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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa</FONT><BR><U>1º de noviembre 2011</U><BR><FONT color=#800000
size=5>Colectivo Militante - Agenda Radical</FONT><BR>Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: <A
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href="mailto:germain5@chasque.net">germain5@chasque.net</A></FONT></STRONG><A
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Libia </FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG><FONT size=3>Las otras
víctimas de la guerra</FONT></STRONG> <BR></DIV></FONT>
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<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>Karlos Zurutuza <BR>IPS, Beni
Walid, Libia, octubre 2011<BR><A
title="http://ipsnoticias.net/ CTRL + clic para seguir el vínculo"
href="http://ipsnoticias.net/">http://ipsnoticias.net/</A></STRONG></FONT><A
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title="http://ipsnoticias.net/ CTRL + clic para seguir el vínculo"></STRONG></FONT></A></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><BR></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial>Suleyman y Rasul han quedado de
reunirse en la Universidad de Beni Walid, en el oeste de Libia. Con un poco de
suerte, encontrarán unos apuntes de química y, quizás, un computador que
funcione. No es fácil dar con ambos desde que la OTAN redujo el campus a
escombros en octubre.</FONT></DIV><FONT size=2 face=Arial>
<DIV align=justify><BR>Bani Walid, una localidad de 80.000 habitantes 150
kilómetros al sureste de Trípoli, fue el último refugio del hijo y delfín de
Muammar Gadafi, Saif al Islam. Junto con Sirte, fue también el último bastión de
un régimen que estaba tocado de muerte hacía meses. <BR><BR>"¿Qué buscaba aquí
la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte)?", se pregunta Suleyman
en mitad de una pesadilla de hierros retorcidos, cascotes y papeles que reclama
el viento. <BR><BR>No hay ni rastro de armamento, uniformes o cualquier otro
objeto que invite a pensar que se trataba de un asentamiento militar. Ni
siquiera los casquillos de bala -desperdigados en todos sus calibres por las
calles de Bani Walid- son visibles entre este desastre. <BR><BR>"Corría el rumor
de que Musa Ibrahim (el portavoz del gobierno de Gadafi) se escondía aquí mismo,
por eso lo bombardearon", apunta Rasul junto a uno de los cráteres dejados por
los cohetes de la OTAN. <BR><BR>Entre lo poco que se ha podido salvar, están las
butacas rojas del aula magna. Un grupo de rebeldes las va cargando de ocho en
ocho en las cajas de sus camionetas. <BR><BR>"Nos las llevamos para que nadie
las robe", indica Omar Rahman, uno de los conductores. <BR><BR>Desgraciadamente,
ya es demasiado tarde para el aula de informática. Dos hileras de mesas de
computador intactas pero vacías anuncian la probable apertura de un Internet
café en algún lugar de Libia. <BR><BR>El panorama es igualmente desolador por la
avenida del bazar. Tan solo una tienda ha levantado la persiana. El tendero
Rafiq no quiere hablar. Los maniquíes carbonizados que retira uno a uno del
interior son suficientemente elocuentes. <BR><BR>"Brigada de Zawiya"; "Jóvenes
de Misurata"; "Geryan siempre libre", se lee en las paredes rotas de la ciudad.
Se trata de eslóganes escritos por los más de 40 batallones de rebeldes que,
junto con la cobertura aérea de la OTAN, "liberaron" Bani Walid el 17 de
octubre. <BR><BR>Los grafitis son parecidos, pero hay uno que se repite
insistentemente por toda la localidad: "Los warfala son perros". No en vano
estamos en la única ciudad de una sola tribu del país. Todos aquí pertenecen a
la tribu de los warfala, el mayor clan de Libia: más de un millón de individuos
en un total de seis millones. Junto con la tribu gadafa, los warfala fueron los
más leales al depuesto régimen. <BR><BR><STRONG>"Casa por casa"</STRONG>
<BR><BR>Encontrar una casa intacta en Bani Walid es casi misión imposible. En el
barrio de Bahra, un proyectil abrió un boquete del tamaño de una ventana en el
apartamento de Shaman Bubajar. Las auténticas perdieron los cristales por la
explosión, y sus persianas han desaparecido junto con las cortinas, la
televisión y los radiadores. <BR><BR>"Saquearon casa por casa", denuncia este
mecánico de aviones desde el patio interior del bloque de edificios donde
residía. De entre una montaña de ropa y objetos que nadie ha querido llevarse
todavía, Bubajar recoge a un pequeño joyero abierto, vacío, por supuesto. "Me
pregunto quién llevará esos anillos y pendientes ahora". <BR><BR>Entrar en la
casa de Jaled Abdulah es todavía más fácil. Estaba a punto de casarse y ya había
acondicionado la primera planta de la vivienda familiar, cuando sus sueños se
esfumaron por el boquete abierto en el muro a pie de calle. <BR><BR>"Me fui de
Bani Walid el 14 de octubre, tres días antes de que entraran los rebeldes. Mi
casa estaba intacta", asegura este camionero de 24 años, hoy desempleado y
viviendo de alquiler. <BR><BR>Las historias son dolorosamente similares por toda
la localidad. A Athila Abdulah Athman, de 65 años, le quemaron los dos camiones
que había intentado proteger llevándolos a tres kilómetros de la ciudad. A pesar
de todo, Athman ha podido esbozar hoy una sonrisa, por primera vez en mucho
tiempo, cuando su hijo volvió con el coche que les habían robado.
<BR><BR>"Estaba en Geryan, suroeste de Trípoli. Nos habían dicho que lo habían
visto, y fuimos a buscarlo", explica Athman desde el umbral de su casa.
<BR><BR>"Alá u akbar" (Dios es grande) pintaron en su pared antes o después de
que alguien entrase a tiros y se llevase sus cortinas y sus lámparas.
<BR><BR>Athman dice que se quedará, pero muchos se han ido. Según apuntan
fuentes locales, más de 100.000 civiles escaparon de los antiguos bastiones
gadafistas como Sirte y Bani Walid, aunque la cifra de quienes buscan refugio en
campos de desplazados podría ser mucho mayor. <BR><BR><STRONG>Oro para las
víctimas</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>En el aeropuerto de Bani Walid se encuentra el cuartel
general del jeque Omar Mujtar, el principal responsable de coordinar a las 45
milicias que tienen hoy el control de la ciudad. <BR><BR>"Gadafi tenía muchos
seguidores aquí, y había que registrar cada casa para asegurarnos de que nadie
escondía armas", explica este comandante y líder tribal que comparte nombre con
el que fue símbolo de la lucha contra la ocupación italiana en las primeras
décadas del siglo XX. <BR><BR>Mujtar desconoce el paradero real de Saif al Islam
Gadafi, pero está convencido de que el que estaba destinado a suceder a su padre
tuvo que escapar a pie. <BR><BR>"Oímos el cohete que alcanzó su convoy, pero
cuando llegamos al lugar de la explosión solo encontramos los cadáveres de los
que acompañaban a Saif", afirma el mando militar. <BR><BR>Antes de despedirnos,
Mujtar admite que hubo saqueos, pero asegura que está preparando "una
compensación económica de tres millones de dinares libios (1,5 millones de
euros) en oro para los afectados". <BR><BR>Por el momento, Abdul Hamid Saleh,
otro residente, está elaborando un censo detallado de todas las víctimas. Los 52
agujeros de bala en la puerta de su casa atestiguan que, si bien no debió de
resultar tarea fácil, los asaltantes acabaron por entrar sin llamar.
<BR><BR>"Todos estos crímenes han de ser llevados a las autoridades. Nadie en
Bani Walid estará dispuesto a colaborar con ninguna administración que ignore
esta barbaridad", explica este ingeniero mecánico. <BR><BR>De las pérdidas
materiales, hay una que lamenta sobremanera: "Han roto el diploma de estudios
que le dieron a mi hijo en el colegio, probablemente porque se trataba de la
Escuela Verde de Bani Walid", el color verde era el símbolo del antiguo
gobierno, explica este hombre que está considerando retomar su antiguo empleo
como profesor en la Universidad de Manchester. <BR><BR>"Nuestra ciudad ha sido
bombardeada por la OTAN y asaltada por milicias llegadas de todas partes", se
lamenta Saleh. "¿A esto le llaman "liberación"? Para mí no es más que una
ocupación en toda regla".</DIV>
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