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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa <BR></FONT><U>7 de marzo 2011<BR></U><FONT color=#800000
size=5>Colectivo Militante - Agenda Radical<BR></FONT>Gaboto 1305 - Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<DIV><STRONG><FONT size=3>Libia</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>Contra la nueva
carga del hombre blanco<BR></FONT></STRONG><BR><BR><STRONG>John Brown<BR>Johanes
Maurus<BR></STRONG><A
href="http://iohannesmaurus.blogspot.com/"><STRONG>http://iohannesmaurus.blogspot.com/</STRONG></A></FONT></DIV><FONT
face=Arial size=2>
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<DIV align=justify>"Die Rose ist ohne warum; sie blühet, weil sie blühet..."
<BR>(La rosa no tiene porqué, florece porque florece) <BR>Angelus
Silesius<BR><BR><BR>1. El gran cantor del colonialismo que fue Rudyard Kipling
escribió allá por el año 99 del siglo XIX una auténtica oda a la intervención
del hombre blanco en los países "atrasados"; su título se ha convertido en un
auténtico lema de la desverguenza colonial: "La carga del hombre blanco". En él
se ensalza el "sacrificio" que tienen que hacer los pueblos de "raza" europea
para civilizar a las razas inferiores, "medio demonios y medio niños". La
ocasión que mereció este poema fue, por otra parte, una circunstancia histórica
precisa: la conquista y colonización de las Filipinas por los norteamericanos.
Esa conquista se produjo en muy particulares circunstancias. Cuando las tropas
independentistas del Katipunan tenían casi enteramente liberado el territorio de
lo que estaba dejando de ser la colonia española, los Estados Unidos les
propusieron su ayuda para conquistar Manila, que aún estaba en manos de los
españoles. Manila fue tomada por los norteamericanos, pero estos no traspasaron
el poder a los independentisatas, sino que les declararon la guerra,
exterminando a centenares de miles (se habla de más de un millón) de miembros
del ejército de liberación y de campesinos que les prestaban apoyo. Acto
seguido, los norteamericanos establecieron un dominio colonial sobre las Islas
que duraría formalmente hasta 1946. Los Estados Unidos pasaron así de una
retórica de lucha contra el colonialismo a un lenguaje y una práctica
abiertamente coloniales. Un guión parecido es el que siguieron en Cuba por esas
mismas fechas, con el resultado de que la primera independencia del país se vió
frustrada y sólo conquistó la Isla una independencia real con la Revolución de
1958 y la creación de la Cuba socialista.<BR><BR>Algo semejante a estas viejas
intervenciones del hombre blanco en los asuntos del tercer mundo es lo que están
tramando los Estados Unidos con Libia. Contrariamente a lo que han sugerido
diversos responsables de gobiernos de izquierda latinoamericanos, la rebelión
libia contra Gadafi no es en absoluto el resultado de una conspiración de los
europeos y los norteamericanos. Gaddafi se había convertido desde hacía años en
una pieza clave del dispositivo de dominación neocolonial del Norte de África y
mantenía estrechas relaciones con gentes tan poco sospechosas de
antiimperialismo como el expresidente Ben Ali de Túnez, Silvio Berlusconi, Joseé
María Aznar o Nicolas Sarkozy. Además, se había convertio en el principal y el
menos escrupuloso colaborador norteafricano de las brutales políticas
antiinmigración de los Estados europeos. La Unión Europea estaba a punto, hace a
penas unas semanas de conceder a Libia un estatuto de socio privilegiado como el
que tiene nada menos que Israel.<BR><BR>2. La revuelta libia es con toda
probabilidad endógena. Existían, efectivamente una serie de factores que la
hacína improbable: 1) la cleptocracia gadafista tenía comprada a una parte de la
población mediante ciertas prebendas propias de un gobierno semimafioso. 2) por
otra parte, existía en la Yamahiriya libia -como apunta con acierto Fidel Castro
en su última reflexión- un nivel de riqueza material, de salud y de instrucción
superior al de sus vecinos árabes o africanos. Repárese, sin embargo, en que
también Túnez se contaba entre los países africanos más adelantados conforme a
esos criterios, lo cual no impidió que fuera el primer país en derribar una
tiranía en el mundo árabe en las últimas décadas. Los motivos de descontento
ante un régimen como el libio no faltaban: en primer lugar el imponente
descontento de una juventud educada ante el caos cleptocrático y el despilfarro
de los recursos del país en favor de unos pocos y, en particular del clan de
Gadafi. La falta de libertad y el agobio que producía un régimen ilegalista y
arbitrario que exterminó sistemáticamente a todos sus enemigos, empezando por
los comunistas y los naseristas y estableció un ferreo control sobre las
prédicas de las mezquitas vino a añadirse a esa indignación. Gadafi se había
convertido en un émulo de los emperadores romanos decadentes o en una
encarnación del Ubu Rey de Alfred Jarry, el gobernante cruel y rapaz sólo
interesado por su propio beneficio y patológicamente endiosado. En una de sus
últimas intervenciones llegó a adaptar a Libia una frase del personaje de Ubu
Rey de Jarry al afirmar que "mi única riqueza es el pueblo libio", haciéndose
eco del "¡Viva Polonia! Porque si no hubiera Polonia tampoco habría
polacos"...de Ubu. Lo único que faltaba para que los jóvenes libios estallasen
era una chispa, y se encontraron con un auténtico incendio en Túnez y en Egipto,
que sigue avanzando en el resto del mundo árabe.<BR><BR>3. Como recuerda
Santiago Alba, es imposible desde una posición antiimperialista y democrática
-no hablemos de una posición comunista- defender a Gadafi. No basta que ahora
pretenda el imperialismo euro-americano derribarlo, intentando así frustrar el
triunfo de una nueva revolución según el modelo filipino o cubano, para que el
tirano se cubra de virtudes antiimperialistas y los rebeldes se conviertan en
marionetas de la CIA. Esto sería lo mismo que considerar que, como Cuba y
Filipinas fueron dominadas por los Estados Unidos tras privar de la victoria a
sus movimientos independentistas, José Martí o Rizal eran agentes del imperio
americano. En este momento europeos y norteamericanos intentan poner en pie una
estrategia de intervención humanitaria mediante la cual intentarían controlar el
desarrollo de la situación en este país estratégicamente situado entre Túnez y
Egipto. Los pretextos de la operación son los mismos: una vieja cantilena que
venimos oyendo desde Ginés de Sepúlveda, a Obama, pasando por Leopoldo II en el
Congo o el inefable Kipling. El objetivo de la ofensiva humanitaria es, de
nuevo, despolitizar un movimiento de despertar político y de reencuentro con la
pasión ciudadana de las multitudes norteafricanas y árabes que tiene peligrosos
ecos hasta en el interior de los Estados Unidos en las movilizaciones de
Wisconsin. Se trata de acabar con el impulso democrático en Libia en nombre de
una concepción "pasiva" de la democracia, en la que se trata más de proteger la
vida que de permitir un despliegue político de la libertad que puede pasar por
la guerra civil y la muerte. Defender hoy la libertad en Libia es dejar a los
libios hacer la guerra y derrotar a Gadafi en paz, no instaurar un protectorado
que pudra el conflicto interno indefinidamente como el que existe hoy en Kosovo,
Bosnia Hercegovina, Macedonia, Afganistán o Iraq.<BR><BR>4. Tanto la derecha que
propugna una "intervención humanitaria", como la izquierda que no tiene
escrúpulos en apoyar a un tirano para evitar un supuesto nuevo avance del
Imperio están asumiendo la "carga del hombre blanco", considerando a los libios
como "niños o demonios", y no como adultos responsables de su destino. Esta
involuntaria complicidad muestra uno de los primeros efectos de desconcierto
producidos por la última revolución árabe. Una revolución surge siempre donde no
se la espera y cuando no se la espera; se hace siempre contra todas las
previsiones. Gramsci decía -erróneamente- que la revolución usa se hizo contra
el Capital, no entendiendo en qué medida el Capital, Crítica de la Economía
Política, es la mejor cura contra cualquier determinismo "económico". Los árabes
nos dan hoy la misma sorpresa que dieron los rusos al mundo entero en 1917. La
revolución árabe ha empezado en los países más prósperos y relativamente más
instruidos, pero se extiende hoy por doquier. Ni el determinismo económico de
algunos marxistas que se han negado a leer a Marx de cerca, ni el determinismo
racial y cultural de un Bernard Lewis o un Huntington han podido preverla. Como
la rosa de Angelus Silesius, la revolución: aunque tiene muchas razones, no
tiene un porqué, una razón suficiente ("Sie ist ohne Warum", es "sin porqué"),
"florece porque florece" ("Sie blühet weil sie blühet").
<HR>
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