<!DOCTYPE HTML PUBLIC "-//W3C//DTD HTML 4.0 Transitional//EN">
<HTML><HEAD>
<META content=text/html;charset=iso-8859-1 http-equiv=Content-Type>
<META name=GENERATOR content="MSHTML 8.00.7600.16385"></HEAD>
<BODY style="PADDING-LEFT: 10px; PADDING-RIGHT: 10px; PADDING-TOP: 15px"
id=MailContainerBody leftMargin=0 topMargin=0 CanvasTabStop="true"
name="Compose message area"><FONT size=2 face=Arial>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa</FONT><BR><U>23 de agosto 2011</U><BR><FONT color=#800000
size=5>Colectivo Militante - Agenda Radical<BR></FONT>Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: <A
title="mailto:germain5@chasque.net CTRL + clic para seguir el vínculo"
href="mailto:germain5@chasque.net">germain5@chasque.net</A></FONT></STRONG><A
title="mailto:germain5@chasque.net CTRL + clic para seguir el vínculo"
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
title="mailto:germain5@chasque.net CTRL + clic para seguir el vínculo"
size=4></FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Libia<BR></FONT></STRONG></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG><FONT
size=3></FONT></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG><FONT size=3>La
"conspiración" de la OTAN contra la revolución
libia</FONT></STRONG><BR><BR></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>Gilbert Achcar
(Jadaliyya)<BR><A
title="http://www.jadaliyya.com/ CTRL + clic para seguir el vínculo"
href="http://www.jadaliyya.com/">http://www.jadaliyya.com/</A></STRONG><A
title="http://www.jadaliyya.com/ CTRL + clic para seguir el vínculo"
href="http://www.jadaliyya.com/"><STRONG
title="http://www.jadaliyya.com/ CTRL + clic para seguir el vínculo"></STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>Traducción de Viento Sur a
partir de la versión en inglés del autor<BR><A
title="http://www.vientosur.info/ CTRL + clic para seguir el vínculo"
href="http://www.vientosur.info/">http://www.vientosur.info/</A></STRONG><A
title="http://www.vientosur.info/ CTRL + clic para seguir el vínculo"
href="http://www.vientosur.info/"><STRONG
title="http://www.vientosur.info/ CTRL + clic para seguir el vínculo"></STRONG></A></FONT></DIV><FONT
size=2 face=Arial>
<DIV align=justify><BR><BR>En un editorial publicado en el Wall Street Journal
(19/07/2011), Max Boot -autor e historiador militar neoconservador, conocido por
su apoyo al "fomento de la democracia" a punta de pistola y ardiente defensor de
la plena implicación militar de EE UU en Libia- se refirió a un artículo
aparecido en el Financial Times (15/06/2011) que comparaba la actual campaña de
bombardeos aéreos sobre Libia con la guerra aérea sobre Kosovo en 1999 para
subrayar "la falta de potencia de fuego en la operación libia". Boot comenta,
abundando en la misma comparación con detalles adicionales:<BR><BR>"La guerra
anterior apenas llegó a 'Apocalypse Now': estaba estrictamente delimitada por
derecho propio. Sin embargo, al cabo de 78 días en Kosovo, los aliados de la
OTAN habían aportado 1.100 aviones y realizado 38.004 misiones. Por el
contrario, en Libia la OTAN sólo ha enviado 250 aviones y efectuado 11.107
incursiones. No es extraño, entonces, que al cabo de 78 días Slobodan Milosevic
decidiera entregar Kosovo, mientras que después de 124 días, por ahora, Gadafi
sigue aferrado al poder."<BR><BR><STRONG>Las paradojas libias de la
OTAN</STRONG><BR><BR>En la operación "Tormenta del Desierto", lanzada por la
coalición encabezada por EE UU contra Irak en 1991, no se necesitaron más que
once días para igualar el número antes indicado de incursiones aéreas realizadas
en Libia en 78 días. El número total de misiones alcanzó en 43 días de "Tormenta
del Desierto" un promedio de 2.555 diarias. Tras la devastación provocada por
esa "tormenta" y las ulteriores campañas de bombardeos a lo largo de los doce
años de embargo entre 1991 y 2003, durante las primeras cuatro semanas de la
llamada operación "Libertad iraquí" se efectuaron 41.850 misiones, de las que
15.825 fueron incursiones de ataque, con un promedio de 565 diarias. Andrew
Gilligan ha podido escribir por tanto en The Spectator (4/06/2011) sobre el caso
libio:<BR><BR>"Pese a todas las invocaciones rituales de unos supuestos ataques
'intensificados' y de los 'bombardeos más fuertes hasta la fecha', los
bombardeos son y han sido siempre relativamente débiles. A lo largo de toda la
operación, el número de misiones de ataque de la OTAN -de las que sólo una parte
dan lugar a un ataque aéreo efectivo- no asciende en promedio más que a 57 por
día, menos de la mitad que en la operación muy similar de la Alianza en Kosovo,
y una mera fracción de lo que hicieron EE UU y el Reino Unido en
Irak."<BR><BR>Añadamos a esto que hace falta ejercer mucha más presión para
forzar a un dictador a abandonar el poder que a renunciar a una parte de su
territorio. Desde que las posibilidades de Gadafi de recuperar el control sobre
Bengasi son casi nulas, de hecho podría renunciar de buena gana a la ciudad
rebelde y con ella a toda la región al este de Aydabiya en un intento de salvar
el trono del "rey de reyes de África", por el que ha estado comprando lealtades
generosamente desde 2008. Esto explica por qué empeñó tantos efectivos militares
y tanta violencia en el intento de conquistar Misrata, la ciudad clave en manos
de los rebeldes en el oeste de Libia que le impidió partir en la práctica el
país en dos. Y esto explica también por qué los insurgentes han insistido
obstinadamente en conservar Misrata a pesar de los violentísimos ataques que
tuvieron que soportar y de que tenían la posibilidad de ser evacuados por mar
junto con los demás habitantes de la ciudad, al igual que los miles de
inmigrantes y heridos que pudieron salir de la ciudad por esa vía.<BR><BR>Las
tempranas acusaciones propagandísticas de que los insurgentes estaban llevando a
cabo un plan de segregación del país han quedado claramente desmentidas por su
incansable combate por la liberación de la totalidad del territorio libio de las
garras de la dictadura de Gadafi. Y lo hacen a pesar del elevado coste que han
de pagar debido a la gran desproporción existente entre sus fuerzas terrestres y
las del régimen, con sus vehículos blindados, piezas de artillería, misiles y
soldados instruidos, un desequilibrio que la intervención de la OTAN sólo
compensa en parte. Corresponsales militares presentes en varios frentes del
territorio libio destacan tanto la escasez de armamento e instrucción como el
carácter no profesional y caótico de las fuerzas insurgentes y la increíble
entrega de un gran número de civiles convertidos en combatientes por la
liberación de su país. Esta entrega explica la firme determinación de los
rebeldes de seguir luchando a pesar de estas graves carencias, enfrentándose a
las fuerzas bien equipadas e instruidas y generosamente pagadas por el régimen
de Gadafi.<BR><BR>Las cuestiones cruciales son, por tanto: ¿por qué lleva a cabo
la OTAN en Libia una campaña aérea de perfil bajo no sólo en comparación con el
componente aéreo de la guerra por apoderarse de un Irak más o menos igual de
rico en petróleo, sino también con la que lanzó sobre un Kosovo que
económicamente no tiene ningún interés? Y ¿por qué la Alianza se abstiene al
mismo tiempo de suministrar a los insurgentes el armamento que han reclamado con
insistencia y con firmeza? A primera vista aparecen dos extrañas paradojas en
este asunto.<BR><BR>La primera paradoja es que tanto en Irak como en Afganistán,
las fuerzas encabezadas por EE UU insistían en la "nacionalización" del
conflicto (en la línea de la "vietnamización" que precedió a la retirada
estadounidense en 1973). En Libia, donde las fuerzas locales imploran a la OTAN
que les entregue las armas que precisan y aseguran que con suficiente armamento
podrían acabar de liberar su país muy pronto, la OTAN se niega a armarles. La
limitada entrega de armas por parte de Francia en el frente occidental no altera
sustancialmente la situación.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Esto sucede a pesar de que, contrariamente a los afganos,
los insurgentes están dispuestos y potencialmente en condiciones de pagar por
las armas que reciban. Como todo el mundo sabe, los mercaderes de muerte
occidentales no tienen por costumbre hacer caso omiso de tan enjundiosas
oportunidades de negocio. Todos ellos compitieron con tanto celo por vender
armas a Gadafi en los últimos años que consiguieron cerrar contratos con él por
valor de casi mil millones de dólares entre finales de 2004, cuando sus
gobiernos levantaron el embargo sobre Libia, y finales de 2009. Entre esas armas
se incluyeron bombas de racimo, vendidas por una empresa española, que Gadafi no
dudó en emplear contra su propio pueblo.<BR><BR>El corolario lógico de la
negativa de la OTAN a armar a los insurgentes habría sido el lanzamiento de una
campaña de ataques aéreos muy intensa a fin de compensar la debilidad sobre el
terreno de quienes dice apoyar. Sin embargo, y ésta es la segunda paradoja, la
campaña aérea de la OTAN en Libia no es nada en comparación con la de Kosovo,
por no hablar de otras operaciones aéreas dirigidas por EE UU en tiempos
recientes. Este hecho molesta mucho a la insurgencia libia, como han informado
corresponsales occidentales desde los primeros días de la intervención aérea de
la OTAN. Así, C.J. Chivers señaló el 24 de julio en el blog "At War" del New
York Times, que la frustración de los rebeldes era cada vez mayor.</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Una de las cosas que se perciben una y otra vez al
informar de los combatientes de la oposición en Libia es la diferenciación entre
lo que dicen los luchadores de a pie sobre la campaña de bombardeos de la OTAN y
las declaraciones de los portavoces del Consejo Nacional de Transición [CNT], la
autoridad rebelde de facto. Oficialmente, la dirección insurgente agradece
efusivamente la labor de los pilotos que vuelan por allí arriba. Las figuras
políticas del CNT se explayan en declaraciones edulcoradas de pleno apoyo y
gratitud por el trabajo de la OTAN, a cuyos dirigentes se cuidan mucho de no
contrariar."</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Quienes están más cerca de la primera línea de combate o
viven en zonas más expuestas, sin embargo, tienen una opinión más matizada.
Ellos también agradecen la intervención temprana de la OTAN en la guerra, cuando
impidieron mediante incursiones aéreas que las fuerzas del coronel Muamar el
Gadafi arrollaran a los rebeldes y aplastaran el levantamiento en Bengasi. Pero
también expresan un profundo y a veces agónico desencanto por el ritmo y la
selección de objetivos del apoyo aéreo y hablan a menudo de lo que consideran
medias tintas e incompetencia de la OTAN."<BR><BR>¿Podría ser que la OTAN, que
ninguneó alegremente al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU) al
lanzar su guerra aérea contra el régimen serbio de Milosevic en 1999, se ha
convertido de pronto en fiel defensora del Derecho en los asuntos
internacionales? Difícilmente. ¿Sucede entonces que la OTAN se siente obligada a
ajustarse a la letra de la Resolución n.º 1973 del CSNU que autorizó la campaña
aérea sobre Libia? Habría que estar loco para creerlo. La campaña de la OTAN ha
violado tanto el espíritu como la letra de dicha Resolución, yendo bastante más
allá de "todas las medidas necesarias. para proteger a los civiles y las áreas
pobladas bajo amenaza de ataques." Una gran proporción de incursiones aéreas se
llevaron a cabo sobre Trípoli y otros territorios controlados por el régimen,
agravando de este modo el riesgo y el alcance de los "daños colaterales" que la
OTAN inflige a los civiles que dice proteger.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Está claro que la "estricta aplicación del embargo de
armas" que estipula la resolución del CSNU no es lo que impide a las potencias
de la OTAN armar a los rebeldes. Si esas potencias se hubieran propuesto
suministrar cantidades significativas de armamento a los insurgentes, ni los
vetos de Moscú y Pekín habrían impedido a EE UU y sus aliados hacer lo que
quisieran, como ya hicieron en los Balcanes en 1999 y de nuevo en Irak en 2003.
Del mismo modo, si la OTAN no interviene sobre el terreno, no se debe al
cumplimiento de la exclusión que hace la resolución del CSNU de toda "fuerza de
ocupación extranjera de cualquier tipo en cualquier parte del territorio libio."
Se debe principalmente a que los propios rebeldes rechazaron de forma muy clara
cualquier intervención terrestre. Un cartel en la Plaza Tahrir de Bengasi, cuya
foto se puede ver en el blog de la periodista palestina Dima Jatib, declara
taxativamente: "No a la intervención extranjera en nuestro suelo. Sí al
armamento de los rebeldes."<BR><BR><STRONG>Mutua desconfianza</STRONG><BR><BR>La
desconfianza, sin duda, es mutua. La actitud práctica de las potencias
occidentales hacia los rebeldes libios contrasta visiblemente con su actitud
ante el Ejército de Liberación de Kosovo (ELK) antes y durante la guerra de
1999, o su actitud hacia la Alianza del Norte antes y durante los bombardeos
sobre Afganistán que comenzaron en octubre de 2001. Obsérvese la permanente
insistencia islamófoba por parte de los medios de comunicación occidentales en
el papel de los "islamistas" en la revuelta libia como pretexto para no
suministrarles armas y compárese esta actitud con su complacencia ante la
presencia de grupos similares entre las fuerzas kosovares, por no abundar en el
hecho de que la Alianza del Norte afgana (cuyo nombre real es Frente Islámico
Unido para la Salvación de Afganistán) está compuesta mayoritariamente por
grupos que mantienen rasgos fundamentalistas, que son un poco menos extremistas
que los de los propios talibán. Los medios occidentales denuncian hipócritamente
a los fundamentalistas islámicos cuando son antioccidentales y se mantienen muy
circunspectos ante el Estado más fundamentalista que hay en la Tierra y
principal patrocinador a escala mundial de los sectores más reaccionarios del
fundamentalismo islámico, a saber, el reino de Arabia Saudí.<BR><BR>Los medios
occidentales nunca se preocuparon por la heterogeneidad de las fuerzas afganas
agrupadas en la Alianza del Norte, a la que entregaron el poder en Afganistán.
Eso a pesar de que en 1992 -después de derrotar al régimen de Nayibulá, aupado
por Moscú hasta que la Unión Soviética se retiró del país al final del año
anterior- los mismos componentes de la Alianza del Norte habían convertido el
país en un caótico campo de batalla mediante una auténtica guerra hobbesiana de
"todos contra todos". El "Estado islámico de Afganistán" resultó ser tal
desastre que los talibán vencieron en 1996 con relativa facilidad. Por supuesto,
nada de esto retuvo a Washington cuando decidió derribar a los talibán mediante
la acción conjunta de las tropas de la Alianza del Norte y su propia fuerza
aérea, con un promedio de 85 misiones de ataque al día durante 76 días desde el
comienzo de las operaciones en octubre hasta el 23 de diciembre de 2001 (es
decir, un 50 % más que el promedio de misiones realizadas en Libia).<BR><BR>El
carácter paradójico de la intervención occidental en Libia ha sido destacado por
varios observadores, que a su juicio la explican por el deseo de asegurarse el
control sobre la Libia de después de Gadafi. Muchos simpatizantes de la
insurrección libia -algunos de los cuales, entre los que me cuento yo, han
manifestado su comprensión por el hecho de que Bengasi pidiera "al diablo" que
le ayudara a parar una masacre anunciada- advirtieron a los rebeldes desde el
primer día de que no presentaran en aquella ocasión a ese "diablo" como un
"ángel" y no alimentaran ilusiones respecto a los motivos reales de las
potencias occidentales. Estas sospechas tempranas se vieron confirmadas poco
después por la evolución de la situación en Libia, hasta el punto de que
actualmente cunde la convicción, en círculos árabes antioccidentales, de que la
OTAN está prolongando deliberadamente la guerra y con ella la existencia del
régimen de Gadafi. Esta idea fue expresada claramente por Munir Shafiq, antiguo
dirigente de una corriente maoísta de Al Fatah en la época de Yasir Arafat y
coordinador general del Congreso Islámico-Nacionalista (agrupación de varios
partidos y personalidades, incluidas la Hermandad Musulmana, Hamás e Hisbolá),
en una columna publicada en Aljazeera.net (4 de julio, en árabe):<BR><BR>"Nadie
puede entender por qué los aviones de la OTAN se centran en bombardear
posiciones en Trípoli que prácticamente son señuelos, mientras permiten que
Misrata y otras ciudades sean bombardeadas desde baterías de misiles, piezas de
artillería y vehículos militares. Incluso permiten que columnas de las fuerzas
de Gadafi se desplacen a la vista de todos sin atacarlas. ¿Dónde queda la
protección de civiles y dónde la ayuda al pueblo a derribar a Gadafi?"</DIV>
<DIV align=justify><BR>"La postura de EE UU y la OTAN es una conspiración
flagrante contra la revolución popular en Libia y un intento de mantener a las
fuerzas de Gadafi en actividad hasta que consigan controlar al CNT y tal vez
también a algunos líderes sobre el terreno. Solo entonces derribarán a Gadafi,
mientras conspiran contra el pueblo, la revolución y el futuro de
Libia."<BR><BR>Esta firme sospecha refleja un sentimiento expresado en las
mismas filas rebeldes libias, como ilustra la declaración de uno de sus líderes
locales al diario beirutí Al-Ajbar (2 de junio): "Según Abu Bakr al Faryani,
portavoz del consejo local del municipio de Sirte, que se adhiere al CNT
opositor, la propia OTAN avanza lentamente en sus operaciones militares contra
las brigadas de Gadafi a fin de mantenerle durante más tiempo en el poder e
incrementar de este modo el precio que podrán obligar a la oposición a pagar a
las potencias mundiales y las grandes empresas que están
detrás."<BR><BR><STRONG>Los planes de la OTAN para Libia</STRONG><BR><BR>No se
trata de figuraciones fantasmagóricas, de cierta propensión en Oriente Próximo a
la teoría de la conspiración. Esas manifestaciones se corresponden con la
situación real sobre el terreno, como el cambio de localización de los ataques
de la OTAN en Libia que analizó Tom Dale en la edición digital de The Guardian
(4 de julio). Y sobre todo se corresponden con una "conspiración" demasiado real
de las potencias de la OTAN con respecto al futuro de Libia. El plan fue
revelado por Andrew Mitchell, secretario de Desarrollo Internacional del Reino
Unido el pasado 28 de junio: un "documento de estabilización" de 50 páginas
elaborado por un "equipo de respuesta de estabilización" internacional dirigido
por el Reino Unido (y que incluye a Turquía) dibuja un escenario post-Gadafi
desde el supuesto de que el "rey de reyes" dimitirá o será derribado. Esto se
debe a que a pesar de los repetidos intentos occidentales de convencer al CNT de
que pacte con el propio Gadafi, como se ha filtrado regularmente a la prensa en
los últimos meses, el CNT ha dejado claro que el derrocamiento de Gadafi y sus
hijos es innegociable para la rebelión libia. Incluso la perspectiva de ofrecer
a Gadafi un retiro confortable en Libia, planteada tímida y tentativamente por
el CNT bajo presión occidental, se abandonó de inmediato debido al revuelo que
causó en las filas rebeldes.<BR><BR>Un protagonista clave de los intentos
occidentales de pactar con el círculo íntimo de Gadafi es su hijo, Saif al
Islam, el hombre que se compró un título de doctorado (sobre sociedad civil y
democratización) de la London School of Economics y se hizo visitar y aconsejar
por Richard Perle, Anthony Giddens, Francis Fukuyama, Bernard Lewis, Benjamin
Barber y Joseph Nye, entre otros, a fin de "mejorar la imagen de Libia y de
Muamar el Gadafi". Saif explicó al diario argelino Al Jabar (11 de julio, en
árabe) que el gobierno francés, a pesar de su posición oficial sobre Libia,
estaba negociando con Trípoli:<BR><BR>"Ahora estamos negociando con París,
tenemos contactos con Francia. Los franceses nos han dicho que el CNT les
obedece; incluso nos han dicho que si llegaban a un acuerdo con nosotros en
Trípoli, impondrían un alto el fuego al Consejo. [.] Digo que si Francia quiere
vender aviones 'Rafale', si quiere cerrar contratos en relación con el petróleo,
si quiere que vuelvan sus empresas, ha de hablar con el gobierno libio legítimo
y con el pueblo libio a través de canales pacíficos y oficiales."<BR><BR>El "rey
de reyes", por su parte, no se muestra dispuesto a ceder. El 23 de julio reiteró
su dura crítica a los pueblos tunecino y egipcio por haber derrocado a sus
dictadores. En cualquier caso, el plan de la OTAN preconizado por el Reino Unido
se basa en la hipótesis de un "alto el fuego entre el régimen y los rebeldes",
lo que implica que los aparatos y barones del régimen se mantendrán en su
lugar.<BR>El principal interés que trasluce dicho plan de la OTAN es el deseo de
evitar una repetición de la catastrófica gestión llevada a cabo por EE UU de la
situación en Irak después de la invasión. Allí, el gobierno de Bush tuvo que
elegir entre cooptar el grueso del apartado de Estado baasista o desmantelarlo
por completo. Se inclinó por esta última opción, defendida por Ahmed Chalabi y
los "neocon" con su descabellado plan de establecer en Irak un Estado
minimalista dependiente de EE UU. Así, la nueva "hoja de ruta" libia se inspira
en el escenario amparado por la CIA que en su momento se descartó en Irak. Como
explicó Mitchell, se basa en "la recomendación de que Libia no siga el ejemplo
iraquí de disolver el ejército, que algunos altos funcionarios consideran un
error estratégico que dio alas a la insurgencia y favoreció la delicada y
volátil situación tras el derrocamiento de Sadam Husein."<BR><BR>Esta misma
preocupación fue transmitida al CNT por el ministro británico de Asuntos
Exteriores, William Hague, el día después de visitar Bengasi el pasado 5 de
junio. "No a la 'desbaasificación', de modo que sin duda (los rebeldes) están
aprendiendo de aquello", declaró Hague. "Ahora tienen que hacerlo saber más
efectivamente a fin de convencer a miembros del régimen de que esto es algo que
podría funcionar." El mismo interés determina la actitud de las potencias
occidentales ante el levantamiento revolucionario en Siria. Su influencia en
Libia, sin embargo, es mucho mayor. La descripción que hizo Mitchell de la "gran
aportación" de las potencias de la OTAN y sus aliados a la gestión de la Libia
post-Gadafi -a falta de "botas sobre el terreno"- es tan ridícula que cabe
preguntarse si no la hizo de broma:<BR><BR>"La UE, la OTAN y las Naciones Unidas
se encargarían de las cuestiones de seguridad y justicia; Australia, Turquía y
las Naciones Unidas ayudarían en el suministro de servicios básicos; Turquía,
los EE UU y las instituciones financieras internacionales dirigirían la
economía. Sin embargo -añadió Mitchell- es sumamente importante que el conjunto
de este proceso esté en manos de los libios. Lo que se ha hecho es para servir
al pueblo libio."<BR><BR>Este plan A no carece de un plan B, lo que revela la
desconfianza de las potencias occidentales en la probabilidad de una "transición
ordenada" tras la caída de Gadafi (para retomar la expresión que repitió como un
mantra el gobierno de Obama en relación con Egipto). Hablando del plan defendido
por el Reino Unido, el Wall Street Journal reveló (el 29 de junio) que
funcionarios de la ONU estaban elaborando "planes de contingencia", que incluían
"el despliegue de una fuerza armada multinacional" que "probablemente estaría
formada por tropas de países de la región como Turquía, Jordania y tal vez
países miembros de la Unión Africana." Uno de los defensores de dicho despliegue
es, como cabía esperar, uno de los dirigentes occidentales más hostil a los
rebeldes libios, el general Carter Ham, actual comandante del Mando África de EE
UU (AFRICOM). Comparte esta postura con los militares argelinos, a los que
visitó a comienzos de junio, advirtiéndoles del riesgo de que las armas que
circulan en Libia puedan caer en manos de Al Qaeda. (Otro factor de la actitud
hostil de Argelia es probablemente la perspectiva de emancipación de los
bereberes en el oeste de Libia.)<BR><BR>El CNT libio se apresuró a obedecer las
instrucciones de la OTAN y presentó su propia versión de la hoja de ruta,
evidentemente redactada con vistas a satisfacer la obsesión occidental por el
"ejemplo iraquí." Una copia de este plan libio, plasmado en 70 páginas, llegó a
manos del Times londinense, que publicó un resumen el 8 de agosto pasado.
Contiene cifras detalladas que suenan tan poco plausibles que no cabe más que
sospechar que sus autores estaban tratando de contentar a los señores de la
OTAN: "Sostiene que 800 agentes de seguridad que están al servicio del gobierno
de Gadafi han sido ganados clandestinamente para la causa rebelde y están
dispuestos a formar la 'espina dorsal' de un nuevo aparato de seguridad. En el
documento se afirma que los grupos rebeldes en Trípoli y las zonas adyacentes
cuentan con 8.660 seguidores, entre ellos 3.255 miembros del ejército de Gadafi.
Se considera muy probable una deserción masiva de oficiales de alto rango, de
los que se afirma que un 70 % no apoyan al régimen más que por puro
miedo."<BR><BR><STRONG>Disensión en las filas de la oposición</STRONG><BR><BR>El
comentario del Times muestra escepticismo sobre la hipótesis del CNT con
respecto a la cooptación de sectores del régimen: "Esto seguramente no sólo
resultará arriesgado, sino también controvertido, pues muchos combatientes
rebeldes están resueltos a eliminar todos los vestigios del régimen." Como había
señalado el Wall Street Journal en su información sobre la hoja de ruta
defendida por el Reino Unido: "Muchas brigadas rebeldes se han convertido en
milicias, algunas de las cuales se niegan a obedecer las órdenes o a colaborar
con aquellos que ocupaban cargos militares o de seguridad en el régimen del
coronel Gadafi y posteriormente cambiaron de bando para unirse a la rebelión que
estalló en febrero. Algunos líderes rebeldes influyentes han llamado a purgar a
los leales al régimen de las futuras fuerzas de seguridad y a dar prioridad a
quienes hayan luchado contra Gadafi."<BR><BR>La firme decisión de los rebeldes
de purgar a quienes hubieran optado por defender a Gadafi contra la insurrección
es, de hecho, la clave para entender el comportamiento paradójico de la OTAN que
se ha descrito más arriba. Las potencias de la OTAN no quieren que los rebeldes
liberen Trípoli con sus propios medios, como declaró sin rodeos el Economist de
Londres (16 de junio): "Los gobiernos occidentales tienen la esperanza de que
los rebeldes no conquisten Trípoli al cabo de un lento avance desde el este, con
el riesgo que ello implicaría de que dieran su merecido a los leales a Gadafi
que se encontraran por el camino. Prefieren que el régimen implosione desde
dentro y que el pueblo de Trípoli se alce para deponer al coronel, una
eventualidad que en círculos gubernamentales occidentales se considera
cercana."<BR><BR>Tom Dale ha comentado esta preferencia de la OTAN por una
"implosión desde dentro": "¿Por qué iban a preferir las potencias occidentales
un golpe por parte del círculo íntimo de Gadafi a la victoria del ejército
rebelde? El golpe palaciego comportaría un acuerdo negociado entre los elementos
del antiguo régimen que todavía sostienen a Gadafi y la dirección rebelde, que a
su vez también abarca a muchas antiguas personalidades del régimen. Los
gobiernos occidentales quieren estabilidad e influencia, y para ellos las
figuras del antiguo régimen, sin contar a la familia Gadafi, son la mejor
garantía en este sentido."<BR><BR>Conviene matizar esta última afirmación.
Tomemos el ejemplo del general de división Abdul Fatah Yunis, una de las figuras
clave del régimen de Gadafi que se pasó al bando rebelde pocos días después de
que comenzara la revuelta. Jefe militar de la rebelión libia hasta que fue
asesinado recientemente, había criticado abiertamente la acción de la OTAN y
mantenía una relación muy conflictiva con el hombre de la CIA, el coronel Jalifa
Haftar (a veces su apellido se escribe Hifter), quien después de vivir en el
exilio durante casi un cuarto de siglo, sobre todo en EE UU y cobrando de la
CIA, volvió a Libia y fue nombrado por el CNT para un alto cargo militar bajo la
presión de Washington. Esta hombre era detestado por muchos miembros de la
oposición libia, como explicó el periodista Shashank Bengali en Real News
Network (14 de abril): "Aquí hay cierta preocupación por el hecho de que la
larga estancia de Hifter en EE UU y sus supuestos lazos con la CIA y otros altos
cargos de EE UU hacen de él una figura controvertida entre los libios, que
sienten realmente que este levantamiento tiene carácter autóctono. Desean
recibir apoyo exterior en forma de armas y reconocimiento del gobierno de
oposición libio y no desean que la rebelión pase a estar controlada por alguna
fuerza extranjera como la CIA."<BR><BR>La hostilidad entre Yunis y Haftar ha
llevado a algunos a sospechar que el asesinato del primero ha sido organizado
por CIA a fin de allanar el camino al segundo. Sin embargo, Yunis no ha sido
sustituido por Haftar, sino por otro desertor temprano del régimen de Gadafi, el
general Suleiman Mahmud, comandante de la provincia oriental afincado en Tobruk
hasta su deserción. De hecho, las condiciones no parecen favorables a los
hombres que mantienen los lazos más fuertes con el extranjero, como indican
ciertos comentarios publicados en el New York Times sobre la disolución del
gabinete provisional por parte del CNT en la víspera del asesinato de
Yunis:<BR><BR>"La remodelación también parecía responder a un esfuerzo por parte
de ciertos grupos de interés dentro del movimiento rebelde, incluidos dirigentes
autóctonos que ayudaron a impulsar la revuelta, por afirmar su poder marginando
a dirigentes que habían vuelto de exilio y ocupaban cargos clave. Durante meses
había habido quejas de que miembros del gabinete eran desconocidos para la
mayoría de los libios, pues habían pasado casi todo el tiempo en el extranjero,
sobre todo en Qatar, el país que se ha convertido en el defensor más entusiasta
de los rebeldes. [.] Un portavoz rebelde ha dicho que van a exigir a [Mahmud]
Jibril [el economista neoliberal nombrado por el CNT para dirigir su gabinete,
después de haber dirigido las reformas neoliberales del régimen de Gadafi desde
2007 hasta el levantamiento], a quien apenas han visto en Bengasi, que pase más
tiempo en Libia."<BR><BR>Una explicación plausible del asesinato de Abdul Fatah
Yunis es la que dio su colaborador Mohamed Agury, quien atribuyó el atentado a
miembros de la Brigada de los Mártires del 17 de Febrero. (Según otra fuente,
los autores del crimen forman parte de un grupo islámico que se autodenomina
Brigada Abu Ubaidah Ibn al Jarrah.) El testimonio de Agury da idea de la
compleja y heterogénea composición de las fuerzas rebeldes: "La Brigada de los
Mártires del 17 de Febrero es un grupo formado por centenares de civiles que
tomaron lar armas para unirse a la revuelta. Sus combatientes participan en las
batallas de primera línea contra las fuerzas de Gadafi, pero también actúan como
una fuerza de seguridad interna semioficial de la oposición. Algunos de sus
dirigentes provienen del Grupo de Combate Islámico de Libia, un grupo radical
islámico que ya lanzó una campaña violenta contra el régimen de Gadafi en la
década de 1990. [.] No se fían de ninguno que haya estado en el régimen de
Gadafi, querían venganza," dijo Agury.<BR><BR>Otro acontecimiento revelador que
muestra la heterogeneidad de las filas de la oposición fue la "Conferencia para
el Diálogo Nacional" celebrada en Bengasi el 28 de julio. Asistieron 350
participantes, entre ellos miembros de la citada Brigada de los Mártires del 17
de febrero y exmiembros de la rama libia de la Hermandad Musulmana, mientras que
la Hermandad misma negó cualquier relación con la conferencia. Los asistentes
insistieron en la unidad de Libia, su carácter islámico y la necesidad de un
diálogo nacional amplio, mientras Al Amin Belhaj, miembro del CNT, declaró que a
pesar de que Gadafi y sus hijos no podían permanecer en el poder, sí podían
quedarse en Libia bajo protección oficial. Por lo visto, algunos de los
participantes tenían contactos con Saif al Islam Gadafi, un dato que encaja bien
con las recientes declaraciones de éste al New York Times: "He liberado [a
islamistas libios] de la cárcel, les conozco personalmente, son mis amigos",
dijo, aunque añadió que la liberación fue "un error" debido a su papel en la
revuelta.<BR><BR>Fuera del hotel en que se celebraba la conferencia hubo una
manifestación. El reportaje de Aljazeera.net muestra a un hombre joven que
sostiene un cartel que dice, en nombre de la Juventud de la Revolución del 17 de
Febrero: "La Conferencia Nacional sólo se representa a sí misma". Los
manifestantes expresaron su rechazo de cualquier diálogo con Saif al Islam y sus
colaboradores. Acusaban a los organizadores de la conferencia de utilizar
milicias para tomar el poder antes de que se completara la liberación de Libia.
Naima Dyibril, abogada y miembro del "Comité de apoyo a la participación de las
mujeres en la toma de decisiones", de Bengasi, se quejó en la página web por la
exclusión de las mujeres de la conferencia.<BR>Otros detalles del plan del CNT,
según el Wall Street Journal (12 de agosto), muestran un reconocimiento
tranquilizador de la complejidad de la situación libia y la voluntad de
abordarla de una manera democrática: <BR><BR>"El plan reconoce que la dirección
en Bengasi todavía carece del apoyo oficial de las regiones que todavía se
hallan bajo control del coronel Gadafi, abriendo un proceso para cubrir 25
puestos vacantes que deberán representar a esas zonas en un órgano que cuenta
con 65 escaños. Según el plan, los miembros actuales del Consejo no podrán
presentarse a las dos primeras convocatorias de elecciones nacionales, ni
aceptar cargos políticos en los gobiernos que salgan de ellas. [...] De acuerdo
con el documento, un Consejo Nacional de Transición ampliado -en el que haya
representantes de las zonas bajo control de Gadafi- gobernará durante ocho meses
a partir de la caída de Gadafi, periodo en el que se celebrarían elecciones para
una comisión constitucional y un congreso nacional transitorio de 200 miembros.
La representación de cada distrito se concretaría en función del censo de
población de 2010. El congreso ejercería el poder durante un periodo transitorio
de menos de un año, durante el cual se sometería a votación en referéndum
nacional un nuevo proyecto de constitución y sería elegido el nuevo gobierno
permanente de Libia de conformidad con lo estipulado en dicha
constitución."<BR><BR>Es de esperar que la realidad se ajuste a las previsiones
del plan, pero hay muchos factores que se oponen a la aplicación del mismo, dada
la compleja maraña de fuerzas tribales, étnicas y políticas que constituyen la
sociedad libia, que apenas está saliendo de más de cuatro décadas de uno de los
regímenes dictatoriales más desquiciados de la historia moderna. La constitución
provisional basada en el plan arriba descrito ya es objeto de contestación en
Bengasi, y se acusa al CNT de estar actuando a puerta cerrada. La diferencia
fundamental entre el revuelo político en Libia y la situación en Egipto es que
en el primer país la oposición y el régimen están separados territorialmente, y
que la familia gobernante ha sido derribada en El Cairo, pero todavía no en
Trípoli. <BR><BR>Al igual que en Egipto, la batalla política se libra entre
diversos grupos de la oposición, algunos de los cuales, especialmente entre las
fuerzas islámicas, están dispuestos a contemporizar con instituciones del
régimen, mientras que otros, sobre todo entre la juventud, rechazan esta
perspectiva y aspiran a una transformación radical de su país. Otra diferencia
importante es la ausencia en Libia del papel del movimiento obrero, que es muy
importante en el proceso egipcio. (Aunque Kamal Abu Aita, el presidente de la
nueva Federación Egipcia de Sindicatos Independientes, me ha informado de que
recientemente se ha creado una federación sindical similar en Bengasi.)</DIV>
<DIV align=justify><BR>La situación en Libia -como en Túnez y Egipto y todos los
demás países de Oriente Medio en que se desarrolla el actual proceso
revolucionario- se halla al comienzo de un periodo prolongado de evolución
tumultuosa. Este es el destino habitual de los levantamientos revolucionarios.
Las potencias occidentales tendrán muchas dificultades para controlar el
proceso. Carecen de tropas sobre el terreno, aunque tampoco eso les serviría de
mucho, vista su incapacidad para controlar la situación en países donde sí han
desplegado fuerzas armadas, como Irak y Afganistán. El proceso de liberación y
autodeterminación de los pueblos es intrincado y puede atravesar fases
inquietantes, pero sin este proceso y la disposición a pagar el coste que
conlleva, que puede llegar a ser muy importante, el mundo entero seguiría
viviendo bajo regímenes absolutistas.
<HR>
<BR><BR><BR><BR><BR></FONT></DIV></BODY></HTML>