<!DOCTYPE HTML PUBLIC "-//W3C//DTD HTML 4.0 Transitional//EN">
<HTML><HEAD>
<META content="text/html; charset=iso-8859-1" http-equiv=Content-Type>
<META name=GENERATOR content="MSHTML 8.00.6001.19222">
<STYLE></STYLE>
</HEAD>
<BODY background="" bgColor=#ffffff><FONT size=2 face=Arial>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa<BR></FONT><U>14 de mayo 2012<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Colectivo
Militante - Agenda Radical<BR></FONT>Montevideo - Uruguay<BR>Redacción y
suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>España</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG><FONT size=3>Bankia, el poder
bancario y sus vasallos gubernamentales<BR></FONT></STRONG></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>Charles-André Udry
*</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>La Breche/A
l'encontre</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><A
href="http://alencontre.org/"><STRONG>http://alencontre.org/</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>Traducción de Lucas
Antón</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>Sin
Permiso</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=2 face=Arial><A
href="http://www.sinpermiso.info">www.sinpermiso.info</A></FONT></STRONG></DIV></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2><FONT face=Arial><BR></FONT></FONT><FONT
size=2><FONT face=Arial></FONT></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2><FONT face=Arial>La «limpieza de los bancos» es,
desde hace meses, una verdadera prueba para el gobierno del Partido Popular de
Mariano Rajoy y la oligarquía española, así como para sus «socios»
europeos. El sector bancario ocupa un lugar importante en España, debido a un
fuerte proceso de concentración-centralización y a una pronunciada
transnacionalización de sus principales agentes. A finales de 2011, el balance
de los bancos se sitúa a la altura de un 330% del PIB (Neue Zürcher Zeitung, 9
mayo de 2012). La exposición de los acreedores (bancos, en lo esencial) al
sector de la construcción e inmobiliario se eleva a 338.000 millones de euros
(405.600 millones de francos suizos), de los que son «problemáticos» entre
176.000 y 184.000 millones, según declaraciones del Banco de España (Wall Street
Journal, 8 de mayo de 2012, Les Echos, 8 de mayo de 2012, El País, 9 de mayo de
2012).<BR><BR>Dicho de otro modo: se trata oficialmente de préstamos «dudosos» –
en el lenguaje corriente se habla de «gentes dudosas» – a constructores y
promotores inmobiliarios, los ex-hacedores de milagros, hace ya cinco años. Se
incluyen hasta bienes inmobiliarios adquiridos por los bancos a causa de
«impagos». Entiéndase: asalariados a quienes se han vendido apartamentos y que
no pueden hacer frente al pago de los intereses hipotecarios, por no hablar ya
del reembolso del principal. Por decenas de miles, a estos «proprietarios» los
han echado de «sus» pisos…pero deben sin embargo, pagar su deuda, aunque esté un
poco «acomodada».<BR><BR>Hace falta situar este rescate de los bancos en un
contexto en el que la caída de la producción industrial – uno de los factores
que alimentan el paro, con sus desastrosos efectos sobre los ingresos de los
asalariados y de sus familias – continúa desde octubre de 2011 a tasas mensuales
(en relación al año precedente) que oscilan entre un -3% y un -7,5% (en marzo de
2012).<BR><BR><STRONG>El banquero político y el político
banquero<BR></STRONG><BR>La dimensión del rescate de los bancos revela el
entrelazamiento entre este sector y el poder del Estado. Hace varios años que
insistimos en la mutación que se ha operado en la jerarquía de las instancias
gubernamentales y del Estado. El primer lugar lo ocupan, desde los años 80, los
ministros de finanzas y los bancos centrales. Esto se acentúa en el marco de la
Unión Europea (UE). Hoy en día, con la crisis de la «deuda pública» – que no es
pública, hay que repetirlo, sino del sistema bancario y de seguros – se ha
impuesto una superposición estridente entre imponentes banqueros y «técnicos
gubernamentales». Es lo que ilustran los Mario Monti (Italia), Lucas Papademos
(Grecia) o incluso Luis de Guindos Jurado en España. En la operación de rescate
del sistema bancario español resalta con nitidez este trazo
grueso.<BR><BR>Rodrigo Rato, patrono de Bankia – cuarto banco del país, fruto
más que maduro de siete cajas de ahorro, cuyo porvenir es tan dudoso como
sospechosa fue su unión –, ilustra esta maquinaria. Nacido en 1949, es hijo de
dos riquísimas familias de Asturias, encarnadas por su padre, Ramón Rato, y su
madre, Aurora Figaredo. Su padre fue uno de los grandes banqueros de España (El
Pais, 8 de mayo de 2012). Formado por los jesuitas, realizará sus estudios en la
Universidad Complutense de Madrid y en Berkeley. A los 30 años ingresa en
Alianza Popular (AP), de la que se convertirá en dirigente, y después en el
Partido Popular (PP), formación unificada y creada por el franquista Manuel
Fraga, [recientemente] «desaparecido».<BR><BR>Fue ministro de Economía con Aznar
entre abril de 2000 y abril de 2004. Ya lo había sido antes entre 1996 y 2000,
siempre con Aznar; todo ello habiendo desempeñado la tarea de segundo
vicepresidente del gobierno entre mayo de 1996 y 2003. En estas funciones, fue
él quien regentó la «burbuja inmobiliaria» cuyas explosiones, de rebote, han
golpeado finalmente a Bankia.<BR><BR>En un primer momento, orientará su carrera
internacional como «representante» de España en el Banco Mundial (BM), en el
Banco Internacional de Desarrollo (BID), el Banco Europeo para la Reconstrucción
y el Desarrollo (BERD) o como representante del Ministerio de Economía en la UE.
Prosigue su ascensión en el FMI. En efecto, sucederá como director general al
alemán Horst Köhler, de la CDU, tras el breve periodo de interinidad asumido por
la norteamericana Anne Krueger (marzo-junio de 2004). R. Rato fue coronado el 7
de junio de 2004 y dimitió el 31 de octubre de 2007. Se reciclará rápidamente en
el Banco Lazard de Londres, con dos continentes como campo de batalla cuyo
terreno conocía bien gracias a sus responsabilidades precedentes: Europa y
América Latina.<BR><BR>En diciembre de 2009, entra en Caja Madrid, cuyas riendas
toma en enero de 2010. Algunos meses más tarde, anuncia la fusión de esta
entidad – que flotaba sobre un cojín de acreedores hipotecarios hipotéticos y
sospechosos – con otras cajas agujereadas: Bancaja, Caja de Canarias, Caixa
Laietana, y las Cajas de Avila, de La Rioja y de Segovia. Con el descaro
propio de su casta – con la seguridad de esa inmunidad que Dios concede, sin
límite de crédito, a los suyos de veras – apuesta sobre sus redes y su
distinción para: desactivar la bomba de tiempo que constituye la gestión
clientelar y de estafadores de estas cajas, estabilizar la vacilante pila de
préstamos hipotecarios y guardar silencio sobre las más que magras entradas de
depósitos de los ahorradores. Así se pone en marcha el mecano Bankia (con una
participación dominante de Caja Madrid, 52,06%, y de Bancaja, 37,7%) y el Banco
Financiero y de Ahorros (BFA). A principios de mayo de 2012, Rodrigo Rato osaba
todavía afirmar que no era necesario ningún rescate del Estado; una especie de
proclamación provocadora en la atmósfera de Kriegspiel que reina entre tiburones
de la banca e intrigantes del gobierno Rajoy.<BR><BR>Los «mercados» – los
inversores – no ignoraban que la exposición a los activos inmobiliarios no
estaba neutralizada por las iniciativas de Rato y sus adláteres. El cierre del
20% de sus oficinas supone un ligero maquillaje en términos contables. Luego se
pone en marcha una operación, correctamente denominada segregación, en abril de
2011. Traducido: se efectúa en la «casa madre» una clasificación y asignación de
los activos más tóxicos al BFA, que se ha construido sobre la base de un sistema
de mutualización y autoprotección en diciembre de 2010 y comienza su actividad
el 1 de enero de 2011. Volvemos a encontrar ahí a las cajas. El BFA es el
accionista mayoritario de Bankia. Este último no sólo dispone de una red en
España sino que está activo a escala internacional: Lisboa, Dublín, Milán,
Londres, Munich, Viena, Miami, Pekín y Shanghai. Una tarjeta de visita que no
basta para tranquilizar a «los mercados», al contrario. Las acciones de Bankia
se despeñan entre el 2 de agosto de 2011 y el 8 de mayo de 2012 de 3,9 euros a
2,375 euros, es decir, una caída del 39%. La exposición a activos sospechosos de
Bankia se eleva a 31.800 millones de euros. .<BR><BR><STRONG>Deloitte enciende
la mecha<BR></STRONG><BR>La mecha la ha prendido la sociedad auditora Deloitte,
una de las cuatro grandes multinacionales de la auditoría junto a
PricewaterhouseCoopers (PwC), Ernst&Young y KPGM. Deloitte ilumina el fallo
en su informe de auditoría (El País, 9 de mayo de 2012). En efecto, en el
balance de 2011 del BFA se contabiliza una participación en Bankia por valor de
12.000 millones de euros. Según el valor de mercado (el precio de las acciones
en Bolsa), se estima esta participación en 2.000 millones. Una ligera
diferencia. Aun cuando, según las normas contables en vigor y dado que el BFA no
pensaba ceder enseguida sus acciones de Bankia en el mercado, era posible
atribuir a esta participación un valor de 8.500 millones. Pero una deducción
mínima de 3.500 millones en el balance señalaba la necesidad. Ahora bien, si se
cotejan las ganancias del BFA, o sea 41 millones de euros, y la pérdida a
registrar, o sea, 35.000 millones, salta a los ojos la dificultad
aritmética.<BR><BR>Deloitte había sugerido una solución: poner a cero el
patrimonio del BFA, la casa madre de Bankia, y para no dejar BFA totalmente al
desnudo, transformar la participación preferencial del Estado español en capital
del BFA. Pero esto equivaldría a la nacionalización al 100% de BFA. Una vez más
se ofrece la imagen de la toma de rehenes con la que operan los bancos: un
rescate obligado, pero sin contrapartidas. Lo que justifica desde nuestro punto
de vista, muy concretamente, la exigencia política y estratégica – en la
perdurable crisis presente del capitalismo – de una
nacionalización-desprivatización del sector bancario, para hacer de ello un polo
público único, que no entre en competencia con los grandes cachalotes privados,
esos que se zampan a un tiburón de un bocado.<BR><BR>Se perfila otra solución:
asignar a Bankia fondos públicos sin «intervención alguna del Estado» (La
Vanguardia, 9 de mayo de 2012). En otras palabras, canalizar hacia Bankia
ingresos del conjunto de asalariados contribuyentes que sufren un ataque sin
precedentes contra el salario social: salario directo, indirecto, asignaciones
diversas, educación, sanidad, guarderías, etc. Volveremos sobre ello, pues la
decisión concreta sobre la materia debe tomarse este viernes 11 de mayo. A menos
que, acelerándose la crisis «en los mercados», como síntoma de una crisis del
sistema bancario, se escoja la nacionalización antes como intervención de
urgencia.<BR><BR><STRONG>De Rato a Goirigolzarri<BR><BR></STRONG>A Rodrigo Rato
lo substituirá un hombre de confianza: José Ignacio Goirigolzarri, nacido en
Bilbao en 1954. Dejó el gran banco BBVA – del que fue uno de los que pilotó su
expansión por los Estados Unidos de América, tras treinta de buenos y leales
servicios. Su salida, con la ayuda del gran patrón del BBVA, tuvo lugar hace 32
meses. Recibe una indemnización estrella de 61 millones de euros, de la que
esperar un nuevo mandato tras haber firmado una cláusula de confidencialidad y
de no competencia. El Banco de España y el gobierno «han presionado para que
acepte» (El Pais, 8 de mayo de 2012).<BR><BR>Rato no parecía muy dispuesto a
dejar los mandos de piloto de Bankia. Entre gentes de buena crianza, y
desconfiando por tanto como es norma, José Ignacio Goirigolzarri ha exigido
todos los poderes. Y los ha conseguido.<BR><BR>Este género de enfrentamientos
constituye un reflejo de los que tienen lugar en el seno mismo del PP y de la
oligarquía reinante, situada bajo los golpes de una crisis de una fuerza que no
se había previsto necesariamente en todos sus contornos. Este terremoto
financiero provoca sacudidas no sólo en los círculos dirigentes del «mundo de
las finanzas», sino también en los correlativos del llamado campo político y del
bloque social a los mandos. Mandos desdoblados en el «espacio europeo», donde
las torres de control dudan en los pasillos si otorgar préstamos a los jumbos
con trenes de aterrizaje poco fiables, pese a los procedimientos autoritarios
que se maduran: los del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MES) y del
Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza en el seno de la UE
(TSCG).<BR><BR>El Costa-Concordia bancario español necesita un capital sólido.
Pero las profundidades de las finanzas del mercado español son más que
traicioneras e imprevisibles. Puede estallar una crisis de falta de liquidez en
el sistema bancario, sin previo aviso, y poner de rodillas a la oligarquía
bancaria, que tomaría a la sociedad como rehén con una violencia fría y
decidida.<BR><BR><STRONG>Es hora de denunciar la toma de rehenes por parte de
los bancos<BR></STRONG><BR>El «rescate» de Bankia – bajo una u otra forma – saca
a la luz la gravedad de la crisis bancaria sistémica en vigor en España y otros
lugares. Veamos de qué forma se han engarzado y se engarzan los balances de
Bankia y de otras instituciones. Con toda razón, Les Echos (9 de mayo de 2012)
insiste en un dato, más allá de la crisis griega y su posible extensión a
Portugal e Irlanda: los «inversores se preguntan ya por la situación de otras
entidades y sobre los medios de España para ayudar a los demás [aparte de
Bankia y BFA]. ¿Cómo encontraría el gobierno el dinero necesario en plena
crisis?» François Duhen, estratega de CM-CIC, constata sucintamente: «España no
ha llegado al final de sus problemas». En cuanto a los analistas de Barclays, en
un artículo titulado «Por qué la crisis del euro se hace aun más compleja»,
afirman: «El sistema bancario ibérico necesitará a corto plazo100.000 millones
de liquidez, y en la hipótesis de que sea el Estado quien deba poner todo el
dinero, la deuda pública salpicaría al 100% del PIB y el esfuerzo de austeridad
presupuestaria habrá sido en vano» (24Ore/Il Sole, 9 de mayo de
2012).<BR><BR>Entre líneas de diferentes artículos de la prensa económica,
sobresale otra interrogación en forma de eufemismo: ¿qué «grado de aceptabilidad
social y política» va a manifestar la población frente a esta socialización de
las pérdidas de una deuda bancaria presentada como algo público y «justificar»
que se enjuague con los impuestos de los asalariados? Aquí es donde la «crisis
griega» adquiere un eco europeo mediante el rechazo masivo de la regresión
social y existencial.<BR><BR>Ahora bien, los bancos españoles han logrado en
estos últimos meses la hazaña de recoger fondos (acciones y obligaciones
convertibles) de «pequeños ahorradores», desde luego una minoría de la
población, y de fondos de pensiones, así como de vendedores de seguros de
vida.<BR><BR>Según el Banco de España, los fondos recogidos en el último
trimestre de 2011 son superiores en unos 8.000 millones de euros a los
adquiridos en el mismo trimestre de 2010. Este acopio – gracias a una
ofensiva de marketing – ha permitido, en parte, camuflar por más tiempo las
pérdidas infracontabilizadas en los balances de los bancos.<BR><BR>La crisis de
Bankia – con el lote de «escándalos» que van a salir a la superficie – puede
golpear a los buques insignia del sistema bancario español. De ahí el
nerviosismo que se registra y los tajantes enfrentamientos sobre los parqués
encerados y las moquetas mullidas. Tanto más cuando se había difundido a
mansalva desde hace tres años la imagen de control del sistema bancario, pese al
desastre gigantesco del hundimiento inmobiliario, es decir, de la crisis de
superproducción de alojamientos.<BR><BR>¿Cómo se explica que ninguno de los
grandes bancos españoles haya anunciado pérdidas en sus resultados anuales desde
el inicio de la crisis financiera de 2008 (que data más exactamente de 2007),
cuya cuarta fase está en curso?<BR><BR>El rescate de Bankia marca una nueva
etapa socio-política en España. La denuncia de la deuda y el objetivo de una
nacionalización-desprivatización de los bancos se convierte en eslabón necesario
de una lucha contra las políticas de austeridad. Es decir, contra el paro y la
degradación histórica del salario social, contemplado como precio de la
reproducción ampliada, en la duración de una vida, de la fuerza de trabajo
colectiva del asalariado, a partir de baremos establecidos en los años
1970-1980. A lo que debería añadirse, a partir de coordinaciones sectoriales de
resistencias y luchas, una perspectiva europea, socialista y democrática. Esto
último puede plantear, bajo el ángulo de la solidaridad de clase, la cuestión de
una reconquista soberana de derechos expropiados, derechos que traducían la
necesaria satisfacción de necesidades sociales y de una verdadera seguridad, en
primer lugar, de orden social.<BR><BR></FONT></FONT><FONT size=2><FONT
face=Arial><STRONG>* </STRONG></FONT></FONT><FONT size=2><FONT
face=Arial><STRONG>Nota de Correspondencia de Prensa:</STRONG> Charles-André
Udry es militante del MPS (Movimiento Por el Socialismo) de Suiza,
economista, director de Editions Page deux y editor de la revista
electrónica La Breche/A l´encontre.</FONT></FONT></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV></BODY></HTML>