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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de Prensa</FONT>
<BR><U>6 de octubre 2010</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Colectivo Militante -
Agenda Radical</FONT><BR>Gaboto 1305 - Montevideo - Uruguay<BR>redacción y
suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<DIV><STRONG><FONT size=3>Brasil</FONT></STRONG></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Primeras impresiones de las
elecciones</STRONG></FONT></DIV>
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<DIV><FONT face=Arial size=2><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Igor Ojeda *<BR>Alai-amlatina</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><A
href="http://alainet.org/"><STRONG>http://alainet.org/</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><BR><BR>“Quiero agradecer a Dios por
haberme traído hasta aquí”, dijo Dilma Rousseff en sus consideraciones finales
del debate de la TV Globo tres días antes de las elecciones presidenciales. Es
bastante probable que estas palabras de la candidata del Partido de los
Trabajadores (PT) a la presidencia de Brasil no hayan sido
espontáneas.<BR><BR>Posiblemente Dilma trataba de utilizar la audiencia del
canal de televisión brasileño más grande para atenuar los daños que su imagen
había sufrido entre los electores cristianos –sobre todo, evangélicos– durante
el mes que antecedió a los comicios. Una intensa ola de rumores en la Internet
hizo creer a muchos creyentes del país que ella se posicionaba favorablemente
por la despenalización del aborto.<BR><BR>Eso, de hecho, resulta ser verdadero,
según declaraciones anteriores suyas. Pero ante la fuerza de los rumores la
candidata afirmó, en reunión con líderes religiosos un día antes del debate, que
era contraria al aborto y que no enviaría al Congreso Nacional, si era elegida,
la propuesta de flexibilización de la legislación sobre el tema.<BR><BR>Sin
embargo el daño ya era irremediable. Una encuesta del Instituto Ibope, divulgada
el día 2, mostró que Dilma había perdido en dos semanas el 7% de las intenciones
de voto entre los evangélicos, que representan el 20% del total del electorado
brasileño, aunque este 7% equivaldría al 1,4% del total.<BR><BR>Es decir, los
rumores respecto a la posición de Dilma sobre el aborto –y también, en menor
intensidad, sobre el matrimonio gay– son, en alguna medida, los factores para la
realización de una segunda vuelta en la elección presidencial. Toda vez que a la
candidata del PT le faltó sólo el 3,09% para ganar en la primera vuelta, este
aspecto no puede dejar de tomarse en cuenta para comprender los resultados
electorales del 3 de octubre.<BR><BR><STRONG>Pérdida de
apoyo</STRONG><BR><BR>Pero la pérdida de votos de Dilma Rousseff en los últimos
días de la campaña electoral se puede explicar también por otros tres factores,
transversales al anteriormente expuesto: la intensa campaña mediática que se
produjo en contra de su candidatura, la pérdida de apoyo entre la clase media
baja y el crecimiento electoral de Marina Silva, del Partido Verde
(PV).<BR><BR>De manera más abierta a lo que ocurrió en la segunda vuelta de las
elecciones de 2006, los medios de comunicación brasileños asumieron el papel de
principal partido de oposición al presidente Luiz Inácio Lula da Silva y a la
candidatura de Dilma Rousseff. Una sucesión de supuestos escándalos de
corrupción y tráfico de influencias vinculados a la ex ministra –o escándalos,
de hecho, reales, pero de improbable vinculación a Dilma– se “denunciaron”
diariamente en las revistas y periódicos del país.<BR><BR>El hecho de que la
candidata de Lula no ganó en la primera vuelta demuestra que los medios de
comunicación aún ejercen una fuerte influencia en la sociedad brasileña, pese a
que algunos analistas decían que la emergencia de una red de blogueros y sitios
progresistas servía como freno definitivo a este poder.<BR><BR>Los motivos de la
pérdida de votos de Dilma en la clase media baja todavía no están muy bien
explicados y hay que analizarlos con más cuidado. Por una parte, resulta una
paradoja que uno de los estratos que más se ha beneficiado de las políticas del
gobierno Lula haya sido uno de los responsables de la realización de una antes
improbable segunda vuelta. Por otra parte, este mismo estrato suele ser más
conservador en temas morales; es decir, la polémica sobre el aborto puede haber
sido determinante.<BR><BR><STRONG>“Ola verde”</STRONG><BR><BR>La declaradamente
evangélica Marina Silva, ex ministra del Medio Ambiente del gobierno Lula y ex
integrante del PT, fue sin duda la mayor beneficiada de estos movimientos
electorales. La llamada “ola verde”, es decir, su sorpresivo desempeño del 3 de
octubre (19,33% de los votos) se debe, en gran parte, a la campaña mediática en
contra de Dilma –los medios no atacaron a la candidata verde– y a la
transferencia de votos desde la clase media baja.<BR><BR>Marina ha cautivado
también al elector “ecológico” y al desilusionado con Dilma y José Serra, del
Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), el otro candidato que
disputará la segunda vuelta. Ahora, se especula si Marina apoyará a Dilma, a
José Serra, o a ninguno de los dos.<BR><BR>Sin embargo, es improbable que sus
votos sean transferidos automáticamente a uno de los dos candidatos. Marina no
ejerce tanta influencia sobre su electorado como lo hace Lula. Menos aún su
partido que, antes de la incorporación de Marina, estaba destinado a convertirse
en uno de los llamados nanicos (menudos) del país.<BR><BR>En teoría Dilma
necesita pocos votos más para resultar elegida. Si se confirmar la tendencia
mostrada en las encuestas de que un 30% de los votos de Marina van a la petista,
ésta tendría asegurada su victoria. Pero las cosas no son tan sencillas. Siempre
hay la posibilidad de pérdida de votos (como le ocurrió a Geraldo Alckmin en
2006) entre la primera y la segunda vueltas, especialmente si el derechista PSDB
y los medios siguen explotando la cuestión religiosa y si se crean nuevos
“escándalos” en contra de Dilma.<BR><BR>Por otra parte la segunda vuelta, si se
repitiese el escenario del 2006, puede presentar un debate de carácter más
ideológico. Entonces Lula disputaba los comicios presidenciales con Geraldo
Alckmin (del PSDB, recién electo en primera vuelta, era nuevo gobernador del
estado de São Paulo, el más poblado del país, con más de 40 millones de
personas). Su campaña logró hacer que Alckmin se quedara con la imagen de
privatizador, lo que le resultó bastante eficiente electoralmente
hablando.<BR><BR>Por lo tanto si eso se repite, sería un escenario bastante
distinto al de la primera vuelta. Como viene siendo común desde, quizás, las
elecciones de 2002 (cuando se eligió a Lula por primera vez), en la campaña
electoral de este año tampoco hubo entre los tres candidatos más fuertes una
discusión de proyectos para el país. El debate entre Dilma, Serra y Marina se
centró en aspectos marginales de lo que se espera de un mandato
presidencial.<BR><BR>Para que se haga justicia se hace necesario destacar que
cuatro candidatos de izquierda –Plinio Arruda Sampaio, del Partido Socialismo y
Libertad (PSOL), José Maria de Almeida, del Partido Socialista de los
Trabajadores Unificado (PSTU), Ivan Pinheiro, del Partido Comunista Brasileño
(PCB) y Rui Costa Pimenta, del Partido de la Causa Obrera (PCO)-, trataron de
elevar el nivel del debate, pero fueron invisibilizados por los grandes medios
de comunicación.<BR><BR>De esa manera, temas fundamentales para el futuro del
país no fueron siquiera mencionados por Dilma, Marina y Serra. La política
económica, que siguió extremamente conservadora bajo la gestión Lula, es el
ejemplo más sintomático. Los tres se comprometieron a mantenerla. Otro asunto de
gran importancia, una posible auditoría de la deuda pública –como la que ocurrió
en Ecuador–, fue insistentemente mencionado en los debates televisivos por
Plinio de Arruda Sampaio, pero evitado a toda costa por los otros
tres.<BR><BR><STRONG>Parlamento</STRONG><BR><BR>Pero quizás la principal novedad
de esta primera vuelta fue la ampliación significativa de la base aliada al
gobierno Lula en el Congreso Nacional, conformado por el Senado y la Cámara de
Diputados. Los resultados de las elecciones legislativas evidenciaron, en
especial, la tremenda fuerza del proyecto de poder del actual presidente y el
PT. Lula logró transferir gran parte de su enorme popularidad al PT y a los
partidos aliados que, a su turno, profundizaron el pragmatismo electoral y
político que viene siendo una importante característica del ex obrero desde que
asumió la presidencia.<BR><BR>Como consecuencia, representantes de la oposición
no lograron la reelección lo que era una cuestión de honor para Lula-. El
caso más emblemático es el de Tasso Jereissati, del PSDB, un importante caudillo
del estado de Ceará, en el noreste brasileño, quien fue gobernador de su estado
por tres mandatos y senador desde 2003, siendo uno de los más activos opositores
del gobierno Lula. Su no reelección hizo que anunciara, el día 4, que ya no
disputará cargos públicos.<BR><BR>Por otra parte, el aumento de la bancada
aliada en el Congreso Nacional pone sobre el tapete un desafío al PT: si en las
dos gestiones de Lula la necesidad de negociación con los parlamentares
opositores y el hacer concesiones a los mismos sirvieron de disculpa para muchos
retrocesos en las políticas gubernamentales, Dilma y su bancada aliada en el
Senado y la Cámara no tendrán cómo huir de su responsabilidad de aprobar leyes
fundamentales para el desarrollo del país.<BR><BR>* Igor Ojeda es periodista y
editor del semanario Brasil de Fato.<BR>
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