<!DOCTYPE HTML PUBLIC "-//W3C//DTD HTML 4.0 Transitional//EN">
<HTML><HEAD>
<META http-equiv=Content-Type content="text/html; charset=iso-8859-1">
<META content="MSHTML 6.00.6002.18332" name=GENERATOR>
<STYLE></STYLE>
</HEAD>
<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de Prensa
<BR></FONT><U>7 de febrero 2011<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Colectivo
Militante - Agenda Radical<BR></FONT>Gaboto 1305 - Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV>
<HR>
</DIV>
<DIV> </DIV>
<DIV><STRONG><FONT size=3>Egipto</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Relatos de batalla y resistencia en
El Cairo, el corazón de la rebelión<BR></STRONG></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>Jóvenes egipcios
contaron cómo viven su gesta contra el régimen de Mubarak. Pasaron días y noches
defendiendo la Plaza Liberación. Patotas del gobierno los atacaron. Aquí narran
sus deseos de cambios y sus esperanzas. <BR></FONT></STRONG></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Marcelo Cantelmi, El Cairo,
enviado especial</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Clarín, Buenos Aires,
6-2-11</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><A
href="http://www.clarin.com/"><STRONG>http://www.clarin.com/</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2>“Ellos comenzaron a tirar piedras y
molotov. Y nosotros les gritábamos paz paz, no violencia. No sabíamos qué
hacer”. Tarek Shalaby es un grandote de 26 años, diseñador de webs que ríe al
recordar ese absurdo mientras se acomoda en cuclillas en la puerta de la carpa,
bautizada “Freedom motel”, en la que se instaló hace siete días en la plaza de
la Liberación, en El Cairo. </DIV>
<DIV align=justify><BR>La anécdota viene del miércoles, del primer ataque de la
ofensiva de casi tres días lanzada por los hombres enviados por el gobierno para
intentar conquistar el lugar. “ Matamos dos o tres, no sé, era gente que se
había infiltrado aquí”, dirá luego bajando compungido la voz del español que usa
aprendido en Valencia.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La rebelión de casi 12 días que Tarek llama revolución
tuvo esos extremos de ingenuidad y horror . Esa gente que murió adentro eran
individuos, posiblemente policías, quienes al ser reconocidos eran tomados por
la gente y en el mejor de los casos entregados al ejército. “Pero sucedía que
más de una vez venían muchos, los rodeaban enfurecidos y los comenzaban a
trompear y patear. Y eran diez o doce pateando al mismo tiempo. Y claro, eso los
mataba”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Tarek llegó allí dos días después de que el gobierno
lanzó la policía contra los militantes en una acción que dejó una montaña de 125
muertos. Se solidarizó y armó su carpa en uno de los laterales de la plaza,
donde funciona un campamento apiñado en el que se ven pocas barbas y gorros
islámicos y muchas mujeres sin velo y con jeans apretados.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Ahí están los socialistas, los cristianos, los que no
creen o no creen tanto.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los musulmanes más firmes, la religión mayoritaria en
Egipto, armaron su propio camping del otro lado. Allá no se ven mujeres ni
siquiera muy cubiertas. Los hombres oran y viven compartiendo el mismo objetivo;
que caiga el gobierno.</DIV>
<DIV align=justify><BR>“Aquí todos odiamos a Hosni Mubarak” , aclara Tarek que
está en su carpa acompañado por una hermosa morocha de cabello corto y ojos como
faros.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Aquí y allá se ven unas postas sanitarias muy
improvisados con cantidad de medicamentos para heridas, vendajes y
desinfectantes, todo para curar a los artilleros que van al frente a lanzar las
piedras y sufren el contraataque. Cada uno de esos puestos es atendido por dos
médicos. </DIV>
<DIV align=justify><BR>En la mañana del sábado, después de la gigantesca
movilización del viernes, el lugar está muy poblado y tiene el aspecto de un
Woodstock trasplantado a ese páramo árabe y parecería como si la gente
descansara en ese instante luego de un espectacular concierto. En esa clave, los
relatos de las batallas y la resistencia ahí adentro que cuenta Tarek y otros de
los habitantes de la Plaza como Ahmed, o Silvine o Ahman a este enviado,
parecen, a su vez, parte de un libro de leyendas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>“Se nos venían encima, y nos organizamos rápidamente,
pusimos chapas, las alzamos como una barrera, con eso nos escudábamos y armamos
un frente de combate”, relató. “Un chico árabe inglés al lado mío esquivaba
piedras y escribía desde el celular en twitter lo que iba ocurriendo. Ni yo lo
podía creer”, comenta. </DIV>
<DIV align=justify><BR>“Nos dividimos, una parte rompía las veredas y hacía
cascotes chicos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Otros los ponían en cestos y otros los llevaban a la
línea del frente.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Por ahí se pusieron los médicos también para recoger a
los heridos”. La peor batalla fue en la madrugada entre el miércoles y el
jueves. “Tardamos cinco horas esa noche en empujar a los invasores hasta más
allá del museo de El Cairo y los puentes, porque había tipos de ellos en los
techos de los edificios tirándonos desde las alturas. El ejército estaba pero
siempre deja que nos matemos hasta que comenzamos a ganar nosotros y entonces
ahí si interviene para parar la lucha”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Tarek tiene un brazo quemado . Le estalló una molotov que
le lanzó la tropa enemiga. “Me caí, quede atontado, alguien que no conozco me
alzó y me salvó la vida, el fantástico cabrón”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Esa organización en la batalla es en el momento, después
nadie dirige nada en ninguna parte y así lo confirman también los militantes del
partido de los Hermanos Musulmanes en sus carpas levantadas al otro lado. </DIV>
<DIV align=justify><BR>“Cada uno está haciendo algo y funciona. Es una forma de
anarquía”, explica Tarek y luego le buscará comparaciones a este momento con la
primavera democrática de los ‘80 en América latina y hasta suponerle algún
parecido, dice, con los inicios de la Revolución Cubana.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En la plaza es fácil advertir quiénes son los guerreros.
En uno de los caminos, protegiéndose de la llovizna caminan Omara Rasidi y su
amigo Mortaz. Hablan poco, pero tienen el cuerpo forrado de heridas, Mortaz, con
un ojo cubierto. El otro, la cabeza dominada por una venda. “ El régimen no nos
quiere” , dice uno. Y sus cuerpos no los desmienten. Tienen marcas de los golpes
de piedras, de balines de la policía del primer día de represión y cortes en los
choque a trompadas con los oficialistas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Abel Fatah Sahn tiene diez hijos y su amigo Amai Awari,
once.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los dos son miembros de los Hermanos Musulmanes y acampan
en su sector en la otra parte de la plaza. “Vivimos a cien kilómetros de aquí”,
dicen en árabe traducido por un compañero que habla un poco de inglés. Abel
lleva una larga casaca blanca y un turbante del mismo color alrededor de la
cabeza. Tanto ha rezado que se le ven dos callos en la frente que los musulmanes
apoyan en el piso en el momento de hincarse en la oración. Su amigo tiene ropas
comunes. Han dejado a sus hijos con sus mujeres y se vinieron con lo puesto.
“Estamos aquí por nuestro Dios”, exclaman. </DIV>
<DIV align=justify><BR>“Aquí es un lugar para la mezquita y la iglesia. Queremos
todos los que hemos venido a pedir, un gobierno honesto y un gobierno honesto no
tiene que ser solo islamita, tiene que ser honesto”, dice uno y otro apoya.
</DIV>
<DIV align=justify><BR>Cerca de ahí camina Ahmed. Tiene 23 años, es bajito y
acaba de terminar la carrera de publicidad en la universidad de El Cairo. En su
nariz lleva unas cicatrices y granos de una infección que le produjo una herida
mal curada de una pedrada en la cabeza.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Ha cumplido una semana viviendo en esa plaza y afirma que
no se irá hasta que caiga Mubarak.</DIV>
<DIV align=justify><BR>“Esto empezó en Facebook. Hace seis meses que veníamos
intercambiando, hablando del régimen de lo que no queremos y de lo que
queremos”. “Era todo clandestino.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En Egipto no se puede hablar , es como vivir en una
prisión. Por eso se usan mucho las redes sociales”, relata.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Ahmed nos habla en inglés caminando por una calle interna
del parque, que tiene pequeñas montañas de piedras acumuladas por si es
necesario repeler un ataque. Hay una cada 20 metros. El está con un compañero de
la facultad y se los ve a ambos agotados. Vienen de beber agua en un vertedero
que armaron todos con los caños del servicio público. Por eso ahí hay un enorme
lodazal debido a que el chorro no puede cerrarse.</DIV>
<DIV align=justify><BR>“Hablábamos pero no nos animábamos. Salíamos de la
Universidad con estas ideas hasta que estalló Túnez”, dice y abre los brazos
como señalando algo enorme. “ Túnez nos lanzó, ahí salimos a la plaza . Queremos
igualdad, justicia y ley”, recita con fuerza al igual que todos los otros aquí,
como si hasta se atrevieran a renombrar el lema clásico de la Revolución
Francesa.
<HR>
</FONT></DIV></BODY></HTML>