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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa</FONT><BR><U>10 de mayo 2011<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Colectivo
Militante - Agenda Radical</FONT><BR>Gaboto 1305 - Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: <A
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href="mailto:germain5@chasque.net">germain5@chasque.net</A></FONT></STRONG><A
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Estados
Unidos</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG><FONT size=3>Con licencia
para matar</FONT></STRONG><BR><BR></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>Roberto
Montoya</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>Viento
Sur</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><A
title="http://www.vientosur.info/ CTRL + clic para seguir el vínculo"
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title="http://www.vientosur.info/ CTRL + clic para seguir el vínculo">http://www.vientosur.info/</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><BR><BR>EE.UU. quiso evitar la imagen
de un Bin Laden con uniforme naranja y cadenas en los pies, y un prolongado
juicio ante un hipotético tribunal en el que trascenderían revelaciones
comprometedoras para figuras de varias administraciones norteamericanas. Cuando
una semana después de los atentados terroristas del 11-S la prensa
estadounidense le preguntó a George W. Bush si quería que le llevaran la cabeza
de Osama Bin Laden, contestó: "Quiero justicia", pero tras unos segundos añadió:
".Y hay un viejo cartel en el Oste que yo recuerdo, aquel que decía 'Se busca,
vivo o muerto'".</FONT></DIV><FONT size=2 face=Arial>
<DIV align=justify><BR>Dichas por el fundamentalista presidente George W. Bush,
esas palabras no sonaban raras. Eran coherentes con su personalidad, con sus
valores. Las podría haber suscrito sin duda también uno de sus predecesores, el
actor-presidente republicano Ronald Reagan, tan dispuesto siempre a interpretar
papeles de cowboy en Hollywood como en la vida real.<BR><BR>Pero las palabras,
muy similares, que se escucharon hablando del mismo sujeto, del mismo objetivo,
de Bin Laden, diez años después, en la madrugada del pasado martes 2, no las
pronunció ninguno de ellos. No, quien habló ese día desde la Casa Blanca a la
nación, al mundo entero, con orgullo, solemnemente, fue Barack Obama, ese primer
presidente afroamericano de la historia de Estados Unidos que iba a acabar con
el gatillo fácil imperial, con el papel de gendarme mundial.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Éstas son algunas de las frases de Obama al anunciar la
muerte de Bin Laden: "Poco después de asumir el cargo, ordené a León Panetta,
director de la CIA, hacer de la ejecución o la captura de Bin Laden la prioridad
máxima de nuestra guerra contra Al-Qaeda, al tiempo que continuaban nuestros
esfuerzos por desbaratar, desmantelar y derrotar a su organización." "La
ejecución o la captura", dijo Obama. El orden no es casual, primero matar. Sin
embargo, para cumplir con la formalidad, el presidente acotó párrafos después,
tras explicar cómo habían llegado hasta el refugio del líder de Al-Qaeda: "Y,
finalmente, la semana pasada, decidí que teníamos suficiente información para
pasar a la acción y autoricé una operación para capturar a Osama Bin Laden y
llevarlo ante la Justicia". Eso es lo que dijo el presidente.<BR></DIV>
<DIV align=justify>El bueno de Obama desconocía (¿cómo podemos dudar de su
sinceridad?), que para lograr identificar a Abu Ahmad como brazo derecho de Bin
Laden, y cuyo seguimiento permitió finalmente llegar hasta su refugio, hubo que
torturar a muchos prisioneros de Guantánamo.<BR><BR><STRONG>Llevarlo ante la
Justicia</STRONG></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>¿Y a qué justicia se refería el presidente en su discurso?,
¿ante qué tribunal pensaba llevar a Bin Laden? Si estaban tras sus pasos desde
hace meses es de suponer que todo estaba ya previsto. Y en la democracia más
grande del mundo, ¿cómo no iba a cuidarse escrupulosamente, en primer lugar, que
al detenido se le leyeran sus derechos, como en las películas, que se velara por
su integridad física, que se le llevara ante un tribunal federal respetándole
sus derechos de defensa?</DIV>
<DIV align=justify><BR>El presidente debió olvidarse al pronunciar esas
palabras, que él hacía tiempo que había perdido la batalla para cerrar
Guantánamo y juzgar ante tribunales federales, con todas las garantías, a los
prisioneros que no fueran liberados inmediatamente.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El presidente debió olvidarse que después de congelar
inicialmente los juicios militares en Guantánamo, terminó autorizando
personalmente que se reanudaran.<BR><BR>¿Y qué otra opción tenía Obama para
juzgar a un prisionero como Bin Laden? ¿Juzgarlo en la base de esa isla, con
tres oficiales militares como jueces y otro como abogado defensor que, como es
habitual, impediría a su defendido acceso al sumario, por cuestiones de
seguridad?</DIV>
<DIV align=justify><BR>¿No, no quedaría muy bien. A pesar de que la ONU, la UE y
todos los organismos mundiales influyentes miran para otro lado desde que en
enero de 2002 Washington puso en marcha el campo de concentración de Guantánamo,
a ninguno le gustaría la imagen que daría un Bin Laden con uniforme naranja y
cadenas en los pies y las muñecas ante un tribunal tan impresentable. Máxime si
por un descuido lo dejaban hablar y recordar todas las alianzas secretas que
hizo en las últimas décadas con representantes políticos y empresariales de
Estados Unidos y de muchos otros países.<BR>¿Y después de ese juicio había
alguna otra posibilidad de que no fuera ejecutado?</DIV>
<DIV align=justify><BR>Y, claro, eso no está bien visto en Europa y en muchos
otros países. No, no era una opción.<BR><BR>Entonces, ¿a qué justicia se refería
Obama en su discurso? ¿Tal vez a la Corte Penal Internacional de La Haya? Claro,
es el único tribunal en el mundo con facultades internacionales para juzgar
crímenes de guerra, de lesa humanidad y genocidio?</DIV>
<DIV align=justify><BR>Si el fiscal de la CPI, el argentino Moreno Ocampo -que
cuenta entre sus asesores nada menos que con Baltasar Garzón- pretende juzgar a
dictadores varios -ahora mismo tiene en mira a los responsables de la represión
en Libia-, ¿cómo no se iba a poder juzgar al enemigo público número uno, a Bin
Laden? No sólo Estados Unidos sufrió en carne propia sus atentados, sino muchos
otros países. ¿Quién no iba a estar de acuerdo con que lo juzgue la
CPI?<BR><BR>Pero ahí Obama se encontró con un problema. Y es que se olvidó, una
vez más, de que en 1998, bajo la Administración de Bill Clinton, Estados Unidos
fue uno de los únicos ocho países en el mundo que votaron en contra del Tratado
de Roma que dio creación a la CPI. Clinton cambió de postura el 31 de diciembre
de 2000, pocos días antes de abandonar el poder. Entonces firmó el Tratado y
traspasó la papa caliente a Bush para que lo ratificara el Congreso. Pero Bush
no sólo no lo ratificó, sino que quitó la firma de Estados Unidos del Tratado, y
a través de la Ley de Protección de los Miembros del Servicio Americano (Aspa)
de 2002, prohibió taxativamente que cualquier tribunal o gobierno local
colaborase con la CPI.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Dicha ley dio lugar a la creación de los BIA (Bilateral
Inmunity Agreements), acuerdos bilaterales que Estados Unidos ha firmado bajo
chantaje ya con más de 100 de los países miembro de la CPI, por los cuales éstos
se comprometen a que en ningún caso denunciarán ante ese tribunal a agentes,
militares, diplomáticos y ciudadanos estadounidenses en general que actúen en
sus respectivos territorios, aunque hayan cometido delitos sobre los cuales
tiene jurisdicción la CPI.</DIV>
<DIV align=justify><BR>A pesar de las iniciales críticas de sus aliados
europeos, Washington ha logrado así imponer sus propias leyes
extraterritorialmente, blindando legalmente con un muro de impunidad a los
cientos de miles de soldados, agentes de la CIA, mercenarios y diplomáticos que
actúan en el exterior.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Obama seguramente se olvidó de que esa ley sigue vigente,
por lo que no podía entregar a Bin Laden a la Corte Penal Internacional. Sólo le
quedaba, entonces, autorizar su ejecución sumaria. Y así lo hizo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Veintiséis años después de que el presidente Gerald Ford
eliminara la "licencia para matar" que tenían tradicionalmente los agentes de la
CIA, George W. Bush la restableció tras el 11-S. Según algunas fuentes, a través
de una Orden Ejecutiva, que es el trámite legal. Para otros lo hizo
secretamente, como tantas medidas de su "guerra contra el terror".<BR><BR>Con su
discurso de reivindicación de la muerte de Bin Laden, Obama demuestra que ha
renovado esa licencia para matar. Sin embargo, en Estados Unidos no se ha
escuchado todavía a ningún parlamentario denunciar que ése es un acto típico de
terrorismo de Estado, como las torturas, los secuestros, los vuelos secretos de
la CIA. Y en la democrática Europa tampoco se escuchan más que unas poquísimas
voces críticas de minorías parlamentarias. Los líderes conservadores y
socialdemócratas de la Unión Europea no dudan en aplaudir entusiastas la
operación quirúrgica de Obama y refrendar la legalidad de un Estado de
ajusticiar por su cuenta, a sangre fría, a un enemigo desarmado en cualquier
lugar del mundo.<BR><BR><STRONG>Dos tiros que dieron 11% de
popularidad</STRONG><BR><BR>Barack Obama confía en que el haber ordenado matar a
Osama Bin Laden le permitirá alterar todas las cábalas existentes sobre las
próximas elecciones presidenciales de 2012.<BR></DIV>
<DIV align=justify>El líder de Al-Qaeda sirvió hace muchos años al Gobierno de
Ronald Reagan, en los '80, para derrotar en suelo afgano a las tropas
soviéticas, y volvió a servir en 2001 a George W. Bush para lanzar sus guerras
de rapiña y recuperar el terreno imperial perdido.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Ahora es el cadáver ausente de Bin Laden el que puede ser
útil a otro presidente norteamericano.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hacía mucho tiempo, posiblemente desde los actos por su
llegada al poder, en enero de 2009, que Barack Obama no veía manifestaciones
espontáneas de miles de estadounidenses vitoreando jubilosos y agradecidos su
nombre en las calles de Nueva York, Washington y otras ciudades.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hasta ahora parecía que el fomento del patriotismo en
momentos claves, dramáticos para el país, era sólo capitalizado políticamente
por los presidentes republicanos. George Bush "junior" consiguió pasar del 51%
de popularidad que tenía el 10 de septiembre de 2001, en vísperas del 11-S, a un
91% dos días después, tras anunciar que la nación se vengaría de los atentados.
Fue uno de los niveles más altos alcanzados nunca por un presidente
estadounidense.<BR><BR>Al llegar Obama al poder, Bush, Cheney, Rumsfeld y todos
los principales artífices de la "guerra contra el terror" y representantes del
poderoso lobby industrial-armamentístico, lanzaron sus baterías contra él,
asegurando que no podría ser un digno comandante en jefe de las Fuerzas Armadas
de Estados Unidos, que no tenía ni el objetivo ni el coraje para acabar con el
terrorismo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El ala más cavernícola del Partido Republicano, el Tea
Party, utilizó una y mil veces ese tipo de argumento contra Obama.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El presidente habrá tenido que contener seguramente mucho
la sonrisa en sus labios cuando en la madrugada del martes anunció la muerte de
Bin Laden. Sabía que con ello estaba dando una bofetada a ese tipo de críticos.
Aunque entre los legendarios sheriff del Far West que están en el imaginario de
los estadounidenses nunca ha habido negros, él demostró que podía ser el
primero.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Y funcionó, una vez más. Los dos tiros asestados al líder
de Al-Qaeda por un miembro del Team 6 de los Seal (fuerza de élite de la
Marina), le han aportado ya 11% más de popularidad a Obama. Exactamente el 57%,
según las encuestas de la CBS y The New York Times.<BR><BR>Dos días después de
la "exitosa" Operación Gerónimo, el presidente visitaba emocionado la "zona
cero" y abrazaba a familiares de víctimas. Intentaba simbolizar el fin de la
página negra abierta hace diez años, el 11-S, cuando Bin Laden logró humillar al
imperio, a la superpotencia.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Es pronto aún para saber si la ejecución de Bin Laden y
otras acciones espectaculares que pueda ordenar Obama bastarán para frenar la
carrera hacia el precipicio a la cual parecía condenado pero, de hecho, los
republicanos han cancelado abruptamente su ofensiva parlamentaria sobre los
presupuestos, el déficit y la privatización de Medicare, el sistema de ayudas
sanitarias a los jubilados.<BR>No quieren aparecer como antipatriotas en un
momento como éste. Se invierten los papeles de lo que pasó tras el 11-S. Obama
ha aprendido a usar sus mismas armas y esto le puede resultar clave para la
batalla por las presidenciales del año que viene.
<HR>
<BR><BR></FONT></DIV></BODY></HTML>