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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de Prensa
<BR></FONT><U>2 de febrero 2011<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Colectivo
Militante - Agenda Radical<BR></FONT>Gaboto 1305 - Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT
size=3>Túnez/Egipto</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>La revolución (aún) no ha
llegado<BR></STRONG></DIV></FONT>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Pierre Beaudet
*</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Viento
Sur</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Traducción de Alberto
Nadal</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><A
href="http://www.vientosur.info/">http://www.vientosur.info/</A><BR><BR></STRONG><BR>La
"revolución" de los jazmines en Túnez y las manifestaciones que atraviesan las
grandes capitales árabes muestran la aspiración democrática de una gran parte de
la población a la democracia lo que va parejo con el rechazo a las democraduras
que castigan la región. Estas democraduras manipuladas por élites depredadoras
están agotadas, son cada vez menos capaces de dominar el corazón del sistema, es
decir los órganos de represión. Se puede añadir a esta crisis el declive lento
pero irresistible del dispositivo puesto en pie y orquestado por los Estados
Unidos para echar el cerrojo al Magreb y el Medio Oriente desde hace decenios.
En apariencia pues, tenemos la famosa convergencia que la fórmula de Lenín había
captado: una revolución ocurre cuando los de abajo ya no quieren ya y cuando los
de arriba ya no pueden…<BR><BR><STRONG>La "transición"<BR><BR></STRONG>Sin
embargo, es importante mirar esta situación más de cerca. Al lado de un
escenario de "revolución" improbable pero posible se plantea un escenario de
"transición" que es evidentemente a lo que "los de arriba" se dedican. Mantener
la democradura sin Ben Ali ni Hosni Mubarak es, en efecto, otro "posible". Para
las élites locales y para el imperialismo estadounidense, dos lineas "rojas" no
pueden ser sobrepasadas. La primera evidentemente es la referida a los asuntos
geopolíticos fundamentales de la región. La alianza en el centro de la cual se
sitúa el estado israelí y que reagrupa a los estados egipcio, saudita, jordano y
tunecino no debe ser rota. Lo que quiere decir que hay que asegurarse de que la
"transición" logre perpetuar el statu quo, es decir el cerco de los palestinos
(aunque haya que cambiar la forma) y el aislamiento de Irán (secundariamente de
Siria), de forma a permitir a los Estados Unidos proseguir (y esperan terminar)
la "reingeniería" del Medio Oriente emprendida por Bush padre hace ya 20 años.
La segunda línea roja es asegurar que la "integración" (leer la subordinación)
del Medio Oriente al sistema occidental (Estados Unidos + Unión Europea) se
perpetúe igualmente, y así evitar que concurrentes molestos, particularmente
China y Rusia, no se beneficien de la desestabilización actual para hacerse más
presentes (como ocurre en Africa y en América Latina en particular). Si estas
dos "líneas rojas" son puestas a seguro, las élites occidentales no tendrán
ninguna dificultad de evacuar a los asesinos que actúan a su cuenta
actualmente.<BR><BR><STRONG>El "candidato"<BR></STRONG><BR>En Egipto, por
ejemplo, esta "transición" podría hacerse con Mohamed El Baradei. Es un
"personaje" que se dio a conocer porque presionó a Irán en tanto que director de
la Agencia Internacional de la Energía Atómica. Como tal, se había indispuesto a
ciertos sectores de los neoconservadores "puros y duros" en Washington (Bush y
Cheney) y en Paris (Kouchner), pero había recibido el aval de numerosos
componentes de esas élites que estimaban (y estiman aún) que es mejor aislar
Irán progresivamente que desencadenar una guerra que se corre el riesgo de
perder… A fin de cuentas, El Baradei y otros aspirantes a la "corona" en Egipto
y en otras partes ni quieren ni pueden romper los lazos de hierro con los
Estados Unidos y sus criados europeos. Es sin embargo un dilema, pues esta
dependencia significa continuar la subordinación a Israel, lo que es una
cuestión sensible en los países en cuestión.<BR><BR><STRONG>El declive de la
izquierda</STRONG> <BR><BR>Durante este tiempo, "los de abajo" no son solo
víctimas ni espectadores. La calle es tomada al asalto y sectores radicalizados
parecen determinados a continuar la batalla hasta el final. ¿Pero cuales son las
herramientas de que disponen? Desde hace varios decenios, el movimiento de
liberación antiimperialista y las organizaciones anticapitalistas han sido
fuertemente reducidas en esta región del mundo. Cierto, la terrible represión ha
tenido su impacto, pero ¿era el único factor? Es probable que la izquierda
árabe, contrariamente a la izquierda latinoamericana en particular, se haya
encontrado sin fuerzas ante la represión a causa de sus propias debilidades.
Antes de la dislocación, que prosigue desde hace más de treinta años ahora, esta
izquierda (aparte algunas excepciones) había optado por actuar de forma
subordinada a los sectores populistas y nacionalistas. Ha estado asociada al
declive de esos sectores. Ha sido gravemente afectada por la implosión de los
regímenes (entre ellos el de Nasser) y movimientos (entre ellos el Fatah) a los
que se había pegado. Hoy pues, no se puede verdaderamente hablar de un sector de
izquierdas bien organizado aspirando a una posición hegemónica en esta región
del mundo. Por supuesto, la historia no se detiene y por tanto aquí o allá se
reaniman izquierdas, pero esto va a tomar tiempo.<BR><BR><STRONG>"Clases medias"
y "multitudes"<BR></STRONG><BR>Como se sabe, las calles árabes ha sido hasta la
fecha tomadas al asalto en las ciudades sobre todo con en primer plano ese
sector indefinido y ambiguo de las clases medias. No se puede evidentemente
poner en el mismo saco a los estudiantes sin empleo, las profesiones amenazadas,
incluso segmentos de las élites comerciales e industriales. Por el contrario, no
se puede subestimar la distancia entre esas capas muy encolerizadas y las
"multitudes" proletarias y campesinas que componen la mayoría de la población no
solo en el medio rural sino también en los barrios de chabolas. <BR><BR>Las
"clases medias" desde la puesta en marcha del proyecto que domina aún hoy han
sido fragmentadas y en una amplia medida cooptadas. De forma insuficiente, los
regímenes han "protegido" a esas clases medias en detrimento de los "pobres" que
han sido precipitados a la pobreza más abyecta. Una parte importante de las
clases medias ha sido absorbida por la privatización del sector público,
particularmente a través de las "ONGs" que han sido mandatadas por el estado
para evitar la dislocación total de la sociedad. Una parte sustancial de los
cuadros y gentes formadas de esas clases medias, particularmente en el mundo
universitario, sencillamente se ha exiliado. Además, esas clases medias han
integrado un discurso liberal en boga en los países occidentales sobre el
"estado de derecho", la "sociedad civil", la "integración económica". A menudo
bajo la influencia de los thik-tank del social-liberalismo europeo (Friedrich
Ebert Stichtung) o de las agencias norteamericanas liberales (Ford Foundation),
estos intelectuales antiguamente de izquierdas han capitulado y abandonado el
papel (importante) que jugaban en la antigua generación de los movimientos
populares. <BR><BR>Así pues, hoy su protesta contra los Ben Ali y los Mubarak es
ambigua y percibida como tal por las multitudes. ¿Quiere la clase media proteger
sus privilegios "en el interior" del sistema actual? ¿O quiere, al contrario,
pensar en cambios más en profundidad? La cuestión permanece abierta.
<BR><BR><STRONG>Las masas</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><BR>Mientras tanto, las masas
proletarias y campesinas comienzan a hacer sentir su peso. Hay que decirlo, ¡se
ha olvidado!, que son ellas las que han resistido a las democraduras estos
últimos años. Los mineros de Gafsa son los que han hecho tambalearse a Ben Ali.
Los huelguistas de Helwan y de Al-Makallah ha luchado contra el régimen asesino
de Mubarak, sin prácticamente ningún apoyo de las clases medias urbanas. Este
corte es a la vez sociológico e ideológico, pues frente al declive profundo y
prolongado de la izquierda, son los grupos que se reclaman del islam político
los que tomaron el relevo. Han hecho su "trabajo", han organizado pobres y
puesto en pie infraestructuras sociales. Han hecho de las mezquitas lugares de
organización de la rebelión. Y al mismo tiempo, teniendo en cuenta sus límites,
han sido incapaces de poner en pie un proceso revolucionario. En definitiva, los
islamistas no tienen proyecto de transformación, a parte de la idea absurda de
volver a la edad de oro de la Umma. Salvo Hezbolá en el Líbano, ninguno de estos
movimientos ha articulado una posición coherente frente a los estragos sociales
del neoliberalismo. La mentalidad de pequeños comerciantes (shopkeepers) que
sigue siendo la de sus jefes les impide, no solo pensar la transformación, sino
también, más inmediatamente, organizar a las masas en una fuerza organizada, a
riesgo de mandar esta voluntad de emancipación a los meandros y los callejones
sin salida de la Jihad antiamericana. Más aún, los islamistas están atrapados en
sus visiones reaccionarias y superadas sobre las mujeres y preconizan un "modelo
cultural" que excluye, discrimina y asfixia, de ahí el rechazo de esos "modelos"
por una gran parte de la población, incluso en la "multitud". Dicho de otra
forma, no parece que los movimientos islamistas, que tienen un ascendiente
innegable en el seno de las capas populares, tengan la capacidad de hacer
converger las luchas en un proyecto antihegemónico.<BR><BR><STRONG>Terreno
ambiguo <BR><BR></STRONG>Tenemos pues una situación en la que se enmarañan
numerosas contradicciones complejas, lo que debería evitar ver las cosas con
gafas rosas. La "revolución" no es para mañana en el mundo árabe lo que no
minimiza de forma alguna la importancia de los movimientos en curso.
<BR><BR>Pero, hasta que emerja un proyecto postcapitalista y antiimperialista
consecuente, la situación corre el riesgo de evolucionar más hacia una
transición que hacia una revolución. Pero este escenario de transición no es un
camino derecho tampoco. Las élites depredadoras saben defenderse. Incluso si
pueden librarse de los Ben Ali y los Mubarak, van a defenderse con uñas y
dientes para perpetuar el statu quo, "cambiar todo guardando lo esencial", se
dice en las capitales árabes, pero también en Washington, Londres, París. Las
élites liberales tendrán mucho que hacer para expulsar a esos depredadores,
tanto más cuanto que las potencias imperialistas desconfían, incluso cuando
estas nuevas élites dicen no querer franquear las "líneas rojas". Del lado de
las multitudes, sigue habiendo muchas incógnitas. Hay con toda evidencia
fenómenos de autoorganización que superan los marcos estructurados actuales, y
que están alimentados por redes de información transfronterizas. Un Foro social
árabe está en gestación e incluso si sigue en la sombra, hay todo u proceso que
germina. Movimientos de izquierda que por otra parte, tomando nota de los
cambios en curso en América Latina, se dicen que hay que cambiar de dirección y
lanzarse a la organización de las masas en lugar de perder el tiempo disertando
sobre la "democracia" liberal. Como decía Groucho Marx, se puede prever todo
salvo el futuro…<BR><BR>* Pierre Beaudet es profesor de antropología y
sociología en la Universidad de Québec.
<HR>
<BR></DIV></FONT></BODY></HTML>