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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa <BR></FONT><U>26 de febrero 2011<BR></U><FONT color=#800000
size=5>Colectivo Militante - Agenda Radical<BR></FONT>Gaboto 1305 - Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<HR>
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<DIV><FONT size=3><STRONG>Libros</STRONG></FONT></DIV>
<DIV><FONT size=3><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV><FONT size=3><STRONG>
<DIV><STRONG><FONT size=3>Amor en tiempos de
revolución</FONT></STRONG></DIV></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT size=2>A propósito de "La Mujer, el Estado y la
Revolución. Política familiar y soviéticas 1917-1936", de Wendy Z. Goldman
(Edición conjunta del Instituto de Pensamiento Socialista "Karl Marx" y la
agrupación de mujeres "Pan y Rosas", Buenos Aires
2010)</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV><STRONG><FONT size=3></FONT><BR></STRONG></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Andrea D’Atri
*</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>La Verdad
Obrera</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><A
href="http://www.pts.org.ar/"><STRONG>http://www.pts.org.ar/</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><BR> </DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2>“Si logramos que de las relaciones de
amor desaparezca el ciego, exigente y absorbente sentimiento pasional; si
desaparece también el sentimiento de propiedad lo mismo que el deseo egoísta de
‘unirse para siempre al ser amado’; si logramos que desaparezca la fatuidad del
hombre y que la mujer no renuncie criminalmente a su ‘yo’, no cabe duda que la
desaparición de todos estos sentimientos hará que se desarrollen otros elementos
preciosos para el amor. Así se desarrollará y aumentará el respeto hacia la
personalidad del otro, lo mismo que se perfeccionará el arte de contar con los
derechos de los demás; se educará la sensibilidad recíproca y se desarrollará
enormemente la tendencia de manifestar el amor no solamente con besos y abrazos,
sino también con una unidad de acción y de voluntad en la creación común.” Con
esas palabras, Alexandra Kollontai cerraba su Carta a la Juventud Obrera de
1921, también publicada como El amor en la sociedad comunista.</FONT></DIV><FONT
face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR>Su voz fue una de las tantas que se alzaron en los
primeros años de la Revolución Rusa de 1917 para debatir sobre el amor, el
matrimonio, las uniones libres, la sexualidad, la extinción de la familia, la
socialización del trabajo doméstico, la educación de los niños, el derecho al
divorcio y al aborto, entre tantas otras cuestiones que hacen a la vida
cotidiana. Y estos debates, sus avances y retrocesos, el desgarramiento entre
una sociedad nueva por nacer y la vieja sociedad reaccionaria y opresora que se
derrumbaba, se describen y analizan en La mujer, el Estado y la revolución, una
exhaustiva investigación de la historiadora norteamericana Wendy Z. Goldman que,
por primera vez se presenta en castellano en esta edición conjunta de la
agrupación de mujeres Pan y Rosas y Ediciones del IPS.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>El amor en tiempos de revolución</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>¿Cómo crear una legislación para un estado que se
concebía, desde su inicio, destinado a perecer? El Código Civil de 1918,
resultante de profundos debates y estudios de juristas, intelectuales y
dirigentes bolcheviques, no tenía parangón en la legislación más avanzada de los
países centrales europeos. Y, sin embargo, como señala Wendy Z. Goldman, “a
pesar de las innovaciones radicales del Código, los juristas señalaron
rápidamente ‘que esta legislación no es socialista, sino legislación para la era
transicional’. Ya que este Código preservaba el registro matrimonial, la pensión
alimenticia, el subsidio de menores y otras disposiciones relacionadas con la
necesidad persistente aunque transitoria de la unidad familiar. Como marxistas,
los juristas estaban en la posición extraña de crear leyes que creían que pronto
se convertirían en irrelevantes.”</DIV>
<DIV align=justify><BR>Garantizar la igualdad ante la ley de hombres y mujeres,
pero especialmente trabajar en la transformación radical de todo aquello que
obstaculizara la igualdad ante la vida, donde las mujeres permanecían
esclavizadas en el embrutecedor trabajo doméstico, víctimas de opresivas
costumbres ascentrales que era necesario arrancar de raíz de la cultura y la
vida social soviéticas. Nada de esto podía resultar una tarea sencilla en medio
de la guerra imperialista, la guerra civil, las sequías y hambrunas que asolaban
al naciente estado obrero. Sin embargo –como señalamos en el prólogo a La mujer,
el Estado y la revolución- “las dificultades no eran óbice para un pensamiento
audaz de los dirigentes bolcheviques, que sobrevolaba por encima de los aprietos
que imponía la realidad. (...). La vida privada era un objetivo de la revolución
en curso, como si aquella otra consigna de que ‘lo personal es político’,
levantada por las feministas de los años ’70, se encontrara anticipada en las
ideas que el bolchevismo tenía sobre la emancipación de las mujeres.”</DIV>
<DIV align=justify><BR>Ellos y ellas se atrevieron, no sólo a tomar el poder,
sino a tomar el cielo por asalto, pensando nuevas formas de relaciones humanas,
despojadas de la coerción, la represión, el despotismo y la mezquindad familiar.
Imaginaron que el comunismo no era sólo una asociación de productores libres
sino también una sociedad donde, como dijera el sociólogo Vol’fson,
parafraseando a Engels, “la familia será enviada a un museo de antigüedades,
donde yacerá junto a la rueca y el hacha de bronce, a la calesa, la máquina de
vapor y el teléfono de cable.”</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>El amor en tiempos de reacción</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>¿Y no es acaso ese tesón y esa confianza en las ideas
revolucionarias uno de los aspectos más valiosos de estas experiencias que
subvirtieron la vida de millones de hombres y mujeres?</DIV>
<DIV align=justify><BR>Fue necesaria la derrota de los levantamientos
revolucionarios de los obreros de la moderna Europa; la persecución y el
aislamiento en cárceles, campos de trabajo forzoso; fueron necesarios el exilio,
los juicios fraguados y el fusilamiento de miles de estos revolucionarios para
que –paradójicamente- en nombre del socialismo, se limitara el desarrollo de la
socialización de los servicios de guarderías, lavaderos y comedores, para que se
desenterrara el culto a la familia, para que se estableciera que el matrimonio
civil era la única forma legal de unión frente al Estado, para que se suprimiera
la sección femenina del Comité Central del Partido Bolchevique, para que se
volviera a penalizar la homosexualidad como en tiempos del zarismo y se
criminalizara la prostitución, para que se prohibiera el aborto y se
desacreditaran las ideas que se debatían ardientemente en los primeros años de
la revolución.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La reacción stalinista no tenía nada en común con las
mejores tradiciones del socialismo, que impregnaron de un espíritu profundamente
libertario los primeros debates de los revolucionarios rusos. Más bien, el
stalinismo era todo su contrario y miles de deportados, presos y asesinados lo
atestiguaron con sus vidas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Encabezamos el prólogo de esta obra de Wendy Z. Goldman
con una frase de Trotsky que dice: “todo el que se inclina ante los hechos
consumados es incapaz de preparar el porvenir.” La burocracia stalinista se
inclinó ante los hechos consumados, pero pérfidamente, haciendo de la necesidad,
virtud, llamó a esto, “socialismo”. Éste ha sido, quizás, el crimen más
grotesco, siniestro y de consecuencias más graves para los explotados y
oprimidos. Como señala Wendy Z. Goldman, contra la reacción emprendida por el
stalinismo –que, en cuanto a la política familiar y la vida social no se fundaba
en ninguna limitación económica, sino en condicionamientos exclusivamente
ideológicos-, “la tragedia de la reversión en el campo de la ideología no fue
sencillamente el haber destruido la posibilidad de un nuevo orden social
revolucionario, aunque millones habían sufrido y muerto precisamente por este
motivo. La tragedia fue que el partido siguió presentándose como el heredero
genuino de la visión socialista original. (...). Y la tragedia más grande de
todas es que las generaciones subsiguientes de mujeres soviéticas, desheredadas
de los pensadores, las ideas y los experimentos generados por su propia
Revolución, aprendieron a llamar a esto ‘socialismo’ y a llamar a esto
‘liberación’.”</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>El amor en tiempos de restauración</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>De esto ya no habla el libro de Wendy Z. Goldman. ¡Pero
qué bueno es un libro cuando nos hace pensar sobre aquello que dice y nos abre
algunas pistas sobre lo que no dice! ¿Estamos mejor o peor que en tiempos de la
revolución rusa, hace casi un siglo atrás? Nunca antes, como en el período del
neoliberalismo, los derechos de las mujeres, de las minorías, de la infancia, el
respeto de las identidades y la libertad sexual se difundieron y cristalizaron
en leyes, instituciones, organizaciones no gubernamentales, protocolos
internacionales, etc. Pero paradójicamente, mientras hasta las instituciones
financieras internacionales tienen sus “secretarías de género y desarrollo”, los
planes económicos y las políticas neoliberales provocaron que los antiguos
vejámenes contra las mujeres se convirtieran en ingentes negocios, como por
ejemplo, la prostitución y la trata de mujeres para la explotación sexual, la
pornografía, etc.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En el mundo contemporáneo, el capitalismo se solaza en
modelos puritanos de reaccionarios y fundamentalistas, al tiempo que desarrolla
el mayor mercado legal e ilegal jamás conocido para el goce ilimitado del
individuo; discute y avanza sobre derechos de los más desprotegidos y, al mismo
tiempo, dispone de todas las posibilidades para violarlos sistemáticamente.
Propone nuevos modelos de relaciones personales, sin liquidar los prejuicios y
las estructuras más arcaicas. Campañas contra el abuso infantil y liberación de
las fronteras para el tráfico de niñas y niños de los países semicoloniales a
las grandes metrópolis; derechos igualitarios y respeto a la diversidad que
integran a ciertos excluidos a la norma, mientras en los márgenes, los que aun
permanecerán excluidos siguen siendo víctimas de feroces represiones
institucionales y privadas. Si hay mayor grado de libertad sexual para las
mujeres, a su lado crece el comercio de la estética, el negocio de la
prostitución masculina y el aliento del consumo infinito para la obtención de
una imagen de perfección y eterna juventud. Si hay más derechos civiles para los
homosexuales, a su lado se multiplican los negocios que incentivan el turismo,
el ocio y la diversión gay-friendly basados precisamente en el mantenimiento del
“ghetto”. Como señala Daniel Bensaïd en su libro Los irreductibles, “la defensa
de la diferencia se reduce entonces a una tolerancia liberal represiva, simple
reverso proteccionista de los intereses de los consumidores por asociaciones de
la homogeneización del mercado.”</DIV>
<DIV align=justify><BR>En ese océano de individuos sin individualidad, las
relaciones interpersonales se degradan para convertirse en una gran farsa en la
cual, como decía Alexandra Kollontai, no hay más que la satisfacción “del
individualismo más grosero que caracteriza nuestra época”: el de los sujetos que
tratan de huir de la soledad haciéndose creer, mutuamente, que lo son todo para
el otro. En el ¿mejor? de los casos, un “individualismo de a dos”, como decía la
dirigente bolchevique.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Y por casa, ¿cómo andamos?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>¿Las revolucionarias y revolucionarios tenemos algo para
decir sobre todo esto? Y además de lo que podríamos decir ¿podemos mostrar otras
formas de relaciones interpersonales que, sin estar exentas de desgarrantes
contradicciones, también prefiguren lo más libertario, profundo y sensible del
futuro que ambicionamos liberado de toda opresión?</DIV>
<DIV align=justify><BR>La mujer, el Estado y la revolución nos permite asomarnos
a esa visión ambiciosa, creativa, rupturista, de vanguardia, de los líderes
bolcheviques de hace un siglo atrás y pensar, un siglo después, si los
revolucionarios de hoy somos capaces de crear un ámbito de reflexión y
construcción de relaciones más libres, comprometidas y diversas que cuestionen
la naturalización que hace la sociedad burguesa de la opresión de las mujeres,
la discriminación de lesbianas y homosexuales, la marginación de quienes
construyen otras formas de relaciones interpersonales que no se amoldan a la
pareja heterosexual convencional.<BR></DIV>
<DIV align=justify>El libro de Wendy Z. Goldman, más allá de ser una minuciosa y
recomendable investigación histórica para quienes quieran adentrarse en los
aspectos menos conocidos de la Revolución Rusa de 1917 y del proceso de reacción
termidoriana del stalinismo, tiene el mérito de provocarnos un cuestionamiento
más profundo de nuestras convicciones revolucionarias, para quienes creemos que
no sólo de luchas sindicales o democráticas y programa político vivimos los
revolucionarios. Los militantes, especialmente los jóvenes, pero también todas
aquellas trabajadoras, trabajadores y estudiantes que despiertan a la vida
política tienen el desafío de apropiarse de estas ideas libertarias que la
revolución obrera despertó hace casi un siglo atrás, para atreverse a tomar el
cielo por asalto.</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>* Dirigente nacional del Partido de los Trabajadores
Socialistas (PTS), especialista en estudios de la mujer, profesora universitaria
en Buenos Aires y Córdoba. Es autora de "Pan y Rosas. Pertenencia de género y
antagonismo de clase en el capitalismo" (2004). Es impulsora de la grupación de
mujeres "Pan y Rosas" e integra el consejo asesor del Instituto del Pensamiento
Socialista "Karl Marx".
<HR>
</DIV></FONT></BODY></HTML>