<!DOCTYPE HTML PUBLIC "-//W3C//DTD HTML 4.0 Transitional//EN">
<HTML><HEAD>
<META content=text/html;charset=iso-8859-1 http-equiv=Content-Type>
<META name=GENERATOR content="MSHTML 8.00.7600.16385"></HEAD>
<BODY style="PADDING-LEFT: 10px; PADDING-RIGHT: 10px; PADDING-TOP: 15px"
id=MailContainerBody leftMargin=0 topMargin=0 CanvasTabStop="true"
name="Compose message area"><FONT size=2 face=Arial>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa<BR></FONT><U>8 de julio 2012<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Colectivo
Militante - Agenda Radical</FONT><BR>Montevideo - Uruguay<BR>redacción y
suscripciones: <A
title="mailto:germain5@chasque.net CTRL + clic para seguir el vínculo"
href="mailto:germain5@chasque.net">germain5@chasque.net</A></FONT></STRONG><A
title="mailto:germain5@chasque.net CTRL + clic para seguir el vínculo"
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
title="mailto:germain5@chasque.net CTRL + clic para seguir el vínculo"
size=4></FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Brasil</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG><FONT size=3>Desarrollismo y
dependencia en Brasil</FONT></STRONG><BR><BR><BR><STRONG>Nildo Ouriques
*<BR>Revista Pueblos Nº 51, segundo trimestre 2012<BR><A
title="http://revistapueblos.org/ CTRL + clic para seguir el vínculo"
href="http://revistapueblos.org/">http://revistapueblos.org/</A></STRONG><A
title="http://revistapueblos.org/ CTRL + clic para seguir el vínculo"
href="http://revistapueblos.org/"><STRONG
title="http://revistapueblos.org/ CTRL + clic para seguir el vínculo"></STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><BR><BR>El desarrollismo es la
religión de la periferia capitalista. Nace de la promesa del progreso para todas
las clases sociales bajo el régimen del capital a escala mundial y no es
sencillo escapar de su poder de seducción porque se trata de una ideología que
puede, en determinadas fases, presentar cierta base material. Brasil no es una
excepción. Pero no puede sostenerse de manera indefinida ni jamás cumplir la
promesa de un reino de la felicidad, y mucho menos de la abundancia, en el
planeta tierra. De hecho, ni siquiera puede cumplir la promesa de garantizar
para las mayorías las condiciones mínimas necesarias para la reproducción digna
de la vida, como bien lo demuestra la crisis estructural del sistema
capitalista, particularmente intensa en los países centrales. </FONT></DIV><FONT
size=2 face=Arial>
<DIV align=justify><BR>Se podría pensar que nadie sería capaz de olvidar jamás
las enseñanzas históricas pero, más allá de las frustraciones anteriores, suele
suceder que las clases bajas vuelven a creer que el crecimiento económico puede
ser eterno y que es posible que se mantengan de manera prolongada tasas bajas de
desempleo. Es la "amnesia social" que afecta a las grandes mayorías de la
periferia capitalista. Más allá del optimismo ingenuo o interesado que
actualmente sufrimos, es posible observar que el "nuevo desarrollismo" padece de
los mismos males del "viejo desarrollismo", aunque el más antiguo tenía incluso
mayor capacidad política y formulación teórica que el actual.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La economía política muestra que el sistema capitalista
reserva un papel estratégico para su periferia. Es la responsable de dos
mecanismos importantes, decisivos de hecho, para su funcionamiento global: la
transferencia de valor de la periferia hacia el centro y la sobreexplotación de
la fuerza de trabajo. No fue sencillo identificar estos dos mecanismos básicos
de la economía política contemporánea y ni siquiera las corrientes más
extendidas del socialismo (reformismo socialdemócrata y comunismo) aceptan la
transferencia de valor y la sobreexplotación como leyes inexorables del
funcionamiento sistémico.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Tanto es así que una parte de la izquierda apoya
decididamente el "nuevo desarrollismo", ya sea porque piensa que no existe una
alternativa viable a corto o medio plazo o porque cree que el desarrollismo es
la única vía hacia el socialismo. Aunque se presenta como "realista", es
evidente que se trata de una falsa alternativa que, precisamente por ello,
merece la crítica.</DIV>
<DIV align=justify><FONT size=3 face=Calibri></FONT><BR>Las ciencias sociales en
América Latina cuentan con una larga tradición en la crítica al desarrollismo,
especialmente las vertientes marxistas. Ocurre que no pocas veces las corrientes
o movimientos sociales abandonan un diagnóstico correcto porque consideran que
no existe una correlación de fuerzas favorables para cambiar. Es un error común
y fatal: someter nuestro diagnóstico de la dinámica de la crisis actual a las
limitaciones de la correlación fuerzas entre las clases sociales no cambiará
para mejor nuestra situación. Además, más temprano que tarde llevará al error en
las opciones prácticas que todo movimiento social tiene que tomar.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Obstáculos para el nuevo
desarrollismo</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Es necesario identificar, en primer lugar, la base real
del optimismo burgués que impulsa el "nuevo desarrollismo". En los últimos años,
y al contrario del comportamiento básico del sistema, los términos de
intercambio fueron favorables a la periferia: el alza de los precios de la
minería y de los productos agrícolas permitió un ingreso adicional a los países
periféricos que no existía en los períodos anteriores.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Sin embargo, hay que resaltar dos aspectos decisivos. dos
aspectos decisivos. El primero es que tal fenómeno consolidó una posición
notoriamente adversa de los países periféricos en la división internacional del
trabajo. Se renunció a avanzar hacia las fases más importantes de la
industrialización, es decir, las fases en donde se concentra la disputa
científico-técnica y la multiplicación de la capacidad de producir con menor
gasto de fuerza de trabajo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Las pérdidas económico-financieras de esta renuncia son
extraordinariamente más importantes que los dólares que entraron gracias a la
subida de los precios de las materias primas agrícolas y minerales. Por otro
lado, no existe garantía de que los precios mantengan esta tendencia al alza por
mucho tiempo. Más allá de la famosa "demanda china", hay buenas razones para
suponer que la especulación de precios y su administración monopólica
constituyen las razones fundamentales para este comportamiento reciente y,
también, para prever que se volverá a la tendencia histórica de precios
bajos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La característica fundamental de la economía dependiente
no es, como pensaban los desarrollistas cepalinos [1] de los sesenta y los
defensores actuales del orden burgués, el deterioro de los términos de
intercambio, sino el intercambio desigual que se debe a la transferencia de
valor de la periferia hacia el centro del sistema bajo múltiples conceptos que
superan con creces el alza eventual de los precios de las materias primas
minerales y agrícolas (commodity). La economía política latinoamericana
identificó un fenómeno real, el deterioro de los términos de intercambio, pero
no logró establecer que éste no puede compensar, incluso siendo positivo, las
transferencias por otros conceptos (royalties, intereses de la deuda externa e
interna, administración monopólica de los precios, préstamos inter-firmas,
etc.), que son lo que realmente decide la suerte del siempre precario equilibrio
del balance de pagos de los países de la periferia.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Es por ello que el llamado "neodesarrollismo" o "nuevo
desarrollismo" no puede cumplir la promesa burguesa en la periferia capitalista.
Las transferencias de valor de la periferia del sistema hacia el centro son tan
importantes que contrarrestan con creces la eventual (y sin duda pasajera)
mejoría en cuanto a los términos de intercambio.<BR></DIV>
<DIV align=justify><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Deuda vs. programas sociales</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=3 face=Calibri></FONT><BR>Hay dos indicadores muy
sencillos para impedir el paraíso terrenal en la periferia capitalista. El
crecimiento de la deuda interna (proceso iniciado en fines de los años ochenta)
es, de hecho, el fenómeno más relevante para la acumulación de capital en
América Latina: todas las fracciones del capital (financiero, comercial,
industrial, agrario) se benefician directamente del gran endeudamiento. En
Brasil nada puede ser más expresivo de esta regla básica de la economía política
burguesa: precisamente durante la fase "desarrollista", los gobiernos de Luiz
Inácio Lula da Silva (2003-2010) y Dilma Rousseff (desde 2011) han transferido
miles de millones de reales de impuestos al pago de intereses de la deuda
interna.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En el último año de su gobierno, Lula destinó el 40 por
ciento de la recaudación fiscal a la deuda; Dilma, en su primer año, el 44 por
ciento y, en el segundo, el 45,05 por ciento de toda la recaudación. El
porcentaje destinado a la vivienda (principal programa del actual gobierno)
recibió apenas el 0,16 por ciento de la recaudación y no se invirtió nada en
2011. Doce millones de familias se quedan sin vivienda y no hay razón para
suponer que se vaya a reanudar pronto este programa. ¿Puede alguien puede creer
que con semejante política económica las gravísimas cuestiones sociales del país
se solucionarán?</DIV>
<DIV align=justify><BR>El segundo indicador es la fuertísima explotación de la
fuerza de trabajo, es decir, el hecho de que en Brasil el 76 por ciento de la
población económicamente activa gana hasta tres salarios mínimos. El
Departamento Intersindical de Estatística e Estudos Socioeconômicos (DIEESE)
calcula que el salario mínimo necesario es de casi 2.300 reales, pero el
gobierno anuncia que será de 6222. Este profundo contraste impide la
constitución de un mercado interno de masas, razón por la cual no pasan de
ideología los discursos sobre la "nueva clase media" brasileña. Ningún
intelectual o periodista de los que todos los días publican textos sobre este
supuesto nuevo fenómeno estaría dispuesto a sumarse a la "nueva clase
media".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Según el Instituto de Pesquisa Econômica Aplicada (IPEA),
el diez por ciento de la población posee el 75,4 por ciento de la riqueza del
país. El presidente del IPEA, el economista Márcio Pochmann, afirmó que "más
allá de los cambios políticos, las desigualdades estructurales siguen sin
cambio" en Brasil. Durante un breve período del segundo gobierno Lula algunos
sindicatos lograron aumentos de salario por encima del aumento de la
productividad, pero fueron muy modestos y excepcionales. En la actualidad nadie
recuerda de este período, marcado una vez más por la "austeridad". En el país no
se da un crecimiento permanente del ingreso o, por lo menos, un crecimiento al
ritmo del aumento de la productividad de la industria, razón por la cual es
imposible suponer que se desarrollará un mercado interno de masas capaz de
eliminar la pobreza extrema y la desigualdad de clase que marcan las formaciones
sociales latinoamericanas.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Estabilidad y pacto de clases</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Es necesario entender que la estabilidad de los gobiernos
de Lula da Silva y Dilma Rousseff es producto del pacto de clases que sostienen
los gobiernos de la República desde 1994, es decir, del pacto que mantuvo ya
Fernando Henrique Cardoso. De hecho, el llamado Plan Real (1994- 1998) no
solamente dio la victoria electoral a Cardoso frente a Lula ya en la primera
vuelta de los comicios presidenciales, sino que estableció el nuevo pacto de
clases que gobierna el país desde entonces.</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>La "magia" de Lula después de dos derrotas de Cardoso
consiste, precisamente, en adoptar como programa del Partido dos Trabalhadores
(PT) y sus aliados las directrices de política económica emanadas de aquel
pacto. Agregó, obviamente, la "dimensión social", es decir, la legitimidad de
Lula, del PT y de las organizaciones sociales que lucharon durante más de una
década en contra de la política neoliberal. Es necesario decir que Cardoso (su
candidato era José Serra) no tenía posibilidad de vencer a Lula en 2002 porque
el programa de privatizaciones, de endeudamiento del Estado, de apertura de la
economía nacional al capital internacional y de la llamada "precarización de la
fuerza de trabajo" ya estaba completo. El desgaste político y social del
programa del grande capital era enorme y Lula vencería los comicios incluso sin
hacer concesiones estratégicas a las clases que formaban el pacto de 1994.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Cuando Lula asumió aquel programa y tuvo a su favor los
vientos favorables de la economía mundial capitalista pre-crisis, fue posible
incluir bajo "control electoral" a amplios sectores sociales, que recibieron
migajas en la forma de programas sociales más o menos amplios y consistentes.
Así, Lula incorporó al pacto a los sectores sociales "desorganizados", es decir,
a la amplia masa de trabajadores y trabajadoras. En definitiva, Lula prestó la
legitimidad de la "cuestión social" a la política del gran capital. Los precios
favorables de las exportaciones permitieron que algo del gran festín burgués
también llegara a la mesa de las clases bajas. Admitir esta mejoría relativa no
significa reconocer que los cambios estructurales estén finalmente a la vuelta
de la esquina como insiste el neodesarrollismo y sus defensores.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hay que reconocer que el viejo desarrollismo también
suponía un pacto de clases, en el que los trabajadores y trabajadoras se sumaban
a los intereses de la clase dominante bajo garantías políticas y sociales:
tenían fuerza política organizada y se beneficiaban de políticas de empleo e
ingreso relativamente amplias. La presión organizada de los sindicatos y las
políticas de inspiración keynesianas pretendían, mucho más que las medidas
sociales que actualmente existen, políticas basadas en el trabajo formal,
reconocimiento de derechos elementales (seguridad social, vivienda y reforma
agraria limitada, por ejemplo). Este contraste real no legitima el viejo
desarrollismo, pero permite analizar con mucho más sobriedad los resultados
pretendidamente mejores del "nuevo" y restar entusiasmo a sus
defensores.<BR>Dictaduras, "necesidad histórica"</DIV>
<DIV align=justify><BR>En los dos casos históricos (el viejo y el nuevo
desarrollismo) hay dos obstáculos insuperables para una economía periférica:
enfrentar el tema de la soberanía nacional, por una parte, y la llamada
"cuestión social", por otra. Estos límites estructurales no impiden el apoyo o
la simpatía hacia medidas económicas y sociales orientadas a combatir la pobreza
extrema y la indigencia, pero tampoco pueden ocultar que nunca los dueños del
poder acumularon tanta riqueza como en la actualidad.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Poco a poco, las clases bajas descubren en América Latina
que el recurso a las dictaduras fue una necesidad histórica de las clases
dominantes cuando el nivel de conciencia y las protestas crecieron hasta poner
el orden dominante en jaque. Descubren, también, que las democracias pueden ser
tan útiles como sistema de dominación para las clases dominantes como en su
tiempo lo fueron las dictaduras. No se pueden defender las conquistas actuales
como si estuviésemos amenazados de volver a la Edad Media por decisión de los
poderosos de siempre. Solamente la experiencia de lucha que se desarrolla en
cada coyuntura, el acumulado político y la conciencia histórica es la garantía
de que están, de hecho, pariendo un mundo nuevo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>* Nildo Ouriques es economista, profesor en la
Universidad Federal de Santa Catarina y miembro del Instituto de Estudios
Latinoamericanos (IELA-UFSC). <BR><BR><STRONG><U>Nota<BR></U></STRONG><BR>[1]
CEPAL, Comisión Económica para América Latina y el Caribe. Ver: <A
href="http://www.eclac.org">www.eclac.org</A></DIV>
<DIV align=justify></FONT>
<HR>
</DIV></BODY></HTML>