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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de Prensa</FONT>
<BR><U>26 de junio 2010</U><BR><FONT size=5><FONT color=#800000>Colectivo
Militante - Agenda Radical</FONT><BR></FONT>Gaboto 1305 - Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Venezuela<BR><BR>Los efectos de una
moneda sobrevaluada, seguidos de los provocados por su
devaluación</FONT></STRONG><BR><BR><BR><STRONG>Eric Toussaint * <BR>Comité
por la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM)<BR></STRONG><A
href="http://www.cadtm.org/Espanol"><STRONG>http://www.cadtm.org/Espanol</STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Traducido por Griselda Pinero y Raul
Quiroz</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><BR>Desde 2003, las empresas que quieren importar
mercaderías y servicios deben comprar los dólares en una administración del
estado llamada CADIVI. Esta es una medida de lucha en principio útil contra la
evasión de capitales. Sin embargo, al tener el bolívar un tipo de cambio
sobrevaluado con respecto al dólar, se refuerza un comportamiento perverso: en
efecto, para un capitalista que dispone de bolívares en gran cantidad es más
rentable cambiarlos por los dólares vendidos a buen precio por el Estado, e
importar productos provenientes de Estados Unidos o de otros lados, en lugar de
invertir en el aparato productivo del país.<BR><BR>Esta política del bolívar
sobrevaluado inhibió la inversión productiva y favoreció la actividad comercial
volcada a la importación frenética de mercaderías y a la venta de éstas a través
de las grandes redes privadas de distribución. Esta importación masiva estuvo de
hecho subvencionada por el Estado, ya que éste vende al sector privado dólares
baratos que él mismo acumula gracias a la exportación de petróleo. El bolívar
sobrevaluado y el alto nivel de importación que ello permite aumentan el
porcentaje de inflación, que fue particularmente elevado en estos últimos años
en Venezuela (más del 25 % en 2009). Esta inflación merma los aumentos de
salarios decididos por el gobierno o conquistados por la lucha de los
trabajadores y trabajadoras.<BR><BR>He aquí un ejemplo de los efectos negativos
de esta política del bolívar sobrevaluado y de los regalos del gobierno a los
bancos privados: el Estado venezolano compró títulos de la deuda emitidos por
Argentina en 2004-2006, y a su vez vendió una parte de esos títulos argentinos,
denominados en dólares, a los bancos privados, pero éstos los compraron en
bolívares a un tipo de cambio sobrevaluado. A su vez, un gran número de estos
compradores vendieron estos títulos en Estados Unidos cambiados por dólares.
Esta operación les permitió evitar el control que ejerce el Estado venezolano
sobre los movimientos de salida de capitales. En efecto, oficialmente, estos
bancos no exportaron capitales sino títulos de la deuda argentina. Desde
entonces, los regalos del Estado a los bancos privados continuaron bajo la misma
estrategia. La empresa petrolera PDVSA y otras entidades públicas emiten títulos
de la deuda pública denominados en dólares. Estos títulos son comprados con
bolívares por los bancos venezolanos a un cambio oficial favorable. Luego se
revende una parte en el mercado internacional en dólares.[2] Resumiendo, la
política del Estado tiene dos consecuencias negativas: en primer lugar, permite
la fuga de capitales bajo una forma indirecta y perfectamente legal; en segundo
lugar, favorece el comportamiento rentista de los bancos (la compra de títulos
de la deuda) en detrimento de la inversión productiva. A pesar de que el Estado
trata de poner en marcha una política de desarrollo endógeno, volcada a la
satisfacción de la demanda interna mediante un aumento de la producción generada
en el país, la manera de realizar la redistribución de la renta petrolera, en
combinación con la sobrevaluación del bolívar, tiende a reforzar el sector
capitalista y sus tendencias a la importación.<BR><BR>En enero de 2010, el
gobierno puso en marcha una devaluación. ¿En qué consistió? Se aplicaron dos
tipos de cambio para la moneda: el primero representa una devaluación del 21 %
del bolívar con respecto al dólar (en lugar de 2,15 bolívares por dólar, ahora
es de 2,6 bolívares por dólar); el segundo tipo de cambio representa una
devaluación del 100 % (y entonces hay que pagar 4,30 bolívares por dólar). El
primer tipo de cambio tiene vigencia para compras consideradas como vitales o en
todo caso prioritarias: importación de alimentos, medicamentos, tecnologías,
equipos para la producción industrial o agrícola, importaciones realizadas por
el sector público, el pago de becas de estudio a alumnos venezolanos en el
extranjero, el pago de pensiones a los jubilados que residen en el exterior. El
segundo tipo de cambio se aplica a la importación de automóviles, de bebidas, de
tabaco, de teléfonos móviles, de ordenadores, de electrodomésticos, de textiles,
de productos químicos y metalúrgicos, de caucho, etc.<BR><BR>A corto plazo, esta
devaluación aumentará los ingresos fiscales del Estado, ya que dólares que
obtiene por la venta de petróleo al extranjero serán vendidos por una cantidad
más importante de bolívares. Por supuesto, éste es uno de los objetivos
principales perseguidos por el gobierno, que vio cómo disminuían sus ingresos
fiscales a causa del impacto de la crisis internacional sobre la economía del
país. Pero atención: el Estado venezolano no ganará siempre. El reembolso de la
deuda pública, el 67,8 % de la cual está denominada en dólares, costará más caro
al gobierno mientras que los banqueros venezolanos y otros capitalistas que
compraron títulos de la deuda en dólares, se enriquecerán una vez
más.<BR><BR>Por supuesto que hay otras consecuencias: para los trabajadores y
trabajadoras y para todos y todas los que tienen pocos ingresos y que sólo los
perciben en moneda nacional: la devaluación significa una pérdida de su poder
adquisitivo puesto que el coste de los productos que consumen ha aumentado —una
gran parte son importados y otros son fabricados en el país pero con una
componente importante de insumos importados—. Los importadores, los
comerciantes, los fabricantes repercutirán en el precio de venta al consumidor
los costes adicionales que deben afrontar. Esta pérdida de poder adquisitivo
puede ser limitada o anulada sólo si los salarios aumentan proporcionalmente al
coste de la vida, que no es el caso. Hugo Chávez decretó el 1º de mayo de 2010
un aumento del 15 % del salario mínimo y de las pensiones, pero, como ya hemos
visto, la inflación había alcanzado el 25 % en 2009 y esa cifra seguramente será
mayor en 2010.<BR><BR>Esta devaluación tiene otros objetivos a más largo plazo,
pero es arriesgado pronunciarse sobre la posibilidad de alcanzarlos. Entre estos
objetivos el más importante es la promoción de la substitución de importaciones.
En la medida en que importar costará en adelante un 21 % o un 100 % más caro
(según el tipo de productos importados), las importaciones deberían bajar y los
productores locales deberían estar en una mejor posición para colocar sus
productos en el mercado nacional. Más aún: la devaluación debería convencerlos
de que es rentable producir en lugar de importar. Y eso podría generar un
círculo virtuoso por el cual el país reforzaría su base industrial y su
producción agrícola, al sustituir los productos importados por productos
locales.<BR><BR><STRONG><U>Notas</U></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>|1| Los periódicos financieros extranjeros The Economist
y el Financial Times señalan regularmente que los bancos privados venezolanos se
consideran muy felices de tener la posibilidad ofrecida por el Estado de poder
evitar el control sobre los movimientos de capitales.<BR><BR></DIV>
<DIV align=justify>* Eric Toussaint es presidente del CADTM Bélgica (Comité por
la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo, www.cadtm.org ), es doctor en
Ciencias Políticas de la Universidad de Lieja (Bélgica) y de la Universidad de
Paris VIII (Francia). Es autor de La Crisis Global, Editorial de las Madres de
la Plaza de Mayo, Buenos Aires, 2010; autor de Banco del Sur y Nueva Crisis
internacional (editorial Viejo Topo, Barcelona, Enero 2008; editorial Abya-Yala,
Quito, Junio 2008; Observatorio DESC, La Paz, Octubre 2008), autor de Banco
mundial, el golpe de estado permanente (El Viejo Topo, Barcelona, Enero 2007;
Editorial Abya-Yala, Quito, Julio 2007; CIM, Caracas, Agosto 2007; Observatorio
DESC, La Paz, Noviembre 2007); autor de La Bolsa o la Vida (CLACSO, Buenos
Aires, 2004; Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2004; editorial Abya-Yala,
Quito, 2002); Coautor con Damien Millet de 60 Preguntas/60 respuestas sobre la
Deuda, el FMI y el Banco Mundial, Icaria/Intermón Oxfam, Barcelona, 2010.
<HR>
</FONT></DIV></BODY></HTML>