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<HR>
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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de Prensa
<BR></FONT><U>7 de febrero 2011<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Colectivo
Militante - Agenda Radical<BR></FONT>Gaboto 1305 - Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<HR>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Egipto</FONT></STRONG></FONT></DIV><FONT
face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Entrevista a Gilbert Achcar
*</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>¿Adónde va Egipto?</FONT></STRONG></DIV>
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<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Faruq Sulehnia, 4-2-11 </STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Traducción de Viento Sur</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><A
href="http://www.vientosur.info/"><STRONG>http://www.vientosur.info/</STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify><BR><BR><STRONG>¿Crees que la promesa de Mubarak del pasado 1
de febrero de no presentarse a las próximas elecciones constituye una victoria
del movimiento, o no fue más que una treta para calmar a las masas, visto que al
día siguiente los manifestantes de la plaza de Al Tahrir serían brutalmente
atacados por las fuerzas favorables al régimen?<BR></STRONG><BR>El levantamiento
popular egipcio contra el régimen alcanzó un primer punto culminante el 1 de
febrero, obligando a Hosni Mubarak a anunciar una serie de concesiones al final
del día. Fue el reconocimiento de la fuerza de la protesta popular y un claro
paso atrás por parte del dictador, seguido del anuncio del deseo del gobierno de
negociar con la oposición. Se trató, en efecto, de concesiones importantes
viniendo de un régimen tan autoritario y una prueba de la magnitud de la
movilización popular. Mubarak incluso prometió acelerar los procesos judiciales
en curso contra el fraude perpetrado en las anteriores elecciones
parlamentarias.<BR><BR>Por otro lado, dejó claro que no pensaba ir más allá de
esto. Con el ejército firmemente de su lado, trató de apaciguar al movimiento de
masas, así como a las potencias occidentales que le presionan a que reforme el
sistema político. Negándose a dimitir, concedió algunas de las reivindicaciones
fundamentales que había formulado inicialmente el movimiento de protesta
egipcio, cuando inició la campaña el 25 de enero. Sin embargo, desde entonces el
movimiento ha ido radicalizándose hasta el punto de que nada que no sea la
dimisión de Mubarak bastará para calmarlo, y de que muchos de sus componentes
incluso reclaman que lo lleven a los tribunales.<BR><BR>Es más, el movimiento ya
considera ilegítimas todas las instituciones principales del régimen, tanto del
poder ejecutivo como del legislativo, es decir, el parlamento. A resultas de
ello, una parte de la oposición exige que se nombre presidente interino al
presidente del tribunal constitucional y que se convoquen elecciones a una
asamblea constituyente. Otros desean que se constituya un comité nacional de
fuerzas de la oposición para que supervise la transición. Por supuesto, estas
reivindicaciones reflejan una perspectiva democrática radical. Para imponer un
cambio tan profundo, el movimiento de masas tendría que romper o desestabilizar
la columna vertebral del régimen, es decir, el ejército
egipcio.<BR><BR><STRONG>¿Quieres decir que el ejército egipcio apoya a
Mubarak?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Todavía más que otros países similares, como Pakistán o
Turquía, Egipto es esencialmente una dictadura militar con fachada civil,
dirigida por hombres procedentes del ejército. El problema es que la mayoría de
la oposición egipcia, empezando por los Hermanos Musulmanes, han estado
sembrando ilusiones con respecto al ejército y su supuesta “neutralidad” o
incluso “benevolencia”. Han presentado al ejército como un intermediario
honesto, cuando lo cierto es que el ejército como institución no es ni mucho
menos “neutral”. Si no lo han utilizado todavía para reprimir el movimiento, es
únicamente porque Mubarak y el Estado mayor no consideran oportuno tomar esta
opción, probablemente porque temen que los soldados se mostrarían reacios a
desempeñar tareas represivas. De ahí que el régimen prefiriera orquestar
contramanifestaciones y organizar a matones para que atacaran al movimiento de
protesta. El régimen intentó crear la apariencia de un conflicto civil,
presentando a Egipto como un país dividido en dos bandos y sentando así las
bases para la intervención del ejército como “árbitro” de la
situación.<BR><BR>Si el régimen lograba crear un movimiento significativo de
signo contrario y provocar enfrentamientos a mayor escala, el ejército podría
tomar cartas y decir: “Se acabó, ahora todo el mundo a casa”, asegurando que las
promesas de Mubarak se cumplirían. Al igual que muchos observadores, estos dos
últimos días me temí que esta estratagema daría resultado y debilitaría al
movimiento, pero la enorme movilización del “día de la despedida” de hoy lo
desmiente. El ejército tendrá que hacer nuevas concesiones más importantes al
levantamiento popular.<BR><BR><STRONG>Cuando hablas de oposición, ¿a qué fuerzas
te refieres? Por supuesto, oímos hablar de los Hermanos Musulmanes y del El
Baradei. ¿Existen otros componentes, como organizaciones de izquierda,
sindicatos, etc.?<BR></STRONG><BR>La oposición egipcia abarca un amplio abanico
de fuerzas. Hay partidos, como el Wafd, que son legales y constituyen lo que
podemos llamar la oposición liberal. Después hay una zona gris que ocupan los
Hermanos Musulmanes. No están legalizados, pero el régimen los tolera. Los
miembros de su estructura son conocidos, no es una organización clandestina. Sin
duda, los Hermanos Musulmanes son de lejos la principal fuerza de oposición.
Cuando el régimen de Mubarak, presionado por EE.UU., concedió cierto espacio a
la oposición en las elecciones parlamentarias de 2005, los Hermanos Musulmanes,
que se presentaron con la etiqueta de "independientes", lograron 88 diputados,
es decir, el 20 % de los escaños del parlamento, a pesar de todas las trabas. En
las últimas elecciones de noviembre y diciembre pasados, después de que el
régimen de Mubarak hubiera decidido cerrar el espacio que había concedido en
2005, los Hermanos Musulmanes casi desaparecieron del parlamento, perdiendo
todos los escaños menos uno.<BR><BR>Entre las fuerzas de izquierda, la más
grande es el partido Tagammu, que es legal y tiene cinco diputados. Se reclama
del legado nasserista /1 y en sus filas han militado destacados comunistas. Es
básicamente un partido de izquierda reformista y el régimen no lo considera una
amenaza. Al contrario, se ha mostrado bastante complaciente con él en repetidas
ocasiones. En Egipto también hay nasseristas de izquierda y grupos de izquierda
radicales, pequeños pero muy activos y muy implantados en el movimiento de
masas.<BR><BR>Luego hay movimientos de la “sociedad civil”, como Kefaya, una
alianza de diversas fuerzas de oposición que se constituyó en solidaridad con la
segunda Intifada palestina en 2000. Más tarde se opuso a la invasión de Iraq y
posteriormente se dio a conocer como movimiento democrático contrario al régimen
de Mubarak. De 2006 a 2009, el país asistió a una oleada de acciones del
movimiento obrero, incluidas algunas grandes huelgas masivas. En Egipto no
existen sindicatos obreros independientes, con una o dos excepciones muy
recientes, fruto de la radicalización social. El grueso de la clase obrera no
cuenta con una representación y organización independientes. Un intento de
convocar una huelga general el 6 de abril de 2008 en solidaridad con los
trabajadores dio lugar a la creación del Movimiento Juvenil del 6 de Abril. Las
asociaciones como esta y Kefaya son grupos orientados a la movilización, no
partidos políticos, y en sus filas militan personas de distintas filiaciones
políticas junto con activistas no afiliados a ningún partido.<BR><BR>Cuando
Mohamed el Baradei volvió a Egipto en 2009 después de dejar la dirección del
OIEA /2, su prestigio personal, reforzado por la concesión del Premio Nobel de
la Paz en 2005, le permitió reunir en torno a su persona a una serie de
personalidades y grupos liberales y de izquierdas, pero los Hermanos Musulmanes
adoptaron una postura más bien tibia hacia él. Muchos miembros de la oposición
veían en El Baradei, que goza de reputación y contactos internacionales, a un
potente candidato con posibilidades frente a Mubarak o su hijo. De este modo, se
convirtió en una referencia para buena parte de la oposición y logró agrupar
tanto a fuerzas políticas como a personalidades. Así se formó la Asociación
Nacional por el Cambio.<BR><BR>Todas estas fuerzas están muy implicadas en el
presente levantamiento. Sin embargo, la gran mayoría de los manifestantes en las
calles no tienen ninguna filiación política. Es una enorme masa harta de vivir
bajo un régimen despótico, cuya furia se ve alimentada por el deterioro de las
condiciones económicas debido al fuerte aumento de los precios de productos
básicos, como alimentos, combustible y electricidad, todo ello en medio de un
creciente desempleo. Esto no solo ocurre en Egipto, sino en la mayor parte de la
región, lo que explica que el fuego de la revuelta que comenzó en Túnez se
extendiera tan rápidamente a tantos países árabes.<BR><BR><STRONG>¿Es El Baradei
realmente una figura popular, o es de alguna manera el Mir-Hossein Musavi /3 del
movimiento egipcio, es decir, alguien que intenta cambiar las caras sin acabar
con el régimen?<BR></STRONG><BR>No estoy de acuerdo, en primer lugar, con esta
caracterización de Musavi. Está claro que Mir-Hossein Musavi no quería "cambiar
el régimen", si por eso se entiende una revolución social. Pero hubo sin duda un
choque entre fuerzas sociales autoritarias, encabezadas por los Pasdaran y
representadas por Ahmadineyad, y otros sectores agrupados en torno a una
perspectiva reformista liberal representada por Musavi. Hubo efectivamente un
choque entre dos concepciones del "régimen", es decir, del modelo de sistema
político.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Mohamed el Baradei es un auténtico liberal que quiere que
su país pase de la dictadura actual a un régimen democrático liberal, con
elecciones libres y libertades políticas. Si existe un abanico tan amplio de
fuerzas políticas que desean colaborar con él, es porque ven en él la
alternativa liberal más creíble al régimen existente, un hombre que no está al
frente de una organización propia y es por tanto una figura adecuada para un
cambio democrático.<BR><BR>Volviendo a la analogía de antes, no se le puede
comparar con Musavi, que pertenece al régimen iraní y es uno de los hombres que
lideraron la revolución islámica de 1979. Musavi contaba con sus propios
seguidores en Irán antes de erigirse en líder del movimiento masivo de protesta
de 2009. En Egipto, El Baradei no puede ni quiere desempeñar un papel similar.
Le apoya una amplia gama de fuerzas, pero ninguna de ellas lo considera su
líder.<BR><BR>La actitud reservada que mostraron inicialmente los Hermanos
Musulmanes hacia El Baradei tenía que ver en parte con el hecho de que no tiene
inclinaciones religiosas y es demasiado laico para su gusto. Además, los
Hermanos Musulmanes habían cultivado una relación ambigua con el régimen a lo
largo de los años. Si hubieran apoyado plenamente a El Baradei, se habría
reducido su margen de negociación con el régimen de Mubarak, con el cual han
estado regateando durante bastante tiempo. El régimen les hizo muchas
concesiones en la esfera sociocultural, como por ejemplo el refuerzo de la
censura islámica en cuestiones culturales. Era lo más fácil que podía hacer el
régimen para apaciguar a la Hermandad. Debido a ello, Egipto retrocedió mucho
con respecto a la secularización que se consolidó bajo Gamal Abdel Nasser en los
años cincuenta y sesenta del siglo pasado. <BR><BR>El objetivo de los Hermanos
Musulmanes consiste en asegurar un cambio democrático que les permita participar
en elecciones libres, tanto parlamentarias como presidenciales. El modelo que
pretenden reproducir en Egipto es el de Turquía, donde el proceso de
democratización estaba controlado por el ejército y este sigue siendo un pilar
fundamental del sistema político. Este proceso, sin embargo, creó un espacio que
permitió al AKP, un partido islámico conservador, ganar las elecciones. No están
por derribar el Estado y por eso cortejan a los militares y se ocupan de evitar
cualquier gesto que pudiera indisponer al ejército. Aplican una estrategia de
conquista gradual del poder; son gradualistas, no radicales.<BR><BR><STRONG>Los
medios occidentales insinúan que la democracia en Oriente Próximo llevaría a la
victoria del integrismo islámico. Hemos visto el retorno triunfal de Rachid
Ghanuchi a Túnez después de muchos años de exilio. Los Hermanos Musulmanes
podrían ganar unas elecciones libres en Egipto. ¿Qué piensas al
respecto?<BR></STRONG><BR>Yo daría la vuelta a toda la cuestión. Diría que es la
falta de democracia la que ha permitido a las fuerzas integristas religiosas
ocupar ese espacio. La represión y la falta de libertades políticas han mermado
notablemente las posibilidades de los movimientos de izquierdas, obreros y
feministas de desarrollarse en un entorno de creciente injusticia social y
degradación económica. En estas condiciones, la manera más fácil de expresar la
protesta masiva es la que utiliza los canales más fácilmente disponibles y
abiertos. Así es cómo la oposición ha acabado siendo dominada por fuerzas que se
adhieren a ideologías y programas religiosos.<BR><BR>Aspiramos a una sociedad en
la que estas fuerzas sean libres de defender sus puntos de vista, pero en
competencia ideológica abierta y democrática entre todas las corrientes
políticas. Para que las sociedades de Oriente Próximo vuelvan a la senda de la
secularización política, a la desconfianza popular ante el aprovechamiento
político de la religión que prevaleció en los años cincuenta y sesenta del siglo
pasado, necesitan el tipo de educación política que únicamente puede adquirirse
mediante una práctica prolongada de democracia.<BR><BR>Dicho esto, el papel de
los partidos religiosos varía de un país a otro. Es cierto que Rachid Ghanuchi
ha sido recibido por unos cuantos miles de seguidores cuando llegó al aeropuerto
de Túnez. Sin embargo, su movimiento, Al Nahda, tiene mucha menos influencia en
Túnez que los Hermanos Musulmanes en Egipto. Por supuesto, esto se debe en parte
al hecho de que Al Nahda sufrió una feroz represión desde los años noventa. Pero
también tiene que ver con el hecho de que la sociedad tunecina es menos propensa
que la egipcia a las ideas integristas religiosas, gracias a su mayor grado de
occidentalización y su mayor nivel de educación, así como a la misma historia
del país.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero no cabe duda de que las principales fuerzas de
oposición a los regímenes existentes en toda la región son partidos islámicos.
Hará falta una experiencia democrática prolongada para cambiar la dirección del
viento que ha prevalecido durante más de tres décadas. La alternativa es la
situación argelina, donde el ejército cortó un proceso electoral mediante un
golpe de Estado en 1992, que dio lugar a una guerra civil devastadora cuyo
precio todavía está pagando el país.<BR><BR>La impresionante eclosión de las
aspiraciones democráticas de los pueblos árabes en las últimas semanas es
realmente alentadora. Ni en Túnez ni en Egipto, ni en ningún otro lugar las
protestas populares se han inspirado en programas religiosos o han estado
encabezadas principalmente por fuerzas religiosas. Se trata de movimientos
democráticos que muestran un profundo deseo de democracia. Las encuestas han
mostrado durante muchos años que la democracia es un valor sumamente apreciado
en los países de Oriente Próximo, contrariamente a los prejuicios
“orientalistas” al uso sobre la “incompatibilidad” cultural de los países
musulmanes con la democracia. Los acontecimientos en curso demuestran una vez
más que toda población privada de libertad acabará levantándose por la
democracia, cualquier que sea la “esfera cultural” a la que
pertenezca.<BR><BR>Quienquiera que se presente en futuras elecciones libres en
Oriente Próximo y las gane se las tendrá que ver con una sociedad en la que la
exigencia de democracia ha adquirido una fuerza enorme. Le será muy difícil a
cualquier partido —cualquiera que sea su programa— hipotecar estas aspiraciones.
No digo que será imposible, pero un resultado importante de los acontecimientos
en curso es que las aspiraciones populares a la democracia han adquirido un
impulso formidable. Crean las condiciones ideales para que la izquierda pueda
reconstruirse como alternativa.<BR><BR></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>* Gilbert Achcar, que se crió en Líbano, es profesor de
estudios sobre el desarrollo y relaciones internacionales en la School of
Oriental and African Studies (SOAS) de Londres y autor de varios libros, entre
ellos The Arabs and the Holocaust: the Arab-Israeli War of Narratives,
Metropolitan Books, Nueva York, 2010, publicado recientemente.</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><U>Notas</U></STRONG></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>/1 Gamal Abdel Nasser fue presidente de Egipto de 1956 a
1970. Enfrentado a las potencias occidentales, fue uno de los líderes del
movimiento de los países no alineados y máximo exponente del nacionalismo
egipcio.<BR>/2 Organismo Internacional de la Energía Atómica. En 2003, El
Baradei tuvo un encontronazo con George W. Bush y sus aliados al desmentir
categóricamente los bulos sobre la existencia de armas de destrucción masiva en
Iraq.<BR>/3 Ex primer ministro iraní, se enfrentó en las elecciones
presidenciales de 2009 al actual presidente Ahmadineyad, cosechando muchos votos
de la juventud y la clase media urbana.
<HR>
<BR><BR><BR> <BR></DIV></FONT></BODY></HTML>