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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de Prensa
<BR></FONT><U>27 de febrero 2011<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Colectivo
Militante - Agenda Radical<BR></FONT>Gaboto 1305 - Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<HR>
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<DIV><STRONG><FONT size=3>Medio Oriente</FONT></STRONG></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Los precios internacionales de los
alimentos y la revolución en Medio Oriente </STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>El hambre de
democracia<BR></STRONG></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>Entre
interpretaciones que glorifican a las redes sociales, pasó desapercibido un
factor tradicional y tajante: los alimentos subieron un 32 por ciento en el
segundo semestre de 2010. Un viejo problema que sólo va a agravarse en el
futuro.<BR></FONT></STRONG><BR></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Peter Popham
*</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>The Independent, Gran
Bretaña. </STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Página/12, Buenos Aires,
27-2-11</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><A
href="http://www.pagina12.com.ar/"><STRONG>http://www.pagina12.com.ar/</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV><FONT face=Arial
size=2>
<DIV align=justify><BR>La revolución avanza. Mientras Khadafi suelta a sus
matones y mercenarios para la pelea final en las calles de Trípoli, hay varias
muertes en Irak a medida que las protestas se hacen más duras. El rey Abdulá de
Arabia Saudita intenta sobornar a sus súbditos con una coima de 35.000 millones
de dólares en viviendas, servicios sociales y becas. Ahí nomás en Bahrein
sueltan presos políticos pero la situación no se calma. En Irán, el presidente
Ahmadinejad no para de hablar, encantado, sobre el caos en el mundo árabe, sin
mencionar el creciente odio en su propio país. La oposición en Yemen gana fuerza
cada día.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Y no es cosa del Medio Oriente nada más. Es una crisis
africana: Túnez, donde todo empezó, es un país africano y esta semana un
desesperado veterano de guerra se quemó vivo frente al palacio presidencial de
Senegal, imitando a Mohamed Bouazizi, el vendedor ambulante cuyo suicidio
disparó la revolución tunecina. El espíritu de la revuelta se extiende como un
incendio a media docena de naciones africanas desgobernadas, con serios
disturbios en Mauritania, Gabón, Camerún y Zimbabwe.</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Nadie está a salvo. Docenas de activistas chinos siguen
detenidos o bajo vigilancia, y el gobierno cerró la red LindedIn para evitar
protestas al estilo árabe. En lo que debe ser el régimen más represivo del
planeta, Corea del Norte, el ejército reprimió una protesta en Sinuiji matando a
cinco personas. Y no fue la única ciudad en manifestarse. Los generales que
gobiernan Burma detrás de un fino barniz institucional no sacan el ojo de Medio
Oriente, listos para volver a encarcelar a Aung San Suu Kyi a la primera señal
de manifestaciones.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Nadie es inmune a esta ola de rebelión porque la
globalización es un hecho. Los mercados están conectados de un modo íntimo y los
problemas de uno enseguida se transforman en la furia del otro. Hace veinte
años, las cosas eran más manejables. Cuando la producción de granos de la Unión
Soviética se cayó en los años ochenta y un país que había sido exportador de
granos tuvo que importarlos, el resultado fue la caída del sistema en unos pocos
años. Pero eso fue todo. Hoy no hay esos diques y, gracias a las comunicaciones
digitales, las cosas se aceleraron.</DIV>
<DIV align=justify><BR>¿Por qué ahora? Hay varias explicaciones en oferta:
nuevas poblaciones urbanas con educación y sin empleo, décadas de resentimiento
acumulado contra lo que Peter Bergen, de la New American Foundation, define como
“cleptocracias autoritarias y endogámicas que no saben gobernar”, Facebook y
Twitter subvirtiendo el control de la población.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Lo que no aparece en la lista, para el asombro y alivio
de EE.UU. y Europa son las cosas que se suponía eran la base del populismo
árabe: el fundamentalismo islámico combinado con antisionismo y
antiamericanismo. Como destacó un egipcio tras la caída de Mubarak, en ningún
momento en las semanas de disturbios se le ocurrió a alguien atacar las
embajadas de Israel o de Estados Unidos, aunque están a unas cuadras de la plaza
Tahrir. “Ni siquiera les tiraron una botella de Coca”, dijo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Claro que esto no significa que los aliados de Al Qaida
no vayan a tratar de aprovechar el caos en Libia, tratando de que sea una
Somalia en el Mediterráneo. Y nada garantiza que estas revueltas resulten en
democracias. Es que la raíz verdadera de estos eventos, más allá de las
discusiones sobre redes sociales, es un problema que va a empeorar en los años
próximos, un problema que nadie puede realmente controlar.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La primera advertencia fue un documento publicado en
diciembre en la página de la FAO, la organización dedicada a la alimentación y
la agricultura de la ONU. “Los recientes episodios de extrema volatilidad de
precios en los mercados agropecuarios internacionales anuncian riesgos
crecientes y más frecuentes para la seguridad alimentaria del mundo. Hay un
creciente consenso sobre que el sistema global de producción de alimentos es más
vulnerable y susceptible a episodios de extrema volatilidad de precios. A medida
que los mercados se integran en la economía mundial, los cambios en la arena
internacional pueden ahora trasladarse y propagarse a los mercados locales de un
modo más rápido.”</DIV>
<DIV align=justify><BR>Estos cambios ocurrieron lejos de El Cairo y de Trípoli.
Incluyeron incendios en Rusia que destruyeron cientos de miles de hectáreas de
granos, fuertes lluvias en Canadá que arruinaron la cosecha de trigo, un verano
caluroso y seco en Argentina que disminuyó la cosecha de soja, inundaciones en
Australia que arrasaron el trigo. Medio Oriente, con su superpoblación y sus
desiertos, importa la tercera parte del trigo del mundo. El efecto combinado de
estos problemas en los países productores le creó una inflación en la canasta
alimentaria del 32 por ciento en el segundo semestre de 2010.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La FAO atribuye esta volatilidad extrema de los precios a
los desastres naturales como los terremotos, tsunamis y ciclones.
“Históricamente, los episodios de extrema volatilidad son raros. Como los
desastres naturales, tienen una baja posibilidad de ocurrir pero crean grandes
riesgos y costos a las sociedades que los sufren.”</DIV>
<DIV align=justify><BR>A comienzos de 2008 ocurrió otra cadena de problemas
similar que causó disturbios por el precio de los alimentos en cuarenta países,
de Haití a Bangladesh, pasando por México, Uzbekistán y Eritrea, además de otros
que volvieron ahora a las primeras planas, como Yemen, Egipto, Marruecos,
Mauritania, Senegal y Zimbabwe. Estos son parte de la lista de 80 países que
combinan bajos ingresos con poca producción de alimentos, lo que los deja
particularmente expuestos a las fluctuaciones de precios. En esos países,
importar alimentos puede llevarse el 70 por ciento de los ingresos. Cuando el
precio de las harinas y los granos sube un 30 por ciento, el resultado es
extremadamente duro, tan duro que la gente sale a la calle.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El jefe del equipo económico de la FAO, Abdolreza
Abbassian, anunció a su manera seca y académica el desorden que venía. “Se está
poniendo incómodo”, dijo en diciembre. “Varios países, especialmente países
pobres, dependen demasiado de los mercados internacionales y tienen que importar
alimentos a precios mayores. No es posible predecir si esto producirá disturbios
como los que vimos en 2008.”</DIV>
<DIV align=justify><BR>Para los pobres de Medio Oriente, la suba de precios de
comienzos de este año fue como un segundo terremoto en tres años. Pero al
contrario de con un terremoto, esta vez había a quién echarle la culpa. Tan
central era el problema, tan grande la furia, que cuando las marchas desbordaron
las calles de Túnez el presidente Zine el Abidine Ben Ali declaró el estado de
emergencia y al mismo tiempo prometió reducir el precio de la canasta
alimentaria. Fue poco y fue tarde; para mediados de diciembre era
historia.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Cuando el derrocado presidente partía al exilio, The
Washington Post se preocupó con la posibilidad de que “estemos viendo el
comienzo de una segunda ola de protestas mundiales por los precios de los
alimentos”. Ya sabemos que las cosas resultaron algo diferentes: disturbios en
2008, revoluciones en 2011. La pregunta es dónde ocurrirán los próximos eventos
y qué serán.
<HR>
<BR></FONT></DIV></BODY></HTML>