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<DIV align=center><FONT size=4><STRONG><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa</FONT><BR><U>26 de mayo 2011</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Colectivo
Militante - Agenda Radical</FONT><BR>Montevideo - Uruguay<BR>redacción y
suscripciones: <A
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href="mailto:germain5@chasque.net">germain5@chasque.net</A></STRONG></FONT><A
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<DIV align=justify><FONT size=3 face=Calibri></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Debates<BR><BR>Participación democrática
y estado de rebelión</FONT></STRONG><BR></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>Enrique Dussel *<BR>La
Jornada, México, 25-5-2011</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><A title="about:blank CTRL + clic para seguir el vínculo"
href="http://www.jornada.unam.mx/"><FONT size=2 face=Arial><STRONG
title="http://www.jornada.unam.mx/ CTRL + clic para seguir el vínculo">http://www.jornada.unam.mx/</STRONG></FONT></A></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG></STRONG><BR><BR>La Plaza del
Sol de Madrid se llena de jóvenes y ciudadanos indignados; así como llenaban por
mayores motivos la Plaza Tahrir (de la Liberación) en El Cairo, y el 21 de
diciembre de 2001 la Plaza de Mayo en Buenos para derrotar al gobierno de
Fernando de la Rúa y su estado de excepción. Hemos ya indicado en otra
colaboración de La Jornada que estos movimientos nos recuerdan un hecho
fundamental en la vida política de los pueblos: el estado de rebelión: la Comuna
de participación directa en primera persona plural: nosotros. Recuerda al Estado
que no es principalmente un gobierno representativo, sino una comunidad
participativa. Marx propuso esa experiencia límite de la Comuna como un
postulado político (aquello que es pensable lógicamente o por un cierto tiempo,
pero imposible en el largo plazo). Hoy, sin embargo, es políticamente
posible.</FONT></DIV><FONT size=2 face=Arial>
<DIV align=justify><BR>Los jóvenes de la Plaza del Sol discuten si permanecerán
más tiempo en ella. Ellos querrían permanecer para siempre ahí (como enuncia el
postulado), pero realistamente deberán volver a sus tareas cotidianas, y no
podrán evitar a la representación frecuentemente corrupta y sin posible control
por parte de la organización de la participación. ¡Volverá a gobernar
representativamente! Aquel:¡Que se vayan todos!, enuncia el postulado, la idea
regulativa, pero no es factible. Factibilidad y gobernabilidad no están contra
los ideales, los postulados, pero le marcan sus límites.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Es decir, es imposible permanecer siempre en la plaza.
¿Hace esto imposible una participación diaria, cotidiana, organizada, eficaz del
pueblo? ¿Cómo puede alcanzarse la práctica permanente de una participación
auténtica? ¿Es para ello necesario negar la representación (que se va
corrompiendo en todos los países actualmente) e intentar una participación
directa imposible? El aparente dilema se disuelve comprendiendo que es necesario
organizar la participación desde la base (como en los ejemplares caracoles
zapatistas o en la legislación venezolana promulgada el 21 de diciembre de 2010
sobre Leyes del Poder Popular) en las asambleas de la comunidad o las Comunas,
con la representación respectiva (el concejo comunal, por ejemplo en Venezuela).
Pero después, hay que ascender a un segundo nivel organizativo de la
participación en la Comuna, representada en el consejo ejecutivo; para sólo en
un tercer nivel llegar participativamente a la Asamblea conjunta de las Comunas
(en el nivel municipal), con la representación en el parlamento comunal o
municipal. Es decir, desde abajo hacia arriba, desde la base hasta el municipio,
estado provincial o Estado federal, se van organizando, de manera muy diversa,
las dos instancias de la democracia: la participación y la representación. El
liberalismo burgués sólo institucionalizó la unilateral democracia
representativa, hoy en crisis. No hay sin embargo que eliminar la
representación. Hay que darle contenido y controlarla con la organización de la
participación en todos los niveles. Esto último nunca se ha practicado (ni
siquiera ideado, en cuanto articulado con la representación). Es la revolución
política del siglo XXI.</FONT></DIV><FONT size=2 face=Arial>
<DIV align=justify><BR>Es decir, las masas que pueblan las plazas inconformes y
rebeldes no han imaginado todavía cómo permanecer en la participación factible,
organizada, institucionalizada, cotidiana, eficaz. No es ciertamente gracias a
una asamblea directa permanente.</DIV>
<DIV align=justify><BR>No serán ya los partidos políticos, necesarios en la
representación, los que organicen la participación. Ahora son los movimientos
antisistémicos, las instituciones de la sociedad civil (como sindicatos, grupos
de vecinos, tercera edad, niños de la calle, pueblos originarios, feministas,
etcétera), que con las redes electrónicas (los nuevos medios de producción de
las decisiones políticas se transforman en instrumentos revolucionarios en manos
del pueblo mismo), los que convocan multitudes a las plazas del mundo. Pero esta
revolución de participación no sólo necesita organización, institucionalización
(constitucional y legal, como en Venezuela)1, además de estratégica y táctica
cotidiana, sino también necesita una teoría para dar contenido político al
movimiento, y la aparición de cierto liderazgo orgánico (como enseñaba A.
Gramsci), sin las cuales condiciones se cae inevitablemente en un espontaneísmo
ahora sí populista (y es el peligro inminente de todas esas muchedumbres
indignadas justamente).</DIV>
<DIV align=justify><BR>Queremos indicar entonces que la humanidad, las grandes
masas de los países periféricos y centrales, comienzan a tomar conciencia de que
la democracia representativa (no la democracia sin más) y los organismos
internacionales (en especial del capital financiero) no son dignos de confianza
por el alto grado de corrupción de sus burocracias (como lo manifiesta el FMI) y
por su opción capitalista. Ante ellos, se levanta un pueblo en estado de
rebelión (que deja al estado de derecho y al estado de excepción en el aire, al
menos en Egipto o en el ejemplo argentino), y que convoca a la imaginación para
organizar una nueva estructura participativa del Estado que exija, con
planificación mínima pero estratégica, el cumplimiento de las necesidades del
pueblo a las instituciones representativas, y que las controle eficazmente. Es
la organización participativa del pueblo la que debe vigilar y castigar (no
disolver) a la representación. A la representación le corresponde aquello de
"mandar obedeciendo"; no a la participación, que "manda mandando".<BR></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>* Nota de Correspondencia de Prensa:</STRONG> Enrique
Dussel, filósofo nacido en Mendoza, Argentina, vive desde 1975 en México.
Fundador con otros del movimiento Filosofía de la Liberación. Trabaja
especialmente el campo de la Ética y la Filosofía Política. Ha publicado
importantes estudios sobre la obra económica de Karl Marx.</DIV>
<DIV align=justify><U><STRONG></STRONG></U> </DIV>
<DIV align=justify><U><STRONG>Nota</STRONG></U></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><U></U></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify>1) Expresar esto en los medios intelectuales y filosóficos de
los socialdemócratas europeos o estadunidenses, y sus comentaristas
latinoamericanos, crea fuertes reacciones, donde se confunden los lentos
progresos de la participación (en el cuerpo legal y en la práctica) en Venezuela
con un populismo vulgar, cuando no fascista.</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
<BR>http://www.jornada.unam.mx/2011/05/25/index.php?section=opinion&article=021a1pol</FONT></DIV></BODY></HTML>