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<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
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<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa <BR></FONT><U>14 de diciembre 2010<BR></U><FONT color=#800000
size=5>Colectivo Militante - Agenda Radical<BR></FONT>Gaboto 1305 - Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV>
<HR>
</DIV>
<DIV> </DIV>
<DIV><STRONG><FONT size=3>Estados Unidos</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Un país de los ricos, por los ricos
y para los ricos</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>La nueva
oligarquía de EEUU<BR></FONT></STRONG></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Andy Kroll
*</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial
size=2><STRONG>TomDispatch.com</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Sin
Permiso</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><A
href="http://www.sinpermiso.info"><STRONG>www.sinpermiso.info</STRONG></A></FONT></DIV></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Traducción de Pablo Yanes
Thomas</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><U><FONT
color=#800080></FONT></U></STRONG><BR> <BR>Hay una guerra en proceso. No
hablo de las sangrientas desventuras de Washington en Afganistán e Irak, sino de
una guerra dentro de nuestras propias fronteras. Es una guerra peleada en
televisión, en la radio y en la Internet. Una guerra de palabras e imágenes, de
medias verdades, dobles sentidos y mentiras. Hablo de una guerra política entre
conservadores y liberales, Demócratas y Republicanos. Hablo de una guerra de
gastos, motivada por grupos sigilosos y por donantes anónimos con bolsillos
profundos. Es una guerra que se encuentra en posición de derribar lo que queda
de la democracia en EEUU. </FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><BR>La derecha ganó la batalla
inicial. En las elecciones de mediados del 2010, sombrías organizaciones de
fuera (quienes no tuvieron que revelar sus donantes hasta mucho después de la
elección, si alguna vez lo hicieron) apoyando a candidatos republicanos dieron
$190 millones, gastando más que sus adversarios por un margen de dos a uno, de
acuerdo con el Center for Responsive Politics. El American Action Network,
operado por el consultor republicano Fred Malek y el ex-Senador republicano Norm
Coleman, gastó $26 millones; la U.S. Chamber of Commerce gastó $33 millones;
y American Crossroads and Crossroads GPS de Karl Rove gastaron $38,6
millones, combinadas. Sus inversiones en candidatos conservadores dieron frutos:
62 sillas en el Congreso y 6 en el Senado tomadas por republicanos, la mayor
cantidad en la era de la post-guerra, literalmente una victoria histórica.
</FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR>Bruscamente despertados de su complacencia y ya no
disfrutando más la victoria de Barack Obama en el 2008, los demócratas
adinerados planean su respuesta. El magnate de los medios de izquierda David
Brock planea crear un grupo de fuera llamado American Bridge en respuesta a los
grupos Crossroads de Rove, los cuales pelearán en las trincheras del gasto de
campaña del 2012. Muchos grupos como los de Brock seguro aparecerán, conforme
los demócratas liberales y centralistas se preparan para un asalto de $500
millones prometido por la Cámara de Comercio y otros grupos afines. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Inclusive la administración de Obama, la cual rechazó a
los grupos de fuera en el 2008, ha abierto la puerta para una guerra de gastos
secreta. Los demócratas piensan combatir fuego con fuego "¿Es mejor el dinero
pequeño? Seguro. Pero estamos en una maldita pelea" me dijo el estratega y
recaudador de fondos democrático Harold Ickes recientemente. "Y si estás en una
pelea, estás en una pelea y usas todos los medios disponibles
legales." </DIV>
<DIV align=justify><BR>El fin del juego, claro, es una guerra sin fin. Los
grupos de fuera ya no irán y vendrán cada dos años. Ahora, estos grupos sacarán
anuncios de ataque, enviarán correos y desplegarán llamadas automáticas todo el
año, en lo que será una campaña perpetua para convencer a los votantes y elegir
legisladores amigables. "Definitivamente estamos construyendo una base," fue
como lo explicó Steven Law, presidente de American Crossroads</DIV>
<DIV align=justify><BR>Esto es lo que hoy en día se hace pasar como el alma y el
corazón de la democracia americana. Antes, los ciudadanos en grandes números,
motivados por sindicatos, partidos políticos o alguna causa mayor, determinaban
el curso de la política de EEUU. Después de la segunda guerra mundial, una clase
media en crecimiento era el bloque de votos más importantes, mientras que, en
esas mismas décadas, las clases trabajadoras y medias disfrutaron de una mejor
prosperidad económica relativa que sus contra partes adineradas. Digan adiós a
eso. Ahora somos un país manejado por los ricos. </DIV>
<DIV align=justify><BR>No es de sorprenderse, el poder político tiende a seguir
a la riqueza. Lo que esto significa es: no se puede entender como los ricos
tomaron control de la política estadounidense, y posiblemente de la sociedad
toda, sin primero entender como un pequeño grupo de estadounidenses se hizo de
tanto dinero en primer lugar.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La historia comienza a fines de los 70 y continúa durante
los años de Obama, un periodo en el cual la política estadounidense ha sido tan
pesada hacía los ricos que ahora vivimos en el peor período de desigualdad
económica en la historia moderna. Consideren las estadísticas: hace 50 años, el
1% más rico de los estadounidenses representaban uno de cada diez dólares del
ingreso nacional; hoy es casi uno de cada cuatro. Entre 1979 y el 2006, el
ingreso promedio de cada hogar después de impuestos (incluyendo beneficios) del
1% más rico aumentó 256%; los hogares más pobres vieron un aumento del 11%; los
hogares de clase media, 21%, mucho del cual se debe a las familias con dos
ingresos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El gurú de los impuestos David Cay Johnston recientemente
analizó los números y descubrió una división aún más marcada. Por un lado, el
número de estadounidenses que ganan un ingreso constante bajó por 4,5 millones
entre el 2008 y el 2009, mientras que el salario promedio en los Estados Unidos
bajó por 1,2% a $39.055. Por otro lado, el salario promedio de los
estadounidenses que ganan más de $50 millones al año fue de $91 millones en el
2008 y de $84 millones en el 2009. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El ecónomo de la Universidad de Harvard Lawrence Katz
explicó la situación de los estadounidenses de la siguiente forma:</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Piense en la economía estadounidense como un complejo de
departamentos. Hace un siglo --inclusive hace 30 años-- era algo envidiable.
Pero en la última generación su carácter ha cambiado. Los áticos de lujo en la
cima son cada vez más grandes. Los departamentos de en medio se sienten cada vez
más apretados. Y el sótano está inundado. Para terminar, el elevador está
descompuesto. El elevador fuera de servicio es lo que más deprime a la
gente."</DIV>
<DIV align=justify><BR>Llamemos a la selecta minoría en el ático de lujo la
Nueva Oligarquía, un pequeño fragmento de la población estadounidense con una
enorme riqueza, la cual representa una parte desproporcionada de la riqueza del
país. Son magnates petroleros y de los medios, ejecutivos corporativos,
cambiadores de fondos de cobertura, filántropos y miembros de la industria del
entretenimiento. Dependiendo de donde uno trace la línea son el 1%, el
0,1% o inclusive el 0,01% de la población americana. Cuando la Corte
Suprema dio su veredicto Citizens United abrió las compuertas para que un
torrente de donativos anónimos de parte de esta oligarquía pudiese llover desde
las alturas para inundar las tierras políticas debajo. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>"La guerra de los treinta años"</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>¿Cómo llegamos aquí? ¿Cómo es que una nación
predominantemente de clase media se tornó en una oligarquía? Encontrará
respuestas a estas preguntas en "Winner-Take-All Politics" un nuevo y revelador
libro del científico político Jacob Hacker y Paul Pierson. Los autores tratan
los números disponibles sobre la riqueza y pobreza en EEUU como una escena del
crimen repleta de pistas, sospechosos, callejones sin salida y coartadas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>A diferencia de muchos expertos, políticos, y académicos,
Hacker y Pierson se resisten a culpar a los sospechosos usuales: globalización,
el surgimiento de una economía basada en la información y la muerte de la
manufactura. El culpable en su drama es la política estadounidense misma en los
últimos treinta años. Las pistas para entender el surgimiento de una nueva
oligarquía se encuentra no en Nueva York o Nueva Delhi, sino en el Capitolio,
junto con la avenida Pensilvania y la calle K, ese refugio en un mundo sin
corazón para los lobbistas de Washington. </DIV>
<DIV align=justify><BR>"Paso a paso y debate a debate", escriben, "los
dirigentes públicos de EEUU han re-escrito las reglas de la política americana y
de la economía americana de formas que benefician a los pocos a costa de los
muchos."</DIV>
<DIV align=justify><BR>La mayoría de los relatos sobre la desigualdad en EEUU
datan de la década de los 80 con la administración del Presidente Ronald Reagan,
el ícono anti-gobierno cuyas "Reaganomics" son comúnmente señaladas como la
causa de los problemas actuales. Error, dicen Hacker y Pierson. Los orígenes de
la oligarquía se remontan a finales de los 70 y a la poco probable figura de
Jimmy Carter, un presidente demócrata con un congreso demócrata. Fueron los
logros y fracasos de Carter, argumentan, los que lanzaron lo que el economista
Paul Krugman ha llamado "la Gran Divergencia."</DIV>
<DIV align=justify><BR>En 1978. la administración Carter y el Congreso aplicaron
un plumón rojo a la ley de impuestos, cortando la tasa máxima del impuesto sobre
la renta del 48% al 28%, una bendición para los estadounidenses adinerados. Al
mismo tiempo, el esfuerzo más ambicioso en décadas para reformar la ley laboral
americana para facilitar la formación de sindicatos murió en el senado, a pesar
de una super mayoría demócrata de 61 votos. Asimismo, una propuesta para una
oficina de representación para el consumidor, una agencia de apoyo de $15
millones que trabajaría a favor del estadounidense promedio fue derrotada por un
lobby de negocios cada vez más poderoso.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Ronald Reagan, se podría decir, simplemente tomó la
batuta que le entregó Carter. Su Economic Recovery and Tax Act (ERTA) en 1981
agrupaba una gran cantidad de regalitos que cualquier oligarquía apreciaría,
incluyendo recortes de impuestos a corporaciones y recortes de impuestos sobre
ganancias y posesiones, y un 10% de exclusión sobre el impuesto sobre la renta
para parejas casadas en familias con dos miembros trabajadores. "ERTA fue el
máximo triunfo legislativo de Reagan, una re-escritura fundamental de las leyes
de impuestos de la nación en favor de resultados del
ganador-se-lleva-todo."</DIV>
<DIV align=justify><BR>La mesa estaba puesta para que los ricos se separasen de
manera definitiva y abrumadora de los demás. El momento del fervor de los
recortes de impuestos llegó a las administraciones de George H. W. Bush y Bill
Clinton, y en el 2000 se convirtió en el grito de batalla de la campaña de
George W. Bush. Fue Bush II, después de todo quien le dijo a un cuarto lleno de
donadores un una cena de $800 el plato:"Algunas personas les llaman la elite, yo
los llamo mi base," y quien prometió que sus recortes de impuestos del 2001
serian una bendición para todos los estadounidenses. No lo fueron: según Hacker
y Pierson, el 51% de los beneficios van al 1% más rico.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Estos recortes estarán con nosotros por mucho tiempo si
el partido republicano se sale con la suya. Acepte la palabra del congresista
republicano Dave Camp al respecto. El 16 de noviembre, Camp, un republicano de
Michigan, dijo que la única solución aceptable para los recortes de la era Bush
no era únicamente protegerlos para todos aquellos con ingresos, ricos o pobres,
sino pasar más medidas similares. Cualquier cosa en medio, cualquier compromiso,
incluyendo la propuesta del Presidente Obama para extender los recortes de Bush
a las clases media y trabajadora pero no a la rica era "una pésima idea, un
punto de no-inicio."</DIV>
<DIV align=justify><BR>¿Por qué debería importarnos lo que dice Dave Camp? He
aquí la respuesta: en enero él heredará el asiento de mando en el poderoso
comité de Ways and Means del congreso, aquél encargado de escribir las
leyes de impuestos de la nación. Y aún cuando muchos estadounidenses no
reconozcan su nombre, el mensaje de Camp seguramente hizo que las elites
adineradas de América suspirasen con alivio. Podría resumirse así: no teman,
estadounidenses adinerados, su dinero está a salvo. Las políticas que los
hicieron ricos no van a ninguna parte.<BR></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Destruyan esta ley</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Cuando re-escribir el código de impuestos fue demasiado
difícil, demoler regulaciones funcionó casi igual de bien. Esto es especialmente
cierto en el mundo financiero. Allí, un legado de des-regulación
transformó una industria relativamente formal en una cultura de casino, dando
paso a una era de ganancias obscenas, generosos bonos y la "financiarización" de
la economía estadounidenses.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Seis de abril de 1998: es un buen punto de partida en la
historia de la res-regulación financiera. En ese día, dos habitantes demasiado
conocidos de Wall Street, Citicorp y Travelers Group, acordaron una fusión
histórica de $140 mil millones. El trato requirió de mucho cabildeo, pero
eventualmente los jefes de estos bancos lograron una excepción a la ley
Glass-Steagall, la ley de la era del New-Deal que aislaba a los bancos de las
más riesgosas casas de inversiones. La institución resultante, Citigroup, sería
el banco supermercado más grande de la historia. Un matrimonio de ventanillas de
cajeros con escritorios de cambiadores, banca para el cliente y de inversiones
de alto riesgo, de pronto bajo un mismo techo sin regulaciones. Demostraría ser
una combinación explosiva si no letal.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La fusión causó visiones de un futuro donde los Estados
Unidos dominarían financieramente el planeta. Lo único que se interponía en el
camino era la cinta roja regulatoria. Al menos eso es lo que los proponentes del
mercado libre como el entonces senador republicano Phil Gramm veían. Gramm,
quien como asistente al candidato presidencial John McCain llamó de manera
infame a EEUU una "nación de llorones", fue en realidad la fuerza principal tras
dos de las más influyentes piezas de des-regulación en la historia
reciente.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En 1999, el Presidente Clinton firmó el acto
Gramm-Leach-Bliley, un torrente de medidas de des-regulación que destruyó a la
Glass-Steagall. En diciembre del año siguiente, Gramm sigilosamente incluyó el
acto Commodity Futures Modernization de 262 páginas en una ley de gastos masiva
de $384 mil millones. La ley de Gramm evitaba que reguladores como la Securities
and Exchange Commission (SEC) atacaran al sombrío mercado de "derivados de
mostrador", hogar para miles de millones de dólares en instrumentos financieros
opacos que, años después, casi demolerían la economía americana.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Como presidentes, tanto Bill Clinton como George W. Bush
abrazaron la des-regulación financiera. Como resultado, durante un atracón de
gula financiera, Wall Street engordó de manera nunca antes vista. Entre 1929, el
año donde se inició la Gran Depresión y 1988, las ganancias de Wall Street
promediaban 1,2% del producto interno bruto de la nación; en el 2005 esa figura
se elevó a 3,3% conforme los bonos de la industria alcanzaron niveles nunca
antes vistos. En el 2009, un mal año para la mayoría de estadounidenses, los
bonos de la industria llegaron a $20 mil millones. Tanta riqueza en tan pocas
manos. Nada explica el alza de la nueva oligarquía americana de manera más
contrastante.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Claro, no solo lo que hicieron los políticos es
responsable de la oligarquía de hoy, también es culpable lo que no hicieron. Un
ejemplo clásico: en los 90s el Financial Accounting Standards Board
(FASB), un regulador americano privado de contaduría apuntó su mira hacia un
resquicio legal lo suficientemente grande como para manejar un camión de volteo
a través de él. Hasta ese entonces, las opciones de acciones incluidas en los
paquetes de pago fuera de control para ejecutivos --valorados en posiblemente
decenas de millones de dólares-- se valuaban en cero al expedirse. Eso es
correcto: cero, nada. Cuando FASB y la SEC intentaron cerrar el resquicio el
gran capital saltó para defenderlo. Una avalancha de dinero llegó a los
bolsillos de lobbistas de la calle K y asociaciones titánicas de cambiadores. Al
final, nada sucedió. O más bien, todo continuó sucediendo. El resquicio
sobrevivió.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Un Mundo Feliz para Citizens
United</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Hacker y Pierson nos guían de manera apta por 30 años de
política e inacción jurídica (desde el punto de vista de los ricos) de
"el-ganador-se-lleva-todo." Ofrecen una vistazo revelador al paisaje que ayudó a
crear la nueva oligarquía, pero una vista crucial apareció demasiado tarde para
ser incluida por los autores.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Ningún entendimiento del alza de la nueva oligarquía
puede estar completo sin explorar los efectos del fallo de la Corte Suprema en
el caso January Citizens United, el cual solidificó su poder de una forma que
ningún recorte de impuestos anterior pudo hacerlo. Antes de Citizens United, los
ricos usaban su dinero para sutilmente dar forma a la política, cortejar
políticos e influenciar elecciones. Ahora, con tanto dinero entrando a sus
bolsillos y el grifo de contribuciones bien abierto, pueden simplemente comprar
la política americana siempre y cuando el precio sea el correcto. </DIV>
<DIV align=justify><BR>No hay ningún error en como, en menos de un año, Citizens
United ha radicalmente inclinado el campo político de juego. Junto con muchos
fallos de la corte, dio lugar a American Crossroads, American Action Network y
muchos otros grupos similares que ahora pueden recaudar donativos ilimitados con
un juego patético de requisitos para revelar a sus financiadores. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Lo que la presente Corte Suprema, en sí misma el fruto de
varias administraciones seguidas empeñadas en la des-regulación y los recortes
de impuestos, ha asegurado es esto: en una "democracia" estadounidense, solo el
público permanece a oscuras. Incluso para reporteros dedicados, rastrear a estos
grupos es como perseguir sombras: direcciones oficiales llevan a apartados
postales; no se regresan llamadas; las puertas se cierran en tu cara. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El pequeño vistazo que tenemos de las personas que
financian esta operación es un quien es quien de la nueva oligarquía: los
multimillonarios Hermanos Koch ($25,1 mil millones); financiero George Soros
($11 mil millones), el CEO de fondos de cobertura Paul Singer (su fondo, Elliott
Management, vale $17 mil millones), el inversionista Harold Simmons (valor neto:
$4,5 mil millones); el capitalista de riesgo de Nueva York Kenneth Langone ($1,1
mil millones); y el magnate de bienes raíces Bob Perry ($600 millones).</DIV>
<DIV align=justify><BR>Luego está la plantilla de corporaciones que han
utilizado su generosidad para influenciar la política americana. Compañías de
seguros de salud, incluyendo United Health Group y Cigna donaron la
impresionante cifra de $86,2 millones a la Cámara para matar a la opinión
pública, inyectando el dinero mediante el grupo America's Health Insurance
Plans. Y gigantes corporativos como Goldman Sachs, Prudential Financial, y Dow
Chemical han dado millones más para cabildear contra nuevas regulaciones
financieras y químicas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Como resultado, la historia central de las elecciones de
mediados del 2010 no es la victoria republicana o la derrota demócrata o la ira
Tea Party; es la guerra relámpago del dinero exterior, la mayor parte del cual
proviene de organizaciones de derecha como el American Crossroads de Rove y el
U.S. Chamber of Commerce. Es una triste ilustración de lo que sucede cuando
tanto dinero termina en manos de tan pocos. Y con las reformas a los gastos de
campaña derrotadas por años por venir, la guerra de gastos solo empeorará.
</DIV>
<DIV align=justify><BR>De hecho, los expertos predicen que los gastos en las
elecciones del 2012 romperán todos los récords. Piénselo de esta manera: en el
2008, el gasto electoral total llegó a $5,3 mil millones, mientras que los $1,8
mil millones gastados únicamente en la campaña presidencial duplicaron el total
del 2004. ¿Qué tan alto podemos llegar en el 2012? ¿$7mil millones? ¿$10 mil
millones? Al parecer el cielo es el límite.</DIV>
<DIV align=justify><BR>No es necesario esperar, sin embargo, a que llegue el
2012 para saber que el mero volumen de dinero que está siendo bombeado a la
política estadounidense se burla de nuestra democracia (o lo que queda de ella).
Peor aún, existen pocas soluciones para detener el flujo de efectivo: la ley
DISCLOSE, cuyo objetivo es contrarrestar los efectos de Citizens United, ha
fracasado dos veces en el Senado este año; y la mejor opción, financiamiento
público de elecciones, no logra una audiencia en Washington.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hasta que los legisladores limiten el dinero en la
política, a la vez que obligan a los donantes a revelar sus identidades y a no
esconderse en las sombras, la nueva oligarquía solo crecerá en estatura e
influencia. Si no es frenada, esta elite continuará por deshacerse de los
últimos miembros del Congreso que no están al servicio de sus personas y
"contribuciones" (véase: Russ Feingold de Wisconsin) y los reemplazarán con
legisladores dispuestos a hacer su trabajo, un Congreso lleno de políticos
temporales obedientes listos para darle a sus donantes lo que quieren. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Nunca antes los Estados Unidos se vieron tanto como un
país de los ricos, por los ricos y para los ricos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>* Andy Kroll escribe habitualmente en Mother Jones y es
un editor asociado en TomDispatch.com.
<HR>
<BR></FONT></DIV></BODY></HTML>