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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de Prensa</FONT>
<BR><U>24 de febrero 2011<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Colectivo Militante
- Agenda Radical<BR></FONT>Gaboto 1305 - Montevideo - Uruguay<BR>redacción y
suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<DIV><STRONG><FONT size=3>Libia</FONT></STRONG></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>La vergonzosa
actitud de la Unión Europea ante la situación en
Libia<BR></FONT></STRONG><BR></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Carine Fouteau
(Mediapart)<BR></STRONG><A
href="http://www.mediapart.fr/"><STRONG>http://www.mediapart.fr/</STRONG></A></FONT></DIV><FONT
face=Arial size=2>
<DIV align=justify><STRONG>Traducción de Viento Sur<BR></STRONG><A
href="http://www.vientosur.info/"><STRONG>http://www.vientosur.info/</STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify><BR><BR>El mismo día en que arrancaron las primeras
manifestaciones contra Gadafi en Libia, el 15 de febrero de 2011, representantes
de la Unión Europea recibían en Bruselas a oficiales del régimen libio para
discutir sobre la “puesta en práctica” de un acuerdo sobre inmigración, según
informaciones confirmadas en la sede de la Comisión. Esta coincidencia es la
viva imagen de la única respuesta concreta que ha dado hasta ahora la UE a los
levantamientos populares del Magreb y de Oriente Próximo: reforzar la vigilancia
de sus fronteras exteriores para impedir que los migrantes procedentes del
continente africano arriben a sus costas.<BR><BR>A partir del domingo, 20 de
febrero, la agencia europea Frontex viene facilitando a Italia equipos aéreos y
marítimos y “policías” europeos. “Me complace anunciar (el despliegue) de la
misión Hermes de Frontex (…) para ayudar a las autoridades italianas a gestionar
los flujos migratorios procedentes del norte de África”, declaró satisfecha la
comisaria de Asuntos de Interior, Cecilia Malmström.<BR><BR>Esta “clara señal de
solidaridad europea”, por citar sus palabras, se produce a raíz de la llegada,
estos últimos días, de varios miles de tunecinos (unos 5.000) a la isla de
Lampedusa. Aprovechando la relajación de la vigilancia policial en su país,
estas personas llegaron a Italia en barco con ánimo de reunirse, en muchos
casos, con sus familias en Francia.<BR><BR>Si las mismas causas producen los
mismos efectos, los Estados miembros de la UE temen que el hundimiento del
Estado libio, si finalmente se produce, provoque la salida masiva de migrantes
de Libia, que constituye la principal zona de tránsito de muchos africanos
subsaharianos. Blandiendo la amenaza de invasión, el ministro de Asuntos
Exteriores de Italia, Franco Frattini, anunció la posible llegada de “cientos de
miles” de refugiados y predijo incluso un “éxodo bíblico”, “diez veces mayor que
la llegada de albaneses en la década de 1990”.<BR><BR>En una entrevista
publicada en la revista alemana Spiegel Online, el director de Frontex, Ilkka
Laitinen, anticipa lo que sucederá. Al tiempo que pide más medios humanos y
materiales, considera, fatalista, que “si quieren venir, encontrarán la manera
de llegar”. “No podemos matarlos”, añade.<BR><BR><STRONG>5.000 millones de
euros, una cantidad “exagerada”<BR></STRONG><BR>Los países europeos se
inquietan, o hacen ver que se inquietan, cuando son ellos mismos los que han
contribuido a convertir la inmigración en moneda de cambio en sus relaciones con
Muammar el Gadafi. Este último lo demostró el 17 de febrero, cuando amenazó con
“dejar de cooperar en la lucha contra la inmigración ilegal” si la UE seguía
“alentando” a los manifestantes. Desde hace algunos meses, la ruta libia estaba
siendo menos frecuentada y los migrantes preferían tomar otras vías, más largas
y peligrosas, rodeando el Mediterráneo por la parte oriental. Sin embargo, un
debilitamiento del Estado policiaco y las órdenes del dirigente libio podrían
reactivar esa ruta.<BR><BR>A golpe de millones de euros, Bruselas asignó
progresivamente la función de guardafronteras a Libia, país que no ha suscrito
la Convención de Ginebra sobre los refugiados. El último acuerdo de cooperación
data de octubre de 2010. Pocas semanas después de la firma, a finales de
noviembre, los dirigentes europeos acudieron a Trípoli para escuchar cómo el
dirigente libio les reclamaba, una vez más, 5.000 millones de euros (anuales)
para frenar la inmigración “clandestina”.<BR><BR>Si bien tacharon esta petición
de “exagerada”, los responsables de la UE acababan de concederle una “ayuda” de
50 millones en dos años (2011-2013). Italia se había adelantado en mayo de 2009
organizando patrullas italo-libias a lo largo de las costas.<BR><BR>Presas de su
propia trampa, los ministros europeos de Asuntos Exteriores, reunidos en
Bruselas el domingo 20 y el lunes 21 de febrero, expresaron su indignación,
desde luego, pero midiendo mucho sus palabras. Cuando ya habían muerto
centenares de manifestantes libios en Bengasi y Trípoli, la jefa de la
diplomacia europea, Catherine Ashton, llamó a las autoridades a “hacer gala de
contención y calma” y abogó por “un diálogo abierto y con contenido”.<BR><BR>Las
circunstancias dramáticas no impidieron a los representantes de la UE expresar
su preocupación por una eventual avalancha de inmigrantes. “Se produce un
fenómeno de succión cuando caen un régimen y sus controles”, insistió el
ministro francés de Asuntos Europeos, Laurent Wauquiez. “Estamos alarmados por
la evolución de la situación en África del Norte”, añadió Michele Cercone,
portavoz de la comisaria de Asuntos de Interior.<BR><BR><STRONG>Un “emirato
islámico árabe junto a la frontera europea”<BR></STRONG><BR>Yendo todavía más
lejos, el ministro de Asuntos Exteriores checo, Karel Schwaerzenberg, estimó que
la UE “no debería implicarse demasiado” en los acontecimientos libios, poniendo
en guardia a la opinión sobre las “catástrofes” que provocaría la caída del
dictador.<BR><BR>“Italia, como ustedes saben, es el vecino más cercano tanto de
Túnez como de Libia y estamos extremadamente preocupados por las repercusiones
en el fenómeno migratorio en el sur del Mediterráneo” de los acontecimientos
actuales, declaró a su vez su colega italiano, Frattini. “Europa no debería
tratar de exportar su modelo a África del Norte (…). No deberíamos causar la
mala impresión de que exportamos nuestra democracia. Debemos ayudar y apoyar la
reconciliación pacífica”, remachó, expresando su temor por la instauración de un
“emirato islámico árabe junto a la frontera europea”, que supondría una “grave
amenaza”.<BR><BR>Como atestigua el tono dramático de estas palabras, el fantasma
de la invasión responde a cierto interés por parte de los países que lo agitan.
En la escena política italiana, podría servir para desviar la atención de la
opinión pública de los escándalos del jefe de gobierno, Silvio Berlusconi,
pendiente de juicio por abuso de poder y relaciones sexuales con una
menor.<BR><BR>En Francia, el ministro del Interior, Brice Hortefeux, aprovechó
la ocasión para insistir en relacionar inmigración y delincuencia. “Las
autoridades italianas nos han informado de que entre los inmigrantes recién
llegados hay antiguos presos comunes, ya que unos 10.000 de ellos se han evadido
durante la revolución tunecina. De momento, el problema no se plantea en
Francia, pero puede llegar a plantearse. Es realmente preocupante para los
países europeos que esa gente venga aquí”, declaró, según Le Canard enchaîné,
durante un desayuno con los dirigentes de la mayoría parlamentaria, el 15 de
febrero en el Elíseo. <BR><BR>En el plano de la UE, este tipo de discurso
pretende legitimar el continuo endurecimiento de la política migratoria europea,
cuando en realidad los desplazamientos entre las dos riberas del Mediterráneo
son muy minoritarios dentro de los flujos migratorios.<BR><BR>Coreadas por el
grupo de los Verdes en el Parlamento Europeo, varias redes militantes y
asociaciones, como Migreurop o France terre d’asile, han llamado a los Estados
miembros a romper toda relación con Libia y a “reorientar radicalmente” sus
política con el fin de “abrir una nueva era, marcada por menos injusticias,
menos desigualdad y menos atentados a los derechos en las relaciones entre la
Unión Europea y sus vecinos mediterráneos”.
<HR>
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