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<HR>
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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de Prensa
<BR></FONT><U>3 de noviembre 2010<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Colectivo
Militante - Agenda Radical<BR></FONT>Gaboto 1305 - Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<HR>
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<DIV> </DIV>
<DIV><STRONG><FONT size=3>Venezuela</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>Revolución en
riesgo institucional hacia el
2012 <BR></FONT></STRONG><BR><BR><STRONG>Carlos Gutiérrez <BR>Le Monde
Diplomatique Nº 94, edición colombiana<BR></STRONG><STRONG><A
href="http://www.eldiplo.info/">http://www.eldiplo.info/</A></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT face=Arial
size=2></FONT></STRONG> </DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR>Socialismo del siglo XXI. Revolución. La mayor reserva de
petróleo en el mundo. Nacionalizaciones. Antiimperialismo. Disminución de la
pobreza. Hugo Chávez, presidente desde el 2 de febrero de 1999: polémico,
irreverente. Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), con la pretensión
ortodoxa de “partido único” de izquierda y de “gobierno” en el poder, con
desmedro de la toma de decisiones en colectivo. Inflación. Ausencia de Estado en
barrios de Caracas y otras ciudades. Paradigma de la separación o no separación
de poderes. Centralización. Burocratismo. Liderazgo. Esperanza.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Todas estas y otras muchas particularidades se destacan e
identifican la situación actual de Venezuela, donde el pasado 26 de septiembre
se realizó la décimo-sexta elección en los 11 años de gobierno y revolución
institucional bajo el liderazgo y mando de Hugo Chávez.<BR><BR>En esta consulta,
de una población electoral de 17,5 millones, cerca de 12 millones de ciudadanos
hicieron uso de su derecho; de ellos, el 50,5 por ciento votaron por el PSUV y
el 49,5 por ciento sufragó por la Mesa de Unidad Democrática (MUD) (1). Un poco
más de cinco millones no participaron y, desde ahora, cada partido buscará
acercarlos para decidir el ganador de la próxima elección de concejales, que
será posiblemente el 5 de enero de 2011, y que está en la ruta electoral para
elegir presidente en 2012, una elección sin diferencia en el valor de cada
voto.<BR><BR>Disputa intensa. El pasado 26 de septiembre, con unos totales de
5.442.040 votos por el PSUV y 5.320.175 por la oposición, según anunció el
Presidente el lunes 27 de septiembre, la diferencia entre gobierno y oposición
se hace cada vez más estrecha. Sólo queda un margen de 122.865 venezolanos. Por
su parte, la oposición, retomando los datos ofrecidos por el Consejo Nacional
Electoral hasta este mismo día, lee los resultados de la siguiente manera:
titular a ocho columnas de El Nacional, edición 28 de septiembre, a dos líneas y
en rojo: MUD+PPT 5.628.488, PSUV+PCV 5.399.390. Por su parte, El Universal
publica: 5.312.293 votos por la MUD y 5.399.574 por el PSUV-PCV, mientras PPT
obtuvo 330.260 votos.<BR><BR>Dadas estas cifras, y luego de un poco más de una
década de dirección gubernamental, aun a pesar del discurso, la decisión, la
Constitución y las leyes para originar un nuevo modelo económico, social y
político, en la Revolución Bolivariana es evidente el adelgazamiento del fervor
popular y del voto a su favor. Esta disminución de la opinión pública pone su
liderazgo ante el reto de renovarse –¿revolución en la revolución?– o fenecer.
Así lo indica el reciente mandato de sus habitantes.<BR><BR>Otro aviso –después
del de 2008, en la elección de gobernadores y el Alcalde Metropolitano de
Caracas– de que, en proporción llamativa para una elección legislativa (66,5 por
ciento), acudieron a las urnas. Un resultado apenas minimizado en sus
implicaciones políticas y del número de diputados (congresistas) para la
oposición, por la LOPE, ley electoral recién aprobada, en 2009, que le permitió
un privilegio al PSUV para que en esta ocasión obtuviera, con un número casi
igual de votos (2), más delegados (98) que la fuerza opositora (65) Una ley que
aumentó la proporción de elegidos nominales frente a los de voto lista y que
permite la elección exclusiva entre las dos listas mayoritarias de cada
circuito.<BR><BR>De todos modos, este resultado y esta proporción
‘representativa’ ponen un aprieto en el manejo del presidente Chávez, quien
sentenció durante la campaña: “Nunca más perderemos en elección alguna”. Y que
ahora, califica como “victoria total” el resultado en las urnas y la “mayoría
simple” y holgada que obtuvo el PSUV como “mayoría absoluta”. Un esguince ante
el ausente número calificado de diputados (110) que había previsto como meta
(3).<BR><BR>En efecto, los resultados impidieron que el partido oficialista
alcanzara una mayoría calificada (110 legisladores), necesaria para que la
Asamblea Nacional (AN) autorice al mandatario bolivariano a gobernar según el
poder de leyes habilitantes, recurso bajo el cual, entre otras medidas, ordenó
durante los últimos años la nacionalización de todos los recursos petroleros y
redefinió su aporte al fisco central; restringió la autonomía del Banco Central;
reglamentó sobre la propiedad de tierras, desarrollo agrícola, protección de la
pesca artesanal y prohibición del tipo arrastre, petroquímica y educación. Tal
modalidad de mayoría por reglamento es necesaria para el nombramiento de los
otros poderes del Estado y la aprobación del presupuesto de 2012.<BR><BR>La
decisión mayoritaria de los ciudadanos que sufragaron cuestiona en forma
abierta, no queda duda, la gestión del actual Presidente y de su partido
socialista. Son un poder y un instrumento empecinados en un mandato que, dándole
la espalda a la realidad urbana de sus conciudadanos con medianos y altos
ingresos, no reparan en matices y ‘olvidan’ llegar a sectores de la clase media
y de los ricos, y a otros muchos, que, sin ser poseedores de grandes fortunas ni
fábricas, aún no asimilan ni comparten los cambios de política económica
ejecutados, algunos sin rigor legal, en tránsito “al socialismo”. Con respecto a
un resultado electoral anterior, no sin razón dijo Fidel Castro: “En Venezuela
no puede haber cuatro millones de oligarcas” (4).<BR><BR>Estos errores tienen su
explicación, entre otros factores por sopesar, en la débil consideración, en
todas sus variables, de la cultura aún dominante en Venezuela; en la ausencia de
un método persuasivo y convincente para inducir y vincular al cambio y “el
socialismo” a los opuestos y los indecisos. Asimismo, en la escasa alusión a los
usos y consumos, con opciones para superarlos, y los imaginarios dominantes y la
manera de transformarlos en el monopolio comunicativo –y su peso en las
cotidianidades sociales–, enfrentados de manera tosca. Todo esto lleva el
proceso de cambio en Venezuela a estar dominado por una alta carga ideológica
con la cual se pretende homogenizar o excluir (5).<BR><BR>En estas condiciones,
los 65 legisladores que tuvo la MUD (6), de los 165 que integran la unicameral
Asamblea Nacional (AN), abren una nueva etapa dentro del histórico proceso de
transformación en el cual se enruta la patria de Bolívar. Ahora, la AN será
centro de debates. Deja atrás el camino sin obstáculos legales y de control
político hasta ahora recorrido por el presidente Chávez. Pero al mismo tiempo, y
de cara a las elecciones presidenciales de 2012, presiona a los venezolanos
hacia una permanente polarización, cuyo uso y provecho tienen acechos de
inestabilidad económica con expresiones de descontento, como también de una
intensa o mayor mirada internacional.<BR><BR><STRONG>La voz de los
intelectuales<BR></STRONG><BR>Los resultados de estas elecciones fueron
previstos o considerados por diversas voces. Todas analizaban con preocupación
el rumbo político de su país. Una de ellas, con alta calificación, Roy
Chaderton, embajador de carrera, se preguntó a comienzos del 2010: “¿Y si
perdiéramos las elecciones?” (7). En su análisis no quedan por fuera los logros
de los 10 años de gobierno y cambio, importantes pero insuficientes ante un
pueblo que desea más, sin duda, mayor participación.<BR><BR>Por su parte Luis
Britto García describía el esquizofrénico proceso de su país, y con parodia a
Stevenson tituló su análisis: “El extraño caso del movimiento Jekyll y el
funcionario Hyde”.<BR>Otro grupo de investigadores, entre ellos líderes
sociales, periodistas, sociólogos, filósofos, economistas, en un evento que citó
el Centro de Investigación Francisco de Miranda (CIM), anexo al Ministerio de
Educación Superior, hizo lo propio en 2009, aunque preguntándose por el conjunto
del devenir de su país y los riesgos de la Revolución. En esa oportunidad
destacaron como errores por superar, entre otros, el hiperliderazgo (8), la
centralización (9), y la institucionalización de los movimientos sociales
(10).<BR><BR>La mayoría de los participantes destacó con preocupación la
imposición y la inercia en el gobierno bolivariano de una dinámica política que
embolata el rumbo de los presupuestos y los valores de una revolución, que se
supone y se anuncia crítica, del siglo XXI: El peso nefasto del burocratismo. La
corrupción. El crecimiento desmesurado de la delincuencia. El efecto negativo de
la denominada “boliburguesía” en cierne o en ascenso. La permanencia del modelo
rentista heredado de la IV República y su pasado. El evidente y amplio abismo
entre un discurso presidencial cada vez más radical, y la persistencia y el
dominio de relaciones sociales y económicas con fundamento en el Estado,
totalmente capitalistas, etcétera.<BR><BR>Sin embargo, no hubo suficiente
sensibilidad ante estas voces y sus llamados de atención, quejas de contenido
crítico pero con sentido positivo. No sólo en aulas y salones sino también con
aumento en la calle y las comunidades. Juicios, por ejemplo, con denuncia de la
descomposición de decenas de toneladas de alimentos en los puertos venezolanos,
sin los necesarios procedimientos de investigación judicial y de interpelación
política –función de una AN–, y sin la destitución o la exigencia de
responsabilidad a nadie de alto nivel ejecutivo. Estos vacíos con efecto y costo
político no pasaron inadvertidos para la población. Recayeron, así lo dicen las
urnas, en el propio Presidente, quien dentro de una de las deformaciones
políticas de la Revolución Bolivariana ocupó el lugar de ‘principal candidato
por el PSUV’ en todos los circuitos electorales y
circunscripciones.<BR><BR>Ahora, de frente a las elecciones presidenciales de
2012, una pregunta es fundamental: Ante los números electorales, ¿sabrá
escuchar, y corregir, el presidente
Chávez?<BR><BR><STRONG><U>Notas</U></STRONG></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>1) MUD: Coalición electoral que reúne una variopinta
manifestación política, con expresiones de la derecha golpista, socialcristianos
y la socialdemocracia.<BR>2) Esta ley electoral que reformó en 2009 una anterior
tuvo aprobación luego del resultado desfavorable para el PSUV en la elección de
gobernadores, cuando perdió cinco gobernaciones en los sectores más poblados de
Venezuela, y la Alcaldía Metropolitana y (Petare), el municipio más poblado de
la Gran Caracas.<BR>3) Con el título “¡Nos derrotaron!”, de la columna Un grano
de maíz, en el diario Vea del 28 de septiembre, se dice que en varias ocasiones
el presidente Chávez aconseja seguir y leer. Su autor opina: “Debemos
reconocerlo como primer paso para convertir la derrota en gran victoria.
Ocultarla. Disminuirla es suicida. Veamos […] Si estudiamos los resultados
generales de las recientes elecciones parlamentarias, nos encontramos con dos
hechos claros:/ Primero: perdimos la mayoría calificada. Eso significa un
inmenso obstáculo en la labor parlamentaria de la Revolución./ Segundo: el
sector oligarca obtuvo más votos que la Revolución. Eso cambia el cuadro de las
fuerzas electorales, la moral de los actores políticos, la percepción de la
población. […] Pero, además y más importante, se mantiene una tendencia de
desgaste de la Revolución, esto es: si hacemos una curva desde las elecciones de
2004 hasta ahora, encontraremos una tendencia de descenso en la fuerza
bolivariana”.<BR>4) En: Chaderton, Roy, “¿Y si perdiéramos las elecciones?”,
enero 4 de 2010.<BR>5) Un ejemplo palpable de esta forma de gobernar es la
macartización y la exclusión contra una fuerza política como el Partido Patria
para Todos (PPT), cuyas bases y militantes veteranos han sido actores del
proceso revolucionario y propagan, defienden y construyen en perspectiva
socialista, pero que por no estar de acuerdo con la forma ni la dinámica como se
constituyó el PSUV, no lo integraron. Su llamado a un socialismo ético y
productivo no deja dudas sobre sus preferencias y sus divergencias con las
prácticas dominantes en Venezuela.<BR>6) O quizá más, toda vez que hasta el
martes 28, en el momento de escribir este editorial, aún la Registraduría
venezolana no brinda la totalidad de la información.<BR>7) Entre otras
observaciones, el diplomático enfatizó: “Pudiéramos perder si no revisamos,
rectificamos y reimpulsamos radicalmente” […] Pudiéramos perder las elecciones
parlamentarias, no por impensables aciertos de nuestra […] oposición […] sino
por nuestras limitaciones para comunicar los aciertos de la Revolución, así como
la reluctancia a admitir y rectificar nuestros errores o castigar a los
culpables de destrozos oficiales”. Chaderton, Roy, ob. cit., ibid.<BR>8) “Una de
las observaciones que se hacía al principio es el tema del hiperliderazgo […] Y
creo que Chávez ha ocupado un vacío político […] importante que, si sigue
ocupándolo, puede generar cuchillos para la propia garganta de la Revolución
Bolivariana”. Biardeau, Javier, “Es necesario replantear la relación entre
socialismo y democracia”, en Comuna, revista del Centro Internacional Miranda,
julio de 2009, Caracas, p. 66.<BR>9) “Para mí, el gobierno, el Estado, debe
tener un papel de facilitador de la participación popular, no de suplantador, no
de director […] no podemos confundir el popular con la militancia política. El
partido es una cosa y el poder popular es otra. Yo digo que el rojo puede ser el
color del partido pero no puede ser el color del poder popular ni debiera ser el
color de los ministerios”. Harnecker, Marta, “El Estado debe facilitar y no
suplantar al poder popular”, ibid., p. 147.<BR>10) “Existe el riesgo de un
aplastamiento por parte del PSUV de las formas de organización de base, las
cuales tienen que existir de manera independiente”. “Yo creo que el más flaco
favor que se le puede prestar al proceso revolucionario bolivariano es hacer
aparecer el socialismo como algo obligatorio”. Arconada, Santiago, “La
organización política no puede colonizar a las organizaciones de base”, ibid.,
p. 58.
<HR>
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