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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa</FONT><BR><U>4 de noviembre 2011</U><BR><FONT color=#800000
size=5>Colectivo Militante - Agenda Radical</FONT><BR>Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: <A
title="mailto:germain5@chasque.net CTRL + clic para seguir el vínculo"
href="mailto:germain5@chasque.net">germain5@chasque.net</A></FONT></STRONG><A
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Libia<BR><BR>Comunidad negra desplazada
toma las calles de Trípoli</FONT></STRONG><BR><BR></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG>Karlos Zurutuza <BR>IPS, Trípoli, 3-10-2011 <BR><A
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href="http://www.ipsnoticias.net/">http://www.ipsnoticias.net/</A></STRONG><A
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<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial> "Hemos venido andando hasta
aquí para decirle a la gente que nos tratan como a los perros. Prefiero que me
maten aquí mismo; no sería la primera ni la última muerta", grita </FONT><FONT
size=2 face=Arial>Hamuda Bubakar nada más llegar a la Plaza de los Mártires, en
el centro de la capital de Libia.<BR><BR>Esta joven de 23 años es una de 200
desplazados llegados desde los barracones de Tarik Matar, en las afueras de
Trípoli. Salieron de allí hace tres horas, al amanecer. Al igual que todos sus
compañeros, Bubakar también es negra. <BR><BR>"Llevamos más de dos meses
viviendo en aquellos barracones", explica junto a ella Aisha, quien prefiere no
dar su nombre completo. "El martes de noche entraron los guerrilleros de
Misurata y se llevaron a siete de nuestros jóvenes. No sabemos nada de ellos",
explica esta mujer de 40 años. <BR><BR>Varias mujeres del campamento han sido
secuestradas y violadas en las últimas semanas, añade. <BR><BR>"Levanta la
cabeza, eres un libio libre", corea el grupo de congregados. Se trata del
eslogan que se convirtiera casi en el himno de los rebeldes que se alzaron en
febrero contra el régimen de Muammar Gadafi. El ya pesado tráfico se congestiona
definitivamente, y los ánimos se caldean entre los soldados armados que
custodian la céntrica plaza. <BR><BR>"Tendríamos que matar a todos aquí mismo
por lo que nos hicisteis en Misurata", ciudad situada 190 kilómetros al este de
Trípoli, exclama un joven vestido de camuflaje antes de que sus propios
compañeros lo hagan callar. <BR><BR>Es que los manifestantes son todos de
Tawergha, una localidad que fue base gadafista para el terrible asedio puesto
durante la guerra a Misurata, de la que la distancian unos 40 kilómetros.
<BR><BR>Probablemente la occidental Sirte, localidad natal y bastión del
asesinado Gadafi, y la rebelde Misurata fueron víctimas de los dos capítulos más
dramáticos de la guerra civil de Libia. <BR><BR>Una hora más tarde, la presión
de los milicianos apoyados por decenas de impacientes cláxones consigue
finalmente disolver el grupo. <BR><BR>"Nos llaman 'gadafistas', pero también nos
odian por el color de nuestra piel. Todos los negros de Libia estamos sufriendo
por esta razón", se queja Rahman Abdulkarim mientras se dispone a desandar el
largo camino. <BR><BR><STRONG>Vacíos inmensos <BR></STRONG><BR>Abdulkarim pronto
tendrá a la vista los inmensos barrios de bloques de apartamentos del sur de
Trípoli. Se trata de auténticas colmenas de hormigón cuya construcción fue
súbitamente interrumpida por la guerra. Los antiguos barracones de los obreros
son hoy hogar para miles de desplazados de bastiones gadafistas como Bani Walid
-150 kilómetros al sureste de Trípoli- Tawergha, o incluso de Abu Salim, el
último distrito de la capital libia en caer en manos rebeldes. <BR><BR>A la
entrada del campamento de Fallah, un cartel sigue anunciando la "próxima
construcción de 1.187 viviendas" a cargo de una compañía turca. Por el momento,
las hileras de barracones resultan mucho más acogedoras que las enormes y
desnudas estructuras de hormigón. <BR><BR>"Solo en este campo hay unas 200
familias, todas de Tawergha", explica Abdurrahman Abudheer, trabajador
voluntario desde hace un mes. Si bien el número de desplazados aumenta cada día,
también lo hace el de aquellos tripolitanos que se acercan a ayudar. <BR><BR>El
7 de septiembre, Amnistía Internacional expresó su preocupación por los
crecientes casos de "represalias y detenciones arbitrarias" contra la población
de Tawergha. <BR><BR>En el mismo informe, la organización aseguró que decenas de
miles de sus antiguos residentes -Tawergha es hoy una ciudad fantasma- pueden
estar viviendo en condiciones similares a la del campamento de Fallah, o incluso
peores. <BR><BR>"Muchos llegan después de haber pasado días viviendo en la
playa, la mayoría tienen miedo incluso de andar por la calle", apunta el
voluntario Abudheer, quien precisa en 27.000 el número de tawerghíes dispersos
principalmente entre Trípoli y la oriental Bengasi, la segunda ciudad de Libia.
<BR><BR>El escenario de gente hacinada en barracas rodeadas por alambradas sobre
las que se seca la ropa también se repite en Tarik Matar, a escasos cinco
minutos de distancia en automóvil. El censo más reciente habla de 325 familias
de Tawergha y siete de Abu Salim. <BR><BR>Desde la habitación que comparte con
ocho miembros de su familia, Azma enseña la foto del que más echan de menos. El
13 de septiembre, su hermano Abdulah fue sacado del automóvil en el que viajaba
con sus tres hijos y su hermana en un puesto de control en las afueras de
Trípoli. <BR><BR>Lo último que supieron de él fue lo que decía su autopsia:
"Numerosos traumatismos provocados por objetos sólidos y flexibles por todo el
cuerpo, especialmente en cabeza y pecho". <BR><BR>Frente a antecedentes como
este, los familiares de los siete jóvenes que se llevaron el martes 1 temen que
corran un destino similar. <BR><BR>"Decían que habían visto sus caras en vídeos
y que se los llevaban para asegurarse. No sabemos nada de ellos", explica la
hermana de uno de ellos. Dice estar muy asustada y prefiere no dar su nombre.
<BR><BR>Mabrouk Mohammad, también desplazado en el campamento de Tarik Matar,
dedica hoy su vida a coordinar la entrada de alimentos y suministros al
complejo, gran parte de los cuales llega a través de iniciativas privadas.
<BR><BR>"Necesitamos seguridad en el lugar donde nos encontramos ahora y que los
de Misurata nos dejen volver a nuestras casas sin temor a represalias", explica
junto a la puerta del "barracón-supermercado" este exprofesor de educación
física. <BR><BR>Pero volver a su Tawergha natal es un sueño que la mayoría aquí
ha dejado de acariciar. Ni siquiera pueden garantizar su estancia en un lugar
tan precario como este. <BR><BR>Abdulah Fakir, principal responsable del Consejo
Militar de Trípoli, expresó a IPS su decisión de aumentar la seguridad en los
campamentos "en aras de evitar episodios como el del pasado martes". Mohammad no
duda de las buenas intenciones del mando militar, pero sí de que pueda evitar
futuros y previsibles episodios de violencia contra su gente. <BR><BR>"Los de
Misurata nos acusan a todos, sin distinción alguna, de los crímenes más
horribles. El pasado martes vinieron casi 100 guerrilleros pertenecientes a seis
milicias en busca de aquellos desgraciados", explica Mohammad. "Son muy fuertes
hoy en Trípoli, hasta el resto de los combatientes les tienen miedo".
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