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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de Prensa</FONT>
<BR><U>10 de marzo 2011<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Colectivo Militante -
Agenda Radical<BR></FONT>Gaboto 1305 - Montevideo - Uruguay<BR>redacción y
suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<DIV><STRONG><FONT size=3>Libia</FONT></STRONG></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>La ausencia de oposición
estructurada en Libia es un efecto de las tribus, la historia y el personalismo
<BR></STRONG></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Una insurrección dispar y
tangible</STRONG></FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Mientras el Parlamento Europeo pedía
que fuera reconocido el opositor Consejo Nacional de Transición, Khadafi enviaba
a sus representantes a Egipto, Portugal y Bruselas frente a una posible
intervención de Europa y la OTAN.<BR></FONT></STRONG></DIV>
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<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Eduardo Febbro, desde París</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Página/12, Buenos Aires, 10-3-11</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><A
href="http://www.pagina12.com.ar/"><STRONG>http://www.pagina12.com.ar/</STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify>El Parlamento Europeo interpeló ayer a la Unión Europea para
que reconozca a la oposición libia agrupada en el Consejo Nacional de Transición
(CNT). Esta galaxia de insurrectos fue constituida apenas diez días después de
que estallara la revuelta contra Muammar Khadafi –entre el 15 y el 17 de
febrero–. Sus dirigentes actuales provienen de sectores a veces tan diversos
como antagónicos. Omar el Hariri, uno de los primeros aliados de Khadafi en los
años ‘60, es jefe del Consejo Militar mientras que el presidente de esta
instancia no es otro que el ex ministro de Justicia del líder Libio, Mustafá
Abdel Jalil. El Consejo también nombró al renunciante embajador de Khadafi en la
India y ex ministro de Economía, Ali Abdelaziz Al Issaoui, en el puesto de
canciller. La zawra –revolución– lanzada por los jóvenes contra la monolítica
dictadura de Khadafi unificó y trazó un perfil a la vez dispar y tangible de la
oposición.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La pareja compuesta por Mustafá Abdel Jalil y Omar el
Hariri es por demás contrastante. Omar el Hariri fue uno de los oficiales que
estuvieron al lado de Khadafi durante el golpe de Estado que en 1969 derrocó a
la monarquía del rey Idris. Luego cayó en desgracia y pasó 17 años en la cárcel
bajo el cargo de “conspiración”. Según explicó Hariri en sus raros encuentros
con la prensa, su oposición a Khadafi, sus críticas a la deriva “personalista”
del régimen le valieron la sanción. Entre todas las figuras posibles, Omar el
Hariri era la más coherente dentro de un movimiento opositor que se fue
plasmando con el correr de los días y en plena agitación. De hecho, el foco de
la revuelta se propagó el pasado 17 de febrero desde la ciudad de
Benghazi.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Una manifestación en memoria de diez manifestantes
asesinados en 2006 sirvió de punto de partida a una aventura que ninguna
cancillería occidental tenía en sus previsiones. La manifestación había sido
organizada por opositores en el exilio, movimientos locales de defensa de los
derechos humanos y activistas en la red. La represión del 17 de febrero dejó
decenas de muertos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Mustafá Abdel Jalil, hoy dirigente del CNT, fue el primer
miembro del gobierno que renunció a su cargo en protesta por “el uso excesivo de
la fuerza contra manifestantes desarmados”. Apenas nombrado, en una entrevista
del canal árabe Al Jazeera Jalil dijo: “Nuestro gobierno nacional y militar
tiene personalidades civiles y militares. Llevará adelante al país durante no
más de tres meses y luego habrá elecciones libres y la gente elegirá a su
líder”. El CNT se ha convertido hoy en la instancia en torno de la cual se
articulan los focos opositores, desde los comités de resistencia locales creados
en las ciudades en manos de los insurrectos hasta la Coalición Revolucionaria
del 17 de febrero, que se integró a él. Sin embargo, los roces entre el Consejo
Nacional de Transición y la Coalición Revolucionaria del 17 de febrero
aparecieron en seguida. El Consejo se postuló como una suerte de “gobierno”
mientras que la Coalición no se fijó esa ruta. Abdelhafiz Ghoqa, uno de los
portavoces de la Coalición y hoy vicepresidente del Consejo, aseguraba que el
Consejo es “el rostro político de la revolución” y no un gobierno
provisorio.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En un sistema político sin Constitución, ni partidos
políticos opositores, ni sindicatos, ni Parlamento, ni ONG y en donde la lealtad
a la tribu a la que se pertenece pasa antes que la nación, hablar de oposición
identificada es una hazaña. Los partidos opositores libios están todos en el
exterior. En 2005, ciento cincuenta personalidades crearon en Londres la
Conferencia Nacional de la oposición libia. Ese grupo se fijó tres objetivos: el
fin de la era Khadafi, la implantación de un gobierno transitorio y, luego, la
elección de un gobierno democrático surgido de elecciones libres. Barah Mikail,
especialista de Medio Oriente en el Instituto de Relaciones Internacionales
estratégicas, constata la paradoja de la situación libia, donde Khadafi parece
acorralado al tiempo que la oposición, que ya sufrió reveses militares, carece
de una identidad coherente. “Se alcanzó un camino sin retorno, pero las
alternativas para la situación que se está viviendo son inexistentes. Se podría
pensar en un período de transición a cargo del ejército libio. Sin embargo, hay
un problema: el ejército no está tan bien preparado como en Túnez o Egipto”. La
ausencia de oposición estructurada es una consecuencia de la dictadura
personalista de Khadafi, de la cultura tribal y también de la historia, que ha
complotado contra toda forma de estructura institucional y destruido los
embriones que hubiesen permitido la existencia de una clase dirigente nacional.
Libia es un país casi sin Estado, una República de voluntarios entusiastas que
trata de forjar un nuevo país sobre las llamas del presente. El azar ha jugado
con las fechas. La Revolución de los Jazmines que estalló en Túnez prendió en
Libia el mismo año en que se cumplen cien años de la llegada de las tropas
coloniales italianas a Tripolitania. En un siglo, Libia saltó de un trauma a
otro: de despreciada provincia del Imperio Otomano pasó al yugo del colonialismo
italiano (1911-1943), que tuvo dos caras, igualmente salvajes: la del
liberalismo occidental primero y la de la Italia fascista de Benito Mussolini
después. Italia unificó un territorio (1934) que estaba divido en tres regiones
que no formaban un país: Tripolitania (Oeste), Cirenaica (Este) y Fezzan (Sur).
Luego vino un período monárquico de corta duración interrumpido por el golpe de
Estado de Muammar Khadafi en 1969. Entre la monarquía y el golpe, Libia conoció
un período británico, 1943-1951.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Mustafá Abdel Jalil quiere ser el rostro de un país en
plena guerra civil. “Probablemente pediremos ayuda en el exterior, tal vez
ataques aéreos contra instalaciones estratégicas que pongan el último clavo en
el ataúd de Khadafi”, explicó Abdelhafiz Ghoqa. La oposición tiene un problema
cuando se trata de dejar una posición límpida sobre la cuestión de la
intervención extranjera. Algunos sectores la reclaman; otros, más realistas, la
desechan. El Consejo está en una cuerda floja: “En ninguna circunstancia
aterrizarían fuerzas terrestres”, asegura Mustafá Gheriani, portavoz del
Consejo. Los temores de una partición del país también alteraron las primeras
semanas de la revolución, hasta que el CNT marcó su lugar: “el Consejo
representa a toda Libia”, dijo Jalil. Nombrado en febrero de 2007, Mustafá Abdel
Jalil no encarna, para la población, el manto del diablo. Incluso Amnistía
Internacional elogió en su momento su disposición a dar información sobre los
prisioneros políticos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero todo va muy rápido y Khadafi juega con muchas cartas
en la mano, a la vez militares, diplomáticas y financieras. Hace unos días,
emisarios norteamericanos se entrevistaron en El Cairo con representantes del
Consejo Nacional de Transición. El Parlamento europeo pidió ayer que el CNT
fuese reconocido. El mismo día Khadafi envió a sus representantes a Egipto,
Portugal y Bruselas en momentos en que la Unión Europea y la OTAN entablan las
primeras discusiones serias sobre Libia con el telón de fondo de una posible
intervención en el conflicto libio bajo una u otra forma. Tributaria de la
historia política del país y de la urgencia de la situación, la naciente
oposición libia es un mosaico de identidades opuestas. Nada la identifica mejor
como las trayectorias de sus dos principales líderes, el político y el militar.
El primero, Mustafá Abdel Jalil, es un reciente ex ministro de Khadafi. El
segundo, Omar el Hariri, es un compañero de armas del “Guía Supremo” caído en
desgracia y recuperado por la velocidad de la historia para saltar al primer
plano de donde Khadafi lo había apartado.
<HR>
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