos limitados, cuando no francamente reaccionarios. Estado
y poder financiero se encuentran íntimamente unidos en su principio mismo por su
carácter representativo. Como sostiene el jurista francés Marcel Hauriou (de
quien afirmaba Pasukanis que era uno de los pocos teóricos burgueses del derecho
que no decía tonterías):</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Existe entre el régimen de Estado y el régimen de la
finanza la caraterística común de que ambos reposan sobre elementos
representativos más que reales, el Estado sobre la concepción de la cosa
pública, la finanza sobre el crédito. Estas afinidades no son meras
aproximaciones de ideas. Hemos visto que el Estado es un equilibrio móvil, muy
delicado, en constante progreso; hace falta que haya en él una organización
económica flexible y móvil como la de la roiqueza mobiliaria. Por otra parte,
por mucho que sean móviles, las estabilidades que garantiza el Estado tienen un
valor de creencia máxima y son las que desarrollan el crédito necesario al
régimen capitalista."</DIV>
<DIV align=justify><BR>Finanza y Estado se encuentran hoy de nuevo mano a mano
como los dos polos principales del capitalismo, una vez que este ya no es capaz
de organizar la producción. El Estado reposa en las "predicciones" de los nuevos
augures de la finanza y estos mantienen al Estado como instrumento de garantía
de sus rentas. Ambos viven del crédito: de la representación política, basada en
la creencia en u todo nacional que hoy ilustran con pasión los tribunos de la
izquierda, del centro y de la derecha del a derecha, y de la "confianza de los
mercados". Ambos son falsos profetas, tramposos, pues determinan ellos mismos
las condiciones de cumplimiento de sus propias profecías. La única solución a
este problema de los falsos profetas la encontraron los antiguos judíos,
quienes, para acreditar la profecía condenaban sistemáticamente a muerte a los
falsos profetas. Esto hacía, mediante un método espistemológicamente mucho más
fiable, que la profecía fuese siempre auténtica. Unos popperianos algo
sanguinarios con criterios de "falsation" eficaces y radicales. No sólo se
descarta la proposición que resulta falsa, sino que se "falsa" a su propio
autor. Tal vez hubiera que aprender de los antiguos hebreos.
<HR>
<BR></DIV>
<DIV align=justify></FONT> </DIV></BODY></HTML>