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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa<BR></FONT><U>2 de enero 2012<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Colectivo
Militante - Agenda Radical<BR></FONT>Montevideo - Uruguay<BR>Redacción y
suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Túnez</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Un año después del comienzo de la
primavera<BR></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>Alain Baron<BR>La
Breche<BR></STRONG><A
href="http://alencontre.org/"><STRONG>http://alencontre.org/</STRONG></A></FONT></DIV><FONT
size=2 face=Arial>
<DIV align=justify><STRONG>Traducción de Faustino Eguberri<BR>Viento
Sur<BR></STRONG><A
href="http://www.vientosur.info/"><STRONG>http://www.vientosur.info/</STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify>Cualquiera que hubiera afirmado el 1 de enero de 2011 que dos
semanas más tarde Ben Alí habría huído del país se habría enfrentado, en el
mejor de los casos, con la incredulidad general.<BR><BR>Entonces, el “milagro
tunecino” era presentado por las instituciones financieras internacionales como
el modelo económico a seguir. La derecha occidental y sus comparsas
social-liberales /1 cerraban los ojos ante las detenciones y las torturas de un
régimen en el que veían una “muralla contra el islamismo”, así como una ocasión
de particpar en el saqueo del país.<BR><BR>El 14 de enero, las movilizaciones
populares obligaron finalmente a Ben Ali a escapar hacia la muy integrista
Arabia saudita, aún más encantada de recibirle en la medida en que había traído
con él una parte de su botín.<BR><BR>Sería presuntuoso pretender resumir en un
folio el año tumultuoso que ha atravesado Túnez. Es sin embargo posible intentar
trazar el encadenamiento de los acontecimientos.<BR><BR><STRONG>Un comienzo
doloroso<BR></STRONG><BR>Todo comenzó el 17 de diciembre de 2010, en
Sidi-Bouzid, con el gesto desesperado de Mohamed Bouazizi que resume los
sufrimientos de todo un pueblo: el de los jóvenes que no encuentran, como mucho
, más que pequeños trabajos a pesar de la escolarización masiva, el de la
arbitrariedad policial y mafiosa, el del paro y de la miseria que golpean
particularmente a las regiones del interior, el resultante de la ruina de la
agricultura de subsistencia como consecuencia de los acuerdos de libre cambio
que especializan a Túnez en un número limitado de productos de exportación,
etc.<BR><BR>Al contrario de lo que había pasado en 2008, en la lucha de la
cuenca minera de Redeyef-Gafsa, las movilizaciones que sacuden Sidi-Bouzid se
propagan rápidamente al conjunto del país. Se encuentran codo con codo todos los
que quieren acabar con el régimen ya sean sindicalistas, parados, jóvenes,
abogados, feministas, militantes de los derechos humanos, internautas,
periodistas, etc.<BR><BR>En este contexto, la izquierda de la UGTT acaba por
imponer a la dirección nacional corrupta de la central sindical dejar a las
estructuras locales la libertad de convocar huelgas generales regionales. Las
movilizaciones cambian entonces de escala: centenares de miles de personas salen
a las calles de ciudades como Sfax, Tozeur, etc. Cuando esta oleada de huelgas
alcanza la capital, el 14 de enero, el ejército decide finalmente abandonar a
Ben Ali.<BR><BR>Contrariamente al cliché periodístico de una “revolución de
jazmín”, habrán sido necesarios al menos 238 muertos y 1207 heridos para llegar
a librarse del dictador.<BR><BR><STRONG>La primavera tunecina<BR><BR></STRONG>De
golpe, millones de personas se atreven al fin a hablar de política por primera
vez, destruyendo o apoderándose de edificios que simbolizan a la dictadura, así
como de bienes que pertenecen a la mafia anteriormente en el poder.<BR><BR>El 20
de enero, se pone en pie el “Frente del 14 de enero”, reagrupando lo esencial de
las organizaciones de la izquierda radical y de los nacionalistas árabes.
Durante dos meses, este Frente juega un papel esencial en la prosecución del
proceso revolucionario.<BR><BR>Paralelamente al antiguo aparato de estado, del
que solo algunos responsables han sido expulsados, se pone en pie el embrión de
un nuevo poder. Diversos comités locales van apareciendo. Unos contra las bandas
armadas que Ben Ali había dejado detrás de él, otros para gestionar los asuntos
locales corrientes tras el derrocamiento de las autoridades municipales. Un
comienzo de coordinación de estas estructuras se pone en pie a nivel regional.
Al nivel nacional, un “Consejo Nacional para la Salvaguardia de la Revolución”
es puesto en pie el 11 de febrero por el conjunto de las fuerzas que habían
exigido la salida de Ben Ali y rechazado participar en los gobiernos
provisionales dirigidos por Ganuchi, el antiguo primer ministro de Ben Ali. Este
Consejo Nacional coordina más o menos las estructuras regionales
correspondientes.<BR><BR>En efecto, frente a este embrión de poder popular
salido de la revolución, los políticos benalistas constituyeron, por arriba,
sucesivos gobiernos provisionales. Participan en ellos partidos del centro como
el PDP y el partido “modernista” Ettajid salido del antiguo Partido Comunista.
Prudente, el socialdemócrata Ben Jaafar se mantiene aparte de tales
combinaciones.<BR><BR>Pero las movilizaciones continúan contra esos gobiernos
benalistas sin Ben Alí. Esta ola en ascenso acaba por obligar, el 27 de febrero,
al primer ministro Ganuchi a dimitir.<BR><BR><STRONG>Un comienzo de
atasco<BR></STRONG><BR>A partir del 27 de febrero, todo se vuelve más complicado
para la izquierda. Una parte de quienes se habían movilizado desde hacía meses
abandonan sus esfuerzos, y el nuevo Primer Ministro logra hábilmente
maniobrar.<BR><BR>Por una parte, cede a ciertas exigencias populares: anuncio de
elección de una Asamblea Constituyente (3 de marzo), disolución del partido del
Ben Alí (9 de marzo), confiscación de los bienes acaparados por la mafia
anteriormente en el poder (29 de marzo), etc. De otra, prueba las capacidades de
respuesta popular reprimiendo ciertas movilizaciones.<BR><BR>Simultáneamente,
logra incluir en un marco institucional a la mayor parte de las fuerzas
participantes en la revolución. Crea para ello, el 14 de marzo, una “Alta
Instancia” que tiene por objetivo reunir a lo esencial de las fuerzas políticas
y sociales del país. Su objetivo es a la vez preparar las elecciones y vaciar de
su contenido al “Consejo Nacional de Salvaguardia” salido de la
revolución.<BR><BR>El Frente del 14 de enero se divide sobre la actitud a tener
y cae progresivamente en la inactividad. Cada organización va en adelante por su
cuenta y pone, en general, todas sus débiles fuerzas en una campaña electoral
bajo sus propios colores en detrimento del desarrollo de las luchas y de la
autoorganización de la población.<BR><BR>Las condiciones de un retroceso parcial
están entonces dadas.<BR><BR>Frente a condiciones de vida que no han mejorado,
una parte de la población tiene dificultades para reconocerse en las
organizaciones que habían sido la osamenta de la caída de Ben Alí, y que se
preocupan a menudo insuficientemente de sus dificultades cotidianas.<BR><BR>El
hecho de que organizaciones “modernistas” centren su campaña, no en las
reivindicaciones económicas y sociales, sino en la lucha contra el oscurantismo
religioso contribuye a situar a Ennahdha en el centro del debate político.
Organización que, además, dispone del dinero necesario para el desarrollo de
obras de caridad dirigidas a los medios populares.<BR><BR><STRONG>El otoño
electoral<BR></STRONG><BR>Desorientada, la mitad de la población no va ni
siquiera a votar el 23 de octubre. Alrededor de la mitad de quienes lo hacen
votan a favor de partidos políticos cuyos militantes son percibidos como
perseguidos por el poder (Ennahdha y el Congreso por la República-CPR de
Marzuki), que se negaron a participar en los gobiernos que siguieron a la caída
de Ben Alí, y que tienen un discurso comprensible para ellos, como por ejemplo
la referencia al Islam en el primer caso, o la intransigencia hacia la
corrupción bajo Ben Alí en el segundo.<BR><BR>Pero un otoño electoral no hace un
invierno islamista. El equipo en el poder parece, en efecto, más que
desorientado.<BR><BR>El Primer Ministro islamista tunecino y el Presidente de la
República Marzuki tienen como punto común haber sido perseguidos durante años
por el poder. A partir de ahí, hay muchas cosas que les oponen: Marzuki, por
ejemplo, ha hecho de la cuestión de la deuda uno de los caballos de batalla de
su campaña electoral, lo que no ocurre con el Ennahda.<BR><BR><STRONG>¿Hacia una
vuelta de la primavera?<BR></STRONG><BR>Incluso aplicadas por un Primer Ministro
islamista, las recetas neoliberales no pueden servir más que para preparar el
mismo plato que antes: el paro, la miseria y el crecimiento de las
desigualdades.<BR><BR>Tras decenas de años de terror, millones de tunecinos han
participado por primera vez en luchas y han hablado de política. No hay razones
para que acepten hoy aquello contra lo que han estado dispuesto a arriesgar sus
vidas.<BR><BR>Una vez pasada la secuencia electoral, las movilizaciones
recomienzan con fuerza con dos ejes principales.<BR><BR>El primero es la
negativa a la prosecución de la política económica y social anterior. El segundo
eje es la respuesta a las amenazas que pesan sobre los derechos de las mujeres,
las libertades académicas y la libertad de creación artística.<BR><BR>El proceso
revolucionario abierto a fines de diciembre de 2010 está por tanto muy lejos de
haberse cerrado.<BR><BR><STRONG><U>Notas<BR></U></STRONG><BR>1/ El partido de
Ben Alí siguió siendo la sección de la Internacional Socialista hasta el 17 de
enero de 2011.</DIV>
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<DIV align=justify><BR><BR></DIV></FONT></BODY></HTML>