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<DIV align=center><FONT size=4><STRONG><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#993300 size=5>Correspondencia de
Prensa</FONT><BR><U>31 de mayo 2012</U><BR><FONT color=#993300 size=5>Colectivo
Militante - Agenda Radical</FONT><BR>Montevideo - Uruguay<BR>redacción y
suscripciones: <A
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Estados
Unidos</FONT></STRONG></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG><FONT size=3>Cómo se hace
pagar su pobreza a los pobres <BR></FONT></STRONG></DIV></FONT>
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<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>Barbara
Ehrenreich *</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>Traducción de Lucas
Antón</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>Sin
Permiso</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><A
title="http://www.sinpermiso.info CTRL + clic para seguir el vínculo"
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title="http://www.sinpermiso.info/ CTRL + clic para seguir el vínculo">www.sinpermiso.info</STRONG></A></FONT></DIV><FONT
size=2 face=Arial>
<DIV align=justify><BR> <BR>Uno por uno, los pobres no resultan demasiada
tentadores para los ladrones por razones obvias. Si asaltas a un banquero,
puedes encontrarte con una cartera que contenga el equivalente de un mes de
alquiler. Si asaltas a un portero, tendrás suerte si te llega para salir en
autobús de la escena del delito. Pero tal como señalaba instructivamente el
semanario Businessweek en 2007, los pobres en conjunto proporcionan un jugoso
objetivo para cualquiera lo bastante depravado como para hacer negocio
robándoles.<BR> <BR>El truco consiste en robarles con formas que sean
sistemáticas, impersonales y casi imposibles de localizar en lo que respecta a
sus responsables individuales. Los patronos, por ejemplo, no tienen más que
programar sus ordenadores para rebanarles unos cuantos dólares de cada cheque, o
pueden pedirles a los trabajadores que vayan a trabajar treinta minutos o más
antes de que empiece a contar el reloj.<BR> <BR>Los prestamistas, contando
a las principales empresas crediticias, así como a los prestamistas del día de
paga, han adoptado el papel del tradicional usurero de la esquina, cobrando
tasas de interés de locura. Cuando se complementan con intereses de demora
(sujetos a su vez a intereses), la tasa de interés efectivo resultante puede
llegar a ser tan elevada como de un 600% anual, lo que es perfectamente legal en
muchos estados. <BR> <BR>No sólo el sector privado se dedica a
explotar a los pobres. Las administraciones locales están descubriendo que
pueden compensar sus ingresos fiscales en declive gracias a multas, tasas y
otros costes impuestos a acusados indigentes, a menudo por delitos cuya ruindad
no va más allá de conducir con un carné caducado. Y si eso parece una forma
ineficaz de sacar dinero, dado el elevado coste de lo que supone encerrar a la
gente, un número creciente de jurisdicciones han empezado a cobrar a los
acusados el coste de los tribunales y hasta el precio de ocupar una
celda.<BR> <BR>Un caso ejemplar de persecución administrativa de la gente
en la calle sería el de Edwina Nowlin, un mujer de Michigan sin techo que fue
encarcelada en 2009 por no poder pagar 104 dólares mensuales para cubrir los
costes de alojamiento y hospedaje del encarcelamiento de su hijo de 16 años. Al
recibir un cheque atrasado, pensó que le permitiría pagar la estancia de su hijo
en prisión. Por el contrario, se le confiscó para cubrir el coste de su propio
encarcelamiento. <BR> <BR><STRONG>Las administraciones se suman a los
saqueadores de los pobres</STRONG><BR> <BR>Se podría pensar que los
responsables políticos se tomarían mucho interés en las cantidades que se les
roba, coacciona o extorsiona a los pobres, pero no constan esfuerzos oficiales
por rastrear esas figuras. Por el contrario, tenemos que fijarnos en
investigadores independientes, como Kim Bobo, autor de Wage Theft in America [El
robo salarial en Norteamérica], que estima que el robo de salarios les rinde a
los patronos como mínimo 100.000 millones de dólares al año y posiblemente el
doble de esa cifra. Por lo que se refiere a los beneficios que saca la industria
de préstamos, Gary Rivlin, que escribió Broke USA: From Pawnshops to Poverty,
Inc - How the Working Poor Became Big Business, [Los Estados Unidos en
bancarrota: de las casas de empeño a Pobreza S. A: cómo se han convertido los
pobres en un gran negocio] afirma que los pobres pagan un recargo efectivo de
cerca de 30.000 millones de dólares anuales por los productos financieros que
consumen, y más del doble si se incluyen tarjetas de crédito de segunda
categoría, préstamos de segunda categoría para comprar coches e hipotecas de
segunda categoría.<BR> <BR>No se trata, por supuesto de cantidades
triviales. Entran en el mismo orden de magnitud de los principales programas
públicos para pobres. La administración distribuye cerca de 55.000 millones
anuales de dólares, por ejemplo, a través del mayor programa de transferencia de
efectivo a los pobres, el Crédito Tributario sobre Ingresos Percibidos [Earned
Income Tax Credit]; al mismo tiempo, los patronos están malversando el doble de
esa cantidad, si es que no es más, por medio del robo salarial.<BR> <BR>Y
mientras que la administración cierra por lo general los ojos a los decenas de
miles de millones de dólares en intereses exorbitantes que el sector de negocios
cobra a los pobres, es llamativamente reacia con las prestaciones públicas a los
pobres. La Asistencia Temporal a Familias Necesitadas (Temporary Assistance to
Needy Families), por ejemplo, el único programa de bienestar que nos queda a
escala nacional, sólo recibe 26.000 millones de dólares anuales en fondos de los
estados y federales. Queda la impresión de un sector público totalmente en
contradicción consigo mismo: por un lado, ofrece programas que son una red de
seguridad para los pobres; por el otro, permite el robo a gran escala por parte
del sector privado contra la misma gente a la que supuestamente trata de
proteger. <BR> <BR>A escala local, sin embargo, la administración opta cada
vez más por unirse al saqueo. En 2009, con un año ya de Gran Recesión, empecé a
oír quejas de activistas comunitarios sobre umbrales cada vez más agresivos a la
hora de hacer cumplir la ley en zonas de bajos ingresos. Tira una colilla y te
detendrán por ensuciar; vacíate los bolsillos a petición de un agente de policía
en cualquier control de parar y cachear y acabarás esposado por unos restos de
marihuana. Cada una de estas infracciones puede tener como resultado una multa,
como mínimo, de tres cifras. <BR> <BR>Y la cifra de posibles
infracciones que suponen cárcel y/o a multas se ha ido multiplicando
temerariamente. Por todo el país - de California y Tejas a Pensilvania -
condados y municipalidades han ido endureciendo las leyes contra el absentismo
escolar y ampliando el cumplimiento de la ley, llegando a veces incluso hasta a
esposar niños encontrados en las calles en horario escolar. En la ciudad de
Nueva York es ahora delito poner los pies encima de un asiento del metro, aunque
el resto del vagón esté vacío, y una mujer de Carolina del Sur pasó seis días en
la cárcel cuando no pudo pagar una multa de 480 dólares por el delito de tener
el "patio en desorden". Algunas ciudades, - muy recientemente, Houston y
Filadelfia - han convertido en delito compartir comida con indigentes en lugares
públicos. <BR> <BR>Ser pobre no es en sí mismo un delito de momento, pero
al menos en un tercio de los estados, tener deudas puede acabar contigo en la
cárcel. Si un acreedor como un casero o una empresa de tarjetas de crédito
consigue una citación judicial dirigida a ti y no compareces en la fecha
prevista en el juzgado, se emite una orden judicial de detención. Y es fácil
pasar por alto una citación judicial, que puede haberse enviado a una dirección
errónea o, en el caso de un repartidor negligente, que se tire simplemente a la
basura - una práctica tan común que el sector tiene incluso una denominación
para ello: "servicio de alcantarilla". Siguiendo una secuencia que, según
informa la National Public Radio, resulta "cada vez más común", se detiene a una
persona por cualquier infracción menor de tráfico - tener un silenciador que
hace ruido, digamos, o un piloto del freno roto -, momento en el cual el agente
descubre la orden judicial y el involuntario infractor acaba en la cárcel en un
abrir y cerrar de ojos.<BR> <BR><STRONG>Las administraciones locales,
predadoras<BR></STRONG> <BR>Cada uno de estos delitos, neo-delitos y
pseudo-delitos conlleva penas financieras, así como la amenaza de un periodo de
cárcel, pero la cantidad de dinero que así se les saca a los pobres resulta
endemoniadamente difícil de determinar. Ninguna agencia central rastrea la
aplicación de la Ley a escala local, y los registros municipales pueden ser casi
deliberadamente superficiales.<BR> <BR>De acuerdo con una de las pocas
estimaciones recientes a escala nacional, la de la Asociación Nacional de
Abogados Criminalistas (National Association of Criminal Defense Lawyers), se
cometieron 10,5 millones de faltas en 2006. Nadie se arriesgaría a llevar a cabo
una estimación de la pena financiera media de una falta, aunque los expertos a
los que he entrevistado afirmaron todos que la cantidad suele estar generalmente
en "cientos de dólares". Si tiramos extremadamente por lo bajo, unos 200 dólares
por falta, y tenemos en cuenta que el 80-90% de los delitos los cometen personas
que son oficialmente indigentes, entonces loas administraciones locales están
utilizando el cumplimiento de la Ley para sacarles o intentar sacarles
anualmente a los pobres al menos 2.000 millones de dólares
anuales.<BR> <BR>Y eso no es más que una pequeña fracción de lo que a las
administraciones les gustaría recaudar de los pobres. Katherine Beckett,
socióloga de la Universidad de Washington, estima que los "padres aprovechados"
(y madres) deben 105.000 millones de dólares en pagos atrasados para manutención
de los hijos, la mitad de los cuales se adeudan a la administración de los
estados como reembolso de pagos anteriores de asistencia social a los niños. Sí,
los padres tienen una obligación moral con sus hijos, pero la gran mayoría de
quienes deben la manutención de sus hijos son indigentes.<BR> <BR>Los
intentos de recaudar entre los que ya son pobres pueden ser despiadados y a
menudo, se podría pensar, contraproducentes. La mayoría de los estados confiscan
los permiso de conducir de la gente que adeuda la manutención de los hijos, con
lo que prácticamente garantizan que no podrán trabajar. Michigan acaba de
empezar a suspender los permisos de conducir de quienes deben dinero de tickets
de aparcamiento. En Las Cruces, Nuevo México, acaba de aprobarse una ley que
castiga a la gente que tiene sin pagar multas de tráfico vencidas cortándoles el
agua, gas y alcantarillado. <BR> <BR>Una vez cae una persona en las garras
del sistema de justicia criminal, encontramos el tipo sadismo de payasada
familiar a los espectadores de Wipeout [programa televisivo en el que los
participantes se someten a pruebas hilarantes e humillantes que suelen acabar
con ellos en el barro o en el agua]. Muchos tribunales imponen costas sin
determinar si el acusado puede pagarlas o no, y el privilegio de disponer de un
plan de pagos también cuesta en si mismo dinero.<BR> <BR>En un estudio de
de quince estados, el Brennan Center for Justice de la Universidad de Nueva York
descubrió que catorce de ellos tenían jurisdicciones que imponen "penas de
pobreza" de hasta 300 dólares para aquellos que no pueden pagar sus tasas y
multas, más las tasas de demora y "tasas de recaudación" para quienes precisan
plazos de pago. Si se impone alguna pena que conlleve un periodo de prisión,
también eso cuesta dinero, tal como descubrió la desventurada Edwina Nowlin, y
los coste de la libertad bajo palabra y libertad condicional se trasladan cada
vez más al infractor..<BR> <BR>Las actividades depredadoras de las
administraciones municipales le dan un nuevo sentido a esa frase cansina de "el
ciclo de la pobreza". La gente pobre tiene bastantes más probabilidades de
meterse en líos con la Ley, ya sea porque no paga las multas o porque incurra en
la ira de un acreedor del sector privado como un casero o un
hospital..<BR> <BR>Una vez se te considera delincuente, ya puedes ir
diciéndole adiós a lo que te quede de recursos. No solo te enfrentarás al coste
de los tribunales antes mencionado sino que te será difícil volver a conseguir
un empleo una vez tengas historial delictivo. Y luego, por supuesto, cuanto más
pobre te vuelves, más probabilidades tienes de meterte otra vez en líos con la
Ley, haciendo de esto menos un "ciclo" y más un tobogán al infierno. Cuanto más
desciendes, más rápido caes, hasta que acabas por último en las calles y te
trincan por una falta como orinar en público o dormir en la
acera.<BR> <BR>Podría proponer toda clase de medidas políticas para frenar
la depredación de los pobres. Deberían restablecer los límites a la usura.
Habría que tomarse en serio el robo también cuando lo cometen patronos
millonarios. No debería meterse a nadie en la cárcel por deudas o sangrarle un
dinero al que no tiene posibilidad de acceder. Esto no tiene mucha discusión y
debería tener preferencia sobre cualquier cosa que se diga a largo plazo acerca
de generar empleo o fortalecer las redes de seguridad.<BR> <BR>Antes de que
podamos "hacer algo" por los pobres, hay ciertas cosas que tenemos que dejar de
hacerles.<BR> <BR></DIV>
<DIV align=justify>* Barbara Ehrenreich es autora de varios libros,
recientemente ha publicado Bright-Sided: How the Relentless Promotion of
Positive Thinking Has Undermined America. Acaba de publicarse la edición del
décimo aniversario de su éxito de ventas Nickel and Dimed: On (Not) Getting By
in America por Picador Books.</DIV>
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