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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000><FONT size=5>Correspondencia de
Prensa</FONT> <BR></FONT><U>7 de julio 2010</U><BR><FONT color=#800000
size=5>Colectivo Militante - Agenda Radical</FONT><BR>Gaboto 1305 - Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<HR>
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<DIV> </DIV>
<DIV><STRONG><FONT size=3>Brasil</FONT></STRONG></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Quilombolas brasileñas a la sombra
de una base espacial</STRONG></FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=3><STRONG>La instalación de una base
espacial en su territorio alteró la forma de vida que por siglo y medio
mantuvieron en este municipio del estado brasileño de Maranhao los habitantes de
los quilombos, las comunidades agrícolas comunitarias de antiguos
esclavos.</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><BR><STRONG><FONT size=3>Un acuerdo
entre los dos gobiernos permite a Estados Unidos usar la estación de lanzamiento
de cohetes y seguimiento de satélites desde el año 2000.</FONT></STRONG>
</FONT></DIV></DIV>
<DIV align=justify><BR></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Vera Salles <BR>IPS,
Alcántara, Brasil, julio 2010 <BR></STRONG></FONT><A
href="http://ipsnoticias.net/"><FONT face=Arial
size=2><STRONG>http://ipsnoticias.net/</STRONG></FONT></A></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><BR>Para las mujeres quilombolas de
Alcántara, a la lucha junto a los hombres por defender los violentados derechos
de sus comunidades afrodescendientes, se sumó la batalla por mantener áreas
productivas femeninas especialmente afectadas por la base, por mejorar las
condiciones de su forzado nuevo hábitat o por ser tenidas en cuenta en las
reparaciones demandadas al Estado brasileño. <BR><BR>Cada una de esas
comunidades del municipio se desarrolló con culturas, dialectos, formas
productivas y reglamentos internos diferentes. Pero a todas les unió estar en
las tierras elegidas en 1983 por el Ministerio de Aeronáutica para instalar el
Centro de Lanzamiento de Alcántara, una urbe patrimonio cultural de Brasil desde
1948. <BR><BR>Un acuerdo entre los dos gobiernos permite a Estados Unidos usar
la estación de lanzamiento de cohetes y seguimiento de satélites desde el año
2000. <BR><BR>Ubicada a 22 kilómetros de Sao Luis, capital de Maranhao, en el
nordeste atlántico brasileño, casi 80 por ciento de los 19.000 habitantes del
área urbana y rural de Alcántara viven de los también llamados remanentes de
quilombos y sobreviven de la pesca, la agricultura y la silvicultura,
practicadas con métodos tradicionales. <BR><BR>La base y sus sucesivas
expansiones no incluyeron consulta alguna con las comunidades ni contemplaron la
continuidad de sus actividades económicas, pese a que la Constitución de 1988
las reconoció como territorios originarios. <BR><BR>En el área expropiada vivían
503 familias en 48 comunidades, y en cuanto el centro comenzó a operar, unas 312
familias de 32 quilombos fueron transferidas a "agrovillas", unos conjuntos de
casas de albañilería y algunos servicios básicos, como escuela, iglesia, centro
social y casa de harina de mandioca, un alimento esencial para los quilombolas.
<BR><BR>Desde 1986 se constituyeron siete agrovillas, cuyas familias enfrentan
el impacto de la total alteración de su antigua organización social y económica.
La división de la propiedad extinguió, por ejemplo, el sistema secular de "uso
común de la tierra", y cada unidad asignada es insuficiente para mantener a las
familias. <BR><BR>La fuente complementaria de subsistencia, la pesca, se hizo
casi impracticable por la distancia de playas y ríos y el control del litoral
por la base. <BR><BR>En 1992, surgió el Movimiento de las Mujeres Trabajadoras
Rurales de Alcántara (Montra) para hacer oír sus planteamientos específicos
frente al centro espacial. <BR><BR>Las líderes femeninas ayudaron también a
fundar en 1999 el Movimiento de Trabajadores Afectados por la Base Espacial e
integraron después el Foro de Apoyo a Comunidades de Alcántara, en que
organizaciones de todo tipo defienden los derechos de los descendientes de
aquellos esclavos huidos o libertos. <BR><BR>Una de las consecuencias del
desplazamiento de las familias quilombolas fue el éxodo rural y la formación de
barriadas precarias de palafitos y ocupaciones de la zona urbana de Alcántara,
además de violencia. <BR><BR>"La desagregación socio-cultural de las familias
trajo la prostitución infantil-juvenil, muchos casos de embarazo precoz y
aumento de las enfermedades sexualmente transmisibles", cuyo foco son las niñas
y adolescentes oriundas de los quilombos, señaló a IPS Fátima Diniz Ferreira,
militante del movimiento femenino y ex coordinadora de Montra. <BR><BR>Cajueiro,
a 14 kilómetros de la ciudad, es uno de los siete quilombos desplazados a
agrovillas, donde las familias sobreviven sembrando mandioca, maíz, arroz y
pescando en el riachuelo más cercano. <BR><BR>Las mujeres contribuyen al ingreso
familiar, de unos 110 dólares mensuales, con la extracción artesanal del aceite
de las almendras de los cocos babasú, una palmera predominante en Maranhao a la
que los quilombolas dan múltiples usos. <BR><BR>Cada litro de ese aceite usado
para alimentación, limpieza y cosmética, lo venden a 2,6 dólares en San Luis o
en Alcántara. "Somos 30 rompedoras de cocos, yo lo soy desde los 18 años, pero
las jovencitas no quieren hacerlo porque es muy duro", explicó Zildene Torres
Silva, 33 años, casada y con dos hijos, que llegó a la agrovilla de niña.
<BR><BR>Cada rompedora de cocos logra entre 21 y 27 dólares mensuales con el
aceite. Basilia Diniz Silva, de 58 años, se queja de que es una labor demasiado
dura para tan poca ganancia. "Pasamos mucho calor, a menudo nos enfermamos,
porque hay que darle con el pilón y luego llevarlo al fuego", dijo durante una
visita de IPS a la agrovilla. <BR><BR>Y sin embargo, la peor parte, aseguran, se
la llevan las jóvenes del nuevo Cajueiro, donde solo hay una escuela de
primaria. "Las jóvenes aquí no tienen futuro, trabajan en el campo, ayudan a los
padres, se casan pronto", dijo Araujo. <BR><BR>Torres, madre de una adolescente,
comenta que los jóvenes de Cajueiro cuando consiguen terminar la primaria, si
quieren seguir la educación secundaria tienen que ir a Alcántara. Su hija, de 14
años, puntualiza que además después de la secundaria no hay nada más que hacer,
salvo irse a otro lugar. <BR><BR>Regina Lúcia de Azevedo Pacheco, coordinadora
del Centro de Formación para la Ciudadanía, ha participado en un proyecto que se
desarrolla en Alcántara desde 2005 con la cooperación del Centro de Cultura
Negra. <BR><BR>El proyecto forma al profesorado en los centros urbanos del
estado en la apreciación de la historia de la cultura africana y su resistencia
en Brasil, de manera de facilitar una visión crítica de la realidad misma.
<BR><BR>Las jóvenes tienen pocas perspectivas. "El sueño de la universidad está
muy lejos de la mayoría, limitadas a un futuro de tareas domésticas, tener hijos
demasiado temprano o emigrar a centros urbanos a trabajar como empleadas de
hogar o engrosar las filas de desempleados o subempleados", dijo Pacheco.
<BR><BR>Si quieren seguir estudiando, tienen que irse, y eso no es fácil para
las economías familiares quilombolas. "A veces las niñas repiten varios años el
último grado de la escuela primaria porque no tienen manera de salir de las
comunidades", afirmó. <BR><BR>En la actualidad, además, la base espacial se
prepara para lanzar cohetes y demanda extender su área de cobertura, lo que
achicará aún más el espacio para los quilombos. <BR><BR>Las comunidades buscan
un pronunciamiento de la Corte Federal, que obligue a cumplir el compromiso de
no ampliar la instalación en áreas quilombolas de alto rendimiento.
<BR><BR>Pacheco considera que hay un proceso de extermino de los quilombolas de
Alcántara, que viven en amenaza perpetua, pese a la resistencia de sus
comunidades y a que la mayoría no quiere dejar atrás la tierra donde nacieron y
crecieron y su historia individual y colectiva.
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