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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de Prensa
<BR></FONT><U>12 de febrero 2011<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Colectivo
Militante - Agenda Radical<BR></FONT>Gaboto 1305 - Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<HR>
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<DIV> </DIV>
<DIV><STRONG><FONT size=3>Egipto</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Los militares tomaron el poder
</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Se fue Mubarak y Egipto festejó su
derrocamiento</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial><STRONG>En el mismo momento en que la
renuncia de Mubarak se expandía como fuego entre los manifestantes, afuera de la
estación de televisión estatal los militares se peleaban por los ministerios. En
algunos países esto se llama “golpe de Estado”.<BR><BR></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Robert Fisk
</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>The Independent, Gran
Bretaña</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Página/12, Buenos Aires,
12-2-11</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><A
href="http://www.pagina12.com.ar/">http://www.pagina12.com.ar/</A></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Traducción de Celita
Doyhambéhère</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2>De pronto todos comenzaron a cantar.
Y a reír y llorar y gritar y rezar, arrodillándose en la calle y besando el
sucio pavimento justo en frente de mí, bailando y agradeciéndole a Dios por
librarlos de Hosni Mubarak –un gesto generoso, pues fue su coraje más que la
intervención divina lo que libró a Egipto de su dictador–. Era como si cada
hombre y mujer se hubieran casado recién, como si la alegría pudiera borrar
todas las décadas de dictadura y dolor y represión y humillación y sangre. Para
siempre se conocerá como la Revolución Egipcia del 25 de enero –el día que
comenzó la revuelta– y por siempre será la historia del pueblo que
resucitó.</FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR>El viejo se había ido finalmente, entregándole el poder
no al vicepresidente sino –curiosamente, aunque los millones de revolucionarios
no violentos no estaban en condiciones de apreciar eso anoche– al consejo del
ejército de Egipto, a un mariscal de campo y a un montón de brigadieres
generales, garantes, por ahora, de todo por lo que los manifestantes
prodemocracia habían luchado, y en algunos casos muerto. Y hasta los soldados
estaban felices. En el mismo momento en que la renuncia de Mubarak se expandía
como fuego entre los manifestantes afuera de la estación de televisión estatal
en el Nilo, la cara de un joven oficial estalló de alegría. Todo el día, los
manifestantes habían estado diciéndoles a los soldados que eran hermanos. Bueno,
veremos si es verdad.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hablar de un día histórico de alguna manera no expresa la
verdad de lo que la victoria de anoche realmente quiere decir para los egipcios.
Con mero poder de voluntad, con coraje frente a la odiosa policía de seguridad
de Mubarak, con la comprensión de que a veces hay que luchar para derrocar a un
dictador con algo más que palabras y facebooks, con el mismo acto de pelear con
puños y piedras contra policías con armas y gas lacrimógeno y balas de plomo,
lograron lo imposible: el fin –y deben rogarle a su Dios que sea permanente– de
casi 60 años de autocracia y represión, 30 de ellos de Mubarak. Los árabes,
difamados, maldecidos, abusados racialmente en Occidente, tratados como
retrasados y sin educación por muchos de los israelíes que querían mantener el
gobierno a veces salvaje de Mubarak, se habían levantado, abandonaron su temor y
tiraron al hombre al que Occidente quiere como un líder “moderado” que haría lo
que se les antojara por el precio de 1500 millones de dólares por año. No son
sólo los europeos de Oriente los que pueden tolerar la brutalidad.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Que este hombre –menos de 24 horas antes– había anunciado
en un momento de locura que todavía quería proteger a sus “hijos” del
“terrorismo” y que se quedaría en funciones, hizo que la victoria de ayer fuera
mucho más valiosa. El jueves a la noche, los hombre y mujeres que exigían
democracia en Egipto blandían sus zapatos en el aire para mostrar su falta de
respeto por el decrépito líder que los trataba como niños, incapaces de dignidad
política y moral. Luego, ayer, simplemente huyó a Sharm el Sheik, un lugar de
descanso estilo occidental sobre el Mar Rojo, un lugar que tiene tanto en común
con Egipto como Marbella o Bali.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Así que la Revolución Egipcia estaba anoche en las manos
del ejército del país, mientras una serie de declaraciones confusas y
contradictorias del ejército indicaban que los mariscales de campo, los
generales y los brigadieres de Egipto estaban compitiendo por el poder en ruinas
del régimen de Mubarak. Israel, de acuerdo con varias prominentes familias
militares de El Cairo, estaba tratando de persuadir a Washington de que
promocionara a su egipcio favorito –el ex “capo” de inteligencia y
vicepresidente Omar Suleimán– para la presidencia, mientras que el mariscal de
campo Tantawi, el ministro de Defensa, quería que su jefe de Estado Mayor, el
general Sami Anan, gobernara el país.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Cuando Mubarak y su familia fueron enviados a Sharm el
Sheik, ayer a la tarde, sólo se confirmó que su presencia era más irrelevante
que provocativa. Los cientos de miles de manifestantes en la plaza Tahrir olían
la misma decadencia de poder y hasta Mohamed el Baradei, el ex inspector de
armas de la ONU y ambicioso Premio Nobel, anunció que “Egipto iba a explotar” y
que “el ejército debía salvarla”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los analistas hablan de una “red” de generales dentro del
régimen, aunque es más bien una telaraña, una serie de altos oficiales
competitivos cuya propia fortuna personal y privilegios celosamente guardados
fueron ganados por servir al régimen, cuyo líder de 83 años ahora aparece tan
demente como senil. La salud del presidente y las actividades de los millones de
manifestantes pro democracia en Egipto son, por lo tanto, menos importantes que
las salvajes luchas internas del ejército.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero si bien se deshicieron del “rais” –el presidente– el
alto comando del ejército está formado por hombres del viejo orden. La mayoría
de los oficiales del rango más alto del ejército fueron absorbidos dentro del
núcleo del poder del régimen. Durante el último gobierno de Mubarak, el
vicepresidente era un general, el primer ministro era un general, el viceprimer
ministro era un general, el ministro de Defensa era un general y el ministro de
Interior era un general. Mubarak mismo era comandante de la fuerza aérea. El
ejército llevó a Nasser al poder. Apoyó al general Anwar Sadat. Apoyó al general
Mubarak. El ejército introdujo la dictadura en 1952 y ahora los manifestantes
creen que se convertirá en la agencia de la democracia. Vaya esperanza.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Por lo tanto –tristemente– Egipto es el ejército y el
ejército es Egipto. O por lo menos eso quiere creer. Por eso desea controlar –o
proteger, como reiteran constantemente los comunicados del ejército– a los
manifestantes pidiendo que Mubarak se vaya. Pero los cientos de miles de
revolucionarios democráticos de Egipto –furiosos por la negativa de Hosni
Mubarak de abandonar la presidencia el jueves por la noche– comenzaron su propio
golpe militar en El Cairo ayer, desbordando la plaza Tahrir, no sólo alrededor
del edifico del Parlamento sino en el lado del Nilo, donde está la televisión
estatal y las centrales de radios, y por donde pasa la carretera que lleva a la
lujosa residencia de Mubarak en el caro suburbio de Heliopolis. Miles de
manifestantes en Alejandría llegaron a las mismas puertas de uno de los palacios
de Mubarak, donde la guardia presidencial entregaba agua y comida en un dócil
gesto de “amistad” hacia la gente. Los manifestantes también tomaron la plaza
Talaat Haab en el centro comercial de El Cairo, mientras cientos de académicos
de las tres principales universidades de la ciudad marchaban hacia Tahrir a
media mañana.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Después de la furia expresada durante la noche por el
paternalista y profundamente insultante discurso de Mubarak –cuando habló
largamente sobre él mismo y su servicio en la guerra de 1973 y se refirió sólo
vagamente a los deberes que supuestamente debería reasignar a su vicepresidente,
Omar Suleimán– las manifestaciones de ayer comenzaron en medio del humor y una
extraordinaria civilidad.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Si los secuaces de Mubarak esperan que su casi suicida
decisión del jueves provocaría la violencia en los millones de manifestantes por
la democracia en todo Egipto, estaban equivocados: alrededor de El Cairo, los
jóvenes hombres y mujeres que eran la base de la Revolución Egipcia se
comportaron con la moderación que el presidente Obama pidió ayer. En muchos
países, hubieran quemado edificios del gobierno después del discurso desmedido
presidencial; en la plaza Tahrir, leyeron poesía. Y luego escucharon que su
desgraciado antagonista se había ido.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero el verso árabe no gana revoluciones, y cada egipcio
sabía ayer que la iniciativa no estaba más con los manifestantes que con la
remota, ligeramente demente figura del ex dictador. Pues el futuro cuerpo
político de Egipto está compuesto por hasta cien oficiales, cuya antigua
fidelidad a Mubarak ahora ha sido abandonada totalmente. Un comunicado militar
de ayer a la mañana –leído, curiosamente, por un presentador civil de la
televisión estatal– pedía “elecciones libres y justas”, añadiendo que las
fuerzas armadas egipcias estaban “comprometidas con las demandas del pueblo”,
que debería “reasumir su forma normal de vida”. Traducido al lenguaje civil,
esto significa que los revolucionarios debían empacar mientras un círculo de
generales se divide los ministerios del nuevo gobierno. En algunos países esto
se llama “golpe de Estado”.
<HR>
</DIV></FONT></BODY></HTML>