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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa</FONT><BR><U>18 de setiembre 2011</U><BR><FONT color=#800000
size=5>Colectivo Militante - Agenda Radical</FONT><BR>Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: <A
title="mailto:germain5@chasque.net CTRL + clic para seguir el vínculo"
href="mailto:germain5@chasque.net">germain5@chasque.net</A></FONT></STRONG><A
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<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Imperialismo<BR> <BR>El
imperialismo y la economía política mundial
hoy</FONT></STRONG><BR><BR><BR><STRONG>Alex Callinicos *<BR>En
Lucha</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><A
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href="http://enlucha.org/"><STRONG
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<DIV align=justify><FONT face=Calibri></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial>A continuación ofrecemos un fragmento
del texto de Alex Callinicos publicado en el quinto número de la revista Crítica
y Emancipación. En él, Callinicos vuelve sobre el concepto del imperialismo a la
luz de la crisis actual del capitalismo y en el contexto de la arquitectura
financiera mundial vigente. Señala analogías y diferencias con el nacimiento del
imperialismo británico en el siglo XIX, el papel de Alemania y el proceso que
llevó durante la pasada centuria a la hegemonía de Estados Unidos. Focaliza en
su trabajo la especificidad del imperialismo estadounidense, que se conforma al
finalizar la Guerra Fría y los nuevos actores de la geopolítica mundial en los
albores del siglo XXI y sus relaciones complementarias y/o competitivas. Entre
ellos, el presente y el futuro de las relaciones Estados Unidos-China. <BR>La
especificidad del imperialismo estadounidense </FONT></DIV><FONT size=2
face=Arial>
<DIV align=justify><BR>Robert Wade sugirió el siguiente experimento
mental:</DIV>
<DIV align=justify><BR>Suponga que usted es un aspirante a emperador romano en
el mundo de hoy, de Estados soberanos, mercados internacionales y economías
capitalistas. Para no tener que desplegar frecuentemente su peso militar
necesitará actuar mediante la hegemonía en lugar de la coerción, y los demás
deberán pensar que su predominio es el resultado natural de arreglos
institucionales, fundados en el sentido común, que son justos y equitativos. Si
usted -un actor unitario- pudiera crear resueltamente un marco internacional de
normas de mercado para promover sus intereses, ¿qué tipo de sistema crearía?
(2003: 77). </DIV>
<DIV align=justify><BR>Wade imagina una "arquitectura financiera internacional"
que no implica al patrón oro, actuando en su lugar la moneda de la potencia
hegemónica como la principal moneda de reserva internacional, sus mercados
financieros "dominantes en las finanzas internacionales" y "un solo capital
privado integrado al mercado mundial", sin barreras de entrada o de salida, y
todo bajo la supervisión de "una flotilla de organizaciones internacionales que
se parecen a las cooperativas de los Estados miembro y que otorgan la
legitimidad del multilateralismo, pero a las que usted (es decir, la potencia
hegemónica) puede controlar mediante el establecimiento de normas y el bloqueo
de los efectos que no le gusten", y defendido por "un gran ejército, a fin de
poder respaldar su hegemonía con coerción". La arquitectura financiera mundial
le permite financiar una fuerza militar abrumadora y "barata". El resultado es
el siguiente:</DIV>
<DIV align=justify><BR>Esta arquitectura económica internacional le permite a su
pueblo consumir mucho más de lo que produce, permite a sus empresas y sus
capitales entrar y salir, rápidamente, de otros mercados, maximizando los
rendimientos a corto plazo; cierra los flujos netos de las rentas de tecnología
del resto del mundo por décadas y, por lo tanto, aumenta los incentivos para
innovar de sus empresas y por medio de las fuerzas del mercado, aparentemente
libres de poder político, refuerza su dominio geopolítico en otros Estados.
Mejor aún si sus científicos sociales le explican al público que un proceso de
globalización desestructurado y sin agentes -el implacable cambio tecnológico
que reduce tiempo y distancias- está detrás de todo esto, causando que todos los
Estados, incluido el suyo, pierdan poder vis à vis mercados. Usted no quiere que
los demás piensen que la globalización, dentro del marco que ha construido,
aumenta su capacidad de tener tanto un gran ejército como un próspero sector
civil, mientras disminuye la de todos los demás (Wade, 2003: 78, 80-82). </DIV>
<DIV align=justify><BR>Este experimento mental se ajusta, por supuesto, a la
hegemonía estadounidense contemporánea como un guante. La debilidad del bosquejo
un tanto irónico de Wade es que tal vez basa demasiado la "arquitectura
económica internacional actual" en el concreto de la necesidad histórica. Por lo
tanto, durante la era de Bretton Woods en los años cincuenta y sesenta, cuando
podría decirse que la preeminencia de los Estados Unidos en el mundo capitalista
avanzado era mayor económica y geopolíticamente de lo que es hoy, el dólar
estaba aún respaldado por el oro; la hegemonía británica decimonónica también
implicó la generalización del patrón oro. Por otra parte, como Wade reconoce, el
papel del dólar como principal moneda de reserva internacional es una espada de
doble filo 2. Sin embargo, tiene razón al insistir que las estructuras y las
instituciones contemporáneas transnacionales trabajan para aventajar
específicamente al capitalismo estadounidense. Recordemos la pregunta de
Brenner:</DIV>
<DIV align=justify><BR>¿Por qué, en relación con el mundo capitalista avanzado,
la expansión imperialista, que condujo a la rivalidad interimperialista que
llevó a la guerra que prevaleció antes de 1945, no lo consiguió después? ¿Por
qué, con respecto a Europa, Japón y, de hecho, gran parte de Asia Oriental, la
hegemonía estadounidense durante gran parte del período de la posguerra no pudo
tener una forma imperialista -en el sentido que Harvey otorga a la palabra-, es
decir, la aplicación del poder político para consolidar, exacerban, y hacer
permanente la ventaja económica ya existente? (2006b: 90). </DIV>
<DIV align=justify><BR>Responder a estas preguntas implica considerar los
intereses de Estados Unidos y los demás países capitalistas avanzados. En el
caso de Estados Unidos, la respuesta, en un sentido general, es que la
estructura específica y el peso mundial del capitalismo estadounidense le dio la
capacidad de dominar y conducir a los principales Estados capitalistas sin
construir un imperio territorial tradicional: el imperialismo no territorial de
Puerta Abierta fue más adecuado a los intereses de Estados Unidos. Pero la
manera en que Brenner plantea la cuestión implica que la hegemonía
estadounidense no ha funcionado para servir a los intereses de los capitales de
Estados Unidos, en oposición a aquellos capitales basados en economías
avanzadas. En un artículo inédito sostiene que la hegemonía de Estados Unidos
operó para institucionalizar las condiciones generales favorables para todos los
capitales, estadounidenses y extranjeros (Brenner, 2007b). Simon Bromley, al
argumentar acerca de la relación entre la invasión de Irak y la estrategia
estadounidense del petróleo, sostiene la misma línea:</DIV>
<DIV align=justify><BR>La forma de control que Estados Unidos está buscando
delinear ahora [en Irak] es la que está abierta al capital, commodities e
intercambio entre muchos Estados y empresas. No puede ser vista (¿todavía?) como
una estrategia exclusiva económicamente, como parte de una forma depredadora de
la hegemonía. Por el contrario, Estados Unidos utilizó su poder militar para
diseñar un orden geopolítico que sirva de fundamento político para su modelo
preferido de economía mundial: esto es, un orden internacional liberal cada vez
más abierto. La política de Estados Unidos apuntó a la creación de una industria
del petróleo internacional abierta, en la cual los mercados, dominados por las
grandes empresas multinacionales, asignan capital y materias primas. El poder
del Estado de Estados Unidos se despliega, no sólo para proteger los intereses
particulares de las necesidades de consumo y empresas de Estados Unidos, sino
para crear las precondiciones generales de un mercado mundial petrolero,
confiado en la expectativa de que, como la economía líder, será capaz de
satisfacer todas sus necesidades por medio del intercambio comercial (Bromley,
2005: 253-254). </DIV>
<DIV align=justify><BR>Es importante distinguir aquí tres puntos diferentes. En
primer lugar, como ya argumenté, los Estados Unidos practican una forma de
imperialismo no territorial, basado en la regla básica de que un orden liberal
internacional abierto beneficiará, por lo general, a los capitales asentados en
Estados Unidos. En segundo lugar, para que esta hegemonía funcione de manera, en
general, estable tendría que, en todo caso, asegurar beneficios significativos
para otros Estados capitalistas. Pero, en tercer lugar, no se evidencia en lo
más mínimo que las instituciones que Estados Unidos construye, y las políticas
que lleva a cabo, sean neutrales con respecto a los intereses de los capitales
asentados en su territorio y los asentados en otros Estados. Desde una
perspectiva liberal internacionalista, John Ikenberry sostiene que en los dos
momentos históricos en que el poder relativo de Estados Unidos fue mayor, luego
de 1945 y al final de la Guerra Fría, este país renunció temporariamente a las
ventajas e hizo importantes concesiones a otros Estados con el fin de
institucionalizar un "orden constitucional" internacional que maximizaría los
intereses a largo plazo de todos los Estados. Ikenberry señala: "Ordenes
estables son aquellos en los cuales el reembolso al poder es relativamente bajo
y, a las instituciones, relativamente alto. Estas son, precisamente, las
circunstancias que caracterizan los órdenes constitucionales más desarrollados"
(2001: 255).</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero este argumento no explica suficientemente la
cuestión de cómo son distribuidos "los reembolsos a las instituciones".
Consideraremos dos casos que resultaron caros para Estados Unidos en relación
con otros Estados. El primero se refiere a la arquitectura financiera
internacional, que Wade alega que opera en interés del capitalismo
estadounidense. Peter Gowan sostiene, también, que los Estados Unidos
aprovecharon la inestabilidad financiera de los años setenta y ochenta,
particularmente después del "shock Volcker" de octubre de 1979, cuando Paul
Volcker, presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, elevó sensiblemente
las tasas de interés, imponiendo una dura disciplina monetaria a las economías
de Estados Unidos y el mundo, para construir lo que él llama el régimen del
dólar de "Wall Street", en torno a un dólar que, si bien ahora es una moneda
puramente fiduciaria sin respaldo del patrón oro, permaneció como el eje central
del sistema financiero internacional, ventaja que Washington utilizó para
promover en todo el mundo las políticas neoliberales favorables a los intereses
de los bancos de inversión estadounidenses y corporaciones transnacionales
(Gowan, 1999)3. De este modo, el gobierno de Clinton provocó profundas tensiones
con Gran Bretaña y Alemania, en particular, cuando respondió a la crisis
financiera mexicana de 1994-1995 presionando al Grupo de los Siete para que
liderase a los países industriales en la creación de un paquete de rescate que
benefició principalmente a los inversionistas estadounidenses. Notoriamente, la
misma administración durante la crisis de Asia del Este de 1997-1998 bloqueó la
propuesta japonesa de un Fondo Monetario Asiático, que habría limitado la
capacidad del Fondo Monetario Internacional (FMI ) para gestionar la crisis, y
juntamente con el FMI impulsó, en los gobiernos de Asia, políticas de
liberalización económica diseñadas tanto para debilitar el denominado
"capitalismo de amigos" (con estrechos vínculos entre el Estado, los bancos y
las corporaciones privadas, distintivos del modelo económico de Asia del Este)
como para volver a las economías afectadas más permeables al capital
estadounidense. En su análisis de esta crisis, Robert Wade y Frank Veneroso
(1998) describen el complejo "Wall Street-Tesoro de Estados Unidos-FMI " con el
fin de resaltar el nexo que une a las instituciones financieras internacionales
con los intereses específicamente estadounidenses.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Un segundo ejemplo importante, que también data de la
administración Clinton, consiste en la expansión primero de la Organización del
Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y, luego, de la Unión Europea (UE) en Europa
Oriental y Central. Esta política representa una violación del acuerdo alcanzado
entre Mijail Gorbachov, el último presidente soviético, el canciller alemán
Helmut Kohl y James Baker, el secretario de Estado de Estados Unidos, durante
las negociaciones en 1990-1991 que permitieron a Alemania unificada permanecer
en la OTAN a cambio de la seguridad de que, en palabras de Baker, "no habrá
extensión de la jurisdicción actual de la OTAN hacia el Este"4. La idea, detrás
de la violación de esta promesa por el gobierno de Clinton, fue expresada muy
claramente por Zbigniew Brzezinski, el principal pensador geoestratégico del
Partido Demócrata. Brzezinski argumenta que la UE es "el puente eurasiático del
poder estadounidense y un trampolín en potencia para la expansión del sistema
democrático mundial en Eurasia".</DIV>
<DIV align=justify><BR>La ampliación de la OTAN y la UE hacia Europa Central y
Oriental extendería, en consecuencia, el poder estadounidense: "Si la Unión
Europea se convierte en una comunidad geográficamente más grande [.] y si Europa
basa su seguridad en una alianza continua con los Estados Unidos, entonces se
deduce que Europa Central, su sector geopolíticamente más expuesto, no puede ser
excluido de compartir el sentido de seguridad de que el resto de Europa goza
mediante la 'alianza transatlántica'" (Brzezinski, 1998: 74-79). Stephen Cohen
describió la "verdadera política de Estados Unidos" hacia Rusia "como la
explotación implacable, al estilo de el ganador se lo lleva todo, de la
debilidad rusa post 1991", que incluye el "cerco militar creciente de las bases
de Estados Unidos y la OTAN a Rusia, en y cerca de sus fronteras -que ya están
instaladas o en vías de-, en por lo menos la mitad de las otras 14 repúblicas de
la ex Unión Soviética, desde el Báltico y Ucrania hasta Georgia, Azerbaiyán y
los nuevos Estados de Asia Central. El resultado es una cortina de hierro
inversa construida por Estados Unidos y la remilitarización de las relaciones
ruso-estadounidenses", que a su vez provocó una política exterior de Moscú más
asertiva con Vladimir Putin (Cohen, 2006)5. Los peligros de la estrategia de
Washington fueron ampliamente demostrados por la guerra que estalló entre Rusia
y Georgia en agosto de 2008, tras el intento del ejército georgiano, equipado y
entrenado por los Estados Unidos e Israel, por capturar el enclave de Osetia del
Sur protegido por Moscú.<BR>[.]<BR><STRONG></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>¿Capitalismo mundial en los pilares de
Hércules?</STRONG></DIV><FONT size=3 face=Calibri></FONT>
<DIV align=justify><BR>Al debatir la tendencia decreciente de la tasa de
ganancia y sus contratendencias, Gramsci pregunta: "¿Cuándo puede uno imaginar
que la contradicción llegue a su nudo gordiano, un momento normalmente insoluble
que requiere la intervención de Alejandro con su espada? Cuando toda la economía
mundial se vuelva capitalista y llegue a cierto nivel de desarrollo, es decir,
cuando la 'frontera móvil' de la economía capitalista mundial llegue a los
pilares de Hércules (1995: 429-430). La idea de que el capitalismo, de hecho,
llegó a sus pilares de Hércules es un lugar común hoy día, por ejemplo, en la
afirmación mucho más optimista de Thomas Friedman de que la globalización "está
aplanando y achicando el mundo", y "por lo tanto va a estar impulsada, cada vez
más, no sólo por individuos sino también por un grupo mucho más diverso de
individuos (ni occidentales, ni blancos). Individuos de todos los rincones del
mundo plano se están empoderando" (2005: 12). De hecho, que un periódico serio
como el Financial Times debiera conceder a tal sobrecrecimiento su premio
Business Book de 2005, se explica sólo por la euforia que rodea a los "mercados
emergentes" -y especialmente al BRIC (Brasil, Rusia, India y China)- durante la
burbuja crediticia de mediados de 2000.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Comprender hoy los contornos reales de la economía
mundial es importante si queremos obtener una medida exacta de la evolución
futura del imperialismo. La teoría principal de las Relaciones Internacionales
trató de resolver el problema del formato geopolítico desde el fin de la Guerra
Fría. Los realistas estructurales se apresuraron a predecir que la forma,
aparentemente unipolar, que asumió el sistema estatal tras el colapso de la
Unión Soviética sería meramente una fase de transición en la cual la primacía de
Estados Unidos provocó la formación de una coalición que busca equilibrarse en
su contra. Como Kenneth Waltz escribió en 1993, "la respuesta de otros países a
uno de ellos que busca o gana preponderancia es tratar de equilibrarse en su
contra. La hegemonía conduce al equilibrio [.]. Esto está sucediendo ahora, pero
vacilantemente (1993: 77). Enfrentado por la no emergencia de tal coalición,
nuestro autor sostiene que su predicción fue correcta, pero que el momento de su
advenimiento es imposible de determinar: "La teoría realista predice que los
balances interrumpidos serán restaurados algún día. Una limitación de la teoría,
limitación común a las teorías de las ciencias sociales, es que no se puede
decir cuándo" (Waltz, 2000: 27). Fiel a las premisas estructurales realistas,
William Wolforth afirma que la unipolaridad posterior a 1991 representa un punto
de descanso estable, en lugar de un momento pasajero, porque las capacidades de
Estados Unidos, tanto duras como blandas, son mucho mayores que las de
cualesquiera de los otros poderes, y porque la fragmentación geopolítica de
Europa y Asia del Este dificulta que cualquier otro Estado logre la
centralización política y la concentración de recursos necesarios para desafiar
la hegemonía estadounidense (Wolforth, 1999).</DIV>
<DIV align=justify><BR>Las relaciones económicas figuran en tales explicaciones
sólo en la medida en que afectan la capacidad material y, por lo tanto, el poder
relativo de los Estados. Por el contrario, los internacionalistas liberales
argumentan que el desarrollo de la moderna economía capitalista mundial
convirtió al comercio internacional en un juego de suma positiva que da a los
Estados, cuyas estructuras sociopolíticas internas son liberales y capitalistas,
un incentivo para cooperar y para institucionalizar esta cooperación, y en
consecuencia reduce bastante la probabilidad de guerra entre ellos. Como Andrew
Moravcsik postula en una reafirmación sofisticada de la teoría liberal de las
Relaciones Internacionales, "el desarrollo económico mundial, en los últimos 500
años, ha estado estrechamente relacionado con una mayor riqueza per capita, la
democratización, los sistemas educativos que refuerzan nuevas identidades
colectivas, y mayores incentivos para las transacciones económicas
transfronterizas. La teoría realista no les otorga a estos cambios importancia
teórica alguna" (1997: 535). Aquí hay una superposición entre el
internacionalismo liberal y el marxismo clásico, que tampoco refiere a la
economía mundial capitalista como un juego de suma cero: el desarrollo dinámico
de las fuerzas productivas bajo el capitalismo puede, en condiciones adecuadas,
aumentar tanto los beneficios como los salarios reales. Estas condiciones fueron
obtenidas en gran medida durante el gran boom de los años cincuenta y sesenta en
las economías avanzadas. Por otra parte, es una implicancia de la concepción de
la hegemonía capitalista mundial con que trabajé que la potencia hegemónica
suministre bienes públicos (por ejemplo, un sistema monetario internacional
estable) que otorgue a otros Estados un incentivo para obedecer y cooperar. Pero
la convergencia entre el marxismo y el liberalismo es sólo parcial. La economía
política marxista conceptualiza al capitalismo como un proceso inherentemente
contradictorio e inestable, constituido por la explotación del trabajo
asalariado, responsable de crisis periódicas destructivas, y generador sistémico
de desarrollo desigual. Cualquier evaluación honesta de la economía mundial
contemporánea tendría que conceder que brinda mucho para afirmar este punto de
vista sobre el capitalismo. [.]</DIV>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify>* Alex Callinicos es dirigente del Socialist Workers Party de
Gran Bretaña y doctor por la Universidad de Oxford. Profesor de ciencias
políticas en la Universidad de York y director del Centro de Estudios Europeos
del King's College, de Londres.<BR></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><U></U></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><U>Notas</U></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=3 face=Calibri></FONT><FONT size=3
face=Calibri></FONT><BR>1. El presente texto es un extracto del publicado en el
quinto número de la revista Crítica y Emancipación. Buenos Aires, CLACSO, 2011.
Originalmente publicado en Callinicos, Alex. Imperialism and global political
economy (Cambridge, UK: Polity Press, 2009). Traducción de Eugenia Cervio.<BR>2.
Ver "Una redistribución del poder económico mundial", pág 137.<BR>3. Ver también
Parboni (1981: Cap. 1).<BR>4. Hubo un debate considerable entre los
participantes sobre si esa promesa fue parte del acuerdo final en la unificación
alemana; ver Gordon (1997). Pero la historia estadounidense semioficial de las
negociaciones clarifica que fue un trago amargo para Gorbachov y su equipo que
incluso los miembros de la República Federal incorporaran a Alemania del Este a
la OTAN. Ver Zelikow y Rice (1997).
<HR>
</FONT></DIV></BODY></HTML>