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<DIV align=center><FONT size=4><STRONG><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa<BR></FONT><U>22 de noviembre 2011</U><BR><FONT color=#800000
size=5>Colectivo Militante - Agenda Radical</FONT><BR>Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: <A
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href="mailto:germain5@chasque.net">germain5@chasque.net</A></STRONG></FONT><A
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Siria<BR></FONT></STRONG></DIV></FONT>
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size=3></FONT></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG><FONT size=3>Militarización,
intervención militar y ausencia de estrategia</FONT></STRONG><BR></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>Gilbert Achcar
*</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>Viento Sur<BR><A
title="http://www.vientosur.info/ CTRL + clic para seguir el vínculo"
href="http://www.vientosur.info/">http://www.vientosur.info/</A></STRONG></FONT><A
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title="http://www.vientosur.info/ CTRL + clic para seguir el vínculo"></STRONG></FONT></A></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>Traducción de Sinfo Fernández
para Rebelión</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><BR><FONT size=2 face=Arial>Pude asistir al encuentro de
la oposición siria que se celebró los días 8-9 de octubre en Suecia, en un lugar
cercano a la capital, Estocolmo. Un conjunto de hombres y mujeres activistas que
actúa en Siria y en el extranjero se unieron a importantes personalidades del
Comité de Coordinación Sirio (llegadas desde Siria para la reunión) en presencia
del miembro más importante del Consejo Nacional Sirio (CNS), su presidente,
Burhan Ghalioun.<BR><BR>Los organizadores de la conferencia me habían invitado a
hablar sobre el tema de la intervención militar extranjera en la actual
situación siria. Mi aportación fue acogida con interés y me pidieron que la
pusiera por escrito. Prometí hacerlo pero una apretada agenda me había impedido
hasta ahora cumplir mi promesa.<BR><BR>Después, en estos últimos tiempos, se nos
ha echado encima la avalancha de eventos acaecidos en el escenario sirio, así
como la agudización del tono de la discusión acerca de la intervención militar y
la militarización de la crisis, que fueron los dos temas de mi charla en Suecia.
Esos desarrollos me urgieron a cumplir mi promesa antes de que fuera demasiado
tarde. Por tanto, voy a elaborar aquí los puntos de vista que expresé en Suecia
actualizándolos con comentarios sobre los hechos más recientes relacionados con
el tema.<BR><BR>Mi aportación a la conferencia de octubre estuvo precedida por
una pregunta que uno de los asistentes dirigió a Burhan Ghalioun acerca de su
posición, o la posición del CNS, ante las peticiones de intervención militar en
Siria. Ghalioun contestó que ese tema estaba fuera de discusión porque no había
ningún país, por el momento, que quisiera que hubiera una intervención militar
en Siria y, por tanto, "cuando nos veamos frente a esa coyuntura, será cuando
adoptemos la posición adecuada".<BR><BR>Empecé a hablar haciendo hincapié en que
la oposición siria debe definir una postura clara sobre la cuestión de la
intervención militar extranjera, ya que es evidente que tal postura tendría gran
influencia en si tal intervención debería o no producirse. Las reticencias
respecto a una intervención directa que vemos hoy por parte de los estados
occidentales y regionales podrían cambiar mañana si se incrementaran las
peticiones de intervención por parte de la oposición siria.<BR><BR>Fue la
petición del Consejo Nacional Libio de una intervención militar internacional a
principios de marzo lo que preparó el camino para una solicitud similar por
parte de la Liga Árabe y la consiguiente resolución del Consejo de Seguridad de
las Naciones Unidas. Si la oposición libia se hubiera opuesto a una intervención
militar directa en cualquiera de sus formas (en vez de oponerse solo a una
intervención sobre el terreno y solicitar apoyo aéreo como fue lo que hicieron),
la Liga Árabe no habría buscado la intervención ni tal acción hubiera recibido
la sanción de las Naciones Unidas.<BR><BR><STRONG>Libia y los costes de la
intervención militar extranjera</STRONG><BR><BR>En mi charla, tuve muy en cuenta
las lecciones de la experiencia libia al ser uno de los que habían participado
en las discusiones sobre la misma. Como la inmensa mayoría del pueblo árabe,
expresé mi comprensión por el hecho de que los rebeldes libios se vieran
obligados a apelar al apoyo exterior para evitar la masacre absoluta que podría
producirse si las fuerzas de Gadafi lograban asaltar los baluartes del
levantamiento en Bengasi, Misrata y otras zonas, ya que los rebeldes carecían de
medios militares en aquellos momentos para poder repeler un ataque
así.<BR><BR>Le atribuimos toda la culpa a Gadafi por crear las condiciones para
una intervención exterior mientras advertimos a los rebeldes libios contra
cualquier ilusión respecto a las intenciones de las fuerzas militares que
estaban ostensiblemente interviniendo en su nombre. En efecto, la intervención
militar extranjera en el estado libio tuvo lugar con el alto precio que puede
resumirse como sigue:<BR><BR>. El precio político inmediato de la intervención
extranjera permitió que Gadafi pretendiera que él representaba de alguna forma
la soberanía nacional y tildara a los rebeldes de agentes del imperialismo
occidental. Esto influyó en un segmento, aunque limitado, de la sociedad
libia.<BR><BR>. El precio político más alto que se pagó fue que las potencias
interventoras se esforzaron por secuestrar la toma de decisiones de los rebeldes
libios. No se detuvieron al acabar el ataque contra los baluartes del
levantamiento ni al impedir que Gadafi usara su potencial aéreo. Fueron mucho
más allá destruyendo las fuerzas aéreas libias (los estados occidentales,
especialmente Francia y Gran Bretaña, estaban impacientes por vender armas a la
Libia post-Gadafi), así como una parte importante de la infraestructura libia y
de los edificios oficiales (los estados occidentales, junto con Turquía,
empezaron a competir por el mercado de la reconstrucción libia incluso antes de
que el régimen de Gadafi hubiera caído). Las potencias occidentales se negaron a
proporcionar a los rebeldes libios lar armas que urgente e insistentemente les
habían pedido para poder liberar ellos mismos su país sin la intervención
exterior directa. Solo les entregaron las armas (Qatar y Francia) en las últimas
etapas de la batalla. <BR>Estas limitadas aportaciones de armas aceleraron la
caída del régimen de Gadafi después de que se hubiera alcanzado un punto muerto
desde hacía tiempo.<BR><BR>. El objetivo de las potencias occidentales era
imponerse ellas mismas como participantes principales en la guerra contra el
régimen de Gadafi para poder controlarlo todo. Querían ser ellas quienes
trazaran la hoja de ruta para la Libia post-Gadafi e incluso establecieron un
comité internacional a este propósito. También intentaron durante un tiempo
llegar a un acuerdo con la familia de Gadafi a espaldas del Consejo Nacional
Libio. Como consecuencia, el destino de Libia se estaba trazando más en
Washington, Londres, París y Doha que en la misma Libia antes de la liberación
de Trípoli. Sin lugar a dudas, ese deseo de los estados occidentales de
controlar la situación en Libia después de Gadafi era tremendamente ilusoria,
como nos temíamos. Sin embargo, esto ha provocado ya en Libia un inmenso caos,
agravado por la intromisión exterior, ya sea occidental o
regional.<BR><BR><STRONG>Siria: Entre Libia y Egipto</STRONG><BR><BR>Sin
embargo, la impresión que prevalece actualmente es que la intervención
extranjera impidió el aplastamiento del levantamiento libio que, de haber
ocurrido, habría terminado con el proceso revolucionario por toda la región
árabe. La intervención posibilitó que los rebeldes libios liberaran su país de
las garras de su brutal dictador a un coste que palidece en comparación con el
precio pagado por los iraquíes en su liberación del régimen tiránico de Sadam
Husein mediante una invasión extranjera. La ocupación de Iraq está finalmente
terminando tras ocho años miserables, durante el curso de los cuales el país ha
tocado fondo pagando un precio material y humano exorbitante tan solo para
enfrentarse ahora a un futuro oscuro y amenazador.<BR><BR>El resultado de este
contraste entre Libia e Iraq es que, mientras el ejemplo segundo resultaba
totalmente repulsivo a los ojos de los sirios, el ejemplo libio ha instilado en
muchos el deseo de emularlo. Esto se reflejó en el incremento de solicitudes de
intervención militar internacional tras la liberación de Trípoli, hasta el punto
de que se llamó a la movilización del 28 de octubre "El Viernes de la Zona de
Exclusión Aérea".<BR><BR>Sin embargo, se equivoca profundamente quienquiera que
imagine que el escenario libio podría repetirse en Siria. La oposición siria
debe ser consciente de que el coste de permitir una intervención militar
extranjera en Siria (frente a la intervención indirecta proporcionando armas)
será mucho más alto que en el caso de Libia por varias razones, la más
importante de las cuales podría resumirse del siguiente modo:<BR><BR>La
situación militar en Siria es muy diferente de cómo era en Libia. Este país se
caracteriza por la presencia de centros urbanos separados a menudo por inmensas
franjas de territorio casi desértico. En tales circunstancias, el potencial
aéreo es esencial, sobre todo porque las áreas controladas por los rebeldes
libios estaban casi vacías de partidarios del régimen. Por tanto, el régimen
acudió al poder aéreo en su ofensiva contrarrevolucionaria, y el apoyo aéreo
exterior fue por ello muy eficaz para proteger las áreas rebeldes y limitar el
movimiento de las fuerzas del régimen fuera de las zonas habitadas, todo eso a
un coste relativamente limitado para la vida civil. En cambio, la densidad de la
población siria es mucho mayor que la de Libia y lo mismo ocurre con la mezcla
de opositores y partidarios del régimen, que impide que el régimen sirio pueda
hacer un uso extenso de los ataques aéreos. Por tanto, una zona de exclusión
aérea sobre Siria tendría beneficios muy limitados si permaneciera como zona de
exclusión aérea en el sentido más estricto, o tendría devastadoras consecuencias
de muerte y destrucción si adoptara la forma de una guerra aérea total contra el
régimen como sucedió en Libia. Ya que las capacidades defensivas del ejército
sirio son mucho más importantes que las de las fuerzas de Gadafi, la escala e
intensidad de los combates sería mucho mayor en Siria, por no mencionar que el
régimen sirio no está aislado como estaba el de Gadafi y cualquier intervención
militar exterior en Siria podría por tanto incendiar la región entera
convirtiéndola en un conjunto de polvorines.<BR><BR>Mientras tanto, ninguna
ciudad siria se enfrenta en estos momentos al peligro de una masacre a gran
escala como ocurrió en Bengasi, o incluso a un destino comparable al de la
ciudad siria de Hama en 1982, cuando el régimen de Asad pudo aislarla del resto
del país.<BR><BR>La fortaleza del levantamiento sirio subyace en que ha
adquirido una gran extensión y al hecho de que los rebeldes no cometieron el
error de levantarse en armas, lo cual, de haber sucedido, habría debilitado en
gran medida el momentum del levantamiento popular y hubiera permitido al régimen
eliminarlo más fácilmente.<BR><BR>Los rebeldes sirios han confiado hasta ahora
en formas de lucha como las protestas nocturnas y las manifestaciones del
viernes (no por razones religiosas sino porque el viernes es el día festivo
oficial y es difícil que el régimen pueda impedir que la gente se reúna en las
mezquitas) para que la mayoría de los participantes no se exponga. Esta clase de
manifestaciones de estilo guerrilla es el método adecuado cuando un
levantamiento popular se enfrenta a una brutal represión por parte de una fuerza
militar abrumadora.<BR><BR>A diferencia del régimen caricaturesco de Gadafi, que
hace años dio un giro a favor de establecer una fuerte cooperación económica, de
seguridad e inteligencia con diversos estados occidentales, el régimen sirio, a
los ojos de EEUU, es aún un obstáculo a sus proyectos en la región, ya que está
aliado con Irán y Hizbollah y sostiene a una amplia gama de fuerzas palestinas
opuestas a la capitulación perseguida por EEUU.<BR><BR>Reconocer esta realidad
no sugiere en modo alguno que uno deba por tanto abstenerse de apoyar las
demandas de democracia y derechos humanos del pueblo, ya sea Siria o Irán. Sin
embargo, es necesario tener en cuenta la forma en que actúa la oposición iraní,
que rechaza completamente la intervención militar extranjera en los asuntos de
su país y defiende su derecho a desarrollar energía nuclear frente a las
amenazas israelíes y estadounidenses que tratan de impedirlo afirmando que Irán
está desarrollando armas nucleares.<BR><BR>La oposición siria critica
correctamente el oportunismo del régimen, citando su intervención en el Líbano
en 1976 contra la resistencia palestina y el Movimiento Nacional Libanés, así
como cuando se unió a la coalición dirigida por EEUU en 1991 contra Iraq.
Aquellos que critican la doblez del régimen sirio respecto a la causa nacional
no deben acreditar la afirmación de ese régimen de que está combatiendo a los
"agentes" de las potencias occidentales pidiendo la intervención militar de esas
mismas potencias occidentales. La oposición nacional no debe permitir que el
régimen puje más alto en la defensa de la causa nacional y debe comprender que
como el territorio sirio está parcialmente ocupado por Israel, con el apoyo de
los estados occidentales, no debe buscar ayuda en los enemigos de Siria ni en
sus opresores. Si esas potencias llegan a intervenir lo que van a tratar de
hacer es debilitar estratégicamente a Siria al igual que debilitaron a
Iraq.</FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><BR>Derrocar a un régimen, sin que
importe de qué régimen se trate, es un objetivo estratégico en el cual los
medios difieren según cada caso y cada país. La estrategia dependerá de la
estructura del régimen que los revolucionarios traten de derrocar.<BR><BR>Vamos
a considerar, por ejemplo, la diferencia entre los casos de Egipto y Libia. En
Egipto, el ejército regular es una institución que era, y sigue siendo, la
columna vertebral del régimen. El poder de Mubarak emanaba y se apoyaba en el
ejército, pero no llegó a hacerlo "suyo". Esto hizo que el levantamiento popular
se cuidara bien de mantener neutral al ejército para derrocar al régimen. Esta
estrategia tuvo éxito aunque alimentó las ilusiones entre las masas de que el
ejército como institución, con sus mandamases, podría ser un servidor
desinteresado del pueblo. En lugar de reforzar la conciencia crítica del pueblo
y de los soldados y advertirles de que esos mandamases del ejército lucharían
por preservar sus privilegios y control sobre el estado, las principales fuerzas
del movimiento de la oposición han contribuido actualmente a extender las
ilusiones entre las masas. El resultado es que la revolución egipcia se ha
quedado incompleta; en realidad, hay tantos elementos de continuidad en el
régimen egipcio como elementos de cambio, cuando no más.<BR><BR>En Libia, por
otra parte, Gadafi había disuelto la institución del ejército y lo había
reestructurado en forma de brigadas vinculadas con su persona a través de lazos
tribales, familiares y financieros. Por tanto, fue imposible confiar en la
neutralidad del ejército, y mucho menos en que se fueran a poner del lado de la
revolución; más aún, era inevitable que la forma de derrocar al régimen libio
fuera derrotando a sus fuerzas armadas, es decir, mediante la guerra. Ya que el
desequilibrio de fuerzas militares entre las fuerzas de Gadafi y los
prácticamente desarmados rebeldes era abrumadora, era inevitable la entrada de
un factor externo en la ecuación, bien armando al levantamiento (el mejor
escenario) o a través de la participación directa en la guerra entre los
rebeldes y el régimen ocupando el país (el peor escenario) o bombardeando a
distancia sin invadir, como sucedió. El resultado es que el cambio en Libia es
mucho más profundo que en Egipto debido al colapso general de las instituciones
del régimen de Gadafi. En la actualidad, Libia es un país sin estado, i.e. sin
un aparato que monopolice las fuerzas armadas y nadie sabe cuándo allí podrá
reconstruirse un estado o algo que se le parezca.<BR><BR>Por tanto, ¿en qué
aspectos se ajusta Siria a esta ecuación estratégica? En la actualidad, estaría
en algún lugar entre los casos egipcio y libio. En Siria, como en Libia, el
régimen se ha rodeado de Fuerzas Especiales vinculadas a él por lazos
familiares, por secta religiosa y privilegios. Es preciso derrotarlas si se
quiere que el régimen caiga. A este respecto, el comandante del Ejército Libre
Sirio, el Coronel Riyad al-As'ad, tenía razón cuando le dijo a Al-Sharq Al-Awsat
(5 noviembre 2011) que "está soñando cualquiera que piense que el régimen sirio
caerá pacíficamente".<BR><BR>Sin embargo, debido a que Israel ocupa un trozo de
su territorio, Siria, a diferencia de Libia, tiene también un ejército regular
basado en el servicio militar obligatorio de los hombres jóvenes, cuyos soldados
y oficiales de bajo rango reflejan la composición del pueblo sirio del que sus
filas emanan. <BR><BR>Por tanto, uno de los principales objetivos de la
estrategia de la revolución siria debe ser poner a las filas del ejército sirio
del lado de la revolución.<BR><BR><STRONG>El papel del ejército en la estrategia
de la oposición</STRONG><BR><BR>Si el levantamiento sirio hubiera estado
encabezado por un liderazgo con una mente estratégica (y aquí vemos los límites
de las "revoluciones de Facebook"), habría tratado de extender las redes de la
oposición entre el ejército aunque insistiendo en que los soldados no deberían
desertar individualmente o en pequeños grupos sino en cifras lo más numerosas
posibles. En ausencia de liderazgo y estrategia, soldados y oficiales han
empezado a desertar por sí mismos de forma desorganizada. El alcance de las
deserciones se ha ido ampliando en los dos últimos meses y continúa haciéndolo.
Esas deserciones han confundido a la oposición política, y algunos han criticado
a los desertores por amenazar con desviar el levantamiento de su senda pacífica
mientras otros acogen bien esa actuación a la vez que les piden que no vuelvan
sus armas contra el régimen. Esta última es una propuesta suicida de la que los
soldados desertores harán bien en burlarse.<BR><BR>La tarea estratégica de
ganarse a los soldados sirios del lado de la revolución no debería entrar en
contradicción con las manifestaciones populares y su naturaleza no violenta. De
nuevo, el caso sirio combina elementos de las experiencias libia y egipcia, i.e.
muchedumbres de manifestaciones pacíficas junto a enfrentamientos militares. La
no violencia de las manifestaciones populares fue, y sigue siendo, un componente
básico del momentum del movimiento y de su carácter masivo, incluida la
participación femenina. Ese momentum es en sí un factor decisivo para incitar a
los soldados a rebelarse contra el régimen.<BR><BR>Por tanto, el mayor dilema
estratégico en Siria es cómo combinar la pacífica movilización de masas con la
expansión de la oposición del ejército y la confrontación armada, sin la cual ni
se podrá derrotar nunca a las fuerzas del régimen ni este caerá. Así es, a menos
que uno cuente con que algunos oficiales de alto rango de la cima de la
jerarquía del régimen se vayan del país y esto obligue a la familia gobernante a
escapar a Irán. Si esto llegara a suceder, Siria acabaría en una posición
similar a la de Egipto, donde ha caído una pieza de lo alto de la pirámide sin
que esta llegue a venirse abajo en su totalidad.<BR><BR>En cuanto a una
intervención militar directa en Siria, ya sea en forma de invasión o limitada a
un bombardeo desde lejos, llevaría a poner fin a las deserciones del ejército
sirio que unirían filas en una confrontación que convencería a los soldados de
que lo que el régimen viene afirmando desde el comienzo del levantamiento, i.e.
que se enfrenta a una "conspiración exterior" que quiere subyugar a Siria, ha
sido cierto todo el tiempo. Las peticiones formuladas por Riyad al-As'ad, del
Ejército Libre Sirio (en la entrevista citada antes) de una intervención
internacional para "la aplicación de una zona de exclusión aérea o marítima en
Siria" y de crear "una zona segura en el norte de Siria que pudiera administrar
el Ejército Libre Sirio" son, en el mejor de los casos, una prueba de falta de
visión estratégica entre el liderazgo del levantamiento sirio. También son
producto de una mezcla de carencia de visión de futuro y de reacción emocional
ante la perversidad del régimen que lleva a algunos de sus opositores a confiar
en lo que podría provocar una gravísima catástrofe histórica en Siria y en toda
la región.<BR><BR>Aquellos que desean la victoria del levantamiento del pueblo
sirio en aras a la libertad y la democracia de forma que sea posible fortalecer
la patria en vez de socavarla, deben definir una posición de la mayor claridad
posible sobre estas fatídicas cuestiones. No es posible simplemente ignorarlas
en nombre de la unidad contra el régimen, porque el destino de la lucha y de
todo el país depende precisamente de esos planteamientos.<BR><BR></FONT><FONT
size=2 face=Arial>* Gilbert Achcar es Profesor de Estudios para el Desarrollo y
Relaciones Internacionales en la Escuela de Estudios Africanos y Orientales
(SOAS, por sus siglas en inglés) de Londres.</DIV>
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</DIV>
<DIV align=justify><BR><BR><BR></DIV></FONT>
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