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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de Prensa</FONT>
<BR><U>19 de agosto 2010</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Colectivo Militante -
Agenda Radical</FONT><BR>Gaboto 1305 - Montevideo - Uruguay<BR>redacción y
suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<DIV><STRONG><FONT size=3>Memoria<BR><BR>A 70 años del asesinato</FONT></STRONG>
<STRONG><FONT size=3>de Trotsky</FONT></STRONG></FONT></DIV><FONT face=Arial
size=2>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify>El 20 de agosto de 1940, Ramón Mercader del Río (Barcelona
1914-La Habana 1978), alias Frank Jacson, alias Jacques Mornand, asestaba el
golpe mortal a León Trotsky en su refugio mexicano de Coyoacán. Era, según
Víctor Serge, la medianoche del siglo: un año después de la victoria fascista en
la guerra civil española; cuando Hitler y sus tropas nazis avanzaban imparables
en los campos de batalla de Europa; mientras Stalin aseguraba su dominio
despótico en la URSS y en el “movimiento comunista” internacional.</DIV>
<DIV align=justify><BR>70 años más tarde, el mundo se parece en casi nada al de
entonces. Pero ese asesinato político, “uno de los crímenes más reveladores del
siglo XX” - como lo define el notable escritor cubano Leonardo Padura -,
es un acontecimiento contemporáneo. Un símbolo emblemático de lo que fue el
estalinismo. Que, a su vez, explica la crisis y posterior derrumbe del mal
llamado “socialismo real”. Vale decir, la historia de ahora mismo. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Habría pues que utilizar este nuevo aniversario para
re-pensar el horizonte de nuestra lucha socialista. Dejando a un lado la
liturgia cargada de gestualidad. Además, claro está, de rescatar la memoria que
alguna vez la infamia pretendió sepultar. Por el camino quedaron cuarenta
millones de personas - “gente común” - víctimas de un sistema brutal,
burocrático, policial, que estimuló la delación y la traición. Y dos millones de
miembros del Partido asesinados en las prisiones y en los campos del Gulag.
También, una cifra incalculable de verdaderos comunistas que se atrevieron, con
coraje militante y decisión política, a desafiar la máquina
contrarrevolucionaria del estalinismo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Es difícil borrar o banalizar esas huellas de la
historia. Sería, por otra parte, inmoral. El recuerdo, entonces, continúa
actual. Así como la reivindicación de una herencia esencial: la de León Trotsky.
</DIV>
<DIV align=justify><BR>El artículo que presentamos de Daniel Bensaïd fue escrito
hace diez años para el semanario Rouge (Francia), por entonces semanario de la
Liga Comunista Revolucionaria. Su lectura mantiene la más plena vigencia. Fue
publicado en Convergencia Socialista Nº 12, México, noviembre-diciembre 2000,
revista del Partido Revolucionario de los Trabajadores. (Redacción de
Correspondencia de Prensa). </DIV>
<DIV align=justify><BR></DIV><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Trotsky: un timonel del
siglo</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Daniel Bensaïd
(1946-2010)</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>¿Por qué este asesinato? Si dejamos de lado la personalidad
perversa de Stalin, habría que volver a partir de los últimos combates de
Trotsky, es decir, todo el período mexicano durante el cual llevó adelante
principalmente tres grandes luchas en una fase de hundimiento de la
esperanza.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Buscó, en primer lugar, evitar toda confusión posible
entre revolución y contrarrevolución, entre la fase de octubre de 1917 y el
Termidor estalinista. Lo hace fundamentalmente organizando desde su llegada a
México, en momento del segundo proceso de Moscú, la Comisión de Investigación
Internacional presidida por el filósofo norteamericano John Dewey. Quinientas
páginas de documentos desarticulan el mecanismo de falsificación de las
amalgamas políticas. El segundo combate es la comprensión de los encadenamientos
hacia una nueva guerra, en una fase donde iban a exacerbarse los chovinismos y a
oscurecerse los enfrentamientos de clase. Finalmente, el tercer combate, ligado
a los precedentes, es el de la fundación de una nueva Internacional proclamada
en 1938, pero proyectada al menos cinco años antes de la victoria de Hitler en
Alemania, que él no concebía como la reunión de los marxistas revolucionarios
únicamente, sino como una herramienta volcada para las tareas del momento. Es en
este trabajo que Trotsky pudo, en ese momento, vivirse como irremplazable.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Tiempo de derrotas</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Trotsky se equivoca en sus pronósticos, cuando hace un
paralelo entre los hechos que siguieron a la Primera Guerra Mundial y los que
podrían resultar de la Segunda. El error reside en el hecho de que los
movimientos obreros se encuentran entonces en situaciones muy diferentes. En la
Segunda Guerra Mundial se acumulan muchos factores; pero el cualitativo es, sin
duda, la contrarrevolución burocrática de la URSS durante los años 1930. Con un
efecto de contaminación sobre el conjunto del movimiento obrero y su componente
más revolucionario. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Hay allí una suerte de mal entendido, del cual la
desorientación de muchos comunistas franceses delante del pacto
germano-soviético es la ilustración más perfecta. Pero se agregan derrotas
cualitativas, como la victoria del nazismo en Alemania y del fascismo en Italia,
la derrota de la Guerra Civil Española, el aplastamiento de la segunda
revolución en China. Una acumulación de derrotas sociales, morales e inclusive
físicas, que nos cuesta imaginar. Pero no podemos jamás considerar que todo
estaba predeterminado.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Uno de los errores importantes de Trotsky, es haber
imaginado que la guerra significaría de manera ineluctable la caída del
estalinismo, así como la guerra franco-alemana de 1870 había significado la
estocada final del régimen bonapartista en Francia. Estamos en 1945, momentos
del estalinismo triunfante, con sus aspectos contradictorios. Todo esto está muy
bien ilustrado en el libro de Vassili Grossman, “Vida y Destino”, sobre la
batalla de Stalingrado. A través de los combates, vemos allí despertar a la
sociedad e inclusive escapar parcialmente de la empresa burocrática. Podemos
encarar la hipótesis de un relanzamiento de la dinámica de Octubre. Los veinte
años transcurridos desde los años 1920 son un intervalo corto. Pero lo que dice
el libro de Grossman a continuación es impactante. ¡Stalin es salvado por la
victoria! No se les pide cuentas a los vencedores. Es el gran problema para la
inteligencia de esa época.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Las implicaciones teóricas son importantes. En su crítica
al totalitarismo burocrático, si Trotsky ve muy bien la parte de coerción
policial, subestima el consenso popular ligado a la dinámica faraónica, incluso
a un precio fuerte, conducida por el régimen estalinista. Hay aquí un punto
oscuro que merecería ser retomado. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Dicho esto, después de la guerra, está la responsabilidad
específica de los partidos comunistas. En el cuadro del reparto del mundo - el
famoso encuentro Stalin-Churchill donde ellos se reparten Europa a lápiz azul -
hay empujes sociales importantes o prerrevolucionarios; en Francia, con fuerzas
en parte exiguas, pero con ventajas en Italia y Grecia. Y aquí, podemos
francamente hablar de traición, de subordinación de los movimientos sociales a
los intereses de los aparatos. Esto no quiere decir automáticamente una
revolución victoriosa, sino una dinámica de desarrollo y una cultura política
del movimiento obrero seguramente diferentes. Lo que acarrea otras
posibilidades. También hay que recordar el famoso “hay que saber terminar una
huelga” del secretario del PCF, Maurice Thorez, o la actitud del PC italiano en
el momento del atentado a Togliatti. Pero lo peor y lo más trágico han sido la
derrota de la revolución española, y el desarme de la resistencia y la
revolución griega. Luego, el veto estalinista al proyecto de Federación
Balcánica, entonces la única solución política, y la demora, frente a la
cuestión de las nacionalidades en los Balcanes.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Lo necesario y lo posible</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>En resumen, el destino trágico de Trotsky ilustra la
tensión entre lo necesario y lo posible. Entre la transformación social que
responde a los efectos de un capitalismo en descomposición y las posibilidades
inmediatas. Encontramos esto ya al leer la correspondencia de Marx. En cuanto al
aporte teórico y estratégico este es considerable. Especialmente en el análisis
del desarrollo desigual y combinado de las sociedades, comenzando por la Rusia
de 1905 o la percepción de las modalidades actuales del imperialismo. Pero allí
donde es irremplazable, a pesar de las lagunas, es en el análisis del fenómeno
inédito en su época, y difícilmente comprensible, de la contrarrevolución
estalinista. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Desde este punto de vista, Trotsky es un timonel. Lo que
no significa una referencia piadosa ni exclusiva. Tenemos, al contrario, la
tarea de transmitir una memoria pluralista del movimiento obrero y de los
debates estratégicos que lo han atravesado. Pero en ese paisaje y ese paisaje
peligroso, Trotsky es un punto de apoyo indispensable.
<HR>
<BR> <BR> </FONT></DIV></BODY></HTML>