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<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de Prensa
<BR></FONT><U>10 de agosto 2010</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Colectivo
Militante - Agenda Radical</FONT><BR>Gaboto 1305 - Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV>
<HR>
</DIV>
<DIV> </DIV>
<DIV></FONT><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT
size=3>Palestina</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT
size=3></FONT></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>Gaza:
</FONT></STRONG></FONT><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>Un bloqueo
inhumano y total</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Los Agujeros Negros del Planeta</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>El País, Madrid, 8-8-10<BR></STRONG><A
href="http://www.elpais.com/especial/los-agujeros-negros-del-planeta/gaza.html"><STRONG>http://www.elpais.com/especial/los-agujeros-negros-del-planeta/gaza.html</STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify>Viven encarcelados en un territorio de 365 kilómetros
cuadrados (una quinta parte de la provincia de Guipúzcoa, la más pequeña de
España), rodeados por enormes muros de ocho metros de altura y por un bloqueo
naval a apenas tres millas de la costa. Los sitiadores israelíes les tienen
sometidos a un bloqueo total e inhumano que impide entrar o salir a personas y
mercancías, en respuesta a los más de 8.000 cohetes lanzados desde Gaza a los
colonos judíos en los últimos ocho años. Los 1,6 millones de habitantes, de los
que un millón son refugiados, viven encarcelados por el Gobierno de Israel y por
la autoridad de Hamás (considerada una organización terrorista por Occidente),
que ellos eligieron en 2006.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Llegar a Gaza es como pasar del primer al tercer mundo en
pocos kilómetros. Hay que volar a Tel Aviv, capital del Estado de Israel,
desplazarse en coche a Jerusalén y esperar a recibir un visado para viajar a la
franja de Gaza. Una vez conseguido, un taxi Mercedes te lleva hasta el paso de
Ben Hanun, en un viaje que te hace sentir en cualquier país mediterráneo
europeo. Buenas autopistas, por las que circulan coches occidentales, entre
enormes extensiones agrícolas. Un café moderno y con wifi es el último contacto
con el bienestar a apenas un kilómetro de la frontera.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La llegada al paso de Ben Hanun supone un auténtico
choque para el visitante. La carretera acaba en un enorme muro de hormigón de
ocho metros de altura rodeado de vallas metálicas electrificadas, torretas de
vigilancia y cámaras de seguridad. Se asemeja a la entrada a un campo de
concentración, en el que hacen guardia decenas de militares fuertemente armados.
</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hay que entrar en un enorme hangar, a pie, y empezar los
interrogatorios. Una soldado muy amable y con muy poco trabajo pregunta con
curiosidad. "¿Qué vienen a hacer a Gaza?" y explica luego que la frontera se
puede cerrar en cualquier momento, dependiendo de los acontecimientos. Con el
visado, entrar es fácil, salir ya veremos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Después de pasar dos o tres puertas metálicas que se
abren y se cierran con estruendo, se entra en territorio palestino. Hay que
andar un kilómetro, bajo techo metálico, dejando atrás el muro y las alambradas,
hasta llegar a un puesto destartalado en donde varios soldados palestinos,
vestidos de negro y cara de pocos amigos, inician un nuevo interrogatorio.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Allí espera un coche con nuestro fixer, Amjad, un
palestino que ha vivido en España y Túnez y que se declara admirador de Arafat,
cuya foto lleva de salvapantallas en el móvil. Pasada la zona de seguridad, en
seguida se llega al pueblo de Ezbeit Abd Rabo, totalmente destruido por los
bombardeos de diciembre de 2008, en donde malviven cientos de personas en
edificios derrumbados con el hormigón y los hierros a la vista. A lo lejos, se
ve la central eléctrica de fuel, la única de Gaza, que solo funciona 12 horas al
día, por falta de combustible.</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>La franja de Gaza tiene una superficie de 365 kilómetros
cuadrados: 13 kilómetros de frontera con Egipto, al sur, ocho kilómetros con
Israel al norte y otros 47 al este, mientras que la costa tiene una extensión de
45 kilómetros. De una población de 1,6 millones de habitantes, cerca de un
millón son refugiados que fueron llegando a la zona desde 1948 hasta 2006,
cuando se cerró el muro. Viven en ocho campos, distribuidos por las cinco
provincias de la franja: Norte, Gaza, Dar el Balat, Khan Younis (donde está el
mayor campo de refugiados) y Rafah.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Desde el secuestro del soldado israelí Gilad Shalit, el
25 de junio de 2006, por el ejército de Hamás, Israel endureció el bloqueo hasta
unos límites inhumanos, impidiendo la entrada de combustible, alimentos y
material de construcción. Desde entonces ha habido más de 2.000 muertos, la gran
mayoría palestinos, en los continuos enfrentamientos entre uno y otro bando.
Nadie sabe dónde está encarcelado este joven que ahora tendrá 25 años. </DIV>
<DIV align=justify><BR>En estos cuatro años, el Ejército israelí ha realizado
dos operaciones militares de represalia y busca del soldado secuestrado. La
primera, llamada Lluvia de Verano, en junio del 2006, que duró cinco meses y
causó la muerte de palestinos (243 civiles), y la segunda, entre diciembre de
2008 y enero 2009, denominada Operación Plomo Fundido, que sembró el terror por
toda la franja de Gaza y causó más de 1.500 muertos palestinos. Luego vino el
incidente de la flotilla de la paz, el pasado mes de junio, que volvió a poner
en evidencia la política de Israel.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Además del conflicto exterior, Gaza vive una guerra
interna entre las dos organizaciones palestinas: Fatah y Hamás. La primera,
mucho más moderada, ganó las elecciones en todos los territorios palestinos y
controla la Autoridad Palestina, excepto en la franja de Gaza, en donde triunfó
Hamás en 2006. Desde entonces, ha instaurado un régimen radical islámico,
manteniendo su guerra contra los colonos judíos y su conflicto contra los
militantes de Fatah. En junio de 2007 se produjo una guerra entre ambas
organizaciones, en la franja de Gaza, con el resultado de 700 muertos y la
salida de los representantes de la Autoridad Palestina. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Una familia destrozada</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>Ghalia Al Sammouny tiene 60 años, es viuda y perdió a 29
miembros de su familia en la Operación Plomo Fundido. Sentada en el suelo, en
una chabola junto a las ruinas de lo que fue su casa, recuerda ese 5 de enero de
2009 con terror. "Cuando llegaron los tanques israelíes, mi hija iba a dar a
luz", explica entre lágrimas. "Tuvo una niña que sobrevivió a los bombardeos.
Pero mi hijo recibió un proyectil y cayó fulminado en medio de la calle.
Destrozaron a toda una familia. Ya no tenemos nada".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Junto a ella, otras tres mujeres más jóvenes hacen coro.
Todas pertenecen al clan y todas perdieron a algún familiar. "Todas somos viudas
o huérfanas de guerra", dice Fathia, que perdió a su marido y a dos hijos. "Ya
no tenemos ni familia, ni dinero, tierras, ni esperanza… esperamos la
muerte".</DIV>
<DIV align=justify><BR>La familia Al Sammouny eran granjeros en la afueras de
Gaza, en el barrio de Al Zatun, al sur de la capital. Una zona de pequeñas
granjas de hortalizas y frutas. El 5 de enero, después de muchos días de
bombardeos, los aviones israelíes volvieron a sobrevolar la franja de Gaza en
vuelo rasante. La gente salió de sus casas ante el temor de las bombas que
empezaban a caer y se encontraron en la calle con los tanques del ejército de
Israel, que venían del oeste y empezaron a disparar sus proyectiles. "Fue
terrible ver caer a mi hijo de 21 años y desangrarse en el suelo", grita Ghalia
con las manos en cruz, como pidiendo justicia.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los ataques, además de matar a 29 miembros del clan,
destrozaron sus cuatro viviendas y los campos de cultivo. Desde entonces, viven
en una chabola que se han construido con material de derribo, entre varias
higueras medio secas. Es la imagen de la fatalidad. La chabola está construida
de barro, con un tejado de uralita medio roto; unos 15 metros cuadrados. Al
fondo, amontonados, unos colchones viejos y sucios, mantas, alfombras y algo de
ropa. Una bombilla cuelga del techo. Allí viven seis personas. Al otro lado,
otro chamizo de dos por dos metros, sin techo, hace las veces de cocina, con un
pequeño infiernillo donde cuece el agua para el té.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Cinco o seis niños menores de 7 años juegan junto a un
tendedero de alambre roñoso, hierros retorcidos de lo que fue una casa,
plásticos colgados que mueve el viento, un huerto con tres o cuatro filas de
repollos y montones de porquería, en donde comen varias cabras y gallinas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Cuando acabaron los bombardeos, pudimos enterrar a
nuestro muertos", explica Ghalia. "A todos menos a uno, que se llevaron los
israelíes y que murió allí, según nos contaron. Desde entonces, estamos muertos;
vivimos en la miseria de lo que sacamos de la tierra y de pequeños trabajos que
van saliendo. Tuvimos algunas ayudas de Naciones Unidas, pero se han
acabado".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los Al Sammouny llevaban 30 años viviendo en esa zona,
cultivando la tierra, pero desde el bloqueo todo empezó a ir de mal en peor.
"Ahora estamos acabados", dice Fathia. "¿Qué vamos a hacer? Criamos a nuestros
hijos como podemos, pero tenemos miedo de que vuelvan los aviones. No sabemos
qué será de nosotras y de nuestros hijos mañana o la semana que viene".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Ghalia pide ayuda. De rodillas, con los brazos abiertos y
las lágrimas cayendo por la cara, pide protección, comida, un techo… "no nos
queda nada, pero no podemos rendirnos. Confiamos en Dios y tenemos que sacar
adelante a nuestros hijos".</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Un pescador varado</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Jamal Abu Hamada tiene 49 años y una mirada triste, casi
muerta. Es pescador y vive en el campo de refugiados de Al Shati, en el centro
de la capital, que se creó en 1948. Entonces eran tiendas de campaña, pero hoy
son viviendas a medio construir, ruinosas y llenas de escombros, sin ventanas ni
casi muebles. En la franja de Gaza hay ocho campos de refugiados, habitados por
un millón de personas, que viven de las ayudas de Naciones Unidas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Vive en una casa de tres pisos, en ruinas, semiconstruida
hace cinco años, con su mujer, cinco hijas, cuatro hijas, dos nueras y tres
nietos. Son 16 a comer todos los días. Empezó a trabajar de pescador a los 10
años y ahora tiene tres barcas de ocho metros; dos en Gaza y una en Rafah, junto
a la frontera con Egipto. Antes se ganaba la vida de una forma digna, pescando,
cuando las aguas jurisdiccionales eran 12 millas. Pero en 2006, los israelíes
rebajaron la zona a tres millas y allí no hay casi pesca. "El que sale del cerco
de las tres millas", explica, "es apresado por las patrulleras israelíes, que
hunden las barcas".</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Vivimos de las ayudas del UNRWA", explica Jamal. "Cada
tres meses nos dan tres sacos de harina de 150 kilos, 15 kilos de azúcar, 15
kilos de arroz y 7 litros de aceite vegetal. Sigo vivo porque no hay suficientes
maneras de morir, pero cada día estoy más muerto. El futuro no existe para
nosotros".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los bombardeos de 2008 le destrozaron parte de la casa,
que sigue llena de escombros. "No tenemos ni dinero, ni material para
reconstruirla", dice. "La luz solo funciona 12 horas al día y cuando tenemos
algo de dinero para combustible, podemos encender el generador para tener luz.
Mis hijos tienen trabajo tres meses al año y así no podemos mantener a la
familia. Solo tenemos a Dios que nos ayuda. Rezamos cinco veces al día, como
dice el Corán, pero cada vez tenemos menos esperanza. Ya son muchas guerras
vividas: la de 1967, la 1986, las consecuencias de la guerra del Golfo, las dos
intifadas... pero lo peor ha venido con el Gobierno de Hamás y el bloqueo de
Israel".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Sus hijos observan lo que dice, mientras desenredan unas
redes de pesca llenas de anzuelos, que pasan de contenedor de madera a otro, en
una tarea inútil, porque saben que no las pueden usar. Aun así, las mantienen al
día, por lo que pueda pasar.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Caminando hacia el puerto, Jamal se mantiene en silencio,
como perdido. Solo hablan sus ojos, llenos de desesperación. Hay decenas de
barcas varadas en un puerto en ruinas por los bombardeos. Cuatro pescadores
toman el té sobre una alfombra raída, mientras algunas barcas entran o salen del
puerto para intentar pescar algunas sardinas a menos de tres millas de la costa.
</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Enfermos de desesperanza</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>Jamal es uno de los cientos de miles de palestinos que
viven enfermos de desesperanza. Es el principal problema de salud de la franja,
según explica el doctor Moeen, director del Centro de Salud Mental de Jabalia,
el mayor de Gaza. Tiene 56 años, está doctorado en Psiquiatría por la
Universidad de París y ha trabajado en Arabia Saudí, Libia e Irán. Ahora se
dedica a intentar sacar del pozo en que se encuentran sus 5.000 pacientes
mentales del barrio de Jabalia.</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Los habitantes de Gaza tienen problemas serios de salud
mental", explica el doctor Moeen, "por el hecho de estar encerrados dentro de un
enorme muro, a expensas de los ataques periódicos y una situación de pobreza y
de sobrepoblación muy alta". En el barrio de Jabalia viven cerca de 300.000
personas y es uno de los más afectados por los ataques de Israel. De hecho el
centro médico está rodeado de casas destruidas por las bombas y que no se podrán
reconstruir mientras dure el bloqueo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Atendemos a unos mil pacientes mensuales en este centro
de Salud Pública", añade el psiquiatra. "La mayoría son pobres, o muy pobres, y
están afectados por depresión, ansiedad, shock postraumático o adicciones a las
drogas. De los 5.000 pacientes, el 70% por cientos son hombres. Llevo doce años
trabajando aquí y la situación es cada vez peor. No damos abasto, ni tenemos
medicinas suficientes para tratar la depresión; los antidepresivos se acaban en
seguida y no hay centros de rehabilitación para los problemas de adicción a
hachís y pastillas, que son cada vez más frecuentes". La principal adicción es
al tramadol, un derivado de la morfina que entra por los túneles y que se vende
en cualquier sitio.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Este centro cuenta con el apoyo y la financiación de la
ONG española Médicos del Mundo (MDM). Allí está desplazada Susana del Val,
psicóloga de 37 años, cuyo trabajo consiste en mejorar el sistema de
organización del Centro de Salud. Susana corrobora el deterioro de las
condiciones mentales de los habitantes de la franja de Gaza desde 2006. "Los más
vulnerables son los niños y los jóvenes", explica. "Aquí viven como encarcelados
en unas condiciones extremas, rodeados de violencia tanto externa como interna.
La religión y la familia sirven de contenedores para sobrevivir a esa situación
extrema".<BR> <BR>El doctor Moeen, añade que cada día tiene "que tratar a
muchos niños a los que traen cada vez más pequeños con todo tipo de traumas
motivados por la guerra, la pobreza, el estrés, la falta de cariño o simplemente
la sobrepoblación; la situación es dramática y vamos a peor".</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Vidas sin sentido</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Cada dos o tres meses viaja a Gaza el médico español
Ricardo Angora, uno de los responsables del proyecto de MDM y gran conocedor de
la situación de la zona. Él ha sido testigo del empeoramiento de la situación
desde 2006. "Los palestinos no encuentran ahora ningún sentido a sus vidas",
explica. "Hay una sensación de incertidumbre sobre lo que pasará al día
siguiente, que hace a la gente no saber qué será de ellos mañana. Ya hay varias
generaciones perdidas, pero la peor parte se la llevan los niños, que suponen
más de la mitad de la población".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Angora añade que "aunque ahora no haya una situación de
guerra abierta, los ataques selectivos que realiza la aviación israelí hacen
mella en la moral de la población, que además vive en la más absoluta pobreza
(el 80% vive por debajo del umbral de pobreza), dependiendo en su gran mayoría
de las ayudas de Naciones Unidas para poder subsistir. Los principales problemas
son la falta de trabajo y vivienda, la violencia externa e interna y, sobre
todo, la sensación de encarcelamiento. Es terrible saber que no puedes salir de
un lugar en el que malvives". </DIV>
<DIV align=justify><BR> Hanna el Gafarani, 38 años, es dueña de una
guardería privada en Gaza, a la que asisten cien niños de 4 y 5 años, y
corrobora las opiniones de los representantes de Médicos del Mundo. "Los niños
no tienen infancia en Gaza", dice Hanna. "Viven rodeados de violencia y eso les
hace ser violentos y buscar la lucha. Aunque se han acostumbrado al ruido de los
aviones cuando sobrevuelan para bombardear, están muy afectados. Nuestro
objetivo es trabajar con ellos y mandarles un mensaje de esperanza y de
felicidad. Pero la verdad es que es muy difícil".</DIV>
<DIV align=justify><BR>También es difícil el trabajo de Right to Live, una ONG
palestina que atiende a niños con síndrome de Down, y que es financiada por
varios países, entre ellos España, a través de la Agencia Española de
Cooperación Internacional (AECI). El centro se encuentra en el barrio de Al
Shejia, una antigua zona industrial a las afueras de Gaza, convertido ahora en
ruinas de naves industriales destruidas por los bombardeos de hace año y
medio.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Mohammed Areer, 37 años, es el subdirector de la
institución; un psicólogo que lleva 12 años trabajando en el centro, que se creó
en 1992 como una pequeña casa de acogida para niños enfermos de síndrome de
Down. Es la única organización que da servicios a estos niños y hay lista de
espera.</DIV>
<DIV align=justify><BR>"En 1996, el Gobierno palestino nos donó 10.000 metros
cuadrados de terrenos y empezamos a crecer en instalaciones", explica Mohammed.
"Tuvimos ayudas importantes de varios países de la Unión Europea, como España.
Pero desde que Hamás llegó al poder, en 2006 y se reforzó el bloqueo, las ayudas
llegan con cuentagotas. Tenemos asegurada financiación tres años, con lo
recibido del exterior, pero ahora no tenemos más ingresos, así que no podemos
hacer planes de futuro".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Right to Live atiende a 850 niños y niñas, de los 650
tienen síndrome de Down, 50 son autistas y los 150 restantes no tienen ninguna
enfermedad y colaboran en la educación de los demás. Los jardines del centro son
como un remanso de paz en medio de una sociedad estresada y desesperanzada, que
vive de las ayudas del exterior.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Una ayuda imprescindible</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR> "Sin las ayudas de Naciones Unidas, los habitantes
de Gaza no sobrevivirían ni un mes". Quien así habla es Sebastien Trives, 39
años, máximo responsable de los planes de emergencia de UNRWA. Un francés de
Montpellier que llegó a Gaza hace tres años, después de pasar otros tres en
Afganistán. Tiene la mirada limpia y una voz suave, pero sus palabras denotan
una cierta frustración. "Aquí todo va en la dirección incorrecta, la cosa está
cada vez peor y no tiene ninguna pinta de mejorar", explica. "Por eso, nuestro
trabajo aquí es cada vez más importante, casi imprescindible".</DIV>
<DIV align=justify><BR>La UNRWA tiene dos tipos de actividades en Gaza:
educación y emergencia. "En educación", dice Sebastien, "nos volcamos en
intentar buscar soluciones de futuro. Tenemos 228 escuelas en la franja de Gaza,
a la que acuden 200.000 estudiantes de entre 6 y 15 años. Les enseñamos árabe,
inglés, matemáticas y derechos humanos. Todos los profesores son locales".</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Nos gustaría ayudar a acabar con la ocupación y el
bloqueo de Israel", dice en un tono un poco más agresivo, "pero como no está en
nuestras manos, intentamos formar a los niños para que actúen de acuerdo a los
valores universales de no violencia y respeto. No dependemos del Gobierno de
Hamás y actuamos con total libertad. De hecho, todas nuestras escuelas son
mixtas. Lo único que podemos hacer intentar que la próxima generación pueda
vivir mejor y no sobrevivir, como sucede ahora".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los niños "becados" por Naciones Unidas consiguen
olvidarse de sus penurias durante el medio día que pueden ir a la escuela. Al
colegio del barrio de Remal, en pleno centro de Gaza, asisten cada día 1.200
alumnos, niños y niñas, en dos turnos (de 7 a 12 de la mañana y de 12 a 17). Hay
38 aulas, asistidas por profesores y profesoras. Los alumnos desfilan de forma
marcial para los visitantes, y sonríen abiertamente ante el fotógrafo. Parecen
felices, pese a todo. Sin la ayuda de Naciones Unidas, estarían en la
calle.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La principal responsabilidad de Sebastien son los planes
de emergencia de la Naciones Unidas en Gaza. De él dependen directamente las
actividades de salud primaria, infraestructuras y ayudas a los refugiados, con
un presupuesto anual de 250 millones de dólares. "De nosotros dependen cerca de
un millón de refugiados a los que ayudamos a sobrevivir", explica. "Gaza es una
gran cárcel en donde viven los palestinos sin trabajo ni esperanza. El 60% de
los jóvenes está sin trabajo y vive en un entorno de violencia extrema. Además,
calculamos que 300.000 personas viven aquí en una situación de pobreza
extrema".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Cada tres meses, la UNRWA reparte sus alimentos en once
centros esparcidos a lo largo de toda la franja de Gaza: harina, arroz, azúcar,
aceite y, cuando hay, algo de carne.</DIV>
<DIV align=justify><BR>"En infraestructuras no podemos trabajar bien", se queja
Sebastien Trives. "Desde los bombardeos de enero de 2009 no hemos podido
reconstruir ninguna vivienda, porque no tenemos material de construcción. Ahora
estamos construyendo casas de barro, como solución provisional. El bloqueo
impide entrar cualquier cosa a Gaza. La única vía de entrada son los túneles del
sur".
<HR>
</FONT></DIV></BODY></HTML>