<!DOCTYPE HTML PUBLIC "-//W3C//DTD HTML 4.0 Transitional//EN">
<HTML><HEAD>
<META content=text/html;charset=iso-8859-1 http-equiv=Content-Type>
<META name=GENERATOR content="MSHTML 8.00.7600.16385"></HEAD>
<BODY style="PADDING-LEFT: 10px; PADDING-RIGHT: 10px; PADDING-TOP: 15px"
id=MailContainerBody leftMargin=0 topMargin=0 CanvasTabStop="true"
name="Compose message area"><FONT size=2 face=Arial>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa</FONT><BR><U>29 de abril 2011</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Colectivo
Militante - Agenda Radical</FONT><BR>Gaboto 1305 - Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: <A
title="mailto:germain5@chasque.net CTRL + clic para seguir el vínculo"
href="mailto:germain5@chasque.net">germain5@chasque.net</A></FONT></STRONG><A
title="mailto:germain5@chasque.net CTRL + clic para seguir el vínculo"
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
title="mailto:germain5@chasque.net CTRL + clic para seguir el vínculo"
size=4></FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><FONT size=3 face=Calibri></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Colombia
<BR></FONT></STRONG></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Se profundiza el modelo neoliberal
<BR></DIV></STRONG></FONT>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG><FONT size=3>El sigiloso
revolcón de Santos</FONT></STRONG> <BR><BR><BR><STRONG>Hector León Moncayo
*</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>Le Monde Diplomatique,
edición colombiana<BR>Bogotá, abril 2011<BR></STRONG><A
title="http://www.eldiplo.info/ CTRL + clic para seguir el vínculo"
href="http://www.eldiplo.info/"><STRONG
title="http://www.eldiplo.info/ CTRL + clic para seguir el vínculo">http://www.eldiplo.info/</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><A
title="http://www.eldiplo.info/ CTRL + clic para seguir el vínculo"
href="http://www.eldiplo.info/"></A></FONT> </DIV><FONT size=2 face=Arial>
<DIV align=justify><BR></FONT><FONT size=2 face=Arial>Hace 20 años, otro
presidente, César Gaviria, dio comienzo al proceso de reformas neoliberales del
Estado, un brutal ajuste del que todavía no se repone el país. Él mismo, entre
arrogante y cínico, le dio el nombre, popularizado luego por el periodismo
oficial, de "revolcón". Hoy, el presidente Santos, en forma quizá más discreta,
ha emprendido una campaña de reformas legislativas en el mismo sentido, de una
magnitud y una profundidad tan significativas que merece el mismo nombre.
Desafortunadamente, los colombianos, enredados aún en el tema de la continuidad
de la política de 'seguridad democrática' que marcó el debate electoral, no
parecen captar en toda su dimensión la gravedad de las implicaciones de esta
nueva reforma institucional.</FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><BR>El pasado 17 de marzo fue
aprobado en primer debate -Comisiones Económicas tanto del Senado como de la
Cámara de Representantes- el proyecto de Ley por el cual se expide el Plan de
Desarrollo 2011-2014 (1), presentado por el actual gobierno. Según las normas de
procedimiento, a partir de esa fecha el Congreso cuenta con 45 días para dar su
aprobación definitiva, lo que seguramente hará, pese a los debates planteados
por la oposición.<BR><BR>A primera vista el asunto no reviste sorpresa alguna ni
merece mayor reflexión; es un ritual que repiten todos los gobiernos en el
comienzo de su mandato, dado que es una disposición constitucional. La
obligación de elaborar y presentar un Plan de Desarrollo es de las pocas cosas
que quedaron en la Constitución que hacen referencia a la idea de un Estado
intervencionista. Días antes, el Gobierno había dado a conocer un largo
documento de "Bases del Plan de Desarrollo", apoyado en una buena cantidad de
estadísticas y algunas consideraciones de teoría económica, en lenguaje
"políticamente correcto", al que había puesto el pomposo nombre de "Prosperidad
para todos". Inicialmente, durante la campaña electoral, Santos había hablado de
"prosperidad democrática", seguramente para marcar la continuidad con la
'seguridad democrática' de su antecesor. Pues bien, en esta ley se presenta e
incorpora el Documento junto con el plan de "inversiones públicas" para el
período 2011-2014. Hasta ahí el ritual. Sin embargo, en la misma ley, bajo el
pretexto de "mecanismos para la ejecución del Plan", se incluye un largo
catálogo de reformas legislativas, en modo alguno 'operativas' sino, por el
contrario, de gran calado, que tocan, como es obvio al referirse a un Plan, los
más diversos aspectos del ordenamiento institucional. Es evidente que el
Gobierno ha querido, de una vez y por una vía expedita, adelantar una parte
significativa de su gran proyecto de reforma neoliberal.<BR><BR><STRONG>El Plan
de Desarrollo</STRONG><BR><BR>Si algo resalta en todos los planes que se han
presentado en Colombia, por lo menos desde el gobierno de Gaviria, es el hecho
de que, en contra de su denominación, no reflejan ninguna intención de
planificar. En la lógica neoliberal, como se sabe, no cabe ni siquiera la noción
de planeación 'indicativa', ya que descarga la dinámica de la asignación de
recursos en el funcionamiento 'libre' de las leyes del mercado. La acción del
Estado es enteramente subsidiaria. Y el Plan de Santos no es una excepción y
además convierte este principio en su guía fundamental y explícita. En todas
partes aparece como pieza clave de la propuesta la "alianza público-privado".
Por tanto, la reforma institucional se convierte casi automáticamente en el
único propósito del Plan. Se trata de crear condiciones -de seguridad,
estabilidad y previsibilidad jurídica, se suele decir- para el funcionamiento
del mercado, denominación, la de mercado, que, con su aire de impersonalidad,
oculta un objetivo muy elemental y concreto: la protección del capital nacional
y extranjero.<BR><BR>Las apariencias nos engañan nuevamente. En el ámbito
publicitario, la imagen del Plan recuerda el lenguaje desarrollista de otras
épocas que hablaba de modelos de crecimiento "desequilibrado", en los cuales se
seleccionan unos sectores económicos en capacidad de arrastrar el conjunto de la
economía. Se habla de las cinco "locomotoras". En este caso: innovación, sector
minero-energético, infraestructura, agricultura y desarrollo urbano. Sin
embargo, en su contenido, el Plan no puede estar más lejos de la imagen. Para
empezar, en la selección de los sectores, como ya se dijo, no se trata de una
fuerte iniciativa del Estado -productor, empresario o al menos intervencionista-
sino de un ámbito en el cual, además de condiciones favorables, únicamente se
prevén "incentivos", casi siempre tributarios, para estimular la iniciativa
privada. En segundo lugar, es claro que, de las cinco locomotoras, en la
práctica solamente queda el sector minero-energético, de exportación, dentro de
la idea tradicional del "arrastre". Y no podía ser más desafortunada la
selección. Cualquier estudiante de economía sabe que este sector es de los que
menos empleos y menos eslabonamientos productivos ofrecen. Peor aún en el caso
de Colombia, donde la participación del Estado, a través de las regalías, es
insignificante.<BR><BR>En este sentido, es claro que el Plan no propone un
modelo: se lo encuentra ya en funcionamiento. Es el modelo extractivista
-inversión extranjera para la explotación y exportación de recursos naturales-
al cual parece condenarnos la actual división capitalista internacional del
trabajo. El aporte sustancial aparece en la supuesta locomotora de la
infraestructura. Es obvio que resulta indispensable para el funcionamiento del
modelo y debe reconocerse que, en Colombia, el retraso en esta materia es
enorme. Ya aparecía en otros planes, incluido el famoso "Colombia, Visión 2019",
pero Uribe, ya se sabe, privilegió la corrupción doméstica sobre las necesidades
del capital extranjero. Sin embargo -cabe insistir-, la infraestructura no es
sólo medio sino también fin como ámbito para los negocios, la alianza
público-privado. Es ahí donde resalta la importancia de la ambiciosa iniciativa
de la ley que se está comentando. Buena parte de las reformas planteadas, en
relación con el manejo del territorio y la contratación pública (concesiones),
se encamina a crear las condiciones más favorables para la inversión extranjera
en el negocio de la infraestructura.<BR><BR>Este asunto del manejo del
territorio es quizá la clave para la comprensión de la política de Santos. Tiene
implicaciones en lo planteado para agricultura y desarrollo urbano, y en el
manejo de áreas protegidas -parques naturales, etcétera-, que en la ley (y en el
documento del Plan) se desliza, de contrabando, como una falsa política de
"sostenibilidad" y de "gestión ambiental". Y un aspecto que todavía no se ha
tomado suficientemente en serio: la culminación con Santos de una contundente
política de recentralización. Recuérdese que el Presidente ya se había mostrado,
en el gobierno de Pastrana, como verdadero campeón en esta materia y que inició
su esfuerzo legislativo con la reforma de la Ley de Transferencias. El problema
consiste -y es una característica del discurso oficial- en que se presenta como
lo contrario. El primer capítulo del documento de la "Prosperidad" trata de las
regiones y ofrece atenuar las desigualdades mediante la convergencia económica.
En realidad busca, con una nueva centralización de los recursos, distribuir las
inversiones públicas (y los incentivos), asignando megaproyectos, pero no las
obras que las regiones necesitan o quieren sino las que se precisan para el
modelo extractivista. En la ley del Plan, además, se consagra una enorme
capacidad del gobierno central para orientar y ordenar (exigir) el
comportamiento de las autoridades territoriales, en todas las materias,
incluidas salud, educación y agua potable, reformulando otra vez el sistema
general de participaciones. Incluso en materia tributaria, con la definición del
rango (porcentajes) del impuesto predial, que fue objeto de debate hasta por
parte de los parlamentarios oficialistas.<BR><BR><STRONG>Jugando con el
neoinstitucionalismo</STRONG><BR><BR>En síntesis, se puede decir que del famoso
Plan lo que nos queda en definitiva es la intención de reformar las
instituciones que sirven de marco para el funcionamiento del mercado. De una
parte, para atraer la inversión extranjera. Fácil es descubrir en las diferentes
propuestas una identidad absoluta con las exigencias que aparecen en los
tratados de libre comercio. Obsérvese, por ejemplo, que en la propia ley del
Plan, en nombre de la innovación tecnológica, el Gobierno se adelanta a
consagrar de una vez nuevas normas de protección de la propiedad intelectual y
ampliaciones del ámbito de la patentabilidad. No se salva ni la agricultura,
donde, como mentís a las ilusiones creadas por la propuesta de restitución de
tierras, se privilegia el viejo modelo de las asociaciones productivas para
garantizar que los productores campesinos terminen vinculados a los grandes
proyectos de monocultivos para la exportación. Adecuar el mercado significa
también abrir nuevos espacios para la inversión extranjera, aquellos donde aún
no es rentable. Es, desde luego, un objetivo de mediano o largo plazo. Bien se
sabe que, en un país con la extrema desigualdad en la distribución del ingreso
como es Colombia, se requiere forzadamente incluir a los pobres en los circuitos
de comercialización. Se habla otra vez, por ejemplo, de profundizar la
bancarización. Esto significa asimismo eliminar de modo progresivo franjas de
pequeños productores (de bienes o servicios) y de pequeños comerciantes, para
garantizar la operación rentable de las grandes empresas nacionales y
extranjeras. Una vez más, en el discurso se presenta como lo contrario, es
decir, como impulso a la microempresa y la pequeña empresa. Pero la iniciativa
se plantea en nombre de la 'formalización', ya que la informalidad suele
identificarse con ilegalidad y evasión tributaria. Ya se ha declarado la guerra
contra los pequeños mineros. Y también, tal como se había iniciado en el
gobierno anterior, contra los campesinos productores de leche o de aves de
corral. En perspectiva, se debe convertir en una verdadera guerra contra el
rebusque.<BR><BR>De otra parte, y no gratuitamente, se menciona una y otra vez
la competitividad, y no se descuida la 'flexibilización' del mercado de trabajo.
El argumento del alto nivel salarial de Colombia en el contexto internacional se
repite una vez más. Una muestra es la conocida ley del primer empleo. Pero
también en la ley del Plan se introduce una reforma del régimen pensional cuya
atrevida propuesta de elevar los límites de edad condujo a un rechazo
generalizado. Por fortuna, esta disposición fue excluida de la versión aprobada
en el Congreso, pero ya se anuncia la presentación de un proyecto de ley
específico, como, por lo demás, debiera ser.<BR><BR><STRONG>Picardías de
Santos</STRONG><BR><BR>Precisamente a propósito de este último tema, un
comentarista enfurecido, y autorizado -ya que lo hace a nombre de la Asociación
Nacional de Instituciones Financieras (ANIF)-, escribía hace poco:
"Lastimosamente se desperdició la ocasión de hacerlo expeditamente a través de
una ley ómnibus como lo es el PND" (2). Llama la atención no tanto la
presentación que hace en seguida de su propuesta en materia de jubilaciones, que
es el programa ideal, a juicio de los capitalistas y en contra de los derechos
de los trabajadores, sino la denominación de ómnibus que utiliza para referirse
a la ley. Claro está, es cínicamente consciente de que este es un tipo de ley
que contiene de todo. Anteriormente se decía "como en botica", aunque, para ser
definitivamente criollo, ha debido llamarla ley 'chiva'. No es claro, sin
embargo, que esta modalidad que tanto le gusta sea constitucional. Va más allá
del tradicional recurso a los micos, que en Colombia designan el truco de colgar
uno u otro artículo sin relación con la materia principal de que trata la ley en
discusión. En realidad, así pudiera ser una ley de sólo micos. Pero es
indiscutible su utilidad. Sobre todo porque resulta fácil -especialmente en una
ley que habla de Plan de inversiones- convencer a los congresistas, con la
introducción de una u otra pequeña oferta de "apoyo regional", a la manera como
funcionaba antiguamente la modalidad de los auxilios parlamentarios.<BR><BR>El
tema de las pensiones, por otra parte, nos remite a una consideración
fundamental. Tiene una doble implicación. Tiene que ver con el negocio privado
de los fondos de pensiones, una de las fuentes contemporáneas de capital más
importantes en el mundo; al mismo tiempo, con la cuestión fiscal, el imperativo
del equilibrio fiscal propio del capitalismo neoliberal, decisivo a la hora de
conseguir créditos. Este es el cierre de la propuesta del Plan que alcanza a
mencionarse en la ley pero que es objeto de una iniciativa de mayor alcance. Se
trata de la peregrina idea de consagrar en la Constitución, como un derecho
humano -colectivo- la "sostenibilidad fiscal". Su desarrollo legislativo sería
la llamada regla fiscal, mediante la cual se le pone un límite al gasto público.
Por si hiciera falta, puede ser el puntillazo definitivo a la Constitución del
91, en lo poco que han podido utilizar los pobres de Colombia: la acción de
tutela.<BR><BR><BR><U><STRONG>Notas</STRONG></U></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial>1)
http://www.dnp.gov.co/PortalWeb/PND/PND20102014.aspx<A
title="http://www.dnp.gov.co/PortalWeb/PND/PND20102014.aspx CTRL + clic para seguir el vínculo"
href="http://www.dnp.gov.co/PortalWeb/PND/PND20102014.aspx"></A></FONT></DIV><FONT
size=2 face=Arial>
<DIV align=justify>2) Clavijo, Sergio, "Reforma pensional y retiro temprano",
en: La República. 23 de marzo de 2011.</DIV>
<DIV align=justify><BR>* Integrante del Consejo de redacción Le Monde
Diplomatique, edición Colombia.</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><BR></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial></FONT> </DIV></BODY></HTML>