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<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de Prensa
<BR></FONT><U>2 de abril 2011<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Colectivo
Militante - Agenda Radical<BR></FONT>Gaboto 1305 - Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV>
<HR>
</DIV>
<DIV> </DIV>
<DIV><STRONG><FONT size=3>Libia</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Lo justo y lo
injusto<BR></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Ignacio Ramonet
</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Le Monde Diplomatique
(edición española]</STRONG></FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><A
href="http://www.mondediplomatique.es/"><STRONG>http://www.mondediplomatique.es/</STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify><BR><BR> </DIV>
<DIV align=justify>"Todos los pueblos del mundo <BR>que han lidiado por la
libertad <BR>han exterminado al fin a sus tiranos."<BR>Simón
Bolívar<BR><BR><BR>Los insurgentes libios merecen la ayuda de todos los
demócratas. El coronel Gadafi es indefendible. La coalición internacional que lo
ataca carece de credibilidad. No se construye una democracia con bombas
extranjeras. Por ser en parte contradictorias, estas cuatro evidencias nutren
cierto malestar, en particular en el seno de las izquierdas, con respecto a la
operación Amanecer de la Odisea comenzada el pasado 19 de marzo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La insurrección de las sociedades árabes constituye el
mayor acontecimiento político internacional desde el derrumbe, en Europa, del
socialismo autoritario de Estado en 1989. La caída del muro del Miedo en las
autocracias árabes es el equivalente contemporáneo de la caída del muro de
Berlín. Un auténtico terremoto mundial. Por producirse en el área de mayores
reservas de hidrocarburos del planeta, y en el epicentro del \"foco
perturbador\" del mundo (ese \"arco de todas las crisis\" que va de Pakistán al
Sahara Occidental, pasando por Irán, Afganistán, Irak, Líbano, Palestina,
Somalia, Sudán, Darfur y Sahel), su onda de expansión modifica toda la
geopolítica internacional.<BR><BR>Algo se rompió para siempre en el mundo árabe
el pasado 14 de enero. Ese día, manifestantes tunecinos que desde hacía semanas
reclamaban en las plazas libertad y democracia, consiguieron derrocar al déspota
Ben Alí. Comenzaba el deshielo de las viejas tiranías árabes. Un mes después, en
Egipto, corazón de la vida política árabe, un poderoso movimiento de protesta
social expulsaba a su vez del poder al general Mubarak. Entonces, como si de
repente descubriesen que los regímenes autoritarios, desde Marruecos hasta
Bahréin, fuesen colosos con pies de arena, decenas de miles de ciudadanos árabes
se lanzaron a las plazas gritando su hartazgo infinito de los ajustes sociales y
de las dictaduras (1).</DIV>
<DIV align=justify><BR>La fuerza espóntanea de estos vientos de libertad
sorprendió a todas las cancillerías del mundo. Cuando comenzaron a soplar sobre
las dictaduras aliadas de Occidente (en Túnez, Egipto, Marruecos, Jordania,
Arabia Saudí, Bahréin, Irak, Yemen), las grandes capitales occidentales,
empezando por Washington, Londres y París, se sumieron en un prudente mutismo, o
alternaron declaraciones que revelaban su profundo malestar ante el riesgo de
ver desaparecer a sus \"amigos dictadores\" (2). <BR><BR>Mucho más sorprendente
fue, durante esta primera fase (de mediados de diciembre a mediados de febrero),
el silencio de los gobiernos progresistas de América Latina, considerados por
toda una parte de la izquierda internacional como su principal referente
contemporáneo. Sorpresa tanto más grande puesto que estos Gobiernos tienen mucho
en común con el movimiento insurreccional árabe: habían llegado al poder
mediante las urnas, aupados por poderosos movimientos sociales (en Venezuela,
Brasil, Uruguay y Paraguay) que, en varios países (Ecuador, Bolivia, Argentina),
después de haber resistido a dictaduras militares, también habían derrocado
pacíficamente a gobernantes corruptos. <BR><BR>Inmediata debía de haber sido
allí la solidaridad con las insurrecciones árabes, réplicas de sus propios
alzamientos cívicos. No lo fue. Y eso que el carácter izquierdista del
movimiento no ofrecía dudas. El conocido intelectual egipcio Samir Amin lo
describe así: \"Las fuerzas principales en movimiento durante los meses de enero
y de febrero eran de izquierdas. Demostraron que tenían una resonancia popular
gigantesca pues llegaron a movilizar a ¡más de quince millones de manifestantes
en todo Egipto! Los jóvenes, los comunistas, fragmentos de las clases medias
democráticas constituyeron la columna vertebral de ese movimiento\" (3).
<BR><BR>A pesar de ello, hubo que esperar al 14 de febrero -o sea tres días
después de la caída del odiado Mubarak y un día antes del comienzo de la
insurrección popular en Libia- para que, por fin, un líder latinoamericano
calificase la rebelión árabe de \"revolucionaria\" en una declaración que
explicaba con lucidez: \"Los pueblos no desafían la represión y la muerte, ni
permanecen noches enteras protestando con energía, por cuestiones simplemente
formales. Lo hacen cuando sus derechos legales y materiales son sacrificados sin
piedad a las exigencias insaciables de políticos corruptos y de los círculos
nacionales e internacionales que saquean el país\" (4).<BR><BR>Pero cuando,
naturalmente, esa rebelión se extendió a los Estados autoritarios del mal
llamado \"socialismo árabe\" (Argelia, Libia, Siria), cayó de nuevo un pesado
mutismo en las capitales del progresismo latinoamericano. Políticamente podía
aún interpretarse de dos maneras: simple prolongación del prudente silencio que
hasta entonces, globalmente, habían observado esas cancillerías con respecto a
acontecimientos muy alejados de sus principales centros de interés; o expresión
de un malestar político frente al riesgo de perder, en su pulso con el
imperialismo, a aliados estratégicos...<BR><BR>Ante el peligro de que triunfase
esta segunda opción, varios intelectuales relevantes (5) avisaron de inmediato
que ello significaría algo impensable para Gobiernos seguidores del mensaje
universal del bolivarianismo. Porque sería afirmar que una relación estratégica
entre Estados es más importante que la solidaridad con los pueblos en lucha. Lo
cual conduciría, más tarde o más temprano, a cerrar los ojos ante cualquier
eventual atrocidad contra los derechos humanos (6). Y en este caso el ideal
solidario de la revolución latinoamericana naufragaría en el helado océano de la
Realpolitik.<BR><BR>En el tablero de la política internacional, la Realpolitik
(definida por Bismarck, el \"canciller de hierro\" prusiano, en 1862) considera
que los países se reducen a sus Estados. Jamás toma en cuenta a sus sociedades.
Según ella, los Estados se mueven sólo en función de sus fríos intereses y de
sus alianzas estratégicas (cuya finalidad esencial es la preservación del
Estado, no la protección de la sociedad). Desde la paz de Westfalia en 1648, la
doctrina geopolítica establece que la soberanía de los Estados es intangible en
virtud del principio de no-injerencia, y que un Gobierno, sea cual sea el modo
en que llegó al poder, tiene total libertad de hacer lo que quiera en sus
asuntos internos.<BR><BR>Semejante idea de la soberanía -que sigue siendo
dominante- ha visto erosionada su legitimidad desde el final de la Guerra Fría
en 1989. Y ello en nombre de los derechos de los ciudadanos, y de una concepción
más ética de las relaciones internacionales. Las dictaduras, cuyo número se
reduce de año en año, van resultando cada vez más ilegítimas en criterios del
derecho internacional. Y moralmente inaceptables porque, entre otros graves
abusos, desposeen a las personas de sus atributos de ciudadano. <BR>Basado en
este razonamiento, se desarrolló en los años 1990, el concepto de derecho de
injerencia o deber de asistencia que condujo, pese a aceptables pretextos de
fachada, a desastres político-humanitarios de gran envergadura en Kosovo,
Somalia, Bosnia... Y finalmente, bajo la conducción de los neoconservadores
estadounidenes, al desastre total de la guerra de Irak (7).<BR><BR>Pero tan
trágicos fracasos no han interrumpido la idea de que un mundo más civilizado
debe ir abandonando una concepción de la soberanía interna establecida hace casi
cuatro siglos en nombre de la cual poderes no elegidos democráticamente han
cometido (y cometen) incontables atrocidades contra sus propios pueblos.
<BR><BR>En 2006, las Naciones Unidas, en su Resolución 1674, han hecho de la
protección de los civiles, incluso contra su propio Gobierno cuando éste usa
armas de guerra para reprimir manifestaciones pacíficas, una cuestión
fundamental. Que modifica, por primera vez desde el Tratado de Westfalia, -en
materia de derecho internacional- la concepción misma de la soberanía interna y
del principio de no-injerencia. La Corte Penal Internacional (CPI), creada en
2002, va en idéntico sentido.<BR>Y en ese mismo espíritu, muchos líderes
latinoamericanos denunciaron con justa razón la pasividad o la complicidad de
grandes potencias democráticas ante los graves crímenes cometidos contra la
población civil, entre 1970 y 1990, por las dictaduras militares en Chile,
Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay y tantos otros países mártires de Centro y
Suramérica. <BR><BR>Por eso sorprendió que, cuando en Libia, a partir del 15 de
febrero, empezaron las protestas sociales pacíficas, inmediatamente reprimidas
por las fuerzas del coronel Gadafi con desmedida violencia (233 muertos en los
primeros días) (8), ningún mensaje de solidaridad con los civiles reprimidos
llegase de América Latina. Ni tampoco al estallar, el 20 de febrero, el
\"Tripolitazo\": cuando unos 40.000 manifestantes denunciaron la carestía de la
vida, la degradación de los servicios públicos, las privatizaciones impuestas
por el FMI, y la ausencia de libertades. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Igual que durante el \"Caracazo\" del 27 de febrero de
1989 en Venezuela, esa insurrección tripolitana, retransmitida por decenas de
testigos oculares, se extendió como reguero de pólvora por toda la capital, se
multiplicaron las barricadas, ardió la sede del Gobierno, las comisarías fueron
incendiadas, los locales de la televisión oficial saqueados, el aeropuerto
ocupado y el palacio presidencial asediado. El régimen libio empezó a
tambalearse. <BR><BR>En semejantes circunstancias, cualquier otro dirigente
razonable hubiese entendido que la hora de negociar y de abandonar el poder
había llegado (9). No así el coronel Gadafi. A riesgo de sumir a su país en una
guerra civil, el \"Guía\", en el poder desde hace 42 años, explicó que los
manifestantes eran \"jóvenes a los que Al Qaeda había drogado echándoles
píldoras alucinógenas en el Nescafé\"... (10). Y ordenó a las Fuerzas Armadas
reprimir las protestas a cañonazos y con fuerza extrema. El canal Al Jazeera
mostró los aviones militares ametrallando a los manifestantes civiles (11).
<BR><BR>En Bengasi, para defenderse contra la brutalidad de la represión, un
grupo de protestatarios asaltó un arsenal de la guarnición local y se apoderó de
miles de armas ligeras. Varios destacamentos militares, enviados por Gadafi para
sofocar en sangre la protesta, se sumaron, con tanques y pertrechos, a la
rebelión. En condiciones muy desfavorables para los insurrectos, empezaba la
guerra civil. Un conflicto impuesto por Gadafi contra un pueblo que estaba
pidiendo pacíficamente el cambio.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hasta ese momento, las capitales de la América Latina
progresista siguen silenciosas. Ni una palabra de solidaridad, ni tan siquiera
de compasión con los rebeldes civiles que luchan y mueren por la libertad.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hasta que, el 21 de febrero, en un intento de alejar
cualquier acusación contra ella, la diplomacia británica -cuya responsabilidad
es central en la rehabilitación del coronel Gadafi a partir de 2004 en la escena
internacional- por la voz del ministro de Exteriores William Hague, anuncia que
el líder libio \"podría haber huido de su país y estar dirigiéndose a
Venezuela\" (12). <BR><BR>Es falso. Y Caracas lo desmiente rotundamente. Pero
los medios de comunicación internacionales muerden el cebo, y ponen de inmediato
los focos sobre la conexión que el Foreign Office ha sugerido. Minimizando los
ostentosos recibimientos del dictador libio en Roma, Londres, París o Madrid, la
prensa mundial insiste en las relaciones del \"Guía\" con Caracas. El propio
Gadafi cae en la celada y también menciona a Venezuela en su primer discurso
desde el comienzo de las protestas. Lo hace para negar su huida a ese país, pero
ello da pie a nuevas especulaciones sobre el \"eje Trípoli-Caracas\". Gadafi
añade: \"Los manifestantes son ratas, drogados, un complot de extranjeros, de
norteamericanos, de Al Qaeda y de locos\" (13).<BR><BR>Esta perezosa jácara del
\"complot norteamericano\" es retomada como argumento por varios dirigentes
progresistas suramericanos –Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, entre
otros–, para expresar ahora, cada uno a su modo, una clara solidaridad con el
dictador libio (14) bajo los sufridos pretextos de que la \"situación es
confusa\", que los \"medios de comunicación mienten\" y que \"nadie sabe quiénes
son los rebeldes\". <BR>Ni una frase de compunción hacia un pueblo sublevado
contra un tirano militar que manda disparar contra sus propios ciudadanos.
Ninguna alusión tampoco a la famosa sentencia del Libertador Simón Bolívar:
\"Maldito sea el soldado que vuelve las armas contra su pueblo\", doctrina
fundamental del bolivarianismo. <BR><BR>La inmensidad del error político
sobrecoge. Una vez más, unos gobiernos progresistas conceden prioridad, en
materia de relaciones internacionales, a cínicas consideraciones estratégicas
que se hallan en perfecta contradicción con su propia naturaleza política. ¿Les
conducirá ese razonamiento a expresar también su apoyo a otro infrecuentable
tiranillo local, Bachar El Asad, presidente de Siria, un país que vive bajo
estado de alarma desde 1962 y cuyas fuerzas de represión tampoco han dudado en
disparar con fuego real contra pacíficos manifestantes desarmados?</DIV>
<DIV align=justify><BR>En lo que respecta a Libia, la única iniciativa
latinoamericana positiva, fue la del presidente de Venezuela Hugo Chávez quien
propuso, el 1 de marzo, el envío a Trípoli de una Comisión internacional de
mediación constituida por representantes de países del Sur y del Norte para
tratar de poner fin a las hostilidades y negociar un acuerdo político entre las
partes. Rechazada por Seif el Islam, el hijo del \"Guía\", pero aceptada por
Gadafi, esta importante tentativa de mediación será torpemente descartada por
Washington, París, Londres y los propios insurgentes libios.<BR><BR>A partir de
ahí, las cancillerías progresistas suramericanas van a insistir en su apoyo a un
perfecto iluminado. Hace, en efecto, decenios que Muamar el Gadafi dejó de ser
aquel capitán revolucionario que, en 1969, derrocó a la monarquía, expulsó de su
país las bases militares estadounidenses y proclamó una singular \"República
árabe y socialista\". </DIV>
<DIV align=justify><BR>Desde el final de los años 1970, su errática trayectoria
y sus delirios ideológicos (véase su disparatado Libro Verde) lo han convertido
en un dictador imprevisible, tornadizo y jactancioso. Semejante a aquellos
tiranos locos que América Latina conoció en el siglo XIX con el nombre de
\"caudillos bárbaros\" (15). Ejemplos de sus trastornos: la expedición militar
de 3.000 hombres que lanzó, en 1978, en auxilio del sanguinario Idi Amín Dadá,
otro demente presidente de Uganda... O su afición a un juego erótico con chicas
menores llamado \"bunga bunga\" que le enseñó a su socio italiano Silvio
Berlusconi... (16).</DIV>
<DIV align=justify><BR>Gadafi jamás se ha sometido a ninguna elección. En torno
a su imagen ha establecido un culto de la personalidad que linda con el
endiosamiento. En la \"masocracia\" (Jamahiriya) libia no existe ningún partido
político, sólo hay \"comités revolucionarios\". Habiéndose autoproclamado
\"Guía\" vitalicio de su país, el dictador se considera por encima de las leyes.
En cambio, el vínculo familiar es, según él, fuente de Derecho. Basado en ello,
por antojo, nombró a sus hijos para los puestos de mayor responsabilidad del
Estado y los de mayor rentabilidad en los negocios. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Tras la (ilegal) invasión de Irak en 2003, temiendo ser
el siguiente de la lista, Gadafi se arrodilló ante Washington, firmó acuerdos
con la Administración de Bush, erradicó sus armas de destrucción masiva e
indemnizó a las víctimas de sus atentados terroristas. Para complacer a los
\"neocons\" estadounidenses se erigió en un perseguidor de Osama Ben Laden y de
la red Al Qaeda. Estableció también acuerdos con la Unión Europea para
convertirse en cancerbero retribuido de los emigrantes africanos. Pidió ingresar
en el FMI (17), creó zonas especiales de libre comercio, cedió los yacimientos
de hidrocarburos a las grandes transnacionales occidentales y eliminó los
subsidios a los productos alimenticios de primera necesidad. Inició el proceso
de privatización de la economía, lo que provocó un importante aumento del
desempleo y agravó las desigualdades. <BR><BR>El \"Guía\" protestó contra el
derrocamiento del dictador tunecino Ben Alí a quien consideraba como \"el mejor
gobernante de la historia de Túnez\". En materia de inhumanidad, sus fechorías
son incontables. Desde su apoyo a conocidas organizaciones terroristas hasta su
demostrada participación en atentados contra aviones civiles, pasando por su
encarnizamiento contra cinco inocentes enfermeras búlgaras torturadas durante
años en prisión, o el fusilamiento sin juicio, en la siniestra cárcel Abú Salim
de Trípoli, en 1996, de un millar de prisioneros originarios de Bengasi
(18).</DIV>
<DIV align=justify><BR>La actual revuelta empezó precisamente en esa ciudad
cuando, el 15 de febrero, las familias de estos fusilados, animadas por las
protestas en los países árabes, se echaron a la calle para exigir pacíficamente
la liberación del abogado Fathy Terbil quien, desde hace quince años, defiende
el derecho a recuperar los cuerpos de sus parientes ejecutados (19). Las
imágenes mostrando la brutalidad de la represión de esta manifestación
–difundidas por las redes sociales y el canal Al Jazeera– escandalizaron a la
población. Al día siguiente, las protestas se habían ampliado masivamente y
extendido a otras ciudades. Sólo en Bengasi, 35 personas fueron asesinadas por
la policía y las milicias gadafistas (20).</DIV>
<DIV align=justify><BR>Tan alto grado de ensañamiento contra la población civil
(21) hizo legítimamente temer, a mediados de marzo, cuando las huestes
gadafistas empezaron a cercar Bengasi, que se cometiese un baño de sangre. En un
discurso dirigido a \"las ratas\" de esa ciudad, el \"Guía\" dejó muy claras sus
intenciones: \"Llegamos esta noche. Empezad a prepararos. Os iremos a sacar del
fondo de vuestros armarios. No habrá piedad\" (22). <BR><BR>En ayuda de los
asediados libios, que reclamaban a gritos ayuda internacional (23), deberían
haber acudido en primer lugar los pueblos recientemente liberados de Túnez y
Egipto. Era su responsabilidad principal. Pero lamentablemente los Gobiernos de
estos dos países no supieron estar a la altura de las circunstancias históricas.
<BR>En ese contexto de urgencia, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó, el 17
de marzo, la resolución 1973 que establece un régimen de exclusión aérea en
Libia con el fin de proteger a la población civil y hacer cesar las hostilidades
(24). La Liga Árabe había dado su acuerdo preliminar. Y, cosa excepcional, la
resolución fue presentada por un Estado árabe: el Líbano (además de Francia y
Reino Unido). Ni China, ni Rusia, que disponen de derecho de veto, se opusieron.
Brasil y la India tampoco votaron en contra. Varios países africanos se
pronunciaron a favor: Sudáfrica (la patria de Mandela), Nigeria y Gabón. Ningún
Estado se opuso.<BR><BR>Se puede estar en contra de la estructura actual de
Naciones Unidas, o estimar que su funcionamiento deja mucho que desear. O que
las potencias occidentales dominan esa organización. Son críticas aceptables.
Pero, por ahora, la ONU constituye la única fuente de derecho internacional. En
ese sentido, y contrariamente a las guerras de Kosovo o de Irak que nunca
tuvieron el aval de la ONU, la intervención actual en Libia es legal, según el
derecho internacional; legítima, según los principios de la solidaridad entre
demócratas; y deseable, para la fraternidad internacionalista que une a los
pueblos en lucha por su libertad.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Se podría añadir que potencias musulmanas reticentes en
un primer momento como Turquía han acabado por participar en la operación.<BR>Se
podría recordar también que si Gadafi, como era su intención, hubiese anegado en
sangre la insurrección popular, habría enviado una señal de vía libre a los
demás tiranos de la región. Alentándolos de ese modo a aplastar ellos también,
sin miramientos, las protestas locales. Basta con observar que, en cuanto las
tropas de Gadafi se aproximaron a sangre y fuego en medio de la pasividad
internacional a Bengasi, los regímenes de Bahréin y de Yemen no dudaron ya en
disparar con fuego real contra los manifestantes pacíficos. No lo habían hecho
hasta entonces. Pero apostaron a su vez por el inmovilismo
internacional.<BR><BR>La Unión Europea, en particular, tiene una responsabilidad
específica en este asunto. No sólo militar. Es menester pensar en la próxima
etapa de consolidación de las nuevas democracias que van a ir surgiendo en esta
región tan vecina. Apoyar la \"primavera árabe\" supone asimismo el lanzamiento
de un verdadero \"Plan Marshall\", o sea, una ayuda económica masiva \"semejante
a la que se ofreció a Europa del Este después de la caída del muro de Berlín\"
(25).<BR><BR>¿Significa todo esto que la operación Amanecer de la Odisea no
plantea problemas? En absoluto. En primer lugar, porque los Estados u
Organizaciones que la capitanean (Estados Unidos, Francia, Reino Unido, OTAN)
son los \"sospechosos habituales\" implicados en múltiples aventuras guerreras
sin la mínima cobertura legal, legítima o humanitaria. Aunque esta vez los
objetivos de solidaridad democrática parecen más evidentes que los nexos con la
seguridad nacional de Estados Unidos, cabe preguntarse ¿desde cuándo les ha
importado a estas potencias la democracia en Libia? Por ello carecen de
credibilidad. <BR><BR>Segundo: existen otras injusticias en esta misma región
-el sufrimiento palestino, la intervención militar saudí en Bahréin contra la
indefensa mayoría chií, la desproporcionada brutalidad de los Gobiernos de Yemen
y de Siria...- ante las cuales las mismas potencias que atacan a Gadafi hacen la
vista gorda dando prueba de una doble moral. <BR><BR>Tercero: el objetivo debe
ser el que fija la resolución 1973, y sólo ése: ni invasión terrestre, ni
víctimas civiles. La ONU no ha dado licencia para derrocar a Gadafi, aunque bien
parece que ese sea el objetivo final (e ilegal) de la operación. En ningún caso
esta intervención debe servir de precedente para otras aventuras guerreras
contra Estados situados en el punto de mira de las potencias occidentales
dominantes. <BR>Cuarto: la historia enseña (y el caso de Afganistán lo
demuestra) que es más fácil entrar en una guerra que salir de ella. Y quinto: el
olor a petróleo de toda esta operación apesta. <BR><BR>Los pueblos árabes están
sin duda sopesando lo justo y lo injusto de la actual intervención militar en
Libia. En su gran mayoría apoyan a los insurgentes (aunque se siga sin saber
bien quiénes son y aunque se sospeche que varios elementos indeseables figuran
en el actual Consejo Nacional de Transición). Por el momento, hasta finales de
marzo, en ninguna capital árabe se han producido manifestaciones de rechazo a la
operación. Al contrario, como estimuladas por ella, nuevas protestas contra las
autocracias se intensificaron en Marruecos, Yemen, Bahréin... Y sobre todo en
Siria.<BR><BR>Obtenida la zona de exclusión aérea y a salvo ya la población
civil de Bengasi, las dos principales exigencias de la Resolución 1973 estaban
cumplidas a finales de marzo. Aunque otras demandas no lo estaban aún (el cese
el fuego por parte de las fuerzas gadafistas, y la garantía por éstas de acceso
seguro a la ayuda humanitaria internacional), a partir de ese momento los
bombardeos debieron cesar. Tanto más cuanto la OTAN, que no ha recibido mandato
internacional para ello, ha asumido el 31 de marzo el liderazgo militar de la
ofensiva. La Resolución tampoco autoriza a armar, entrenar y dirigir
militarmente a los rebeldes. Porque ello supone un mínimo de fuerzas extranjeras
(\"comandos especiales\") presentes en el suelo libio, lo cual está
explícitamente excluido por la resolución 1973 del Consejo de Seguridad. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Es urgente que los miembros de ese Consejo de la ONU
vuelvan ahora a consultarse; que se tenga en cuenta la posición de China, Rusia,
la India y Brasil para imponer un alto el fuego inmediato y buscar una salida no
militar al drama libio. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Una solución que tome en cuenta también la iniciativa de
la Unión Africana, garantice la integridad territorial de Libia, impida toda
invasión terrestre de fuerzas extranjeras, preserve las riquezas del subsuelo
contra la rapacidad de algunas potencias foráneas, ponga fin a la tiranía, y
reafirme la aspiración a la libertad y a la democracia de los ciudadanos. </DIV>
<DIV align=justify><BR>En Libia, sólo una salida política negociada por todas
las partes será justa.<BR></DIV>
<DIV align=justify><U><STRONG></STRONG></U> </DIV>
<DIV align=justify><U><STRONG>Notas<BR></STRONG></U><BR>(1) Léase Ignacio
Ramonet, “Cinco causas de la insurrección árabe”, Le Monde diplomatique en
español, marzo de 2011.<BR>(2) Léase Ignacio Ramonet, \"Túnez, Egipto,
Marruecos, esas dictaduras amigas\", www.monde-diplomatique.es/<BR>(3)
Christophe Ventura, \"Entrevista con Samir Amin\", Mémoire des luttes, París, 29
de marzo de 2011.<BR>(4) Fidel Castro, \"La Rebelión Revolucionaria en Egipto\",
Granma, La Habana, 14 de febrero de 2011.<BR>(5) Léase, por ejemplo, Santiago
Alba y Alma Allende, \"Del mundo árabe a América Latina\", Rebelión, 24 de
febrero de 2011; y Atilio Borón, \"No abandonar a los pueblos árabes\", Página
12, Buenos Aires, 7 de marzo de 2011.<BR>(6) Error que ya cometió dos veces la
revolución cubana cuando apoyó la intervención militar del Pacto de Varsovia en
Praga para aplastar la insurrección popular checoslovaca en agosto de 1968, y
cuando aprobó la invasión de Afganistán por la Unión Soviética en diciembre de
1979.<BR>(7) Léase Ignacio Ramonet, Irak, historia de un desastre, Debate,
Madrid, 2005.<BR>(8) Agencia Reuters, 21 de febrero de 2011.(9) En América
Latina, ante protestas populares de gran envergadura, varios presidentes
(elegidos democráticamente) se resignaron a renunciar a su cargo. Tres de ellos
en Ecuador: Abdalá Bucarán, \"por incapacidad mental\", en 1997; Jamil Mahuad,
en 2000; y Lucio Gutiérrez, en 2002. Dos en Bolivia: Gonzalo Sánchez de Lozada,
en 2003; y Carlos Mesa, en 2005. Uno en Perú, Alberto Fujimori, en 2000. Y otro
en Argentina, Fernando de la Rúa, en 2001.<BR>(10) El País, Madrid, 24 de marzo
de 2011.(11) The Guardian, Londres, 21 de febrero de 2011.<BR>(12) Agencia AFP,
21 de febrero de 2011.(13)
www.rue89.com/2011/02/22/kadhafi-je-suis-a-tripoli-pas-au-venezuela-191416<BR>(14)
El más antiimperialista de los líderes árabes, Hassan Nasrallah, secretario
general del Hezbolá libanés, ha declarado que es \"irracional\" decir que las
revoluciones árabes, y singularmente la libia (que cuenta también con el apoyo
de Irán), fueron preparadas en cocinas estadounidenses. Discurso del Hassan
Nasrallah, 19 de marzo de 2011.
http://www.rebelion.org/mostrar.php?tipo=5&id=&inicio=0<BR>(15) Alcides
Arguedas, Los Caudillos bárbaros, editorial Vda L. Tasso, Barcelona, 1929. Léase
también Max Daireaux, Melgarejo, Editorial Andina, Buenos Aires, 1966.<BR>(16)
Cf. Quentin Girard, \"Toi vouloir faire bunga-bunga?\", Slate, París, 12 de
noviembre de 2010.
http://www.slate.fr/story/30061/bunga-bunga-berlusconi<BR>(17) Léase \"Le
Rapport du FMI qui félicite la Libye\", in Mémoire des luttes, París, 11 de
marzo de 2011. http://www.medelu.org/spip.php?article761<BR>(18) Léase, Brian
May, \"Informe sobre Libia\", Amnistía Internacional, Londres, 27 de mayo de
2010.
http://www.amnesty.be/doc/communiques-et-publications/Les-rapports-annuels/Le-rapport-annuel-2010/Moyen-Orient-et-Afrique-du-nord,2038/article/libye-16281<BR>(19)
Cf. Evan Hill, \"The day the Katiba fell\", Al Jazeera English, 2 de marzo de
2011.
http://english.aljazeera.net/indepth/spotlight/libya/2011/03/20113175840189620.html<BR>(20)
Ibid.<BR>(21) Estos y otros crímenes han conducido al fiscal jefe de la Corte
Penal Internacional, el argentino Luis Moreno Ocampo, a abrir una investigación
contra Muamar el Gadafi, acusado de \"crímenes contra la humanidad\" por el
Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas.<BR>(22) Agencia AFP, 17 de marzo
de 2011.<BR>(23) Léase Khaled Al-Dakhil, \"Pourquoi tant d\'hésitations?\",
Al-Hayat, Londres (reproducido por Courrier Internacional, París, 17 de marzo de
2011).<BR>(24) http://www.un.org/spanish/docs/sc/<BR>(25) Nouriel Roubini, \"Un
plan Marshall pour le printemps arabe\", Les Échos, París, 21 de marzo de
2011.</DIV>
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<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><BR><BR><BR></DIV></FONT></BODY></HTML>