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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información<BR></U></FONT><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de Prensa
<BR></FONT><FONT size=4><U>3 de noviembre 2010<BR></U><FONT color=#800000
size=5>Colectivo Militante - Agenda Radical<BR></FONT>Gaboto 1305 - Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<HR>
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<DIV><STRONG><FONT size=3>Francia</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV><FONT face=Arial><STRONG>Entrevista a Camille Hamidi</STRONG></FONT></DIV>
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<DIV><FONT face=Arial><STRONG>¿Por qué salieron los jóvenes a la
calle?</STRONG></FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
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<DIV align=justify><STRONG>Sylvain Bourmeau </STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Mediapart</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><A
href="http://www.mediapart.fr/">http://www.mediapart.fr/</A><BR>Traducción de
Viento Sur</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><A
href="http://www.vientosur.info/"><STRONG>http://www.vientosur.info/</STRONG></A><BR><BR><BR>Camille
Hamidi, profesora de ciencias polìticas en la Universidad Lumière-Lyon-2 y
miembro del laboratorio Triangle [Triángulo], ha publicado recientemente La
sociedad civil en las ciudades, así como un estimulante artículo en el último
número de la Revue française de science politique [Revista francesa de ciencia
política], “Clase, etnicidad, territorio: la relación con la política de los
jóvenes procedentes de la inmigración de los barrios populares durante las
elecciones presidenciales de 2007”. Ha aceptado correr el riesgo de comentar
para Mediapart la participación de los jóvenes en el movimiento actual de
contestación de la reforma de las jubilaciones.<BR><BR><STRONG>¿Cómo ves las
movilizaciones de jóvenes, bachilleres más que universitarios, a las que
asistimos desde hace días? ¿Te sorprende la naturaleza y la amplitud de estas
movilizaciones?<BR></STRONG><BR>El motivo de la movilización –el asunto de las
jubilaciones– y su repentino y tardío arranque respecto al momento del debate
parlamentario, pueden sorprender. Pero lo que me ha llamado la atención es la
heterogeneidad de la juventud movilizada. Por lo que he podido observar en Lyon,
las manifestaciones reúnen –o al menos hacen coincidir– a bachilleres del centro
de la ciudad y de los barrios periféricos, y a alumnos de diferentes edades, ya
que junto a los bachilleres se encuentran también jóvenes colegiales, algunos
muy jóvenes. También hemos visto a un buen número de chicas y de mujeres
jóvenes, incluso en los momentos de enfrentamiento con las fuerzas del orden, lo
que resulta bastante inédito. Esta heterogeneidad no se corresponde bien con esa
oposición que tantas veces se ha establecido entre “bachilleres” y
”provocadores”, oposición que ha servido de plantilla para las acciones
policiales. Esto me recuerda los resultados de uno de los –escasos– estudios
empíricos realizados sobre la participación en los motines de 2005. Mostraba que
la distinción entre amotinados y no amotinados no es tan simple y que hay más
bien un continuum entre las distintas formas de participación en los actos de
violencia, desde los jóvenes “espectadores” que observan lo que pasa, siguen los
acontecimientos desde las ventanas o por teléfono, a los “espectadores activos”
que salen a la calle, siguen la acción, ríen, aplauden, intentan incomodar a las
fuerzas del orden manteniéndose a cierta distancia de ellas, hasta los “jóvenes
comprometidos” en el motín, que toman parte más directamente en los actos de
violencia. En las movilizaciones de bachilleres lyoneses, los espectadores
activos, por emplear esta terminología, lo constituían chicas de institutos de
medios sociales más bien favorecidos, y gente muy
joven.<BR><BR><STRONG>¿Contradicen estos acontecimientos recientes la tan
extendida creencia en la profunda despolitización de la
juventud?<BR></STRONG><BR>Es una cuestión compleja, ya que tras la pregunta de
si estas movilizaciones son o no políticas está en juego la legitimación o
deslegitimación de la movilización. Ver en ella política es conferirle
legitimidad y dignidad, mientras que subrayar la ausencia de slogans, las pocas
referencias al tema de las jubilaciones por ejemplo, equivale a presentarla como
una acción puramente lúdica y festiva, y hasta como delincuencia, si se prefiere
poner el acento en las escenas de violencia que se han producido. La cuestión
está planteada porque algunos grupos de manifestantes expresan pocas
reivindicaciones explícitas. El sentido de su acción está muy abierto y se
convierte en el lugar de proyección de un montón de posibles discursos
exteriores. Patrick Champagne había mostrado que toda manifestación es también
una “manifestación de papel”, cuya significación es una apuesta de lucha en el
seno del mundo mediático, político o científico. Esto ocurre a fortiori en
movilizaciones de este tipo.<BR><BR>Dicho esto, pienso que la movilización
reviste significados diferentes según los individuos y los momentos, y que una
misma persona puede movilizarse por diferentes razones. En la medida en que se
puede juzgar, porque esto requeriría estudios de campo, una parte de los jóvenes
se movilizan claramente en el tema de las jubilaciones. A corto plazo, temen que
el retraso en la edad de jubilación de sus mayores disminuya en igual medida el
número de puestos que quedarán para los nuevos recién llegados al mercado de
trabajo. A largo plazo, se inquietan por la edad hasta la que ellos mismos
deberán trabajar, al ritmo en que van las reformas.<BR><BR>Pero por encima de
ello, hay también una gran exasperación política, alimentada por el contraste
entre el recuerdo de los planes de salvamento de los bancos y los sacrificios
requeridos a la población en el caso de las jubilaciones, o más recientemente
por los affaires que han ensuciado la reputación de Eric Woerth. Todos estos
elementos están máso menos presentes, y bien dominados según el grado de
competencia política de los jóvenes, y aunque para algunos los detalles sean
borrosos contribuye a reforzar un clima general de desconfianza política. A esto
se añade la forma de gobernar de Nicolas Sarkozy, su omnipresencia, su
utilización de los códigos de la virilidad, sus muestras de desafío a los
huelguistas (“en adelante, cuando haya una huelga general, nadie se va a
enterar”) o a los jóvenes de los barrios, que personalizan y cristalizan en gran
medida sobre su persona este sentimiento difuso. Desde este punto de vista, hay
en la movilización tanto una dimensión política como una dimensión de juego y de
desafío, y ambos elementos pueden mezclarse, en proporciones variables, en cada
persona. Por otra parte, cuando se ponen en marcha las movilizaciones adquieren
una dinámica propia y su significado puede evolucionar. En un contexto en que
una parte de la juventud, sobre todo en los barrios populares, mantiene
relaciones conflictivas con la policía, las manifestaciones han podido aparecer
durante un tiempo como la ocasión para cambiar la relación de fuerzas: en lugar
de ser objeto de frecuentes y humillantes controles de identidad individuales,
las manifestaciones son la ocasión para mostrar cierta fuerza colectiva, y esto
ocurre además –en concreto en Lyon– en el corazón de los centros urbanos y ante
las cámaras. Este fenómeno de demostración de fuerza no es exclusivo de las
movilizaciones de los jóvenes, pero en otras manifestaciones suele ser de orden
exclusivamente simbólico.<BR><BR><STRONG>¿Qué representa la política para los
jóvenes que has entrevistado y observado desde hace años?<BR></STRONG><BR>Hay
que decir en primer lugar que la juventud no es un grupo homogéneo. Como
cualquier tramo de edad, es profundamente diversa según el medio social, el
nivel de educación, el lugar de residencia, etc. Tampoco tiene siempre un
comportamiento político tan diferente al de sus mayores. La pésima imagen que
tiene de los políticos, la convicción de que “los políticos no se preocupan de
la gente como nosotros”, por ejemplo, son sólo reflejo de una representación
compartida masivamente en el conjunto de la población, cualquiera que sea su
nivel de educación o el tramo de edad considerados. Los datos estadísticos de
que disponemos testimonian lo ya dico sobre una desafección política
particularmente acentuada entre los jóvenes: rechazo a moverse en el eje
izquierda-derecha, menos proximidad respecto a los partidos, desinterés
declarado por la política, mayor tasa de abstención... Y también indican una más
marcada propensión a la acción de protesta. En los trabajos que he realizado,
tanto en asociaciones de jóvenes procedentes de la inmigración como en
entrevistas a jóvenes en Vaulx-en-Velin, se desprende por una parte una gran
distancia ante el universo politico y por otra una representación muy negativa
de éste.<BR><BR>Hay una dimensión de desconocimiento y a la vez de desinterés,
tanto mayor cuanto más bajo es el nivel de estudios, pero también un juicio muy
crítico, porque mucha gente tiene el sentimiento de que los políticos son tan
diferentes de ellos socialmente, y están tan poco preocupados por la suerte de
los franceses, que nada se puede esperar de ellos. En este sentido, la distancia
ante la política no me parece que forzosamente tenga que ser indiferencia,
también tiene un significado político.<BR><BR><STRONG>¿Se puede hablar de una
relación específica de los jóvenes urbanos con la
política?<BR></STRONG><BR>Tampoco se puede uniformar excesivamente esta
categoría de jóvenes urbanos, como tantas veces se suele hacer, oponiendo por
ejemplo los motines de 2005 que habrían movilizado a los jóvenes urbanos, a las
movilizaciones de 2006 contra los CPE, que habrían movilizado a bachilleres y
universitarios. En los primeros hubo también una buena parte de bachilleres y
universitarios. Hubo muchos procedentes ciertamente de sectores marginados, pero
también de institutos generales, BTS, IUT, universidades o del mundo del
trabajo.<BR><BR>En el estudio que realicé en Vaulx-en-Velin, concentrádome en
los jóvenes emigrantes e hijos de emigrantes no europeos, distinguí tres
perfiles de relación con la política, y tan sólo uno de esos perfiles
corresponde a un tipo que le es específico.<BR><BR>Se trata de jóvenes con menos
estudios (como mucho formación profesional, y a veces menos), con un futuro
profesional incierto, y vinculados al barrio, del que pocas veces salen de forma
duradera. La cuestión territorial ocupa un lugar central en su visión de la
sociedad, como si la frontera estructurante que utilizan para comprender la
sociedad francesa fuera la oposición entre “los barrios” y “el resto” (tanto el
centro de la ciudad como el campo). Esta oposición teritorial cristaliza y
engloba la cuestión étnica y la cuestión social, como si todos los habitantes de
los barrios fueran emigrantes y todos los emigrantes fueran pobres. Estos
jóvenes mantienen una relación más distante con la política. Votaron en las
elecciones presidenciales de 2007, en el contexto de aumento de la participación
frente a la candidatura de Sarkozy, pero se abstuvieron en las elecciones
legislativas y municipales siguientes. Tienen pocas referencias políticas, ya
sea en términos partidarios o de división izquierda-derecha, a nivel nacional o
a nivel local. Es sabido que cuando los electores más desmotivados tienen que
pronunciarse sobre cuestiones políticas, tienden a apoyarse en sus experiencias
de la vida cotidiana más que en grandes principios ideológicos o políticos
abstractos. Por lo general se interesan por las cuestiones políticas que les
afectan más directamente. En la campaña presidencial de 2007, su identificación
etnista y territorial les sirvió de punto de referencia en el universo político.
Dicen que votaron a Royal o a Bayrou sólo “para impedir la elección del otro
candidato”, por lo general Sarkozy (aunque también Le Pen), y en las
conversaciones repiten con frecuencia las palabras de Sarkozy sobre la “chusma”
y el “desinfectante”. Al estar su voto tan condicionado a la presencia del
aspecto étnico-territorial, podrían abstenerse en una elección presidencial no
tan condicionada por los candidatos. Su voto ha estado muy personalizada en
oposición a la persona de Nicolas Sarkozy. Algunos jóvenes entrevistados dicen
que no saben todavía si irán a votar en las próximas elecciones presidenciales,
salvo si se presenta Sarkozy: entonces están seguros de que irán. Por tanto, la
particularidad de los jóvenes urbanos que muestran este perfil está en la
importancia del aspecto étnico-territorial como medio de situarse políticamente.
Para el resto, su relación con la política es muy parecida a la que han mostrado
otros trabajos en medios populares.
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