<!DOCTYPE HTML PUBLIC "-//W3C//DTD HTML 4.0 Transitional//EN">
<HTML><HEAD>
<META http-equiv=Content-Type content="text/html; charset=iso-8859-1">
<META content="MSHTML 6.00.6002.18226" name=GENERATOR>
<STYLE></STYLE>
</HEAD>
<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de Prensa</FONT>
<BR><U>27 de mayo 2010</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Colectivo Militante -
Agenda Radical</FONT><BR>Gaboto 1305 - Montevideo - Uruguay<BR>redacción y
suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV>
<HR>
</DIV>
<DIV> </DIV>
<DIV><STRONG><FONT size=3>México</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Mujeres electricistas, la energía de
lucha laboral </STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>"Los compañeros
lo han tenido que reconocer: esto ha sido codo con codo", dice Emilia Peña al
describir el papel de "empuje hacia adelante" de las mujeres en la batalla de
miles de trabajadores contra la desaparición de una empresa eléctrica estatal en
México.</FONT></STRONG><BR><BR></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Daniela Pastrana <BR>IPS,
México, mayo 2010<BR></STRONG><A
href="http://ipsnoticias.net/"><STRONG>http://ipsnoticias.net/</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><BR><BR>Peña, con pantalones de
mezclilla y el rostro libre de maquillaje, lleva a cuestas siete meses de
desempleo y 27 años como trabajadora de Luz y Fuerza del Centro (LFC), una
compañía a la que un decreto presidencial impuso su inmediata extinción en
octubre de 2009. Pero eso no le quita el ánimo para pasar horas inclinada sobre
una pancarta. <BR><BR>"Las y los trabajadores electricistas sufrimos una
transformación de 180 grados en nuestras vidas, porque nos sentíamos intocables,
o tocados por Dios", dijo mientras pintaba de negro y rojo el emblema del
Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), durante la jornada que IPS acompañó
al grupo de trabajadoras. <BR><BR>"Estamos entendiendo lo que nuestros abuelos
siempre nos dijeron: que la lucha era por una transformación social. Y la
nuestra es una doble lucha: por los derechos laborales conquistados en más de
100 años y para definirnos como mujeres trabajadoras", explicó Peña en el
cuartel general del movimiento, en esta capital. <BR><BR>El gobierno del
conservador Felipe Calderón decretó la extinción de LFC, que suministraba el
servicio eléctrico a 20 millones de personas en Ciudad de México y estados del
centro del país, y comenzó la liquidación de sus 44.000 trabajadores, afiliados
al SME, un aguerrido sindicato independiente. <BR><BR>Allí trabajaban 5.000
mujeres, 11 por ciento del total de la plantilla. Nueve de cada 10 de ellas eran
jefas de familia, según cifras sindicales. <BR><BR>Las autoridades argumentaron
deterioro del servicio, mora en el pago de grandes usuarios y una nomina
excesiva para traspasar las operaciones de LFC a otra compañía estatal, en una
medida criticada por la oposición política y que abrió una lucha por el derecho
al trabajo con pocos antecedentes en México. <BR><BR>Un 51,3 por ciento de los
más de 107 millones de habitantes de este país son mujeres y 25 por ciento de
los hogares están a su cargo. Más de 37 por ciento de la fuerza laboral mexicana
es femenina, pero solo la mitad trabaja en la economía formal y, en promedio,
gana 37 por ciento menos que los varones en similares funciones. <BR><BR>Siete
meses después de la liquidación de LFC, 20.000 trabajadores siguen su lucha para
ser reenganchados en sus puestos. Las mujeres son 1.500. <BR><BR>Ellas impulsan
su causa en universidades y sindicatos, elaboran pancartas y carteles, efectúan
guardias y jornadas informativas y encabezan movilizaciones. En diciembre, se
entrevistaron con la esposa del presidente, Margarita Zavala, y promovieron una
huelga de hambre de 17 días, que forzó un fallido intento de negociación.
<BR><BR>"Son la sal y la pimienta del movimiento", definió Octavio Arenas, ex
jefe de dibujo de LFC, quien lleva delineados más 1.300 metros de pancartas
desde que comenzó el conflicto. "Ellas se ponen al parejo (trabajan igual). No
es fácil, son horas de trabajo y dolores fuertes en las rodillas y en las
muñecas", contó. <BR><BR>A Peña, participar en el movimiento le supuso, además,
un enorme esfuerzo de conciliación con sus hijas. "Ellas no se daban cuenta de
la importancia de mi aportación económica a la casa hasta que vino el golpe",
dijo. <BR><BR>Y cuenta que los ahorros le alcanzaron para un par de meses, pero
luego, el jardín infantil privado al que iba su nieta de 4 años "dejó de ser
prioritario" y tuvieron que ir a comedores populares del Gobierno del Distrito
Federal, sede de esta capital. <BR><BR>"Al principio se enojaron por las
carencias. Me pedían que aceptase la liquidación. Mi nieta me abrazaba las
piernas y me decía: 'Tita, ¿ya te van a dar trabajo? ¿Ya vas a tener dinero para
llevarme a la escuela?' Son cosas que a las mujeres nos pesan mucho y que me
hacían pensar qué inhumano es este sistema", explicó. <BR><BR>"Entonces hablamos
y les dije que teníamos que estar unidas, porque afuera la situación está muy
difícil para las mujeres. Ahora ellas están pendientes de mí", dijo. <BR><BR>La
gran campaña del gobierno para justificar la liquidación, tuvo un efecto
colateral: pocos empleadores aceptan contratar a ex trabajadores de la empresa.
<BR><BR>Por eso, las electricistas tuvieron que ingeniárselas para conseguir
ingresos. Como Blanca Velázquez, quien cocina y vende quesadillas (tortas de
maíz con rellenos diferentes) en la puerta de su casa, en un humilde barrio del
oriente de la ciudad. O Elena Esquivel, quien vende helados caseros afuera de un
centro infantil. <BR><BR>"La participación de las mujeres en esta lucha tiene
muchos rostros: somos trabajadoras, madres, esposas, hijas. Nuestra reacción no
podía haber sido diferente para defender lo que hicieron nuestros padres", dijo
Cecilia Figueroa, responsable de Radio SME. <BR><BR>Su improvisada cabina en el
Zócalo de Ciudad de México funciona a unos metros de donde están instaladas 10
trabajadoras que el 3 de mayo se sumaron a la huelga de hambre iniciada una
semana antes por 80 compañeros. <BR><BR>"Ésta es una nueva generación de lucha,
en la que hombres y mujeres van a la par", aseguró Celia Jiménez, la más joven
de las huelguistas. <BR><BR>En la tienda de campaña donde cumplen su protesta
hay flores, muñecos de peluche y algunas imágenes religiosas. Destaca un gran
corazón de cartón, donde se dice: "Felicidades Mamá", que les regaló un
compañero el 10 de mayo, cuando en México se festeja el Día de la Madre.
<BR><BR>Para Rocío Higuera, la mayor, la familia es un tema doloroso. Sus cuatro
hijos desaprobaron su participación en la huelga de hambre. Los dos varones más
o menos lo han aceptado, pero no sus hijas, explica mientras le saltan las
lagrimas. "Pero debo defender el derecho a tomar mis decisiones", dijo.
<BR><BR>"Siempre tuve que luchar por eso en Luz y Fuerza, pero en el sindicato
es diferente. Cuando inició esta lucha las mujeres no nos quedamos a un lado y
los compañeros no nos hicieron a un lado. Al contrario, ellos mismos dicen que
somos más arrojadas", dijo Higuera, que era jefa de oficina cuando se cerró la
empresa donde estuvo 20 años. <BR><BR>Luego recupera la sonrisa: "Nosotras
tenemos un lema: Cuando una mujer avanza, no hay hombre que la detenga", dijo.
<HR>
</FONT></DIV></BODY></HTML>