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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de Prensa</FONT>
<BR><U>30 de julio 2010</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Colectivo Militante -
Agenda Radical</FONT><BR>Gaboto 1305 - Montevideo - Uruguay<BR>redacción y
suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<DIV><STRONG><FONT size=3>Bolivia<BR><BR>Oposiciones políticas y desafíos de Evo
Morales</FONT><BR><BR><BR>Eduardo Paz Rada, La
Paz<BR>Alai-amlatina</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><A
href="http://alainet.org"><STRONG>http://alainet.org</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><BR><BR>Luego de las transformaciones
políticas y sociales realizadas por el gobierno de Evo Morales Ayma con el apoyo
masivo, mayoritario y activo de los sectores populares de Bolivia que se
movilizaron por sus reivindicaciones desde el 2000, el mapa político ha cambiado
radicalmente en los últimos cinco años, generando una nueva composición de las
fuerzas políticas que pugnan por controlar las instancias de decisión nacional y
regional y los aparatos del Estado.<BR><BR>La nueva gestión del Presidente y su
partido, el Movimiento al Socialismo (MAS), iniciada en enero último
(2010-2015), partió con la gran ventaja de su triunfo electoral del 54 por
ciento de votación que le asigna el control mayoritario de la Asamblea
Legislativa y sobre todo con la definitiva derrota de los partidos y
organizaciones conservadores y neoliberales. Esta situación, sin embargo, ha
provocado la emergencia de nuevas fuerzas y formas de acción política dentro y
fuera del esquema oficial.<BR><BR>La presión a través de nuevas formas de acción
política y social, la falta de una estrategia nacional y los desaciertos y
pérdida de control del Gobierno, junto a las demandas que proliferan de diversas
regiones y sectores, destacan como nuevos elementos en un panorama que comienza
a vislumbrar problemas de mayor intensidad provocados incluso por sectores
cercanos al Gobierno.<BR><BR><STRONG>Las nuevas oposiciones</STRONG><BR><BR>La
oposición se manifiesta en dos grandes bloques:<BR><BR>El de los gobernadores de
Santa Cruz, Tarija y Beni, los alcaldes de seis de las nueve capitales y los
diputados y senadores conservadores, que representan a los sectores oligárquicos
y tradicionales, con una propuesta de enfrentamiento radical al Gobierno y sus
decisiones, al que califica de totalitario, y la reivindicación de la democracia
representativa y la libertad económica, por una parte.<BR><BR>El de algunos
movimientos sociales e indígenas, organizaciones comunitarias, sindicatos,
federaciones vecinales, gremios diversos, ex aliados como el Movimiento Sin
Miedo (MSM) y disidentes del MAS y grupos que demandan atención a sus
reivindicaciones particulares y consideran que el Gobierno ya no los representa,
por otra parte.<BR><BR>En esta perspectiva emergió, con Filemón Escobar (ex
dirigente minero y ex senador del MAS), Román Loayza (ex senador, ex ejecutivo
de la Confederación de Campesinos de Bolivia y ex jefe de asambleístas del MAS),
Lino Villca (ex senador del MAS) y Felipe Quispe Huanca (ex ejecutivo de la
Confederación de Campesinos de Bolivia y ex diputado del Movimiento Indio
Pachacuti) a la cabeza, una nueva fuerza política de oposición a Evo Morales
“rescatando el proceso de transformación y a sus lideres
originales”.<BR><BR>Escobar, quien fue considerado mentor de Evo Morales,
manifestó que la nueva elite que rodea al Presidente está formada por ministros
kharas (blancos) encabezados por el Vicepresidente Álvaro Garcia Linera, los
que, según él, han distorsionado el proyecto de los movimientos
sociales.<BR><BR><STRONG>El proceso inconcluso<BR></STRONG><BR>Desde el año
2000, las fuerzas populares de Bolivia se movilizaron en contra de las políticas
neoliberales y los partidos tradicionales, y en 2003 se produjo el mayor
levantamiento popular (la denominada “Guerra del Gas”) que destruyó el sistema
de partidos políticos, expulsó violentamente al ex Presidente Gonzalo Sanchez de
Lozada y permitió proyectar el liderazgo de Evo Morales con un programa de
nacionalización de los hidrocarburos, Asamblea Constituyente y lucha contra la
corrupción.<BR><BR>La nacionalización de los hidrocarburos, del 1 de mayo de
2006, se convirtió en la readecuación de contratos con las transnacionales
petroleras, las que, encabezadas por PETROBRAS, orientan la política petrolera
del Gobierno desde 2007. La renta del gas exportado ha permitido al Gobierno la
aplicación de bonos y acciones de respaldo a sectores vulnerables de la sociedad
boliviana, quedando rezagados los proyectos de industrialización y consumo
masivo de energía barata.<BR><BR>A su vez, la Asamblea Constituyente permitió
avanzar en la elaboración de una Nueva Constitución Política del Estado
Plurinacional, incluyendo las Autonomías Departamentales, Regionales, Indígenas
y Municipales, las que han generado una expectativa desmedida en todo el
territorio nacional desbordando al propio Gobierno. El reconocimiento de 36
ficticias naciones indígenas de origen campesino, impulsado por Organizaciones
No Gubernamentales y Fundaciones europeas que asesoraron a la Constituyente, no
solamente ha ampliado estas expectativas, sino ha generado el peligro de la
desintegración nacional.<BR><BR><STRONG>Antiimperialismo y capital
transnacional</STRONG><BR><BR>Esta tendencia produce un cortocircuito con los
proyectos integracionistas bolivarianos de la unidad de la Patria Grande, puesto
que en lugar de impulsar acercamiento y fortalecimiento común entre los pueblos,
tiende a potenciar las fuerzas disgregadoras que fragmenten el territorio bajo
la consigna de administrar “territorios libres”.<BR><BR>Evo Morales ha
participado activamente en la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA) y
la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) con fuertes discursos
antiimperialistas, junto a Hugo Chavez, Rafael Correa y Raúl Castro.<BR><BR>Las
alianzas regionales latinoamericanas y sudamericanas y la defensa de la hoja de
coca, importante sector agrícola de Bolivia, frente a la política
intervencionista de Estados Unidos, han radicalizado las posiciones del Gobierno
que, en la crisis separatista de 2008, determinó una fuerte crisis diplomática y
la expulsión del Embajador de Washington, Philip Golberg, hasta ahora no
aplacada. En los últimos meses, frente a la Marcha de Indígenas de la
Confederación Indígena del Oriente Boliviano (CIDOB), las autoridades nacionales
amenazaron a USAID de Estados Unidos de expulsarla por apoyar a las ONG que
respaldan la marcha.<BR><BR>Sin embargo, los capitales financieros, bancarios y
agroindustriales y las transnacionales petroleras y mineras se han mantenido en
Bolivia y consiguen importantes ganancias explotando los recursos naturales,
exportándolos como materias primas, monopolizando la tierra y controlando los
ahorros y recursos económicos del país.<BR><BR><STRONG>Los perfiles del
Gobierno</STRONG><BR><BR>Varios interrogantes se han abierto sobre el contenido
y la estrategia del Gobierno, sobre la caracterización del proceso y sobre las
prioridades y objetivos económicos, sociales y políticos, abriendo algunos
espacios de controversia, a pesar del silencio que muestra el jefe de Estado al
respecto.<BR><BR>Las tendencias dentro y fuera del Gobierno han generado un
debate ideológico en torno a las características del proceso, desde aquéllas que
consideran que se mantiene el proyecto económico y político liberal, hasta
aquéllas que fundamentan que se trata de uno de carácter comunitario. Algunos
proponen un ideal socialista del siglo XXI y otros plantean el capitalismo del
Estado como fase previa de consolidación de la unidad nacional.<BR><BR>Por otra
parte, el nacionalismo, el populismo, el latinoamericanismo y el indigenismo son
los calificativos que se plantean para definir el régimen de Evo Morales, quien
combina su fuerte liderazgo con el apoyo de determinados sectores sociales como
los cocaleros, colonizadores, campesinos, mujeres y juntas vecinales, aunque las
decisiones mas importantes son adoptadas en su gabinete y equipo mas estrecho de
colaboradores.<BR><BR>Otro debate se ha abierto entre los denominados
industrialistas que consideran imprescindible avanzar en la transformación
productiva del país, en base a la industrialización de los recursos naturales,
especialmente petroleros, mineros y forestales, y la integración carretera de
todas las regiones, y los conservacionistas, quienes sostienen que se debe
mantener una posición de defensa de las reservas ecológicas bajo la
administración de las autonomías indígenas. Esto ha provocado una confrontación
de ONG y grupos internacionales que cuestionan al Gobierno, como ocurrió en
Cochabamba con ocasión de la realización de la Cumbre Mundial de los Pueblos en
Defensa de la Madre Tierra.<BR><BR><STRONG>Los desafios
emergentes<BR></STRONG><BR>En este panorama el Gobierno tiene retos de alta
importancia, en una coyuntura en que se ha reducido el apoyo popular y las
debilidades se manifiestan con las concesiones al capital foráneo, el retraso de
proyectos de cohesión nacional y la ausencia de un proyecto histórico
integral.<BR><BR>A pesar de tener una base social de apoyo en los sectores
indígenas y campesinos, las políticas de desarrollo agrícola y de
autosuficiencia y soberanía alimentarias están ausentes, en medio de un freno a
una reforma agraria que afecte a los grandes terratenientes y redistribuya la
tierra. Por otra parte, los proyectos de industrialización de las importantes
reservas de gas, litio, hierro y otros minerales han quedado retrasados, en
tanto que transnacionales de esos rubros continúan operando y negocian otros
contratos, en el marco del tradicional modelo de exportación de materias
primas.<BR><BR>Los cambios y reformas en las estructuras sociales, jurídicas y
culturales son evidentes y de alta importancia, sin embargo, los relacionados a
la economía y a la subordinada inserción internacional están ausentes y se
convierten, paulatinamente, en el talón de Aquiles de Evo
Morales.<BR><BR>Anecdóticamente se sostiene que el modernísimo avión comprado
por el Presidente no cuenta con un piloto experto, lo mismo que ocurre con la
estrategia económica, que no cuenta con un conductor eficiente.
<HR>
<BR><BR></FONT></DIV></BODY></HTML>