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<DIV class=series align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa<BR></FONT><U>25 de agosto 2011<BR></U><FONT color=#800000
size=5>Colectivo Militante - Agenda Radical<BR></FONT>Montevideo -
Uruguay<BR>Redacción y suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<DIV class=series align=justify><STRONG><FONT size=3>Libia</FONT></STRONG></DIV>
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size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV class=series align=justify><STRONG><FONT size=3>El Magreb: fin de
época</FONT></STRONG></DIV>
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size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV class=cabeza align=justify><STRONG><FONT size=3>¿Se repetirá en Libia la
historia de Irak?</FONT></STRONG></DIV>
<DIV class=sumarios align=justify></DIV>
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<DIV class=credito-articulo align=justify> </DIV>
<DIV class=credito-articulo align=justify><STRONG>Robert Fisk</STRONG></DIV>
<DIV class=credito-articulo align=justify><STRONG>The Independent, Gran
Bretaña</STRONG></DIV>
<DIV class=credito-articulo align=justify><STRONG>La Jornada, México,
25-8-2011</STRONG></DIV>
<DIV class=credito-articulo align=justify><A
href="http://www.jornada.unam.mx/"><STRONG>http://www.jornada.unam.mx/</STRONG></A></DIV>
<DIV class=credito-articulo align=justify><STRONG>Traducción de Jorge
Anaya</STRONG></DIV>
<DIV class=credito-articulo align=justify> </DIV>
<DIV class=credito-articulo align=justify> </DIV>
<DIV class="col col1" align=justify>
<DIV class=inicial>Condenados siempre a librar la guerra pasada, volvemos a
cometer el mismo viejo pecado en Libia.</DIV>
<P>Muammar Kadafi desaparece luego de prometer pelear hasta la muerte. ¿No es lo
mismo que hizo Saddam Hussein? Y, por supuesto, cuando Hussein desapareció y las
tropas estadunidenses sufrieron sus primeras bajas ante la insurgencia iraquí,
en 2003, se nos dijo –por boca del procónsul estadunidense Paul Brenner, de los
generales, los diplomáticos y los decadentes <Q>expertos</Q> de la televisión–
que los combatientes de la resistencia eran <Q>fanáticos</Q>,
<Q>desesperados</Q> que no se daban cuenta de que la guerra había terminado.</P>
<P>Y si Kadafi y su sabihondo hijo siguen prófugos –y si la violencia no
termina–, ¿cuánto falta para que otra vez nos presenten a los
<Q>desesperados</Q> que sencillamente no habrán entendido que los chicos de
Bengasi están a cargo y que la guerra ha terminado? De hecho, no menos de 15
minutos –literalmente– después de que escribí las palabras anteriores (14 horas
del miércoles), un reportero de Sky News reinventó la palabra <Q>fanáticos</Q>
para definir a los hombres de Kadafi. ¿Ven a lo que me refiero?</P>
<P>Inútil decir que todo es para bien en el mejor de los mundos posibles, en lo
que concierne a Occidente. Nadie desbanda al ejército libio y nadie proscribe a
los kadafitas de un papel futuro en el país. Nadie comete los mismos errores que
cometimos en Irak. Y no hay tropas en tierra. Ningún zombi encerrado en una Zona
Verde occidental amurallada intenta dirigir el futuro de Libia. <Q>Es asunto de
los libios</Q>, se ha vuelto el jubiloso refrán de todo factótum del
Departamento de Estado/Oficina del Exterior/Quai d’Orsay. ¡Nosotros nada tenemos
que ver!</P>
<P>Pero, desde luego, la presencia masiva de diplomáticos occidentales,
representantes de magnates petroleros, mercenarios occidentales de altos
salarios y oscuros militares británicos y franceses –todos simulando ser
<Q>consejeros</Q> y no participantes– es la Zona Verde de Bengasi. Puede que no
estén (todavía) rodeados de murallas, pero en los hechos ellos gobiernan por
conducto de los distintos héroes y granujas locales que se han establecido como
los amos políticos. Podemos pasar por alto el asesinato de su propio comandante
–por alguna razón, ya nadie menciona el nombre de Abdul Fatá Yunes, aunque
apenas fue liquidado hace un mes en Bengasi–, pero sólo pueden sobrevivir si se
aferran a los cordones umbilicales con Occidente.</P>
<P>Desde luego, esta guerra no es la misma que nuestra perversa invasión de
Irak. La captura de Saddam sólo provocó a la resistencia a multiplicar los
ataques contra las fuerzas occidentales porque quienes habían rehusado
participar en la insurgencia, por miedo de que los estadunidenses volvieran a
poner a Saddam al mando, ya no tuvieron esas inhibiciones. En realidad, el
arresto de Kadafi, junto con el de Saif, precipitaría sin duda el final de la
resistencia de los fieles al dictador. El verdadero temor de Occidente –en este
momento, aunque podría cambiar de la noche a la mañana– sería la posibilidad de
que el autor del Libro Verde haya logrado llegar hasta sus antiguos andurriales
de Sirte, donde la lealtad tribal podría resultar más fuerte que el miedo a una
fuerza libia respaldada por la OTAN.</P></DIV>
<P class="col col2" align=justify>Sirte –donde Kadafi, al principio de su
dictadura, convirtió los campos petroleros de la región en el primer dividendo
internacional para los inversionistas que quisieran tomarlo luego de su
revolución de 1969– no es Tikrit. Es la sede de la primera gran conferencia de
la Unión Africana, a escasos 30 kilómetros del lugar natal de Kadafi: una ciudad
y una región que recibieron enormes beneficios de su gobierno de 41 años.
Strabo, el geógrafo griego, escribió que los puntos de los asentamientos en el
desierto, al sur de Sirte, convirtieron a Libia en una piel de leopardo. A
Kadafi le debió de haber gustado la metáfora. Casi 2 mil años después, Sirte era
todavía la bisagra entre las colonias italianas de Tripolitania y Cirenaica.</P>
<P class="col col2" align=justify>Y en Sirte los <Q>rebeldes</Q> fueron
derrotados por los <Q>leales</Q> en la guerra de seis meses de este año. Pronto,
sin duda, tendremos que cambiar esas ridículas etiquetas: los que apoyan al pro
occidental Consejo Nacional de Transición tendrán que ser llamados leales, y los
rebeldes partidarios de Kadafi se volverán los <Q>terroristas</Q> que podrían
atacar a nuestra amistosa nueva administración libia. En cualquier caso, Sirte,
cuyos habitantes se supone que negocian ahora con los enemigos de Kadafi, podría
pronto figurar entre las ciudades más interesantes de Libia.</P>
<P class="col col2" align=justify>¿Qué pensará Kadafi ahora? Creemos que está
desesperado, pero, ¿será cierto? En el pasado hemos escogido muchos adjetivos
para él: irascible, demente, perturbado, magnético, incansable, obstinado,
extraño, estadista (así lo describió Jack Straw), críptico, exótico, loco,
idiosincrásico y –en fechas más recientes– tiránico, asesino y salvaje. Pero en
su visión sesgada y astuta del mundo libio, Kadafi haría mejor en sobrevivir
–para proseguir un conflicto civil-tribal y así consumir a los nuevos amigos
libios de Occidente en el pantano de la guerra de guerrillas–, y debilitar poco
a poco la credibilidad del nuevo poder de <Q>transición</Q>.</P>
<P class="col col2" align=justify>Sin embargo, la naturaleza impredecible de la
guerra en Libia significa que las palabras rara vez sobreviven al momento en que
son escritas. Tal vez Kadafi se oculta en un túnel debajo del hotel Rixos, o se
relaja en una de las villas de Robert Mugabe. Lo dudo. Mientras a nadie se le
ocurra librar la guerra anterior a ésta.
<HR>
<P></P></FONT></BODY></HTML>