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<HR>
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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de Prensa</FONT>
<BR><U>19 de agosto 2010</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Colectivo Militante -
Agenda Radical</FONT><BR>Gaboto 1305 - Montevideo - Uruguay<BR>redacción y
suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV>
<HR>
</DIV>
<DIV> </DIV>
<DIV><STRONG><FONT size=3>Argentina</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>El caso subterráneos de Buenos
Aires</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Notas sobre el nuevo sindicalismo en
la Argentina </STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2> </FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Mariano
Pacheco *</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Revista Herramienta </STRONG></DIV>
<DIV align=justify><A
href="http://www.herramienta.com.ar/"><STRONG>http://www.herramienta.com.ar/</STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify><A
href="http://www.lahaine.org/"><STRONG></STRONG></A> </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><EM>Los combates que más importan –me dijo
Megafón– nunca salen a la luz<BR>del mundo, ya que permanecen en el subsuelo de
la Historia.<BR></EM>Leopoldo Marechal, Megafón o la guerra<BR><BR><EM>El
trabajo de los pobres es la mina de los ricos.</EM><BR>Karl Marx, El
capital</STRONG><BR><BR><STRONG></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>A modo de introducción</STRONG><BR><BR>La actual
composición de la clase obrera argentina, producto de las transformaciones
estructurales impuestas tras la ofensiva neoliberal, es heterogénea y está
signada por la precarización laboral, la subocupación y sobreocupación masivas y
un amplio margen de desempleados.[1] Es en este contexto que va a desarrollarse
la experiencia antiburocrática del subterráneo, en una década en la que el
protagonismo de la resistencia popular antineoliberal recae en sectores
periféricos al movimiento obrero organizado.[2]</DIV>
<DIV align=justify><BR>Esto no es de extrañar, si tenemos en cuenta que la
represión de la dictadura se concentró en esta clase (80% de los 30.000
detenidos-desaparecidos eran asalariados y el 30%, obreros industriales) y que
las cúpulas sindicales fueron cómplices y parte de la ofensiva conservadora (el
devenir empresario de los dirigentes sindicales no es más que una consecuencia
de este proceso).[3] De allí que la reconstitución de experiencias combativas y
antiburocráticas al interior del movimiento obrero aparezca, en los últimos
años, como una novedad. Por más que retomen y recuperen el largo historial que
cuenta en el haber de nuestra clase. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Un nuevo sindicato democrático y
participativo</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>En el subterráneo de Buenos Aires trabajan alrededor de
3.000 trabajadores. Se estima que viajan, diariamente, 1.000.000 de pasajeros. A
través de seis líneas se conectan los puntos más importantes de la ciudad. Allí
radica (y los trabajadores lo han comprendido muy bien), una de sus mayores
fortalezas. Parar el subte [metro] es paralizar la Capital Federal.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Febrero de 2009: trabajadoras y trabajadores del subte
realizan un Plebiscito de consulta para desafiliarse de la Unión Tranviaria
Automotor (UTA) y crear la Asociación Gremial de Trabajadores de Subte y
Premetro (AGTSyP). La participación de los trabajadores es masiva, a pesar de
las agresiones que sufren por parte de una patota de UTA. Los resultados arrojan
una arrolladora mayoría (alrededor del 90%) a favor del “Sí” al nuevo sindicato.
La propuesta se realiza luego de que, en agosto de 2008, la UTA intentara
expulsar a los integrantes del cuerpo de delegados a partir de un sumario
interno, en el que el “tribunal de ética” del sindicato los acusa de “falta de
organicidad”. Dos meses después del plebiscito, se realizan las elecciones para
delegados del nuevo sindicato en todos los sectores, de todas las líneas y en
todos los turnos (87 en total, a diferencia de los 21 del cuerpo de delegados).
Se inicia así la pelea por la inscripción gremial.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Junto con los cuerpos de delegados por línea y el
plenario general de delegados, se conforma una Comisión Directiva Provisoria,
cuya tarea central es poner en funcionamiento el nuevo sindicato, aun antes de
que sea legalmente reconocido. Así se pasa a la estructuración de una dinámica
que en realidad ya lleva años. Las antiguas comisiones del cuerpo de delegados
se convierten en Secretarías, a las que se les suman otras nuevas (Cultura,
Acción social y Turismo, Prensa, Finanzas, Género, Gremial, Organización). Todas
las actividades de las Secretarías van a desarrollarse en medio de una
seguidilla de medidas de lucha que lograron instalar el reclamo del subte en la
opinión pública. Las medidas (que incluyeron apertura de molinetes –dejando
viajar gratis a los pasajeros e informándolos sobre cuál era el reclamo–, una
masiva movilización al Ministerio de Trabajo de la Nación y una serie de paros
escalonados que comenzaron con 2, 3 y 4 horas y finalizaron con la paralización
del subte durante todo el día) comenzaron luego de que el Ministerio desoyera la
presentación del pedido de inscripción gremial, que legalmente avala a la nueva
asociación.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El año terminó con la firma de un acta que ha posicionado
a la AGTSyP en mejores condiciones para continuar la lucha por el reconocimiento
gremial.[4] Entre otras cosas porque les permitió obtener una tutela sindical,
tanto para los delegados como para las autoridades del nuevo sindicato, que
paradójicamente el Ministerio no estuvo dispuesto a reconocer. Es decir que, en
cuanto a la protección legal, “los trabajadores del Subte lograron que los
representantes de la AGTSyP fuesen igualados a aquellos sindicatos que tienen la
personería gremial; que en el régimen de la ley de asociaciones profesionales
(ley 23.551) son quienes llevan adelante las negociaciones paritarias por tener
la mayor representatividad de los trabajadores”.[5]</DIV>
<DIV align=justify><BR>De allí que la AGTSyP haya logrado, a partir de entonces,
“representar” a los trabajadores ante el gobierno y la empresa. No está de más
mencionar que, además, lograron tirar atrás el descuento compulsivo del 1% que
la empresa y la UTA (avalados por el gobierno) habían acordado descontar a cada
trabajador, para engrosar las arcas de la UTA. Todo esto ha sido muy importante,
aunque la última palabra no está dicha.<BR>Seguramente, es por todo lo
mencionado que la lucha de los trabajadores del subte (junto con la de los de
Kraft), logró captar la atención de gran parte de la opinión pública durante
todo el año. Tengamos en cuenta que en el año 2009, con el advenimiento de la
crisis financiera internacional, el empresariado buscó saldar sus cuentas a
costa del aumento del desempleo y el deterioro de las condiciones laborales.
Allí donde las organizaciones gremiales estuvieron firmes (el caso del subte fue
uno de ellos), se pudo evitar esta nueva embestida patronal. Este caso, si bien
no es una excepción aislada, tampoco puede expresar, ni mucho menos, la realidad
del conjunto del movimiento obrero argentino en la actualidad. Sólo como un dato
cabe mencionar el informe trimestral de estadísticas laborales y económicas Nº
12 del Taller de Estudios Laborales (octubre de 2009), que sostiene que sólo el
12% de los establecimientos laborales cuenta con delegados. De allí que en el
subte, la fortaleza del cuerpo de delegados, haya impedido cualquier intento de
ajuste que pese sobre las espaldas de los trabajadores: ni despidos, ni
suspensiones, ni rebajas salariales.<BR><BR><STRONG>Sobre certezas e
incertidumbres, avances y retrocesos</STRONG><BR><BR>Desde hace décadas –siglos–
las luchas políticas son pensadas desde algunos conceptos que han surgido del
arte de la guerra. Uno de los teóricos más importantes ha sido Karl von
Clausewitz. Un alemán que, más allá de ese nombre raro y difícil de pronunciar,
supo ligar la guerra con la política de un modo ejemplar. Según las
conceptualizaciones de este autor, la guerra viene a ser una suerte de duelo,
pero a escala ampliada (entre Estados Nación o, también, podemos pensarla
nosotros hoy –luego de Marx, claro está– como guerra entre clases). No caben
dudas que a diferencia de los duelos clásicos, donde cada uno de los
contrincantes poseía un arma similar y un parejo entrenamiento en su
utilización, en las guerras (al menos en las modernas), no hay una reciprocidad
entre los adversarios. Es decir, no rige una igualdad entre ambos (pensemos sino
en la invasión norteamericana a Iraq o en los recursos con que cuenta la
burguesía y no la clase obrera).</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hay una frase por la que seguramente Clausewitz se hizo
tan famoso: “La guerra es la política por otros medios”.[6] De esta frase se
desprende la idea de que la guerra es sólo un medio (de fuerza) para imponer un
objetivo (político). De allí que, a diferencia de un duelo individual, que se
realiza sólo en un momento determinado, en la guerra haya diferentes momentos:
de enfrentamiento directo y de preparación, de acción y de descanso. Aunque lo
que distingue a la guerra es el combate, no puede dejar de contarse como parte
de ella al conjunto de actividades preparativas de los enfrentamientos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pensando en estas conceptualizaciones y en las luchas
libradas por las trabajadoras y los trabajadores del subte, tal vez sea
conveniente recordar que, décadas más tarde, hubo quienes criticaron al teórico
alemán por haber invertido esa frase, que en un principio era: “La política es
la guerra por otros medios”. Es decir que de lo que se trata es de poner sobre
la mesa que, aun en tiempos en que se supone que hay un juego pacífico de
políticas en pugna, en realidad lo que se está ocultando, velando, es un
enfrentamiento que no aparece de manera manifiesta. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Y aquí quisiera rescatar la experiencia desarrollada
desde el subte. Porque sospecho que si hay algo que pueden aportar a otras
peleas de nuestra clase, seguramente tenga que ver con las formas en que han
encarado cada paso que han dado. Han sabido, por un lado, posicionarse desde una
perspectiva clasista (más allá de las palabras que utilicen para autodenominar
la experiencia), comprendiendo a fondo que no existe un sujeto neutral, o para
decirlo –ahora sí– con las palabras de Foucault, que “un frente de batalla
atraviesa toda la sociedad, continua y permanentemente, poniendo a cada uno de
nosotros en un campo o en otro”[7] y que, por lo tanto, somos siempre,
necesariamente, el adversario de alguien. Por otro lado, han ido aprendiendo que
no siempre se puede atacar y estar a la ofensiva. Y que hacerlo no sólo es
irresponsable, sino que implica subestimar al enemigo. Porque los objetivos
propios deben fijarse de acuerdo con la capacidad (política, ideológica,
organizativa) que se tenga, pero también teniendo en consideración la capacidad
del enemigo para imponer los intereses opuestos.[8]</DIV>
<DIV align=justify><BR>Tal vez por eso, desde el subte, se fue desarrollando
toda una serie de actividades cotidianas, que casi nunca han salido en los
medios masivos de comunicación. Porque entre batalla y batalla, no se dejaron
amedrentar por el enemigo de clase, no aceptaron resignadamente la situación de
defensiva, sino que fueron aprovechando los momentos calmos para fortalecerse.
Aun estando dispuestos a retroceder, si fuera necesario, pero siempre en vistas
de avanzar. En este sentido han desarrollado, como método principal, aquel
sugerido por Mao Tse Tung: el que consiste en “aprender a combatir en el curso
mismo de la guerra”.[9] Han podido ver, analizar de una manera dinámica las
relaciones entre las fuerzas en pugna, caracterizando a la fuerza propia tanto
como a la del enemigo. Lo han hecho dejando a un lado –rescatando nuevamente los
planteos del líder comunista chino– la mirada unilateral entre el enemigo y la
fuerza propia; entre el frente y la retaguardia; entre el ataque y la defensa;
entre el combate y el descanso; entre la dispersión y la concentración de las
fuerzas y el mando; entre el crecimiento y la consolidación;
entre...<BR><BR><STRONG>La tercera es la vencida: un poco de
historia</STRONG><BR><BR>Podemos establecer un recorrido a través de las luchas
del subte de la siguiente manera: desde 1974 a 1994; desde 1994 a 2004 y desde
esa fecha a la actualidad (escribir sobre el proceso que va desde la fundación
del subterráneo, a principios del siglo XX, hasta mediados de la década del 70,
llevaría un libro entero). Obviamente, toda clasificación siempre es forzada, y
arbitraria.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En el primer período se desarrolla la experiencia de la
Coordinadora Interlíneas “Cinco de abril”.[10] El nombre viene de la
reivindicación de aquel día de 1975 (dos meses antes del rodrigazo), cuando en
el subte se rebelaron contra la UTA y entraron en conflicto, desafiando las
fuerzas policiales, al gobierno y la burocracia sindical. Desde la Coordinadora
van a dinamizarse algunos de los paros, aún en plena dictadura (en 1976 y en
1979), desafiando la militarización de las instalaciones. También tienen lugar
pequeños gestos de resistencia, como continuar tomando mate, a pesar de la
prohibición patronal-militar, o editar un boletín. Varios de sus referentes
fueron encarcelados, secuestrados o directamente asesinados por los grupos de
tareas de la Triple A primero, o de las fuerzas armadas después.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Desde 1980 a 1983 entra nuevo personal a trabajar al
subte. Algunos de ellos militantes de izquierda. También, por primera vez,
ingresan mujeres. Los cálculos patronales fallaron: más que dóciles, como
pensaban, se mostraron bien dispuestas a dar peleas gremiales. Se abre así un
nuevo proceso, paralelo al militar y al de la burocracia sindical, desde el cual
van a impulsarse nuevas instancias organizativas (la comisión de base y la mesa
de representantes), desde donde poder dar la pelea por recuperar las seis horas
por insalubridad, que habían sido elevadas a 7 por la Junta Militar (luego del
triunfo, durante el gobierno de Alfonsín, las 6 horas van a perderse nuevamente
con el Menemato, que irá más lejos que la dictadura, extendiendo la jornada
laboral a 8 horas. Finalmente, las 6 horas van a ser recuperadas nuevamente en
2004, tras las luchas encabezadas por los metrodelegados). A mediados de los 80,
junto con la lucha por las 6 horas, va a producirse un intento por conformar un
sindicato propio, como parte de las batallas contra la burocracia de la UTA, que
cuando no estuvo ausente estuvo jugando para el otro bando. Pero la iniciativa
no prosperó. Hubo que esperar un cuarto de siglo para que el sueño de un nuevo
sindicato se transformase en realidad.<BR><BR><STRONG>El futuro ya
llegó</STRONG><BR><BR>En enero de 1994, Metrovías se hizo cargo de la concesión
de la única red de subterráneos del país. Más de la mitad del personal fue
indemnizado o se fue con el retiro voluntario. Acorde con los nuevos tiempos, la
empresa perteneciente al grupo Roggio (que hizo negocios con todos los
gobiernos: desde la dictadura militar hasta el actual, pasando por el de
Alfonsín, Menem, Duhalde y Néstor Kirchner) tercerizaron varias de las tareas.
Dos años después, viendo que la UTA no había hecho nada ante la privatización, y
que no hacía nada ante el nuevo atropello patronal (donde los despidos eran
moneda corriente), un grupo de trabajadores comenzó con la organización
clandestina de agrupaciones que realizaron publicaciones y pegaron stickers en
las formaciones denunciado la situación en la que trabajaban.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Al año siguiente lograron implementar el primer paro.
Desde ese momento hasta hoy, no hubo un año, prácticamente, en que los
trabajadores del subte no libraran una batalla en defensa de sus derechos. Desde
conseguir que no se realicen despidos, hasta el nuevo sindicato, pasando por
luchas salariales, por mejores condiciones de trabajo y contra la
“racionalización” capitalista. En el año 2000, este proceso se expresó en el
Cuerpo de Delegados: 12, de los 21 miembros, ya no respondían a la UTA. Desde el
inicio del nuevo milenio la lucha cobró un enorme impulso. Veamos algunos
ejemplos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En 2001 lucharon hasta que la empresa retrocedió en su
intento de eliminar el puesto de guarda. En 2002 comenzó a instalarse la lucha
contra la insalubridad. En 2003 se reconquistaron las 6 horas de trabajo por
insalubridad para un sector y al año siguiente esa conquista se generalizó. El
2004 es un año clave, ya que se realizaron medidas de fuerza contra las máquinas
expendedoras de boletos que intentó imponer la empresa, pero también contra los
acuerdos salariales firmados por la UTA.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Al año siguiente lograron, en un contexto de
precarización laboral creciente, que los trabajadores de la empresa tercerizada
de limpieza pasaran a convenio: 6 horas, mayores salarios y mejores condiciones
laborales. Lograron, asimismo, romper el techo salarial del 19% que la
burocracia sindical, el gobierno y la empresa intentaron imponer en las
paritarias, conquistando un aumento salarial del 44%, colocando a los
trabajadores del subte entre los mejores pagos del país. También en 2005 se
paralizó el subte en repudio por la presencia en el país del presidente de los
Estados Unidos, George W. Bush. En 2006, con piquetes sobre las vías acompañando
la huelga, lograron el pase a convenio del resto de los trabajadores de
tercerizadas. En 2007 realizaron la campaña de denuncia por los malos servicios
de la empresa y la falta de inversión. En 2008 la situación con UTA llegó a su
punto de enfrentamiento más alto: el sindicato promovió elecciones fraudulentas.
El ausentismo de los trabajadores fue mayoritario. Las condiciones de
construcción al interior del sindicato quedaron definitivamente clausuradas. Se
dieron los primeros pasos para conformar la nueva asociación
gremial.<BR><BR><STRONG>La importancia de las pequeñas
victorias</STRONG><BR><BR>El del subte es uno de los pocos ejemplos en que un
sector del movimiento obrero logra resistir la tercerización y la precarización,
y librar luchas por la estabilidad laboral y mejores condiciones de trabajo. Si
esto fue posible ha sido, en gran medida, porque han ido avanzando con pasos
(grandes o pequeños) firmes.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El movimiento de nuestra clase avanza, cuando en sus
luchas se van conquistando pequeñas victorias. Por más que sean transitorias,
como supo señalar Marx.[11] Esta es una enseñanza que ha dejado la lucha de los
sectores populares, durante décadas. Esta valorización de las pequeñas victorias
es fundamental, ya que –como suele afirmar el Movimiento de los Trabajadores
Rurales Sin Tierra de Brasil– no basta con victorias políticas: las
movilizaciones, las luchas deben traer triunfos materiales. La conquista del
pago de un adicional en concepto de guardería, luego de la lucha librada por las
mujeres en 1984,[12] o la posibilidad de cambiar las sillas de las boleterías,
tener papel higiénico y jabón, poder ir al baño y tener bidones con agua
potable, luego de las batallas libradas en 1997,[13] son otros de los
ejemplos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Conquistas materiales, pero también simbólicas. De allí
que se rescate con tanto ímpetu la experiencia cultural del subte, que desde
hace varios años edita libros y películas, organiza cursos de formación para sus
delegados y ha gestado ese formidable instrumento de comunicación que es la
página web metrodelegados; y que ahora, tras la conformación del nuevo
sindicato, se ha dedicado a continuar esas tareas y a realizar otras nuevas:
revista cultural Acoplando; festival “Vamos las bandas del subte”; “Jornadas
Subterráneas: pasado, presente y futuro del movimiento obrero” en la Universidad
de Buenos Aires. Jornadas en las que pudo verse, por ejemplo, un cartel con la
inscripción “Dos horas menos, dos horas más”, en alusión a las actividades
culturales que ahora se pueden realizar, en gran medida, gracias a la reducción
de la jornada laboral.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Por último, no quisiera dejar de mencionar “el caso
Rovira”, un verdadero aporte a la lucha democrática. Se trata del ex oficial de
la Policía Federal, Miguel Ángel Rovira, ex custodio personal de José López Rega
y miembro de la plana mayor de la Triple A). En 2007, cuando tenía 72 años, fue
juzgado por delitos de lesa humanidad, y posteriormente detenido. Por esos días,
imitando un subtepass (un boleto), los metrodelegados –junto con el Grupo de
Arte Callejero– diseñaron un “escrachepass”, con la leyenda “Genocida Miguel
Ángel Rovira, jefe de seguridad de Metrovías”, que la agrupación H.I.J.O.S
repartió en los vagones del subte, durante los días previos a un escrache que le
realizaron. No es de extrañar que un tipo como Rovira haya sido un jefe de
seguridad de Metrovías. Si el propio Aldo Roggio no tuvo ningún empacho en
declarar públicamente, sobre el período de la dictadura: “yo parto de que acá
hubo una guerra y en la guerra pasan cosas. En ese momento yo estuve de acuerdo
con la guerra contra la subversión. Ha sido un parto doloroso pero necesario
para el país...”.[14]<BR><BR><STRONG>Palabras finales</STRONG><BR><BR>La del
subte viene siendo una batalla sindical que se libra en los planos político,
económico y cultural, al mismo tiempo, buscando cambiar las formas del accionar
sindical, recuperando una basta tradición obrera que, en nuestro país, ha
buscado tomar en sus manos, también, la educación, la política y la cultura.[15]
Los activistas del subte han aprendido a fortalecer la organización por abajo,
en unidad de los distintos sectores políticos antiburocráticos, más allá de las
diferencias. Sin ánimos de pretender trasplantar experiencias, pero convencido
de que una lucha y una práctica político-sindical como esta puede aportar a la
reflexión y la práctica de otras experiencias, he tratado de ensayar un
recorrido por las batallas y las peripecias que las trabajadoras y los
trabajadores del subterráneo han venido transitando.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Porque no han sido pocos los aportes que desde el subte
se han realizado a la conformación de esto que se ha dado en llamar “nuevo
sindicalismo”. Un sindicalismo que se presenta ensayando una construcción que
pone el acento en la lucha; que valora las asambleas y otras formas de
organización democrática, entre otros rasgos que hacen a una cultura política
que antagonice con la del capital. Dato insoslayable, si pensamos que la
construcción de una nueva cultura es fundamental en la perspectiva de fortalecer
la autonomía y consolidar una visión independiente de nuestra clase. Esa visión
que durante décadas se ha ido manifestando, recreando y rehaciendo, de acuerdo
con las circunstancias y los momentos políticos. Esa que, como un insistente
fantasma (como el de Giuseppe y Leonardo, obreros italianos, que construyeron
los primeros tramos de vías y que hoy –según la leyenda– se aparecen por los
túneles), aparece y reaparece, recordando que hay mujeres y hombres que no se
resignan, que continúan, que continuamos, luchando por otro sindicalismo, por
otro país, por otro mundo. Ese fantasma, sin duda, desde hace años recorre el
subte<BR><BR>* Mariano Pacheco es trabajador de Subterráneos de Buenos Aires
(boletero), e integrante de la Secretaría de Cultura y Formación de la
Asociación Gremial de Trabajadores de Subte y Premetro, (AGTSyP). Estudiante de
Letras en la Universidad de Buenos Aires. Integrante del consejo de redacción de
Herramienta. Colaborador de los sitios web Prensa De Frente y Portal Darío Vive.
Militante de La Fragua, agrupación de base del Frente Popular Darío Santillán.
E-mail: <A
href="mailto:marianopacheco9@hotmail.com">marianopacheco9@hotmail.com</A></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><U>Notas</U></STRONG><BR><BR>[1] Para una
reconstrucción del nacimiento y desarrollo de de esas nuevas formas
organizativas ver: Pacheco, Mariano, De Cutral Có a Puente Pueyrredón. Una
genealogía de los Movimientos de Trabajadores Desocupados, Buenos Aires, El
Colectivo y Desde el Subte editorial, 2010.<BR>[2] Ya Deleuze ha advertido sobre
esta dificultad de los sindicatos que, nacidos en la etapa histórica de lucha
contra las disciplinas y el encierro, se encuentran inadaptados en las
“sociedades de control”, no comprendiendo las nuevas formas de resistencia. De
allí uno de los desafíos más importantes para estas nuevas experiencias:
pensarse desde las nuevas realidades, sin dogmatismos. Cf. Deleuze, Guilles,
Post-scriptum a las sociedades de control, s/d; “Control y devenir” (entrevista
con Toni Negri), versión digital.<BR>[3] Aldo Casas ha señalado que “esta
burocracia [la de los dirigentes y estructuras sindicales que colaboraron
activamente con la dictadura y con lo más sucio de la guerra sucia] cavó una
zanja llena de sangre que difícilmente puede cerrarse o disimularse. Ser
reformista, corrupto, o incluso traidor de tal o cual conflicto, es una cosa:
ser entregadores y cómplices activos de las torturas y desapariciones es otra
cualitativamente más grave” (Casas, Aldo, “¿Unidad, unicidad, democracia
sindical?”, <A href="http://www.prensadefrente.org">www.prensadefrente.org</A>,
febrero 2010).<BR>[4] Tal como ha remarcado Belkin “el momento de la negociación
es una etapa sumamente importante. Quizás tan importante como los momentos de la
acción directa. Los contrincantes buscan acordar los términos del armisticio. El
bando vencedor intentará que se hagan efectivas, que se transformen en
conquistas concretas, las victorias obtenidas en el campo de batalla. Por su
parte, el bando derrotado, hará todo lo posible para minimizar sus pérdidas.
Sería un error ceder en la mesa de negociación lo que se consiguió en el terreno
de la acción directa. Que las posiciones conquistadas sean reconocidas por el
adversario y se plasmen en medidas efectivas es tan importante como la lucha
abierta contra el enemigo”. Belkin, Alejandro, “La AGTSyP sigue haciendo
historia. Importante avance en la lucha por el reconocimiento estatal al
Sindicato del Subte”, en <A
href="http://www.prensadefrente.org">www.prensadefrente.org</A>, febrero de
2010.<BR>[5] Vocos, Federico, “La democracia sindical, una demanda que crece
desde abajo”, Boletín de SUDESTADA, en www.sudestada.com.ar, febrero de
2010.<BR>[6] Von Clausewitz, Karl, De la guerra, Buenos Aires, Distal,
2003.<BR>[7] Foucault, Michel, “La guerra en la filigrana de la paz”, en: –,
Genealogía del racismo, La Plata, Altamira, 1996.<BR>[8] Olmedo, Carlos,
“Aportes críticos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias al ‘Documento Base para
la Reactualización de la Línea Político-Militar’”, en: Baschetti, Roberto
(Compilador), Documentos (1970-1973). De la guerrilla peronista al gobierno
popular, La Plata, De La Campana, 1995.<BR>[9] Mao Tse Tung, “Problemas
estratégicos de la guerra revolucionaria, 1936, en: Selección de escritos
militares, Buenos Aires, La rosa blindada, 1972.<BR>[10] Cuerpo de delegados del
subterráneo, 2006, Buenos Aires, Cuando el terror no paraliza: 1974/1982,
Desde el subte.<BR>[11] Marx, Karl El Manifiesto Comunista, Buenos Aires,
Herramienta, 2008.<BR>[12] Salud, Claudia Roxana, 2007, Buenos Aires, Las
trabajadoras del subte protagonistas de cambios. Una aproximación sobre la
situación laboral de las mujeres en el subterráneo de Buenos Aires (1981-2004),
Desde el subte.<BR>[13] Bouvet, Virginia,2008, Buenos Aires, Un fantasma recorre
el subte. Crónica de la lucha de los trabajadores de Metrovías, Desde el
subte.<BR>[14] Luis Majul, Los dueños de la Argentina, citado en La Verdad
Obrera Nº 251, versión digital.<BR>[15] Corbière, Emilio J., “La cultura obrera
argentina como base de la transformación social (1890-1940)”, en: Herramienta 12
(2000).
<HR>
<BR></DIV></FONT></BODY></HTML>