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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa<BR></FONT><U>7 de febrero 2012<BR></U><FONT color=#800000
size=5>Colectivo Militante - Agenda Radical<BR></FONT>Montevideo -
Uruguay<BR>Redacción y suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<HR>
</DIV></FONT><FONT size=2 face=Arial>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Siria</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Punto de no
retorno<BR></FONT></STRONG></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG>Charles-André Udry</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>La Breche</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><A
href="http://alencontre.org/"><STRONG>http://alencontre.org/</STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Traducción de Faustino Eguberri </STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Viento Sur</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><A
href="http://www.vientosur.info/"><STRONG>http://www.vientosur.info/</STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify>El pasado 1 de febrero Robert Fisk terminaba así su artículo
en el periódico The Independent: “Pero hay una cuestión que no está planteada.
Suponed que el régimen (de Bachar el-Assad) sobreviva. ¿sobre qué Siria
ejercería su poder?”. Dicho de otra forma: la revuelta ha alcanzado un punto de
no retorno. El registro, bajo todas las formas, por las fuerzas policiales y
militares, de decenas de miles de manifestantes y de opositores –cada semana,
cada día- en las diferentes ciudades y aldeas del país haría mañana muertos y
encarcelados, torturados, suplementarios, si el combate se detuviera. Y si
el régimen de la camarilla de Assad permaneciera. El terrible precio humano de
este combate popular es conforme a la naturaleza odiosa e implacable del
régimen, con el que ninguna negociación es posible y aceptable por los
combatientes antidictatoriales.<BR><BR>El 4 de febrero de 2012, Khaled al-Arabi,
miembro de la Organización Árabe de los Derechos Humanos, declaraba: “El
ejército sirio bombardea con cohetes y morteros. Está cometiendo un baño de
sangre de un horror jamás visto hasta ahora en la ciudad de Homs…”. Radio France
Internationale (FRI), en la misma fecha, afirmaba: En Homs, son cerca de 300 las
personas muertas sólo la jornada de ayer, viernes 3 de febrero de 2012,
afirma el Consejo Nacional Sirio (CNS). Incluso si es difícil saber con
precisión lo que ocurre en ese país cerrado a la prensa y sometido a un estricto
control, las imágenes difundidas por las televisiones árabes y los testimonios
recogidos evocan una violencia creciente y ciega. Los testimonios describen un
bombardeo despiadado, una ciudad transformada en zona de guerra. Nadie, ni
ningún barrio se ha librado de una “verdadera lluvia de bombas”. Y es un
verdadero baño de sangre lo que se describe. El bombardeo de la ciudad ha
comenzado ayer, viernes 3 de febrero hacia las 17 horas, hora local, y ha
proseguido hasta el alba. Los testigos declaran que los primeros bombardeos se
han concentrado sobre todo en el barrio de al-Khalidiya, donde numerosas casas
se han hundido sobre sus ocupantes y donde se cuentan la mayoría de las
víctimas. A lo largo de toda la noche, los balances no han dejado de crecer.
Según los opositores del Consejo Nacional Sirio, es “una de las masacres más
horribles desde el comienzo (el pasado marzo) del levantamiento en Siria”. La
oposición estima que se trata de represalias tras nuevas deserciones registradas
en el seno de las fuerzas armadas”. <BR><BR>Dos elementos destacan entre las
diversas fuentes que se pueden recoger. En primer lugar, la revuelta contra el
régimen dictatorial se ha ampliado desde noviembre de 2011. Alcanza las zonas
urbanas más importantes. Por tanto, ha tomado forma y fortalecido un movimiento
de la periferia hacia el centro durante estos últimos once meses. En el plano
social, las capas que participan en la movilización contra la dictadura –el
término revolución debe ser entendido en este sentido- se han ampliado también.
Solo la existencia de tal “frente social” permite comprender el mantenimiento y
el refuerzo de una organización que asegura: los días sucesivos de movilización;
las consignas que dan su sentido a cada “viernes” de lucha contra el poder del
clan Assad; la amplitud de los funerales, a menudo colocados bajo la protección
de soldados que han desertado; los cuidados –ciertamente administrados en
condiciones dramáticas- aportados a los centenares de heridos que no pueden ser
cuidados en los hospitales, pues la llamadas fuerzas de seguridad vienen a
secuestrarles para torturarles y matarles; la puesta en pie de redes de
comunicación y de transporte en un contexto de guerra. Es sobre esta base social
sobre la se basan las actividades de los comités Locales de Coordinación. La
población en revuelta recibe una ayuda de la diáspora siria que dispone de
recursos materiales. Pero el hecho de que no dependa de una fuerza “extranjera”
ha reafirmado el sentimiento de que debe contar con sus propias fuerzas. Lo que
dinamiza –a pesar de los suplicios y los dolores encajados- las múltiples ayudas
mutuas y las formas de autoorganización. <BR><BR>Luego, las masacres, las
torturas de niños, las violaciones de mujeres, el número de familias ofendidas,
martirizadas, han conducido, inevitablemente a la aparición de formas de
autodefensa. Las deserciones se multiplican: las que provienen del ejército del
régimen que rechazan ser el brazo asesino de Assad; las de jóvenes que rechazan
el reclutamiento forzoso. Estos soldados de la revuelta –conocidos bajo el
nombre de miembros del Ejército Sirio Libre- disponen de un armamento ligero. En
este sentido, no hay una verdadera militarización del combate antidictatorial,
aunque enfrentamientos directos, relativamente limitados, se hayan producido y
podrían ampliarse como consecuencia de la masacre cometida en Homs. Estas
deserciones ilustran fallas en el régimen. Más exactamente, frente a la
extensión y la duración de la revuelta, un régimen así no puede evitar los
procesos de autonomización relativa de sus diversos centros de poder; esto tanto
más en la medida en que ya tiene más de 40 años. Episodios de luchas análogas en
la historia demuestran que –a medida que perdura la movilización, se refuerza y
ya no puede retroceder- los procesos de tomas de decisión se hacen más
difíciles. Traducen las dudas de los sectores que no están en el círculo
restringido de las pocas “familias” que monopolizan el poder y todos los
privilegios corruptores que derivan de ello. Una dinámica errática se instala
pues en la gestión misma de las operaciones represivas y políticas. Y las
incertidumbres sobre su futuro económica inquietan a las capas de negociantes,
de comerciantes, de importadores y exportadores, así como los medios ligados al
turismo. Las sanciones aumentan la dependencia de Irán; lo que no es considerado
como una solución atractiva por diversas fracciones de la media
burguesía.<BR><BR>Ciertamente, la Guardia Republicana y la IV División de Maher
el-Assad (el hermano de Bachar) son instrumentos de terror en manos del régimen.
Pero un signo, según diversos reportajes, no engaña. ¿Por qué el poder debe
dedicar tantos recursos para comenzar a vigilar, a amenazar con sus esbirros, a
los medios cristianos y alauitas que constituían (y siguen constituyendo) su
base “oficializada”? Tomar como rehenes a las minorías confesionales forma parte
de la política del régimen. No deja de blandir la amenaza de un amplio arreglo
de cuentas –en el que los “sunitas” serían los “futuros dueños”- en caso de
caída del régimen. Y el clan Assad hará todo lo posible –y ya lo ha hecho- para
que se produzcan enfrentamientos confesionales, comunitarios. Es importante pues
para las diversas fuerzas comprometidas en este titánico combate antidictatorial
lanzar un mensaje: a pesar de los sufrimientos y las humillaciones soportadas,
los actos de venganza indiscriminados están excluidos de todas las opciones de
las fuerzas que luchan por el derrocamiento del tirano. Es una de las
dimensiones de una orientación que tenga por objetivo ampliar el frente social y
político, neutralizar ciertos sectores y debilitar la base, frágil ya, del
régimen.<BR><BR>El cinismo de la llamada comunidad internacional no tiene
límites. Los medios no dejan de disertar sobre los proyectos de resolución del
Consejo de Seguridad de la ONU. ¡Son bloqueados por Rusia (de hecho, el poder
del kgbista Putin) y China (del “partido comunista” de China a quien se han
presentado peticiones de ayuda para las economías occidentales)! Son numerosos
los gobernantes que derraman lágrimas de cocodrilo sobre el “pobre pueblo sirio”
y denuncian al “cruel déspota” Bachar al-Assad, tras haberle recibido con gran
pompa o haber apreciado su papel en la región, al menos como un mal
menor.<BR><BR>El lugar de la Siria de Assad en el “arreglo regional” plantea un
problema diferente del de la Libia de Gadafi. Una gran parte de la puesta en
escena diplomática oculta la dificultad para los diversos “actores” regionales e
internacionales –en el contexto actual de crisis socioeconómica y de disturbios
mundializados propios de un sistema de hegemonía política con fallas visibles-
de definir las “vías de un cambio” que no conduzca a una pérdida de control y a
procesos centrífugos en una región tan estratégica. <BR><BR>Estados Unidos
parecen decididos. De hecho, la irresolución de las resoluciones escritas y
reescritas –que deben ser presentadas en el Consejo de Seguridad- no les molesta
demasiado. Ganar tiempo y poder dar conferencias de prensa “humanitarias”
conviene perfectamente a la administración Obama. La caída de Mubarak y la
presente situación en Egipto han modificado el puzzle construido por los Estados
Unidos e Israel, desde al menos 1979. Las relaciones entre el Líbano de Hezbolá
e Israel no son de una tranquilidad a toda prueba, lo que hace de la Siria de
Assad una frontera más “segura” que la de un nuevo régimen sirio del que es
difícil decir quien le “dirigirá” o tendrá la posibilidad de dirigirle. Las
tensiones con Irán son un factor más, a fin de conservar, por el momento, un
gángster que se conoce –Assad- o, mejor, piezas importantes, revisadas, de su
máquina politico-securitaria. Lo que necesita tiempo para la maniobra. Pues debe
ser efectuada de forma conjunta con diversos gobiernos que son recién llegados a
esta arena regional. Qatar puede ciertamente financiar a los Hermanos Musulmanes
en Túnez y en Egipto; añadir hoy a la lista los de Siria es una tarea
políticamente delicada, incluso con apoyos externos. El despido, el 4 de
febrero, del embajador de Siria en Túnez refleja –igual que la ocupación en El
Cairo de la embajada siria, sin embargo relocalizada en “lugar seguro”, pero no
protegida (!)- que la “revolución árabe” es un intérprete suplementario de los
guiones que están escribiéndose en este año 2012.<BR><BR>Esto tanto más cuanto
que Turquía querría también su parte del pastel y es capaz de obtenerlo. El
poder ruso quiere estar seguro de conservar sus posiciones (instalaciones
portuarias, entre otras), pero no puede jugar una carta ofensiva. Así pues, no
puede más que bloquear una decisión del Consejo de Seguridad… que los
occidentales no están tan apresurados a tomar –a pesar de que no sea más que un
sencillo pedazo de papel- más allá de las sanciones económicas. <BR><BR>El juego
complejo de injerencias –que ha hecho una gran parte de la historia de esta
región- se efectúa pues, hoy, en un marco en que el dibujo del puzzle pasado
está siendo parcialmente borrado, mientras que los contornos del nuevo dibujo no
están aún definidos. De ahí la importancia de dar apoyo político a la lucha de
ese pueblo en revuelta que cuenta con sus propias fuerzas y con la solidaridad;
y también de oponerse a todas las intervenciones militares extranjeras.
<HR>
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