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<DIV align=center><FONT size=4><U><STRONG>boletín solidario de
información<BR></STRONG></U><FONT color=#800000 size=5><STRONG>Correspondencia
de Prensa<BR></STRONG></FONT><U><STRONG>1º de mayo
2011<BR></STRONG></U><STRONG><FONT color=#800000 size=5>Colectivo Militante -
Agenda Radical<BR></FONT>Gaboto 1305 - Montevideo - Uruguay<BR>Redacción y
suscripciones: </STRONG></FONT><A href="mailto:germain5@chasque.net"><FONT
size=4><STRONG>germain5@chasque.net</STRONG></FONT></A></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Estados
Unidos</FONT></STRONG></DIV></FONT>
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<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG><FONT size=3>El infierno de
Guantánamo<BR></FONT></STRONG></FONT><FONT size=2
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<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>Roberto Montoya * (Miradas al
Sur)<BR>Viento Sur<BR></STRONG><A
href="http://www.vientosur.info/"><STRONG>http://www.vientosur.info/</STRONG></A></FONT></DIV><FONT
size=2 face=Arial>
<DIV align=justify><BR><BR>Nueve años después de que el Pentágono trasladara de
Afganistán a la prisión de Guantánamo al primer grupo de prisioneros de la
“cruzada contra el terror” de Bush que vivirían durante años en esa suerte de
campo de concentración del siglo XXI, nuevas filtraciones de Wikileaks revelan
detalles aún desconocidos de aquel infierno.<BR>Wikileaks ha filtrado ahora casi
5.000 páginas con las fichas militares secretas de 758 de los 779 presos que en
total han pasado por la prisión de la base estadounidense.<BR><BR>A pesar de que
en estos años organismos humanitarios lograron desclasificar documentos internos
del Pentágono y el FBI sobre las torturas y condiciones infrahumanas en las que
se tenía a los detenidos, y se contaba también con el testimonio de muchos ex
prisioneros, estas fichas son las pruebas más contundentes de la barbarie
cometida por EEUU en esa prisión, ante la pasividad de sus aliados.<BR><BR>El
cierre de esa prisión fue una de las primeras promesas hechas por el presidente
Barack Obama al llegar al poder en Enero de 2009. Sin embargo, todavía
permanecen allí 171 de los 242 prisioneros que “heredó” de Bush. El portavoz de
la Casa Blanca, Jay Carney, protestó días atrás por las nuevas filtraciones de
Wikileaks y criticó a los medios que se hicieron eco de ellas.<BR><BR>Las 758
fichas secretas, que pueden ser consultadas en “Guantanamo Files 2011”, en
www.wikileaks.info, fueron elaboradas entre 2002 y 2008 y están firmadas por las
máximas autoridades de la base, por los mandos de la Fuerza de Tarea Conjunta
(JTF-GTMO, en sus siglas en inglés) y dirigidas a sus superiores, al Comando Sur
del Pentágono, situado en Miami, Florida, desde el que se controla toda América
Latina y el Caribe.<BR>Aunque las fichas, escritas con forma de memorandos, con
descripciones detalladas sobre cada preso, divididos entre los de “bajo”,
“medio” o “alto riesgo”, están escritas con un lenguaje supuestamente ascéptico,
“objetivo”, pero son suficientemente reveladoras de por sí de las graves
violaciones a los derechos humanos cometidas contra ellos. En ellas se reconoce,
por ejemplo, que en Guantánamo se mantuvo detenidos a al menos 30 enfermos
mentales, con problemas de esquizofrenia, psicosis, paranoias graves, a un
anciano de 89 años con demencia senil; que el saudí Alharabiri continuó en
prisión a pesar de haber sufrido graves daños cerebrales después de intentar
ahorcarse; que varios se suicidaron al no poder soportar más el
cautiverio.<BR><BR>En algunos casos, como el del uzbeko Zakir Yan Hasan, los
psiquiatras militares norteamericanos justifican la necesidad de mantenerlo
detenido a pesar de la inexistencia de cargos contra él, porque “sus
alteraciones psicológicas le hacen vulnerable al reclutamiento y manipulación de
las organizaciones extremistas, que explotarían su vulnerabilidad para usarlo en
actividades terroristas”.<BR><BR>A muchos de los prisioneros con enfermedades
mentales o fuertes depresiones se los consideraba útiles como confidentes, para
que se acercaran a otros presos considerados peligrosos y trataran de sacarles
información. Las acusaciones contra numerosos prisioneros utilizaron
precisamente como “pruebas” los testimonios de esos otros compañeros.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Las fichas muestran que los presos eran sancionados y
posiblemente lo sean todavía, por “delitos” tales como rechazar la comida, por
pretender ayunar, o por quererle pasar alimento a un compañero, o por intentar
tapar la cámara de la celda que los vigila constantemente; por colgar una
camiseta fuera del lugar previsto o por llevar el elástico del pantalón fuera de
la cintura. La acumulación de sanciones de ese tipo en un individuo implicaba el
cambio en su nivel de “riesgo”, pudiendo pasar al cabo de los años de cautiverio
de un nivel de “riesgo bajo” a uno de “alta peligrosidad” simplemente por
ello.<BR><BR>Sólo cuando los mandos de la base consideran que un prisionero ha
dejado de ser útil, se propone su entrega a su país de origen, siendo muchas
veces sometido allí a malos tratos y prisión, por lo que su pesadilla no
termina.<BR><BR>Según la documentación revelada, ante el crecimiento de la
población reclusa en Guantánamo, sus mandos decidieron transferir a un total de
163 de prisioneros que aún seguían siendo “sospechosos”, a sus países de origen,
en la mayoría de los casos países árabes antidemocráticos, para que siguieran
detenidos y que pudieran ser interrogados por agentes estadounidenses en
cualquier momento. Varios países árabes se prestaron solícitos a satisfacer los
deseos de EEUU.<BR><BR>El Gobierno de Muamar el Khadafi, por ejemplo, suministró
información clave para mantener en prisión durante cinco años al libio Abu
Sufian bin Qumu, a quien en realidad sólo se le pudo probar que había colaborado
unos meses con la ONG Wafa, a la que se le atribuía algún tipo de relación con
Al Qaeda. EEUU terminó entregando al preso a Libia en 2007, donde permaneció
otro año prisionero. Según Khadafi, Bin Qumu se ha unido a las fuerzas rebeldes
que combaten ahora en su contra. Para Khadafi, es una muestra de que los
rebeldes están dirigidos por Al Qaeda, pero, paradójicamente, esas fuerzas
rebeldes que luchan contra el régimen libio están apoyadas, y posiblemente
armadas, por EEUU.<BR><BR>Según asegura siempre el Pentágono para justificar la
retención de los presos, entre un 5% y un 13% de los que ha ido liberando de
Guantánamo han empuñado las armas en algún país posteriormente. Lo que omite
decir es que al menos contra la mitad de ellos no existía ninguna prueba de que
las hubieran empuñado antes de su detención. Fueron las torturas, las vejaciones
y detención arbitraria durante años, las razones que les hicieran asumir
posiciones cada vez más extremistas, al punto de unirse a grupos de la órbita
terrorista de Al Qaeda.<BR><BR>A pesar de la gravedad de las revelaciones, no
parece que estas puedan llegar a ser objeto de debate ni en el Congreso de EEUU
ni en ningún organismo mundial influyente. Precisaqmente estos días fue
trasladado a una cárcel de Kansas el soldado Bradley Manning, acusado de filtrar
a Wikileaks miles de documentos secretos del Pentágono en Irak, con pruebas de
los abusos cometidos allí. Manning, detenido en mayo de 2010 en Irak, permaneció
aislado y en condiciones durísimas en una base de Virginia, lo que provocó
denuncias de numerosas organizaciones humanitarias. La Administración Obama ha
querido sentar un precedente con él para evitar nuevas filtraciones.<BR><BR>En
un sentido exactamente contrario, “The New York Times” proponía estos días en un
editorial que Obama rindiera homenaje a todos aquellos militares que durante la
era Bush se opusieron a la tortura y los abusos y los denunciaron.<BR><BR>Los
partidarios de mantener la línea dura con los prisioneros de Guantánamo
encontrarán sin duda ahora un argumento a su favor, tras el atentado terrorista
de este jueves pasado en Marraquech, que produjo 16 muertos, la mayoría de ellos
turistas.<BR><BR>En 2003, pocods días después de producirse una cadena de
atentados suicidas en otra ciudad de Marruecos, en Casablanca, con un saldo de
45 personas muertas, la monarquía aprobó una ley antiterrorista que sirvió de
paraguas para miles de detenciones, mayor cercenamiento de las libertades y la
aplicación sistemática de la tortura.<BR><BR>El atentado de este jueves se
produce en momentos en que la monarquía de Mohamed VI parecía dispuesta a
iniciar una serie de reformas reclamadas en tumultuosas protestas populares,
como las que vienen teniendo lugar en numerosos países árabes. Este atentado,
haya sido o no realizado por Al Qaeda, sólo puede ayudar precisamente a los que
quieren impedir a toda costa que se avance en un proceso
democrático.<BR><BR><BR>* Roberto Montoya es miembro de la redacción de Viento
Sur.
<HR>
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