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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de Prensa
<BR></FONT><U>3 de febrero 2011<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Colectivo
Militante - Agenda Radical<BR></FONT>Gaboto 1305 - Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<HR>
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<DIV><STRONG><FONT size=3>Egipto<BR></FONT></STRONG></DIV></FONT>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>La rebelión de
una juventud <BR></FONT></STRONG></DIV></FONT>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Thomas Cantaloube
</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial
size=2><STRONG>Mediapart</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><A
href="http://www.mediapart.fr/"><STRONG>http://www.mediapart.fr/</STRONG></A><BR><STRONG>La
Breche<BR></STRONG><A
href="http://www.alencontre.org/"><STRONG>www.alencontre.org/</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Traducción de Ernesto Herrera
– Correspondencia de Prensa</STRONG></FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify>El sol está en su punto más alto en la plaza Tahrir
(Liberación) de El Cairo, el lugar de convergencia de los manifestantes en la
capital egipcia, cuando varios centenares de hombres se organizan en hileras
sucesivas y se arrodillan sobre el suelo. Es la hora del rezo. Y es una imagen
que se difunde en todo el mundo desde hace una semana, ofreciendo la escena de
opositores contra el poder secular de Hosni Moubarak que detenían la protesta
para volverse hacia La Meca. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero es también una imagen engañosa, ya que en torno a
este grupo de oración, diez, veinte, cuarenta veces más manifestantes siguen
discutiendo, gritan y levantan sus pancartas sin preocuparse de Alá. Para
disipar el malentendido, Ahmad El Fouly, un joven preparador en farmacia de
pequeños catalejos rectangulares, se apresura en explicar: “No es una revolución
islámica, es una revolución de la juventud!” </DIV>
<DIV align=justify><BR>En efecto, aunque se cruzan todos los grupos de edad
entre los manifestantes cairotas, la fuerza dominante está formada claramente
por los que sólo conocieron durante toda su vida a Moubarak como presidente: un
60% de los egipcios tienen menos de 30 años. Amira, una joven mujer que enseña
al árabe a extranjeros, y habla un inglés y un francés notables, no puede dejar
de indignarse: “Todos mis estudiantes conocieron a varios presidentes. Tengo 32
años, y sólo conocí a uno sólo. Es necesario que eso cambie.” “Tenemos aún
esperanza, es para eso que estamos en la calle día tras día. Nos comunicamos por
Internet - cuando funcionaba aún - o por teléfonos celulares. Es por eso que
tenemos la fuerza de seguir sosteniéndonos mutuamente”, estima un ingeniero de
28 años que tienen en su pecho la consigna “Moubarak, vete al infierno!”. “La
gente más vieja perdió toda esperanza. No se atreven a protestar, piensan que
eso no servirá de nada. Este régimen los mató dentro”, prosigue. </DIV>
<DIV align=justify><BR>La lista de las quejas de la juventud rebelada es larga.
Yassir, un ingeniero agrícola de 31 años cuándo se le piden las razones por las
cuales protesta pregunta con malicia, “¿tiene una libreta de apuntes bastante
larga?”. Es la desesperación económica que domina mayoritariamente. “Hace diez
años que he terminado mis estudios, de buenos estudios, y sólo encontré pequeños
trabajos”, dice Yassir. “La mayoría de las personas que protestan ganan de 100 a
150 dólares al mes (80 a 110 euros). Es insuficiente para vivir. No podemos
hacer proyectos, no tenemos ninguna seguridad.” </DIV>
<DIV align=justify><BR>Un hombre apenas más viejo lo interrumpe. Su voz desborda
de sollozos. Esgrime con insistencia una minúscula fotografía de su hija de 8
años: “No tengo dinero para su educación, y tengo aún otras dos muchachas más
jóvenes. No sé cómo voy a hacer. No puedo enviarlas a la escuela.” Un mozo de
café gana 30 euros al mes y vive en una casa “bajo tierra”. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Detrás de su niqab, Amira, docente, se considera mejor
cotizado que la mayoría de la gente que está a su lado: “Trabajo en el sector
privado y pertenezco a lo que se califica normalmente de clase media. Pero
trabajo dieciocho horas al día y ni siquiera puedo comprarme una casa. Me veo
obligado a alquilar. Si viviera en Europa tendría una seguridad social, pero
aquí no tengo nada. Hay muy ricos y muy pobres en Egipto, pero pocas personas en
el medio. Somos una sociedad sin balance.” </DIV>
<DIV align=justify><BR>Se habla mucho que la caída de Zine al-Abidine Ben Ali
fue causada por el inmenso grado de corrupción de su régimen de clan, lo que se
volvió insoportable a los ojos de la mayoría de los tunecinos. Aunque la élite
egipcia y el entorno de Moubarak no tienen la reputación de ser tan nepotistas y
rapaces, un resentimiento idéntico vive juventud. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Los más afortunados mencionan títulos sin gran valor,
años de estudio para conseguir un trabajo mal pago, la imposibilidad de llevar
una vida decente, de comprarse un coche o de viajar. Los menos afortunados saben
que están a dos pasos de quedar en la calle. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Frente ellos, gobernadores que se convirtieron en hombres
de negocios, que se aprovecharon de las privatizaciones de estos últimos años
para agrandar su cuenta bancaria y tener una vida de ricos. Gamal Moubarak, el
hijo del “raís” es el ejemplo más significativo: banquero, cacique del
partido-Estado y, hasta ayer, candidato a suceder a su padre. “No somos una
República, somos un reino”, repiten porfiadamente numerosos manifestantes. “Tomo
estas desigualdades de manera muy personal”, dice Marwa, un joven militante que
juzga tener un buen salario y buenas condiciones de vida. “Mi mejor amigo se
murió en un accidente de coche porque la carretera sobre la cual conducía no se
había reparado desde meses, mientras que todo el mundo sabía que era muy
peligrosa. Justa al lado, vivía un miembro del gobierno que observó que la calle
que pasaba delante de su casa estaba en mal estado: la repararon en una semana…
Es igual en todas partes del país. En mi barrio, no hay recolección de la
basura, mientras que en las zonas residenciales todo está es impecable.” </DIV>
<DIV align=justify><BR>En estas condiciones, las elecciones tramposas, la
privación de las libertades o las fechorías de una policía represiva, se
convierten en otros tantos elementos que impiden literalmente a los jóvenes
respirar. Contrariamente a su mayores, y gracias a Internet, ellos son
conscientes de lo que sucede fuera de sus fronteras, tanto en Occidente… como en
Túnez. El Movimiento del 6 de abril es uno de estos grupos de jóvenes que surgió
sobre Facebook en 2008. Fue el origen de las primeras movilizaciones hace una
semana, e hizo el llamamiento a la gran manifestación del martes 1º de
febrero. Sus organizadores se encuentran en un viejo edificio del centro de El
Cairo, con un ascensor averiado, los cristales rotos y las puertas condenadas
por años de telas de arañas acumuladas. Sin Internet, movilizan por teléfono,
por el boca a boca y por la distribución de volantes. “Los viejos no dejaban de
compadecerse desde años, pero no tenían el valor de salir a la calle. Es la
juventud que empezó este movimiento. No queremos una simple limpieza del
gobierno, sino un verdadero cambio de régimen”, nos dice Mohamed Aiden:
“Habíamos previsto movilizarnos este año en anticipación de las elecciones
presidenciales de septiembre, pero lo de Túnez aceleró las cosas. Nos
comunicamos con los movimientos de la juventud tunecina y nos ofrecieron una
motivación inestimable.” </DIV>
<DIV align=justify><BR>La salida de Moubarak es la consigna de la juventud y más
allá, pero todo el mundo o casi es consciente de que apenas se trata de una
primera etapa. “Es necesario comenzar por eso, pero todo lo demás debe venir a
continuación: el respeto de las leyes, de las elecciones libres, el aprendizaje
de la democracia, cambiar la ley que impone tener 30 años para ser candidato a
una elección”, completa a Mohamed Aiden. ¿Pero qué les hace creer que un cambio
de mando en el país mejorará la situación económica de cada uno? “Egipto no es
un país pobre. Tenemos recursos: el petróleo, el gas natural, gente educada”,
aboga Marwa, el joven militante. “Pero todo el dinero es desviado por esta élite
que envejece y sus hijos.” </DIV>
<DIV align=justify><BR>Sobre la plaza Tahrir, Ahmad Zaki, que hizo estudios en
Oakland, California, cuenta su historia. Hace tres meses que intenta renovar su
permiso de conducir, sin éxito: “Hago todas las gestiones que se me piden,
incluso viajé a hasta Alejandría para recuperar documentos, pero no avanza nada.
Cada vez que me hago controlar por un policía, le muestro mis papeles probando
que hago lo necesario, pero eso no sirve de nada. Todo el sistema es así, no
funciona nada. Te humillan o te fuerzan a dar un soborno.” </DIV>
<DIV align=justify><BR>En torno a él, todo el mundo opina lo mismo del jefe,
todo el mundo tiene una historia parecida para contar. “La situación económica
no puede mejorarse si no tenemos una democracia transparente, en lugar de este
sistema de despojos que nos ofrece el gobierno”, insiste a Ahmad El
Fouly, practicante. “No somos animales, somos recursos humanos.” Esta
última frase (pronunciada en inglés) puede parecer extraña, pero refleja
perfectamente el sentimiento de esta juventud que se siente excluida de todo
proceso de participación y de toda cadena productiva. Para ella, estas
manifestaciones contra Moubarak y su régimen no son apenas una justa rebelión,
sino una manera de existir y de contar, por fin. </DIV>
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