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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa<BR></FONT><U>11 de octubre 2011<BR></U><FONT color=#800000
size=5>Colectivo Militante - Agenda Radical<BR></FONT>Montevideo -
Uruguay<BR>Redacción y suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Estados
Unidos</FONT></STRONG></FONT></DIV><FONT size=2 face=Arial>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>OWS, ¿signos anunciadores de un
“nuevo bloque social”?</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Charles-André Udry</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Alecontre/La Breche</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><A
href="http://alencontre.org/"><STRONG>http://alencontre.org/</STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Traducción de Faustino Eguberri </STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>VientoSur</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><A
href="http://www.vientosur.info/"><STRONG>http://www.vientosur.info/</STRONG></A><BR><BR><BR><BR>El
17 de septiembre de 2011, en la onda de un llamamiento lanzado a finales de
julio en la página Adbusters –una página que indica su voluntad “de cambiar la
forma en que se difunde la información, sobre la que ejercen su poder las
empresas y la forma en que las ideas se producen en nuestra sociedad”- los
primeros “activistas” daban el pistoletazo de salida al movimiento Occupy Wall
Street (OWS) en Nueva York.<BR><BR>La policía de Nueva York no les dejó plantar
sus tiendas en medio del centro mundial de las finanzas. Lo hicieron en el
Zucotti Park, situado bastante cerca del “Ground Zero”, en Lower Manhattan. La
plaza ha sido rebautizada como “Liberty Square”, en referencia a Tahrir Square,
en El Cairo.<BR><BR>Desde entonces, el movimiento se ha extendido a un gran
número de ciudades a través de los Estados Unidos; más de 75 el 6 de octubre.
Desde el comienzo de este mes, el apoyo de varias secciones de diferentes
sindicatos y de diversas organizaciones de barrio (community groups) añadía una
dimensión inusitada a este movimiento social.<BR><BR>Reagrupa a diversas
fracciones de la sociedad: desde las personas cuya casa ha sido embargada (pues
no podían pagar intereses hipotecarios usureros), pasando por los y las
estudiantes endeudados hasta el cuello y que deben renunciar a la prosecución de
sus estudios, hasta parados y múltiples marginados de una sociedad golpeada por
la mayor crisis desde la Segunda Guerra Mundial. El movimiento tiende a
ampliarse a sectores de asalariados del sector público e incluso del privado.
Una tendencia que debe aún confirmarse.<BR><BR>Dos consignas traducen el perfil
del movimiento. La primera: “Somos el 99%”, implica que el 1% de la población
manda y saca el mayor beneficio de este sistema. Esta relación entre el 99% y el
1% simboliza también la bipolarización fuertemente acentuada del reparto de la
riqueza social producida en los Estados Unidos. La segunda: “Los bancos han sido
reflotados. Nosotros hemos sido vendidos”. Dicho de otra forma, a su manera, es
puesta en cuestión la política del gobierno y de los “dueños de Wall Street” –la
fracción del capital financiero- que ejercen sobre las decisiones de la
administración Obama una influencia determinante.<BR><BR>The New York Times del
8 de octubre de 2011 consagraba un artículo suplementario al OWS. Estaba
centrado en el papel de las redes sociales en su organización, lo que permite
borrar su contenido social. Sin embargo, Jennifer Preston se vió obligada a dar
cuenta de los debates en curso a escala de los Estados Unidos: de una parte, la
cuestión del empleo, “de la avaricia de las empresas y de los recortes
presupuestarios”, de la otra, los problemas “más cercanos” a los que se
enfrentan las poblaciones de diferentes ciudades.<BR><BR>Las brutales reacciones
de la policía son también subrayadas. La policía de Nueva York no ha dudado en
arrestar a 700 manifestantes, el 1 de octubre de 2011, cuando no bloqueaban,
efectivamente, el puente de Brooklyn, contrariamente a lo que han afirmado los
medios, a escala internacional. <BR><BR><STRONG>OWS no cae del
cielo<BR></STRONG><BR>Este movimiento y su dinámica no caen del cielo, en un
país en el que más de 46 millones de personas viven por debajo de la línea de
pobreza. Las últimas estadísticas sobre el empleo, la pobreza y una crisis de la
que, de hecho, la economía capitalista estadounidense no ha salido jamás desde
2008 lo indican. La tasa de paro –sin contar los tiempos parciales impuestos con
los salarios de miseria que les acompañan y las personas “desmoralizadas” que
por tanto no buscan ya un empleo y están excluidas de las estadísticas- se sitúa
en un 9,1%. En septiembre de 2011, la distribución del paro era la siguiente: 14
millones de parados y paradas registrados; 9,6 millones de “tiempos parciales
involuntarios”, dicho de otra forma que buscan un empleo a tiempo completo y no
lo encuentran; 2,6 millones “que están marginalmente en el mercado de trabajo”,
en el sentido de que no buscan activamente (en el momento de la encuesta) un
empleo. Es decir un total de 25,8 millones. En cuanto al número de parados y
paradas que lo son desde hace más de seis meses, está casi al nivel pico
alcanzado en la primavera de 2010, es decir el 44,6% en septiembre de 2011
(contra 45,6 en abril de 2010).<BR><BR>Sin embargo, la creación de empleos está
a la baja en el curso de los cinco últimos meses de 2011. El paro va por tanto a
subir en los meses que vienen; no solo bajo el efecto de la ralentización
económica, sino porque el crecimiento de la población activa es superior a la
creación de empleos.<BR><BR>A esto se añaden, ya, las reducciones permanentes de
empleos en el sector público, particularmente a escala de las municipalidades y
de los estados fuertemente endeudados. Unos 34.000 empleos públicos han sido
suprimidos tan solo durante el mes de septiembre de 2011. La enseñanza
secundaria ha sido el principal objetivo de las reducciones de efectivos:
enseñantes, bibliotecarios, empleados administrativos, etc.<BR><BR>Heidi
Shierholz del Economic Policy Institute efectúa la suma de la disminución de las
y los asalariados de la enseñanza secundaria desde 2008 (es decir, 278.000) y el
aumento del número de enseñantes que habría exigido el aumento del número de
jóvenes que deberían ser escolarizados: 48.000. Dicho de otra forma, el foso
“contable” entre la necesidad de enseñantes y el efectivo presente puede
estimarse en 326.00 en lo que se refiere al sector público de la
educación.<BR><BR>Sin embargo, entre 2008 y 2010, el número de niños que viven
en la pobreza ha crecido en al menos 2,3 millones. Son precisamente esos jóvenes
los que tendrían necesidad de un encuadramiento escolar más sólido y con más
medios. Uno más de los numerosos compromisos que la Administración de Obama no
ha respetado.<BR><BR>Solo estos hechos explican, seguro, el compromiso de los
enseñantes, de sus sindicatos o de la Coalition for Public Education con los
diversos movimientos OWS en las ciudades.<BR><BR>Esto tanto más cuanto que la
revuelta social en Madison (Wisconsin) contra la política brutal de austeridad
del gobernador Scott Walker ha marcado las conciencias de un sector de la
población, por sus objetivos, sus modalidades de acción y la convergencia social
que concretaba. En Madison, la acción y las iniciativas de los enseñantes han
sido determinantes. <BR><BR><STRONG>Encuentros que
cambian<BR></STRONG><BR>Algunos reportajes sobre las diversas manifestaciones
permiten captar una parte del estado de espíritu de sus participantes. Así, el 5
de octubre, en Nueva York, un asalariado de FedEx (la firma transnacional de
logística) que se manifestaba con su uniforme de trabajo, confiaba a un
periodista: “Intentan siempre echarnos más trabajo a la espalda. Efectuamos 40
entregas, quieren 50. Si hacemos 50, querrán 60”. No hay sindicato en su
empresa. Confía: “Jamás he participado en una manifestación, es la primera vez
para mí”. A su lado se encontraban algunos miles de estudiantes de la New York
University, de la Columbia University y de la New School.<BR><BR>Tomando la
palabra en esta ocasión, Bob Master del Communications Workers of America (uno
de los dos sindicatos de asalariados y asalariadas de los medios de
comunicación), declaró: “Mirad a vuestro alrededor. La democracia se parece a
esto. Occupy Wall Street capta el espíritu de nuestro tiempo. Aquí, es Madison.
Aquí, es El Cairo. Aquí, es Túnez. Occupy Wall Street ha iniciado un movimiento
del que formamos parte en todo el mundo”.<BR><BR>Más allá del énfasis retórico,
Master señala un rasgo de este movimiento que algunos querían, a sus comienzos,
reducir a una expresión mimética por parte de algunos “indignados” que seguían
la moda. En efecto, como movimientos sociales que hunden sus raíces en una
sociedad conmocionada, OWS se ha convertido –de forma embrionaria- en el punto
de encuentro y de reconocimiento mutuos de personas marcadas por un aislamiento
social acentuado en esta fase del capitalismo. En el clima ambiente, ha imantado
a organizaciones sociales más tradicionales, más de una vez sorprendidas.
<BR><BR>A partir de ahí, para quienes han hecho estos últimos años la
experiencia de las enormes dificultades para realizar luchas de resistencia
social coronadas de éxito, siquiera parciales, este movimiento tiende a despejar
el horizonte o, al menos, a revelar recursos que yacen en la llamada sociedad
civil.<BR><BR>Danny Lucia, en la publicación de la ISO (International Socialist
Organization), señala que los participantes en la marcha del 5 de octubre en
Nueva York –a diferencia de las manifestaciones tradicionales organizadas por
los sindicatos- se mezclaban, discutían sobre su propia situación, no desfilaban
en “su” cortejo sindical. Y, al acabar la marcha, no se dispersaban
inmediatamente para volver a su casa. Debatían entre ellos, escuchaban la
intervención del cineasta Michael Moore o examinaban los libros donados a la
“biblioteca de la libertad”.<BR><BR>Hay sin embargo que subrayar la importante
participación, ese día, de las enfermeras y cuidadores, miembros del National
Nurses United. En efecto, los ataques contra el sector de la salud pública están
a la altura de los que se producen contra la educación. Lo que explica esta
participación organizada.<BR><BR><STRONG>Los rasgos de un programa social
perturbador<BR></STRONG><BR>La diferencia entre el movimiento calificado de
“Global Justice” de finales de los años 1990 –que se centraba en temas ligados a
la puesta en cuestión de las políticas de la OMC (Organización Mundial del
Comercio) así como del FMI y del Banco Mundial- y el OWS remite a la diferencia
de la situación económica. La desolación social no tiene comparación. Además, el
ataque del 11 de septiembre de 2001 había ofrecido, en bandeja, un arma a la
administración Bush: forjar una unidad nacional y un alineamiento de los
sindicatos que tenía contornos propios de los del período de la guerra
fría.<BR><BR>De donde, en el contexto actual, se refuerza la exigencia para OWS,
a fin de aumentar su audiencia y su capacidad para estimular la emergencia de un
nuevo bloque social, de “ocupar conjuntamente” como sugieren, en sus acciones y
sus propuestas, los sindicalistas activos, de combate. El movimiento –si se
examinan sus diferentes expresiones en decenas de ciudades- puede tender a hacer
converger reivindicaciones sobre la creación de empleos y contra los recortes en
el sector público con los temas que estructuran la declaración inicial que
afirma que “la verdadera democracia no puede ser alcanzada cuando el proceso
(democrático) está sometido al poder económico”.<BR><BR>En la lista de las
constataciones efectuadas el 20 de septiembre de 2011 por la asamblea de Nueva
York se encuentran, de hecho, los elementos de un programa social de
envergadura: “han cogido nuestras casas por medio de embargos ilegales, aunque
sin estar en posesión del préstamo hipotecario inicial” (mecanismos propios de
las subprimes); han reflotado los bancos de forma completamente impune sacando
de las rentas arrancadas a los contribuyentes, cuando los dirigentes se conceden
bonus exorbitantes”; “han profundizado la desigualdad y las discriminaciones en
el lugar de trabajo, sobre la base de la edad, del color de la piel, del sexo o
de la orientación sexual”; “han intentado sin cesar quitar a los y las
asalariadas el derecho de negociar por un mejor salario o condiciones de trabajo
más seguras”; “han tomado como rehenes a decenas de miles e estudiantes por
medio de deudas de decenas de miles de dólares para pagar sus estudios, estudios
que constituyen un derecho de la persona humana”; “sistemáticamente han
subcontratado el trabajo y utilizado esta subcontratación como palanca para
reducir el salario y la cobertura social de la salud”.<BR><BR>La lista continúa,
abordando tanto cuestiones referidas a la crisis ecológica como las que se
refieren a la política de los medios dominantes, las de las firmas farmacéuticas
o a la utilización de la fuerza de trabajo de los emigrantes. En un artículo
reproducido por Socialist Project (6 de octubre de 2011), Pham Binh cuenta las
declaraciones de un participante en una de las manifestaciones: “Mark Purcell ha
viajado desde el centro de Pensilvania para participar en la OWS y afirma que
quiere integrarse en toda ocupación que se organizara en Filadelfia. Mark cuenta
que comprendió que el sistema estaba completamente podrido cuando trabajó en un
depósito de mercancías en Allentown (Pensilvania) como obrero eventual. Afirmaba
que las empresas se aprovechaban de los emigrantes sin papeles en la medida en
que no disponían de ningún derecho en el plano legal o de ninguna protección. En
el momento en que se quejó de sus condiciones de trabajo, la empresa para la que
trabajaba le indicó que tenía que dirigirse a la agencia de trabajo temporal y
ésta le despidió. Estaba furioso de que esas empresas subcontraten el trabajo a
esas agencias y utilicen esto para esquivar sus responsabilidades en lo que
concierne a las condiciones de trabajo”.<BR><BR><STRONG>“Ocupar
conjuntamente”<BR></STRONG><BR>Las informaciones sobre el movimiento OWS se
multiplican. Algunos aspectos merecen sin embargo ser puestos de relieve en la
medida en que podrían indicar los elementos de un proceso social
nuevo.<BR><BR>Así, en Nueva York, Jenny Brown y Mischa Gaus informaban en el
boletín Labor Notes del 6 de octubre de 2011: “En Nueva York (el 5 de octubre)
las banderas, las pancartas, las gorras y las camisetas indicaban la presencia
de trabajadores de trenes y autobuses, del metro y de los empleados de la
administración universitaria, músicos, empleados y empleadas de los grandes
almacenes, enseñantes y asalariados del sector de la salud. Pero una mayoría de
los manifestantes parecían no ser miembros de ningún sindicato”. <BR><BR>Sin
embargo, fue la ocasión para militantes sindicalistas de recordar que ciertas
consignas –muy justas como: “Han reflotado los bancos; nos han vendido”- hacían
eco a luchas obreras, como la realizada contra el cierre de la empresa Republic
Windows and Doors, en 2008 en Chicago; o también la de los asalariados y
asalariadas del sector de la telefonía fija de la imponente firma
Verizon.<BR><BR>Estos combates y sus fracasos pueden alimentar numerosas
reflexiones e inscribir las acciones –diversas y creativas- del OWS en una
historia política y social. Pasado y presente se entrelazan para dibujar, quizá,
el futuro. <BR><BR>A partir de ahí, el apoyo del Local 100 del New York
Transport Workers es de una gran importancia, a la luz del impacto de la huelga
realizada en 2005. Marvin Holland, responsable de la actividad en los barrios de
este sindicato –que representa en Nueva York a 38.000 chóferes de autobús y de
tren-, declara: “Apoyamos Occupy Wall Street porque estamos de acuerdo al 99%
con lo que sus participantes dicen. Tienen al 100% razón en que los bancos están
en el origen del problema. Tenemos miembros del TWU (Transport Union Workers),
Local 100, presentes aquí desde el primer día”. En el fondo surge una idea
fuerza: “Ocupemos conjuntamente”.<BR><BR>El presidente del TWU, Local 100, John
Samuelson, en una entrevista dada en una cadena de televisión explica: “Hay un
clima de desesperanza, creo, entre los trabajadores y las familias de
trabajadores en este país; lo que la gente del gobierno no ha comprendido. Hay
muchos millonarios en el Congreso que no tienen ninguna idea de lo que significa
alimentar a un niño o pagar una matrícula o los intereses de un préstamo
hipotecario. Hay mucha gente en el gobierno que ya no tiene contacto con el
mundo real. Estas protestas han puesto a la luz la disparidad de la riqueza en
los Estados Unidos tal como se ha desarrollado durante los últimos decenios.
Pienso que una de las grandes ventajas ligadas al hecho de que el movimiento
obrero organizado entre en este combate puede residir en su capacidad de
articular este mensaje… en nombre de las familias de asalariados, estén o no
sindicados sus miembros”. Se puede esperar, en la medida de que la presencia
sindical no busque borrar el aspecto plural del movimiento.<BR><BR>Esta
presencia de los activistas, de los militantes sindicales y de la izquierda
política organizada se encuentra en las principales ciudades, en grados
diversos. Así, en Los Ángeles, donde la ocupación se ha organizado ante el
edificio municipal, miembros del SEIU (Service Employees International Union),
Local 1021, se han sumado muy rápidamente al OWS. Este sindicato es uno de los
pocos que se refuerzan en los Estados Unidos.<BR><BR>Frente a la crisis
financiera y a los embargos de casas, la consigna de “Hacer pagar a los bancos”
se ha convertido en un punto de convergencia. El 6 de octubre se produjo la
unión con la Alliance of Californians for Community Empowerment (ACCE) que
expresa una real actividad a escala de los barrios para la defensa de la
vivienda, de la salud o de la educación. Este tipo de lazos se manifiesta en
numerosas ciudades. Lo que suscita discusiones sobre las modalidades de
organización del movimiento a fin de asegurar la presencia, en asambleas, de
asalariados y asalariadas que tienen un empleo y una organización de su vida
cotidiana que difiere de una fracción activa y militante del OWS.<BR><BR>La
emergencia de este movimiento puede dejar entrever un desplazamiento, incluso
aún muy limitado, de las líneas del plano político. Dicho de otra forma, la
bipolarización Tea Party de un lado y, del otro, gobierno Obama –con su cortejo
de decepciones- podría verse turbada. Lo que aumentaría las posibilidades para
una intervención social y política que se apoyaría en un actor que no estaría
preso de este dilema sesgado.<BR><BR>Pero no vayamos demasiado rápidos. La
capacidad de control y de canalización del Partido Demócrata, en particular a
escala local, sigue siendo fuerte. Las declaraciones iniciales de Obama son un
signo de ello. </DIV>
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