<!DOCTYPE HTML PUBLIC "-//W3C//DTD HTML 4.0 Transitional//EN">
<HTML><HEAD>
<META http-equiv=Content-Type content="text/html; charset=iso-8859-1">
<META content="MSHTML 6.00.6002.18357" name=GENERATOR>
<STYLE></STYLE>
</HEAD>
<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de Prensa</FONT>
<BR><U>4 de abril 2011<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Colectivo Militante -
Agenda Radical<BR></FONT>Gaboto 1305 - Montevideo - Uruguay<BR>redacción y
suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV>
<HR>
</DIV>
<DIV> </DIV>
<DIV><STRONG><FONT size=3>Libia</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>El discurso de
Barack Obama sobre Libia y las tareas de los
antiimperialistas<BR></FONT></STRONG></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Gilbert Achcar
*</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Viento
Sur</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><A
href="http://www.vientosur.info/"><STRONG>http://www.vientosur.info/</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><BR><BR>El discurso pronunciado por
Barack Obama el 28 de marzo arroja una luz interesante tanto sobre la
intervención occidental en Libia como sobre el debate que ha surgido en el
movimiento antiguerra sobre esta cuestión. En lo que sigue se analizan algunos
pasajes clave del discurso, dejando de lado, claro está, la habitual retórica
grandilocuente y vacía del tipo “destino manifiesto”, y añadiendo un comentario
sobre los dos aspectos planteados, para terminar con una evaluación de la
situación una vez transcurridos doce días desde la adopción de la resolución n.º
1973 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y de las tareas de los
antiimperialistas. <BR><BR>"Conscientes de los riesgos y costes de las
intervenciones militares, nos mostramos naturalmente renuentes a utilizar la
fuerza para resolver los numerosos desafíos en el mundo. Pero cuando están en
juego nuestros intereses y valores, tenemos la responsabilidad de actuar. Eso es
lo que ha sucedido en Libia en el transcurso de las últimas seis semanas.
[…]</FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR>"Algunos se preguntan por qué Estados Unidos tiene que
intervenir, aunque sea de manera limitada, en esta tierra distante. Argumentan
que hay muchos lugares en el mundo donde civiles inocentes encaran una violencia
brutal a manos de sus gobiernos, y no se puede esperar que Estados Unidos sea el
policía del mundo, en especial cuando tenemos tantas necesidades apremiantes
aquí en nuestro país. […]</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Es cierto que Estados Unidos no puede utilizar nuestro
ejército en cada lugar que existe la represión; y dados los costes y riesgos de
las intervenciones, siempre debemos sopesar nuestros intereses a la hora de
valorar la necesidad de actuar. Sin embargo, ello no debe ser argumento para no
actuar nunca en aras a hacer lo correcto. En este país en particular, Libia, en
este momento en particular, afrontábamos la perspectiva de una violencia de
escala horrorosa.”</DIV>
<DIV align=justify><BR>En estos pasajes del discurso, los intereses se anteponen
con franqueza a los valores. Lo cierto es que son los intereses imperiales de EE
UU los que motivan su intervención por encima de cualquier otra consideración.
Los valores son secundarios, por no decir simples hojas de parra, como demuestra
hasta la saciedad toda la historia de las intervenciones militares de EE UU. Es
posible que en algún momento los intereses de EE UU coincidan de hecho con sus
valores proclamados, como por ejemplo su participación en la segunda guerra
mundial, pero la mayoría de las intervenciones de EE UU se produjeron en franca
violación de sus valores proclamados, mientras que en otras incontables
situaciones EE UU se abstuvo de defender sus valores proclamados cuando no
coincidían con sus intereses imperiales.<BR><BR>"Durante más de cuatro décadas,
el pueblo libio ha estado gobernado por un tirano: Muamar el Gadafi. Gadafi ha
privado a su pueblo de su libertad, ha explotado su riqueza, ha asesinado a sus
adversarios en el país y en el extranjero, y ha aterrorizado a personas
inocentes en todo el mundo, entre ellas a estadounidenses que han sido
asesinados por agentes libios.” </DIV>
<DIV align=justify><BR>Esto es totalmente cierto. Aun así, desde el año 2003 EE
UU ha estado adulando desvergonzadamente al tirano, y no únicamente por boca del
gobierno de Bush. El 21 de abril de 2009, la secretaria de Estado Hillary
Clinton recibió en Washington a uno de los siete hijos de Gadafi, el siniestro
"doctor" Al Mutassim Billah Gadafi, "asesor de seguridad nacional" que prestó su
ayuda a la "guerra contra el terrorismo" asumiendo misiones de guerra sucia por
encargo del gobierno de EE UU. "Me complace mucho recibir al señor ministro
Gadafi aquí en el Departamento de Estado. Apreciamos enormemente la relación
entre Estados Unidos y Libia. Tenemos muchas oportunidades de profundizar y
ampliar nuestra cooperación. Y espero con fervor desarrollar esta relación." Por
supuesto que diversos aliados europeos de Washington rindieron pleitesía a
Gadafi incluso más que los propios EE UU, en particular el impresentable bufón
racista y machista que dirige Italia.<BR><BR>"Hace diez días, habiendo intentado
poner fin a la violencia sin el uso de la fuerza, la comunidad internacional
ofreció a Gadafi una última oportunidad de detener su campaña de asesinatos o de
lo contrario afrontar las consecuencias. En lugar de desistir, sus tropas
continuaron su avance, ejerciendo presión en la ciudad de Bengasi, donde viven
cerca de 700.000 hombres, mujeres y niños que deseaban librarse del miedo.
<BR>"Llegados a este punto, Estados Unidos y el mundo tenían que elegir. Gadafi
declaró que no demostraría ‘compasión alguna’ hacia su propio pueblo. Les
comparó con ratas y amenazó con ir de puerta en puerta para castigarles. En el
pasado, le hemos visto ahorcar a civiles en las calles y matar a más de mil
personas en un solo día. Ahora veíamos a las fuerzas del régimen a las puertas
de la ciudad. Sabíamos que si esperábamos un día más, Bengasi, una ciudad casi
del tamaño de Charlotte, podría sufrir una masacre que habría repercutido en la
región y manchado la conciencia del mundo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Por nuestros intereses nacionales no podíamos dejar que
eso ocurriera. […]</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Estados Unidos tiene importantes intereses estratégicos
en evitar que Gadafi aplaste a aquellos que se oponen a él. Una masacre habría
causado que miles de refugiados adicionales cruzaran las fronteras
libias…"</DIV>
<DIV align=justify><BR>Esto es absolutamente cierto. En un comentario enviado
desde Bengasi para The New Yorker y titulado "¿Quiénes son los rebeldes?"
[publicado en castellano en El País del 3/4/2011
http://www.elpais.com/articulo/opinion/Quienes/rebeldes/elpepuopi/20110403elpepiopi_11/Tes]
Jon Lee Anderson confirmó hace poco lo que ya habían afirmado muchos otros
observadores sobre el terreno, corroborando los temores expresados por los
sublevados en Bengasi y la extrema urgencia de su petición de cobertura aérea:
"Cuando las primeras columnas de soldados [de Gadafi] llegaron a los límites de
la ciudad, muchos miles de habitantes —incluidos algunos miembros del consejo
municipal— huyeron hacia el este. De quienes se quedaron para luchar, murieron
más de 30, y la situación se salvó solo gracias a la llegada de los aviones
franceses." Como explicó un camionero libio en Aydabiya al reportero del
Financial Times: "Sabemos que las armas de la revolución no son nada en
comparación con las de Gadafi... Si no fuera por los aviones, este habría
llevado a cabo el zanga zanga", refiriéndose con ello al "calle por calle" que
anunció Gadafi en su ya famoso discurso en que amenazó con aplastar la rebelión
de una forma espantosa.<BR><BR>En su editorial del número del 28 de marzo de
Al-Quds al-Arabi, revista en lengua árabe publicada en Londres, Abdul-Bari
Atwan, un gran conocedor de Libia, explica la razón de la superioridad militar
sobre los rebeldes: "El armamento de los rebeldes, especialmente de los que
están concentrados en la provincia oriental, es muy escaso en comparación con el
de las fuerzas leales al líder libio... El coronel Gadafi disolvió el ejército
libio hace unos veinte años, tras el intento de golpe militar encabezado por
Omar Al Mihayshi, y lo sustituyó por milicias armadas dirigidas por sus hijos o
miembros de su tribu a fin de garantizarse su absoluta fidelidad."</DIV>
<DIV align=justify><BR>Era cuestión de pocos días para que las fuerzas de Gadafi
hubieran tomado Bengasi y perpetrado una horrible masacre que "habría
repercutido en la región y manchado la conciencia del mundo", colocando con ello
a los gobiernos occidentales ante la difícil tesitura de haber hecho oídos
sordos a la petición de protección de una población en peligro y permitido con
su inacción una matanza masiva. <BR><BR>El aspecto clave en este contexto no
eran los "valores" ni la "conciencia" como tales, sino el hecho de que la
"conciencia manchada" de las potencias occidentales, si hubieran permanecido de
brazos cruzados, les habría obligado a declarar el embargo sobre Libia en un
momento en que el mercado del petróleo estaba tan tenso que esto habría empujado
los precios del petróleo a niveles todavía más altos que los que ya habían
alcanzado antes de la crisis libia, con consecuencias calamitosas para la
economía mundial. De ahí que, en palabras de Obama, "por nuestros intereses
nacionales no podíamos dejar que eso ocurriera."<BR><BR>"[…] autoricé la
operación militar para detener la matanza y hacer cumplir la resolución 1973 del
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Atacamos a las fuerzas del régimen
que se acercaban a Bengasi para salvar a la ciudad y a su población. Atacamos a
las tropas de Gadafi en la vecina ciudad de Aydabiya, lo que permitió que las
fuerzas de la oposición las expulsaran de allí. Atacamos las defensas aéreas de
Gadafi, lo cual allanó el camino para establecer la zona de exclusión aérea.
Atacamos tanques y objetivos militares que habían estado asediando poblaciones y
ciudades, y cortamos el acceso a la mayoría de sus fuentes de suministro. Y esta
noche puedo informarles de que hemos parado el mortífero avance de
Gadafi."</DIV>
<DIV align=justify><BR>Es una descripción básicamente exacta de lo que ocurrió,
aparte de la muerte inevitable de civiles a raíz de los bombardeos de la
coalición, que para ser sinceros han causado hasta ahora relativamente pocos
daños en comparación con las guerras de Irak y Afganistán. Por supuesto, el
espectáculo de los aviones y misiles occidentales machacando las posiciones de
Gadafi en Libia ha provocado legítimos sentimientos al no poder por más que
recordar agresiones puramente imperialistas como la invasión de Irak en 2003.
Pero no había otra manera de parar los pies a Gadafi y evitar que cometiera la
masacre anunciada sin imponer una zona de exclusión aérea y detener el avance de
sus blindados hacia las zonas pobladas en manos de los sublevados. No podíamos
apoyar los ataques occidentales debido a nuestra desconfianza total en la acción
arrasadora del Pentágono y sus aliados y a nuestra certeza, derivada de
experiencias anteriores, de que irían más allá del mandato de las Naciones
Unidas de proteger a los civiles. Pero tampoco podíamos oponernos a la zona de
exclusión aérea y al bombardeo inicial contra el armamento pesado de Gadafi,
reclamado insistentemente por los sublevados para salvarse de la venganza
asesina de Gadafi.<BR><BR>"Una masacre habría [ejercido] una presión enorme
sobre las pacíficas, pero frágiles, transiciones de Egipto y Túnez. Los impulsos
democráticos que están brotando en la región se verían eclipsados por las
dictaduras más sombrías, ya que los líderes represores concluirían que la
violencia es la mejor estrategia para aferrarse al poder."</DIV>
<DIV align=justify><BR>Por una vez, Obama tiene razón frente a algunos
comentaristas de la izquierda que afirmaron que la intervención occidental en
Libia estaba destinada a detener, y detendría, la ola de levantamientos
democráticos que barre todo el Norte de África y Oriente Próximo. Por el
contrario, si Gadafi hubiera conseguido aplastar la revuelta libia en un baño de
sangre, esto habría afectado muy negativamente a toda la situación, alentando a
las fuerzas contrarrevolucionarias de la región y disuadiendo al movimiento de
protesta de proseguir con su lucha en la mayoría de países. El hecho de que se
evitara la masacre y los insurgentes reanudaran su ofensiva en Libia ha
reforzado el proceso revolucionario regional. Desde entonces, el movimiento no
solo ha cobrado impulso en los países en que ya se había manifestado, como
Marruecos y Yemen, sino que además se ha extendido y ampliado en Siria, el único
país importante de la región en el que hasta ahora la protesta había sido muy
débil.<BR><BR>"Lo que es más, hemos alcanzado estos objetivos en concordancia
con la promesa que hice al pueblo estadounidense al principio de nuestras
operaciones militares. Dije que el papel de Estados Unidos sería limitado, que
no enviaríamos tropas de tierra a Libia, que centraríamos nuestras capacidades
únicas en el inicio de la operación y que trasladaríamos las responsabilidades a
nuestros aliados y socios. Esta noche estamos cumpliendo esa promesa.</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Nuestra alianza más eficaz, la OTAN, ha tomado el mando
para hacer cumplir el embargo de armas y la zona de exclusión aérea. Anoche, la
OTAN decidió asumir la responsabilidad adicional de proteger a los civiles
libios. […]</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Desde luego, no hay duda de que Libia, y el mundo,
estarían mejor sin Gadafi en el poder. Yo, junto con muchos otros líderes del
mundo, he adoptado ese objetivo, y lo intentaremos alcanzar por medios no
militares. Sin embargo, ampliar nuestra misión militar para que incluya el
cambio de régimen sería un error.</DIV>
<DIV align=justify><BR>"La tarea que he asignado a nuestras tropas —proteger al
pueblo libio del peligro inmediato y establecer una zona de exclusión aérea—
está avalada por un mandato de la ONU y el apoyo internacional. También es lo
que la oposición libia nos ha pedido que hagamos. Si intentáramos derrocar a
Gadafi, nuestra coalición se dividiría. Probablemente tendríamos que colocar
tropas estadounidenses en el terreno para lograr esa misión, o arriesgarnos a
matar a muchos civiles desde el aire. […]</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Hemos intervenido para parar una masacre y trabajaremos
con nuestros aliados y socios para mantener la seguridad de la población civil.
Negaremos armamentos al régimen, cortaremos sus suministros de dinero en
efectivo, ayudaremos a la oposición y trabajaremos con otros países para
acelerar el día en que Gadafi abandone el poder."<BR><BR>Llegamos así al punto
clave con respecto a la resolución 1973 del Consejo de Seguridad, que invoca la
responsabilidad de proteger. De acuerdo con la petición expresa de los
sublevados, la resolución descarta "toda fuerza de ocupación extranjera en
cualquier parte del territorio libio", y esta salvaguardia frente al control
imperialista de Libia es, sin duda, crucial. Quienes creen que EE UU puede
imponer a un "Karzai" en Libia exclusivamente en virtud de su supremacía aérea
todavía han de demostrarnos cómo sería eso posible. Cualquiera que conozca la
situación en Afganistán debería saber que si las tropas estadounidenses no
controlaran Kabul, Hamid Karzai, cuya influencia en el país era insignificante,
nunca habría sido capaz de asumir la presidencia del país. Y mientras que los
aliados afganos de EE UU en la Alianza del Norte carecían de base popular fuera
de sus regiones étnicas, la oposición libia tiene sin duda una base de masas en
las principales regiones del país, con lo que resultará mucho más difícil
controlar la solución política desde el exterior sin una presencia militar sobre
el terreno. Los reparos de algunos círculos políticos y militares occidentales y
los informes publicados por los grandes medios occidentales sobre la posible
presencia de Al Qaeda en las filas de la oposición son muy reveladores al
respecto.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Señalar a unos pocos individuos de diversas identidades
políticas contrapuestas que desempeñan o intentan desempeñar algún papel en la
insurrección libia no dice nada de su influencia real y no puede ser una
indicación convincente de la futura configuración de la Libia posterior a
Gadafi, máxime cuando el Consejo Nacional de Transición impulsa un claro
programa de cambio democrático y reclama elecciones libres y limpias. La sucia
campaña contra la revuelta libia es equivalente a la de quienes trataron de
desacreditar la revuelta egipcia señalando el papel de los Hermanos Musulmanes o
calificando a Mohamed el Baradei de títere del imperialismo y al Movimiento de
la Juventud del 6 de Abril de grupo entrenado en EE UU. Y lo que puedan decir
uno u otro miembro del Consejo a los medios occidentales para halagar a los
gobiernos que están ayudando a la revuelta es secundario con respecto al hecho
de que la caída de Gadafi permitirá que surja una izquierda en Libia por primera
vez en cuatro décadas y que los movimientos progresistas internacionales ejerzan
una presión efectiva sobre el Estado libio para que anule el vergonzoso acuerdo
con firmó Gadafi con su compinche Silvio Berlusconi en 2008 para facilitar la
devolución ilegal, por parte de Italia, de inmigrantes ilegales
subsaharianos.<BR><BR>La cuestión ahora es saber qué viene después. Una vez
evitada la masacre y destruida irremediablemente la fuerza aérea de Gadafi, su
poderío está muy debilitado, a pesar de seguir siendo superior al de los
insurgentes. El mandato de las Naciones Unidas se ha cumplido en todos sus
extremos, como ha reconocido el propio Obama, pero la OTAN asume ahora el mando
con un plan de operaciones de tres meses de duración sobre Libia. Toda
continuación de los bombardeos supone indiscutiblemente un incumplimiento del
mandato, convirtiendo a la OTAN en parte implicada en la guerra civil en curso
en Libia, aunque solo sea desde el aire y el mar. El pretexto de que esto es
necesario para "proteger a los civiles" y está amparado en la resolución
inaceptablemente vaga del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas se apoya
en la superioridad militar de las fuerzas leales a Gadafi.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Sin embargo, la manera de poner fin a esta superioridad y
de permitir que gane la revuelta, de conformidad con el derecho del pueblo libio
a la autodeterminación, es que los hipócritas gobiernos occidentales —que
vendieron montones de armas a Gadafi desde que se levantó el embargo sobre Libia
en octubre de 2004 y Gadafi se convirtió en un "modelo"— entreguen armas a los
insurrectos. (La Unión Europea concedió licencias de exportación de armas a la
Libia de Gadafi por importe de 834,5 millones de dólares hasta finales de 2009,
sin contar la expansión de las ventas en 2010; el gobierno de EE UU bajo la
presidencia de Bush aprobó ventas de armas a Libia por importe de 46 millones en
2008; el gobierno de Obama redujo esta cifra a 17 millones en 2009 mientras
estudiaba un contrato de suministro de vehículos blindados que la habría
incrementado sustancialmente.) Mahmud Shamam, portavoz de la oposición libia,
explicó a los periodistas durante la reunión internacional sobre Libia que tuvo
lugar en Londres el 29 de marzo que si estuvieran debidamente equipados, los
rebeldes "acabarían con Gadafi en pocos días". Otros miembros de la oposición
libia se expresaron en el mismo sentido. Sin embargo, so pretexto de que la
resolución 1973 reiteraba la imposición del embargo de armas sobre el territorio
libio, los gobiernos occidentales se muestran reacios a suministrar armas a los
insurrectos, mientras EE UU está indeciso hasta el punto de que Obama tuvo
cuidado de no mencionar la cuestión en su discurso y se limitó a decir que se
denegaba la entrega de armas al régimen. Cuando más tarde le preguntaron en
rueda de prensa, contestó que "no lo descarto, pero tampoco lo confirmo". Está
claro que esta actitud debe denunciarse.<BR><BR>En resumen, era un error por
parte de cualquier fuerza de izquierda oponerse a la idea de una zona de
exclusión aérea y de destrucción de las unidades blindadas de Gadafi ante la
ausencia de cualquier alternativa para evitar la masacre a gran escala en Libia.
Oponerse a la zona de exclusión aérea sin ofrecer ninguna alternativa plausible,
como han hecho muchos grupos de la izquierda sensata y sincera con la mejor de
las intenciones, no era convincente. Debilitó a la izquierda a los ojos de la
opinión pública. Oponerse a la zona de exclusión aérea sin mostrar preocupación
alguna por los civiles, como han hecho algunos grupos marginales, era una
inmoralidad, por no hablar ya de la actitud de los estalinistas reconstituidos o
no reconstituidos que apoyan a Gadafi como “antiimperialista progresista" y
descalifican la revuelta tachándola de conspiración urdida por EE UU” o por Al
Qaeda (y recurriendo a calumnias típicamente estalinistas al comentar la
posición de los sectores de izquierda que apoyaban la solicitud de protección de
los rebeldes libios). <BR><BR>No había que oponerse a la petición de una zona de
exclusión aérea por parte de los sublevados. Sin embargo, debíamos haber
expresado nuestras profundas reservas con respecto a la resolución 1973 del
Consejo de Seguridad denunciando cualquier intento de aprovecharla como pretexto
para favorecer los planes imperialistas. Como dije el día después de que se
aprobara la resolución, "sin estar en contra de la zona de exclusión aérea,
debemos expresar nuestra desconfianza y defender la necesidad de vigilar muy de
cerca las acciones de los países que intervengan, a fin de asegurar que no vayan
más allá de la protección de los civiles con arreglo al mandato de la resolución
del Consejo de Seguridad." Nuestra prevención habitual ante las intervenciones
militares de los países imperialistas tenía que pasar a un segundo plano ante la
urgencia de una masacre inminente, pero esa urgencia ya no se da en estos
momentos y la protección de la revuelta puede realizarse ahora mucho mejor
mediante el suministro de armas a los rebeldes.<BR><BR>Ahora que se ha
establecido la zona de exclusión aérea con la típica contundencia de la OTAN y
que la capacidad de las fuerzas de Gadafi para amenazar a las poblaciones
civiles con una masacre a gran escala está muy debilitada, deberíamos centrar
nuestra campaña en dos exigencias principales e inseparables a la coalición
dirigida por la OTAN: </DIV>
<DIV align=justify><BR>¡Alto a los bombardeos! ¡Entregad armas a los
insurgentes! </DIV>
<DIV align=justify><BR>Estas dos exigencias juntas reflejan nuestra manera de
demostrar concretamente que defendemos la revuelta del pueblo libio contra su
tirano mucho más que aquellos que les deniegan armas y desean controlar su
movimiento.<BR><BR><BR>* Gilbert Achcar se crió en el Líbano y actualmente es
profesor de la School of Oriental and African Studies (SOAS) de la Universidad
de Londres. Ha publicado, entre otros, los libros El choque de barbaries,
traducido a 13 lenguas; Estados peligrosos, en colaboración con Noam Chomsky; y
más recientemente, The Arabs and the Holocaust: The Arab-Israeli War of
Narratives.
<HR>
</FONT></DIV></BODY></HTML>