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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de Prensa
<BR></FONT><U>4 de marzo 2011<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Colectivo
Militante - Agenda Radical<BR></FONT>Gaboto 1305 - Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<HR>
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<DIV><STRONG><FONT size=3>Libia</FONT></STRONG></DIV>
<DIV><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV></FONT><FONT face=Arial
size=2>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Los gobiernos “progresistas”
latinoamericanos desvían su línea ideológica ante la crisis en
Libia<BR><BR></FONT></STRONG><BR><STRONG>Bernard Perrin, corresponsal en La Paz,
Bolivia<BR>Le Courrier, Suiza</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><A
href="http://www.lecourrier.ch/">http://www.lecourrier.ch/</A></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Traducido y adaptado por Marina
Almeida<BR>Rebelión</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><A
href="http://www.rebelion.org/"><STRONG>http://www.rebelion.org/</STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify><BR><BR>La sublevación en contra de Gadafi, aliado político y
económico del bloque de izquierda, desorienta a ciertos gobiernos
“revolucionarios”. Se ha producido un increíble e inquietante paralelismo.
Mientras que numerosas cancillerías europeas dan muestras de gran preocupación
ante la posibilidad de que la presión popular destituya al coronel Gadafi —que
hasta hace poco era un «amigo íntimo» (de Silvio Berlusconi) o por lo menos, un
socio económico indispensable (el 90% del petróleo libio iba rumbo a Europa)— en
los gobiernos “progresistas” de la izquierda latinoamericana existe otra clase
de aprehensión: la de presenciar la caída de… un compañero revolucionario. En
realidad, la reacción europea no es demasiado sorprendente. La Europa
capitalista prefiere seguir contando con un socio fiable, aunque éste haya
ocupado durante mucho tiempo el primer lugar en la lista de los terroristas más
intratables del planeta y aunque hoy en día dé órdenes de disparar sobre su
propio pueblo. Tal es el cinismo de la realpolitik.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Debilidad ideológica</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>El caso de América latina es más enigmático. Que algunos
lloren la caída del “guía espiritual de la revolución”, en Venezuela y en
Bolivia, pasando por Cuba, Ecuador y Nicaragua, a pesar de la matanza del pueblo
libio, de la cual el “guía” se declara culpable, denota una lamentable
interpretación del curso de la historia y una ceguera a la que la izquierda ha
estado demasiado acostumbrada en el siglo pasado. Desgraciadamente, detrás de la
fachada discursiva del «socialismo del siglo XXI» se perfila otra realidad: la
falta de una verdadera orientación ideológica, de Caracas a La Paz. ¿Cómo es
posible que el dictador sanguinario libio sea considerado como un “hermano
revolucionario”? ¿Acaso se pueden justificar todas sus malversaciones por su
rivalidad con el imperialismo estadounidense? ¿Cómo han podido equivocarse hasta
tal punto de revolución? Para el argentino Pablo Stefanoni, director de la
edición boliviana de Le Monde Diplomatique, y coautor, con el politólogo francés
Hervé do Alto, de Seremos millones, Evo Morales y la izquierda en el poder en
Bolivia, la respuesta es simple: «Fue tomado por sorpresa el nuevo socialismo
nacionalista latinoamericano, que quedó apabullado por los acontecimientos, sin
recursos políticos ni ideológicos para decodificar las claves de lo que sucede
en el mundo árabe».</DIV>
<DIV align=justify><BR>En América latina, en Venezuela, Cuba, Ecuador, Bolivia o
Nicaragua, Gadafi todavía sigue siendo considerado como un “combatiente
revolucionario”, a pesar de su histórico viraje y su idilio con Occidente, con
Washington y con Roma incluyendo a Londres y a París. Hugo Chávez no ocultó el
hecho: hace unas semanas, para entender la revolución que se está gestando en
los países árabes, se habría puesto en contacto directo con… ¡Trípoli! En cuanto
al ministro boliviano de Relaciones Exteriores, David Choquehuanca, éste —como
muchos otros dirigentes latinoamericanos— reconoció su fascinación por el Libro
verde del líder libio. <BR><BR><STRONG>"Apoyar a los pueblos"</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>De manera más directa, el presidente nicaragüense Daniel
Ortega declaró abiertamente su apoyo al régimen sanguinario, considerándolo como
víctima de «una “arremetida mediática feroz” por su petróleo». Esta información
fue ampliamente difundida por Telesur, la cadena de información continental con
sede en Caracas. El periódico cubano Granma tituló «Denuncia Gadafi complot
foráneo contra Libia…». Sin embargo, no se hizo alusión alguna a la sangrienta
represión. En Bolivia, Evo Morales se mostró más prudente y exhortó al coronel
Gadafi y al pueblo libio «a realizar todos los esfuerzos necesarios para que a
través de medios pacíficos se pueda resolver la crisis política desatada».
</DIV>
<DIV align=justify><BR>Afortunadamente, los gobiernos no tienen el monopolio del
socialismo latinoamericano. En Venezuela, el grupo Marea socialista (corriente
del Partido socialista de Hugo Chávez) anticipó la victoria del pueblo libio y
denunció «el horror de que son capaces los dictadores, sumisos o no al
imperialismo». Los militantes venezolanos consideran que los acontecimientos
indican que se trata de un levantamiento popular y que «lo que ocurre es parte
[…] del terremoto democrático que recorre el mundo árabe […] que lucha por
conquistar libertad y democracia».</DIV>
<DIV align=justify><BR>Lucha con la que «han abierto las puertas a la revolución
internacional contra el capitalismo y sus regímenes de opresión y
miseria».</DIV>
<DIV align=justify><BR>Según Pablo Stefanoni «la izquierda debe apoyar a los
pueblos, sus luchas democráticas y sus aspiraciones libertarias, y no
atrincherarse con dictadores patéticos y corruptos en base a consideraciones
meramente geopolíticas». Hervé do Alto abunda en el mismo sentido: «Hoy en día,
el peligro que corre la izquierda latinoamericana es el de calcar su realidad
—su lucha diaria contra el imperialismo— sobre la de los otros continentes. Por
ejemplo, en la inestabilidad política en Libia se puede entrever la posibilidad
de un desmembramiento similar al que la oposición de Santa Cruz en Bolivia
proyecta como amenaza. Ahora bien, confundir la lucha antiimperialista con la
lucha a muerte de las elites asociadas a las dictaduras significaría una
regresión aún mayor».</DIV>
<DIV align=justify><BR>Y fundamentalmente —afirma do Alto— «mientras la
izquierda menosprecie el respeto de los derechos humanos, mientras considere que
la realpolitik lo justifica todo y mientras confunda al antiimperialismo con los
intereses burocráticos, no habrá nada que esperar de ella».</DIV>
<DIV align=justify><BR>¿Y por qué mientras que la Europa capitalista se puede
permitir mantener relaciones con socios dudosos, los países de América latina
deberían obviarlas y renunciar a ellas, a esa realpolitik? «Hay una diferencia
fundamental —responde Hervé do Alto— entre un gobierno autoritario y una
dictadura que lleva a cabo masacres masivas contra su propio pueblo, que es lo
que ocurre en Libia con el régimen de Gadafi. Desarrollar una “diplomacia de los
pueblos”, como es el caso de Bolivia, y no tener en cuenta este criterio
discriminante, nos lleva a un callejón sin salida.»<BR>«Luego —añade el
politólogo— una cosa es mantener relaciones comerciales con regímenes
autoritarios y otra muy diferente consiste en establecer con ellos vínculos de
solidaridad política, confundiendo su antiimperialismo (que por otra parte, en
realidad suele ser sólo oposición a los EE. UU.) con su carácter
progresista.»<BR><BR><STRONG>Socio sí, “compañero” no</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Por supuesto que Bolivia tiene todo el derecho de
comerciar con la República islámica de Irán. «Sin embargo —aclara Hervé do Alto—
nadie obliga a Evo Morales a levantar el brazo de Ahmadinejad llamándolo
“compañero”. No hay que olvidar que este régimen ejerce una represión sobre los
movimientos sociales que los gobiernos de derecha en Bolivia han estado muy
lejos de igualar.» </DIV>
<DIV align=justify><BR>Alinearse con Ahmadinejad o Gadafi so pretexto de que se
trata de socios estratégicos equivale a renunciar al proclamado «nuevo orden
mundial» progresista, socialista. Y también equivale a renunciar a toda acción
que apunte hacia una transformación social, sobre todo en el ámbito de las
relaciones internacionales. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Sin embargo, si bien las luchas que se están
desarrollando están lejos de ser pro occidentales, en el fondo, tampoco son
socialistas. Por consiguiente, ¿qué posición debería adoptar la izquierda
latina? «El propio Marx —responde do Alto— quien no se perdía una oportunidad
para criticar la democracia burguesa, consideraba esa “democracia formal” como
un primer paso absolutamente necesario.» En otras palabras, por ahora, la
corriente democrática le abre nuevamente (¡por fin!) la puerta a los movimientos
socialistas árabes, cuarenta años después de su derrota. </DIV>
<DIV align=justify><BR>La conclusión nos viene de la pluma del escritor y
militante uruguayo Raúl Zibechi: «Todos debemos mirar el horror de frente. [...]
Pensemos [los de la izquierda] qué nos llevó en su momento a no querer ver, a no
escuchar ni entender los dolores de la gente de abajo sacrificada en el altar de
la revolución. No sirve escudarse en el “no sabía”».</DIV>
<DIV align=justify><BR>El hecho de denunciar de manera absolutamente justificada
las amenazas de intervención en Libia mediante la OTAN o los EE. UU., así como
otros intentos de injerencia occidental, no debería de eclipsar este auténtico
debate.
<HR>
<BR><BR><BR> </FONT></DIV></BODY></HTML>