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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U><FONT color=#000000>boletín solidario
de información</FONT></U><BR><FONT color=#993300 size=5>Correspondencia de
Prensa</FONT><BR><U>1º de junio 2012</U><BR><FONT color=#993300 size=5>Colectivo
Militante - Agenda Radical</FONT><BR>Montevideo - Uruguay<BR>redacción y
suscripciones: <A
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Siria</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Los primeros y tímidos pasos
democráticos en la "Siria liberada"</STRONG></FONT></DIV><FONT size=2
face=Arial>
<DIV align=justify><FONT size=3 face=Calibri></FONT><BR><STRONG><FONT size=3>Los
vecinos de Quseir eligen una suerte de gobierno municipal para gestionar el
municipio, fronterizo con el Líbano</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>El Ejército Libre de Siria, la
facción desertora que combate al régimen, controla buena parte de la ciudad y
las zonas adyacentes</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=3 face=Calibri></FONT><BR><STRONG><FONT size=3>El
80% de los vecinos han huido al país vecino escapando de los bombardeos y los
combates, calculan los miembros del nuevo Consejo Nacional</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=3 face=Calibri></FONT><BR> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Mónica G. Prieto, Quseir, Siria</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Periodismo Humano <BR><A
href="http://periodismohumano.com/">http://periodismohumano.com/</A></STRONG></DIV>
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<DIV align=justify>Cada mañana, sobre el mediodía, los ocho miembros del Consejo
Nacional de Quseir, localidad cercana a la frontera con el Líbano y la salida
natural para los refugiados de la provincia de Homs, se reúnen en el salón del
domicilio del doctor Abbas. Entré vasos de té azucarado, tazas de concentrado
café aromatizado con cardamomo y humo de tabaco, los representantes del
municipio se enzarzan en discusiones sobre cómo solucionar los problemas más
básicos, desde el pavimentado de las calles afectadas por los disparos de
artillería pesada hasta el alojamiento de los desplazados de guerra que pasan
por la zona, en su camino hacia el Líbano.</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Desde hace meses aquí hay Gobierno. No hay policía, ni
servicios. Alguien tiene que cuidar de la ciudad", explica Abbas, dentista de
formación y próspero hombre de negocios que vio cómo su fábrica de embalajes
quedaba completamente destruida por los bombardeos del régimen. "Y nosotros
hemos creado este sistema: nos hemos constituido en una especie de gobierno
municipal con ocho departamentos. Pero, ojo: lo hemos hecho de forma
democrática".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Al lado de Abbas asienten y sonríen Abu Fidah, el
responsable del departamento de Seguridad -consistente en 25 agentes de policía
local desertores y encargado de "trabajar como cualquier otro departamento de
policía", explica este último-, así como un líder tribal, un clérigo y un
hermano de Abbas. "Lo constituímos hace cinco meses, cuando la guerra paró
toda la actividad en la provincia de Homs", prosigue Abbas. "Y ahora, un
problema que antes se resolvía en 10 años se puede arreglar en un día", dice en
tono pretencioso.<BR> <BR>El autogobierno se ha impuesto en Quseir como ya
sucedió en otros municipios sirios como Zabadani, obligados a encontrar
soluciones ante el vacío de Gobierno que implica el alzamiento popular contra el
régimen, sobre todo en las áreas liberadas del control de la dictadura. El
Consejo data de principios de 2012, cuando la presencia de una misión de
observadores de la Liga Arabe fue incapaz de frenar los ataques del régimen
contra las localidades insurrectas y la respuesta armada del Ejército Libre de
Siria (ELS), la facción de desertores que le planta cara, cada vez con más ayuda
de civiles que han cambiado las pancartas por las armas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Tras la brutal ofensiva de Damasco contra Homs, son muy
numerosos los vecinos que han optado por la lucha armada, y como muchos
activistas lamentan, eso arrincona la revolución democrática. "Desde el pasado 1
de febrero, esto es una guerra civil. Hemos perdido la revolución. Todo empezó
por cosas impecables como la libertad de expresión, la democracia, la justicia,
la igualdad. Ahora es una guerra de venganzas", musita en tono amargo Khaled, un
activista de Homs implicado en las manifestaciones desde sus
orígenes.<BR> <BR>Esa realidad no cambia las necesidades de ciudades como
Quseir, que se rebeló tímidamente contra la dictadura en la primavera del pasado
año pero no se levantó hasta el asesinato del cámara ciudadano Mohamed Farzat
Jourban, a quien partidarios del régimen le arrancaron los ojos. Sus carencias
se agravaron de forma dramática cuando, a principios de febrero, la masiva
ofensiva contra el barrio de Baba Amr, así como otras zonas de Homs, obligó a
decenas de miles de personas a huir en dirección a esta localidad, confirmándola
como la salida más transitada hacia el Líbano y poniendo a la ciudad, de
entonces 40.000 habitantes, en el punto mira de Damasco.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Se desplazaron refuerzos militares a la zona, y el
régimen ordenó erigir más puestos de control desde donde controlar a los civiles
y aumentó los bombardeos. Pero fue tarde: tras la caída de Homs, los
combatientes del ELS fueron quienes guiaron la huída de los civiles a través de
la provincia. Buena parte de los milicianos terminó asentándose en la zona, y
ahora los hombres armados se han hecho fuertes en Quseir y sus aldeas
adyacentes, lo cual explica la ferocidad de los bombardeos del régimen de los
últimos días.<BR> <BR>"Hace dos mes, abandonó el 80% de la población de la
ciudad. Cristianos, alauíes, chiíes, drusos. Mucha gente ha sido asesinada por
los francotiradores del régimen. Ahora, el 90% de la ciudad está liberada por el
ELS pero no se puede decir que sea segura hasta que no desaparezcan los
francotiradores", explica el dentista Abbas, trazando un rústico mapa
imaginario.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los escasos habitantes que quedan en Quseir se han
acostumbrado a convivir con la guerra, los bombardeos y los combates entre el
ELS y las fuerzas de Assad que se desatan en la ciudad. Evitan la Plaza del
Reloj, desde donde se aprecia la sede del Ayuntamiento con sus numerosas
ventanas parapeteadas con sacos terreros, así como las inmediaciones del
Hospital Nacional: ambos son posiciones militares ."No sólo son edificios
evitados a causa de los francotiradores: hace pocos días, uno de los desertores
voló por los aires al pisar una mina, lo que nos hace pensar que han minado los
accesos", explica Mofaz, un miembro del ELS.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La vida se ha interrumpido en lo que en otros tiempos fue
una próspera ciudad fronteriza que vivía del comercio. Hoy, el mercado -muy
próximo a la Plaza del Reloj- está cerrado: la chapa de las puertas metálicas de
cada puesto presenta un sarpullido de lesiones, huella de la metralla. Algunos
de los negocios están calcinados. En un rincón de la ciudad, los rastros de una
enorme batalla son aún visibles: edificios agujereados y quemados, barricadas
vacías de sacos terreros y carcasas vacías de munición. "Aquí había una posición
del Ejército de Assad", continúa Mofaz. "Al ELS le costó deshacerse de ellos,
pero lo logró", estima el muchacho, antes estudiante de Ingeniería, echando un
vistazo a su alrededor.<BR> <BR>"Está claro que la ofensiva que vivimos en
marzo fue una respuesta a lo ocurrido en Baba Amr", aduce Abu Fidah, ante el
asentimiento del resto. "Intentan cortar la vía de escape hacia el Líbano, la
única salida que tiene Homs". Quseir ha sido sometida a ataques intermitentes
desde el principio de las protestas, y según los activistas y vecinos la mayoría
de las 200 víctimas que se estimaban cuando Periodismo Humano visitó el lugar, a
principios de mayo, fueron disparadas desde los puestos de control del régimen.
"Aquí sólo tenemos un hospital de campaña con dos médicos. No podemos acudir al
de Homs porque hay 23 puestos de control en el camino [menos de 30 kilómetros
separan ambas localidades], y los nombres del 70% de los hombres de Quseir
figuran en las listas negras del régimen", explica el doctor Abbas. "Como el
Hospital Nacional está en manos del Ejército de Assad, a los heridos graves hay
que trasladarlos al Líbano. Nos separa 20 kilómetros de la frontera, pero como
las carreteras principales están tomadas por el Ejército hay que tomar rutas en
desuso: ahora el viaje nos lleva dos días".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Para coordinar la evacuación de heridos, la entrada de
suministros médicos de contrabando y otras muchas actividades se eligió el
Consejo Nacional. "Un día nos reunimos en la mezquita los representantes de las
principales familias de Quseir. Nos juntamos un centenar de personas: tenga en
cuenta de que aquí una sola familia puede representar a un 20% de la población.
Sometimos a votación los nombres de los voluntarios para trabajar en un gobierno
municipal: de una primera selección de 28 terminamos votando a ocho
personas".</DIV>
<DIV align=justify><BR>En el Quseir liberado sus ocho concejales se reparten los
departamentos de Seguridad, Finanzas, Sanidad, Asuntos Sociales, Agricultura,
Comunicación, Asuntos Militares, Asuntos Religiosos y un último encargado de
organizar las manifestaciones diarias, una diurna y una nocturna, que suelen
celebrarse para pedir la salida del régimen. Abbas, Abu Fidah y el resto
desconocían que la ciudad de Zabadani, cercana a Damasco, ya celebró sus propias
elecciones a finales de 2011 siguiendo un esquema similar. "No sabemos si hay
precedentes, nosotros actuamos por necesidad", dice Abbas encogiéndose de
hombros.<BR> <BR>"El cerco militar impide la llegada de combustible, gas,
harina o suministros médicos. Tenemos que conseguirlo todo mediante el mercado
negro, y eso dispara los precios. Poca gente se puede permitir pagar un litro de
diésel, que suele costar 15 libras sirias, a las 45 que nos cobran ahora de
estraperlo. Necesitamos ayuda pero el presidente sólo dejará el poder por la
fuerza, así que no nos queda más remedio que actuar", continúa el
dentista.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El departamento financiero destina las ayudas económicas
que se reciben -afirman que, en su mayoría, provienen de donaciones de sirios en
el exilio- en financiar la compra de medicinas y alimentos básicos para personas
sin posibles, así como comida y ropa para los miembros del ELS -"cualquier cosa,
menos armas", refuta Abbas- y sueldos simbólicos para el personal sanitario que
asiste el hospitales de campaña y las clínicas clandestinas que ofrecer primeros
auxilios. El departamento militar coordina las relaciones entre el ELS -estiman
que hya unos 1.400 milicianos en Quseir y alrededores- y la población civil -se
admiten problemas aislados, aunque rechazan dar detalles-, mientras que el
encargado de las protestas vela por evitar disparos del régimen contra las
mismas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Tenemos varios lugares destinados a manifestaciones,
pero como suelen ser atacados, cada día se celebran en un lugar diferente
elegido horas antes por los organizadores", explica Hussein, un joven activista
que suele acudir a las marchas a diario. El boca a boca hace el resto y cada
tarde, sobre las ocho, unos 300 hombres se concentran en el emplazamiento
elegido, donde ya les esperan las pancartas colocadas, la megafonía y banderas
de la Siria revolucionaria (la enseña nacional previa al Baaz). En la noche del
29 de abril, las consignas revolucionarias fueron recibidas por un fuerte
tiroteo desde la posición del Gobierno municipal. "Disparan al aire, porque
desde allí no pueden alcanzar la manifestación. Bienvenida a Quseir", ironizaba
Abu Habib, otro activista.<BR> <BR>Los responsables del Consejo Nacional
acuden siempre a las manifestaciones. Su forma de actuar asombra a los vecinos.
"Verlos discutir en la reunión diaria de la mañana es un espectáculo. En Siria,
estamos acostumbrados a que en nuestro Parlamento nadie dispute argumentos: se
limitan a escuchar, a decir sí y a dar salvas al líder. Pero aquí, en Quseir,
las cosas son muy diferentes. Los gritos se pueden escuchar en la calle",
prosigue Hussein, con notable orgullo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pese a los bombardeos, que se han intensificado en las
últimas semanas, su ciudad natal comienza a dar sus primeros pasos en la
autogestión al margen del régimen de Damasco, y muchos como él están ansiosos
por colaborar. "¿Ves esta casa?", dice mientras rodea un amplio edificio aún en
construcción, cercano a la vivienda del doctor Abbas. "Mi familia la estaba
construyendo para mi y mis hermanos, pero desde que comenzó la revolución hemos
cambiado de idea. Ahora queremos que albergue el próximo gobierno municipal de
Quseir, una vez que nos libremos del régimen.
<HR>
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