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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa<BR></FONT><U>15 de junio 2011<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Colectivo
Militante - Agenda Radical<BR></FONT>Montevideo - Uruguay<BR>Redacción y
suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Perú</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG><FONT size=3>Humala en la
cuerda floja<BR></FONT></STRONG></DIV></FONT>
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<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>Guillermo Almeyra<BR>La
Jornada, México, 12-6-2011</STRONG></FONT></DIV>
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href="http://www.jornada.unam.mx/"><STRONG>http://www.jornada.unam.mx/</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial></FONT> </DIV><FONT size=2
face=Arial>
<DIV align=justify><BR>Ollanta Humala jamás fue un hombre de izquierda. Es más
bien un militar nacionalista e indigenista moderado y con ideas etnocaceristas
confusas. Si consiguió el apoyo del derechista Mario Vargas Llosa y del ex
presidente indígena Alejandro Toledo no fue tanto por su abandono de buena parte
de su programa inicial, más radical porque planteaba la idea de una asamblea
constituyente y la posibilidad de algunas estatizaciones y modificaciones del
sistema impositivo, sino por la maleabilidad del candidato, que demostró ser
sensible a las presiones de centroderecha.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La importancia de su triunfo electoral no reside tanto en
su audacia y sus posiciones, sino en que evitó que Perú recayese en manos de la
derecha represiva, corrupta y dictatorial que había apoyado a Alan García y
Alberto Fujimori y que, compacta, votó esta vez por Keiko Fujimori, que se rodeó
con los peores elementos que habían secundado la dictadura de su padre.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La elección enfrentó medio Perú contra la otra mitad. Por
Humala votaron los indígenas de la sierra y del sur, y los amazónicos y los
pobres trabajadores de la costa norte, más los intelectuales asustados ante el
peligro de una nueva dictadura fujimorista; por Keiko Fujimori lo hicieron los
pobres más atrasados de las ciudades, la mayoría de las clases medias urbanas,
conservadoras y racistas, y las derechas unidas, respaldadas y estimuladas por
la embajada de Estados Unidos. Los votos de Humala reivindican tierra, derechos,
respeto y dignidad y se oponen a la destrucción de sus territorios por la gran
minería extranjera, que es el eje del gran capital en Perú. Los votos de
Fujimori que realmente cuentan, los de la derecha empresaria o rentista, quieren
evitar que los sectores populares se organicen y movilicen y conquisten espacios
de poder. Por eso la reacción inmediata de la Bolsa de Lima, al conocerse la
victoria de Humala, fue una caída catastrófica de los títulos que obligó a
cerrarla, o sea, un semigolpe financiero.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los efectos del triunfo de Humala serán mayores en el
campo internacional que en el nacional, porque su presidencia refuerza a Rafael
Correa, en Ecuador, y a Evo Morales, en Bolivia, y porque Humala buscará un
acuerdo estrecho con Brasil, en lo económico y en lo político, fortaleciendo así
la influencia brasileña –conservadora– frente a Estados Unidos y la construcción
de un cordón chino–brasileño que una la costa atlántica con la del Pacífico.
Además, se ha roto el anillo central de la cadena que unía Colombia, Perú y
Chile detrás de Washington y aseguraba al imperialismo el control de la costa
del Pacífico en América del Sur.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En el plano nacional, en cambio, es muy probable que los
indígenas y los pobres que masivamente votaron por Humala le exijan soluciones a
sus exigencias económicas, sociales, ambientales y democráticas, y entren en
conflicto con un gobierno que ni quiere ni puede enfrentarse con la gran minería
extranjera y con la derecha apoyada por el imperialismo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Humala, como buen militar y como prisionero de sus
aliados, seguramente buscará tergiversar y terminará reprimiendo. Ante la
imposibilidad de la victoria de las guerrillas y de la revolución, el general
nacionalista Velasco Alvarado realizó una “revolución pasiva” (para aplicar las
concepciones de Gramsci), descabezó el latifundio y eliminó la servidumbre para
tratar de modernizar en forma capitalista el Perú rural.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Humala, sin embargo, no tiene las condiciones necesarias
para siquiera intentar repetir el velasquismo, pues la burguesía no está
asustada por la rebelión indígena, ni hay una izquierda importante en Perú ni
cuenta con la mayoría de los mandos de las fuerzas armadas. Su “progresismo”
tiene, por tanto, grandes límites, a no ser que los aymaras de Puno y los
quechuas del resto de las sierras peruanas, influenciados por el ejemplo
boliviano, no desborden el marco que el neopresidente tratará de imponer. Sobre
todo porque, para presionar a Chile y obtener una salida al mar, en Bolivia
crecerá la idea de reforzar los lazos con Perú para revivir en parte, y en
nuevas condiciones de enfrentamiento con el imperialismo estadounidense y la
oligarquía de Chile, la efímera Confederación peruano–boliviana que fuera
derrotada por la alianza entre el imperialismo británico y la oligarquía
chilena. El general Cáceres, el Taita, el “héroe de los Andes”, como se
recordará, terminó reprimiendo a los mismos indígenas en los que se había
apoyado para derrotar a los chilenos en su guerra de guerrillas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El cacerista Humala ha optado ya, antes mismo de llegar
al palacio de Pizarro, por limitarse a hacer la política que fracasó con el
gobierno del indígena Toledo, ex funcionario de las instituciones
internacionales imperialistas, agregándole sólo la promesa de lograr que las
empresas mineras paguen un impuesto a las ganancias extraordinarias, cosa que
las mismas se negarán a hacer.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Las opciones son, por consiguiente, la preparación de un
golpe anti Humala o la fagocitación “pacífica” del nuevo gobierno mediante una
serie de presiones económicas o, en el campo opuesto, la creación, a partir del
apoyo logrado por Ollanta Humala, de una izquierda peruana que profundice y
radicalice el proceso actualmente incipiente.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero eso requeriría un lapso relativamente largo y
confuso, ya que no existe el núcleo de tal izquierda anticapitalista ni ninguna
fuerza relativamente importante plantea las bases programáticas para tal lucha.
Lo más previsible, por tanto, es una aguda inestabilidad social y política en
Perú, con un gobierno nacionalista bailando en la cuerda floja.<BR>
<HR>
</FONT></DIV></BODY></HTML>