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<HR>
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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa</FONT><BR><U>27 de julio 2012</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Colectivo
Militante - Agenda Radical</FONT><BR>Montevideo - Uruguay<BR>redacción y
suscripciones: <A
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<DIV align=justify><STRONG><FONT
size=3>Nicaragua<BR></FONT></STRONG></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>33 aniversario de la Revolución
</STRONG></FONT></DIV><FONT size=2 face=Arial>
<DIV align=justify><FONT size=3 face=Calibri></FONT><BR><STRONG><FONT
size=3>Retórica, consignas y metáforas de aquellos años</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>La Revolución abundó en retórica. Cada mes había
una nueva consigna, una nueva canción con nuevas metáforas. A 33 años de
distancia podemos iniciar ya una reflexión sobre los mitos que encerraron, las
manipulaciones que escondieron, los sueños que expresaron, el vacío en que se
desarrollaron. Este texto, un ejercicio de memoria, es sólo una introducción, un
aperitivo.</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>José Luis Rocha *</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Revista Envío Nº 384, Managua, julio
2012</STRONG></DIV>
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title="http://www.envio.org.ni/ CTRL + clic para seguir el vínculo">http://www.envio.org.ni/</STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=3 face=Calibri></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=3 face=Calibri></FONT> </DIV>
<DIV align=justify>No hay libro de memorias de la revolución sandinista que
registre un golpe de mano dirigido por Tomás Borge en la campaña guerrillera que
derrocó a Somoza. Y aunque la Policía Sandinista estuvo nominalmente bajo su
férula, ¿alguna de sus áreas se confiesa moldeada por su mano o heredera de su
legado? Nadie lo recuerda como arrojado combatiente ni como laborioso estadista.
No fue el Robespierre ni -como podríamos esperar de su cargo de Ministro del
Interior- el Fouché de la revolución sandinista. Fue su Marat, su publicista, su
fabulador radical, el que desde aquel periódico L'Ami du peuple acuñó la
expresión "enemigo del pueblo", aplicada a todos los que no comulgaban con sus
ideas. El mismo que en julio de 1790 se pronunció así: "Quinientas o seiscientas
cabezas cortadas habrían asegurado tu descanso, Libertad y Felicidad".<BR><BR>Ni
la barricada ni el despacho ministerial fueron el decorado del escenario vital
de Borge. Lo fueron la tribuna y el podio. Ahora que su cabeza rodó el 30 de
abril por mano de la parca -consumando y confirmando lo que la guillotina del
aparato partidario había ejecutado largo tiempo atrás-, que los pintores de la
corte no lo retraten empuñando un fusil, sino un micrófono. No se sirve menos a
la revolución con la metralla de las palabras que con la tinta indeleble de las
balas. Esta verdad suena desde ultratumba como una justificación típica de
Borge. <BR><BR><STRONG>METÁFORAS COMO TIROS DE AMETRALLADORA</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>Después de conocer personalmente al "hombre duro" de la
revolución sandinista, el Premio Nobel peruano Mario Vargas Llosa, en un
artículo titulado Tomás Borge y las metáforas, rindió un homenaje ligeramente
odioso a las dotes literarias de Borge: "Ocurre que si todos los nicaragüenses
tienen una especie de adicción natural a la poesía y las imágenes -el porcentaje
de buenos poetas que el país ha producido no tiene parangón en el continente. en
Tomás Borge esto se agudiza hasta convertirse en perversión. Las metáforas salen
de su boca, cuando conversa o pronuncia discursos, como tiros de
ametralladora".<BR><BR>La exuberante inventiva de Tomás Borge dio con tan
felices hallazgos como el de las turbas divinas, designación con la que bendijo
el vandalismo de primitivas hordas que a puño limpio o garrote vil sofocaban la
disidencia de los "enemigos del pueblo" en los años 80. Quinientos o seiscientos
cráneos vapuleados garantizarían tu descanso, libertad y felicidad.<BR><BR>Si
sustituimos reyes por oligarquía, Borge coincidía con Robespierre: "Hay que
organizar el despotismo de la libertad para aplastar el despotismo de los
reyes". La turba quedó sacralizada por su carácter divino y la divinidad pudo
defenderse -y no ser crucificada- gracias a su naturaleza turbulenta. Ese
híbrido peregrino -fruto del ayuntamiento de dos opuestos, la turba y la
divinidad- recuerda los híbridos retóricos de Robespierre, cuando verbalizó el
ayuntamiento de la virtud y el terror, celebrando que el gobierno revolucionario
procede de dos principios indisociables: la virtud, sin la cual el terror es
funesto, y el terror, sin la cual la virtud es impotente.<BR><BR><STRONG>TOMÁS
BORGE Y SU "VERDE SONRISA"</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>Centinelas de la alegría del pueblo fue la flamante
etiqueta borgiana para los efectivos de la Policía Sandinista. No cabía en su
pecho su verbo almibarado cuando decretó que la primera cárcel de mujeres de
Nicaragua se llamaría "La Esperanza". <BR><BR>Propietario de casas, fincas y
abultado capital, Tomás Wigberto Borge Martínez también hubo de tener su ONG:
fiel a su verbo rutilante, la llamó en 1992 Fundación Civil La Verde Sonrisa
-dicen que dicen que por el Libro verde del malogrado Gadafi-, pero en 2009 la
rebautizó Fundación Cristiana La Verde Sonrisa, porque desde entonces se
convirtió en una organización "apartidista, apolítica de interés social y
perseguirá contribuir a la exégesis de la religión cristiana y su inserción
histórica en América Latina, incorporando para este fin al pénsum académico
general de enseñanzas bíblicas con el fin de analizar temas contemporáneos
relacionados con la familia y la sociedad en general, desde una perspectiva
cristiana". <BR><BR>Antes de aceptar a Cristo, se dice que en 2005 la Fundación
vendió cinco manzanas de tierras en más de diez millones de córdobas a
inversionistas que luego construyeron el mall Multicentro las Américas. Pero ese
botín no bastó a sus verdes obras caritativas que necesitan de mayor liquidez:
año tras año los nicaragüenses contribuimos con nuestros impuestos a la
Fundación con un millón de córdobas.<BR><BR><STRONG>LA RETÓRICA DE LAS
CANCIONES: CAUDALOSOS RÍOS DE IMÁGENES MELÓDICAS</STRONG><BR></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>En los tres tomos de Memorias de la lucha sandinista de
Mónica Baltodano, Borge describe como se desarrolló la política del FSLN de
integrar a intelectuales como Carlos Mejía Godoy, otro eminente adicto a las
metáforas. <BR><BR>Las canciones de Carlos y Luis Enrique Mejía Godoy han sido
una mina retórica de la que el aparato partidario extrajo consignas, titulares,
lemas, arengas. Por su parte, también los Mejía Godoy musicalizaron poemas de
los combatientes, fragmentos de discursos y consignas. La canción Comandante
Carlos Fonseca retoma frases enteras del libro que Borge escribió en la cárcel
sobre el fundador del FSLN: Poseídas por el dios de la furia y el demonio de la
ternura, salen de la cárcel mis palabras. Y sediento de luz te nombro, hermano,
en mis horas de aislamiento.<BR><BR>La dinámica de doble vía se trenza al punto
que es imposible saber qué fue primero -¿la consigna o la canción?- en hallazgos
harto memorables: Convirtiendo la oscurana en claridad para condensar el
propósito de la alfabetización, Puño en alto, libro abierto fue la consigna de
los alfabetizadores y se cantó a Leonel Rugama, que cometió el atroz delito de
agarrar la vida en serio. <BR><BR>Y le sigue un torrente de imágenes melódicas
indisociables del proceso revolucionario: Arlen Siu transfigurada en estrella
dulce en el cañaveral que enterró en el hueco de su guitarra el lucero limpio de
su corazón, el guerrillero que surge en ríos, montes y praderas, las mujeres del
Cuá hijas de la montaña, la sonrisa de Venancia que se hace bandera en nuestra
lucha, la sangre de Camilo Ortega que va creciendo en las pitahayas y la risa de
los niños, el FSLN revelado como chilotito tierno fulgurante bajo el sol donde
cada grano fue una bala para conquistar la paz, y Monimbó, corazón de obsidiana,
flor de piñuela a la orilla del camino, ataviado por la historia, llama pura del
pueblo, atabal guerrillero.<BR><BR>La formación religiosa de Carlos Mejía Godoy
lo convirtió en trovador de un Cristo guerrillero nacido en Palacagüina y le
llevó a meter caudalosos ríos de leche y miel al mero himno del FSLN, en
momentos en que el FSLN se declaraba marxista-leninista. La tradicional retórica
come-curas, típica de las más famosas revoluciones -francesa, mexicana y
soviética-, se trocó en un prurito de cristianizar la revolución, rociando las
armas con agua bendita y ungiendo guerrilleros como quien ordena sacerdotes. La
sandinista fue una revolución hecha por cantores y guerrilleros ex-seminaristas,
catequistas, cursillistas.<BR><BR><STRONG>LA DIMENSIÓN GRÁFICA DE LA PROPAGANDA:
LOS AFICHES</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Las imágenes melódicas fueron acompañadas de arte
gráfico, cuyas consignas y leyendas a menudo abrevaron en las canciones de los
Mejía Godoy con toda premeditación y alevosía, porque aquí sí que hay
responsables del delito: el FSLN creó el Departamento de Agitación y Propaganda
y la Secretaría Nacional de Propaganda y Educación Política (SENAPEP), que
eventualmente devino Departamento de Propaganda y Educación Política (DEPEP),
inicialmente dirigido por Carlos Núñez Téllez. <BR><BR>Al servicio de la
agitación y la propaganda estuvieron algunas de las mejores plumas del país.
Allí trabajó Gioconda Belli, haciendo un esfuerzo titánico por sacar peras del
olmo que siempre ha sido el verbo de Daniel Ortega, bruñendo el opaco cristal
hasta obtener una imagen aceptable que hiciera pasar el laconismo por modestia,
la falta de mundo por comedimiento y la ausencia de recursos retóricos por sabia
concisión y humilde llaneza. El aparato de propaganda tuvo que auxiliar a
Ortega, el menos retórico de los comandantes, y así, en el país de poetas, el
tartamudo fue rey.<BR><BR>La mejor y más completa colección de afiches de la
revolución sandinista que conozco es la publicada por el Instituto de Historia
de Nicaragua y Centroamérica bajo el título La revolución es un libro y un
hombre libre. Los afiches políticos de Nicaragua Libre 1979-1990 y el Movimiento
de Solidaridad Internacional, imprescindible selección de Oscar Bujard y Ulrich
Wirper. En sus páginas podemos observar que los afiches retomaron los mismos
motivos y fuentes que las canciones. Y las mismas musas. y musos. Uno de los más
vistosos afiches reproducía una frase de Tomás Borge: "La unidad, el más grande
homenaje a los mártires".<BR><BR>Los afiches prolongan la veneración al pueblo
monimboseño: "Monimbó vive en cada nicaragüense honrado". Otro muestra un
policía sosteniendo a un bebé: "La policía nacional sandinista junto al futuro
de la revolución". Inolvidable fue aquel cuya leyenda decía "Andrés, a 125 años
de distancia el enemigo es el mismo," que elaboró Iván Olivares. Cada ministerio
tuvo sus afiches. El de Bienestar Social: "A problemas sociales, soluciones
comunales". El de Reforma Agraria: "Esta tierra es mi tierra. Ningún yanqui me
la quitará". El del Trabajo: "En cada trabajador, Carlos Fonseca Amador". El de
Salud: "Los niños sanos de hoy son el futuro de la revolución". El de Economía
tuvo una arenga utópica: "Una eficiente producción es una victoria más de la
revolución contra el imperialismo". Las Jornadas Populares de Salud: "Limpiemos
hoy, hagamos un futuro sano". Los Comités de Defensa Sandinista: "Los CDS a los
3 años de vigilancia revolucionaria, una muralla antimperialista" y "Defendamos
la revolución, controlemos al somocismo". También el Ejército Popular Sandinista
los tuvo, un tanto macabros: "Muerte al analfabetismo" y "En la montaña
enterraremos el corazón del enemigo". Y aunque usando la que ahora es una
palabra políticamente incorrecta para autodenominarse, la Organización de
Revolucionarios Deshabilitados fue pionera en una propuesta imprescindible: "La
ciudad debe ser diseñada también para nosotros".<BR><BR>No faltó la demagogia:
"¡Todas las armas al pueblo!" y "Pueblo, ejército, unidad.garantía de la
victoria". Y hubo algunos que hoy serían impensables: "Estoy enamorado de una
chavala de 4 años. La revolución es una chavala con corazón", ilustrado con una
niñita.<BR><BR><STRONG>"TANTA PATRIA EN UN CORAZÓN"</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Difícilmente hubo programa, ministerio u otra entidad
capaz de competir con la Cruzada Nacional de Alfabetización: "Convirtiendo la
oscurana en claridad", "En la tierra de Sandino enseñamos a leer al obrero y al
campesino", "Nuestro pueblo pide ayuda para su segunda liberación", "Vencimos en
la insurrección, venceremos en la alfabetización" y el clásico "Puño en alto,
libro abierto", que aún resuena en mis oídos de chavalo alfabetizador junto a
"Sandino y Fonseca ya están alfabetizando. ¿Y vos?"<BR><BR>Modelos de
manipulación fueron aquellos que asociaron revolución y nacionalismo: "A
cualquier costo, cumpliremos con la patria", "Defendamos nuestra patria
defendiendo nuestra revolución", "La revolución salvó a la patria" "Luchamos por
la paz y la soberanía nacional", "La patria está siendo agredida, los patriotas
se levantan para defenderla" y "Construyendo la patria nueva hacemos la mujer
nueva", que no fue una total realidad, sino una simplificación mecanicista. En
esta ristra patriótica destacó -por sus innumerables versiones y copias- el de
una joven con un fusil al hombro y un lactante prendido de su pecho: "Jamás hubo
tanta patria en un corazón".<BR><BR>El Centro Antonio Valdivieso sumó sus
propuestas, teñidas de teología de la liberación y realzadas por el virtuoso
pincel del sacerdote claretiano Maximino Cerezo Barredo (Mino): "Los pobres
reconstruyen la iglesia de Cristo" y "Herodes busca el niño para matarlo. NO a
la intervención en Centroamérica".<BR><BR>Muchos afiches volaron a otras
tierras, pues apelaban a fibras sensibles en la izquierda internacional: "No más
Vietnam en Nicaragua", donde se reproduce la foto del soldado que lleva
capturado al mercenario estadounidense Eugene Hasenfus. Un águila con la bandera
estadounidense estampada: "Wanted. Se busca. Acusación: enemigo de la humanidad.
Recompensa: paz, soberanía y libertad". Una lámpara Coleman anunciaba, en la
feria del libro en Frankfurt: "Libros para una Nicaragua libre". Y también
estaba el que, en sus versiones en español, inglés y francés, duró toda mi
adolescencia en una pared de mi cuarto: "Pan con dignidad para
Nicaragua".<BR><BR><STRONG>LAS CONSIGNAS: NUEVAS Y SECULARES
JACULATORIAS</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Los afiches contenían consignas, pero no las agotaban. La
maquila de consignas trabajaba sin reposo. La más coreada durante la
alfabetización fue ¡En cada alfabetizador, Carlos Fonseca Amador! Los miembros
de la Juventud Sandinista solían gritar hasta el límite de resistencia de sus a
veces impúberes cuerdas vocales: ¡Sólo los cristales se rajan/Los hombres mueren
de pie/Y nosotros los sandinistas/seremos como el Che!. Mis favoritas, que
entran más en la categoría de publicidad ideológica que de consigna, animaban al
ahorro de energía y por eso sus lúcidos llamados siguen siendo de imperecedera
actualidad: Aunque usted pueda, Nicaragua no puede. Y la otra: ¡Haga clic por
Nicaragua!<BR><BR>La más desafortunada fue la que proclamó a la Costa Atlántica
como Un gigante que despierta, estampada en un afiche del Ministerio de Cultura
y cantada por Luis Enrique Mejía Godoy. "¿Y cuándo hemos estado dormidos?", dijo
con justa razón un líder costeño. La más humillante y obligatoria en todos los
actos masivos fue ¡Dirección Nacional, ordene! Todavía me sorprende que ningún
comandante, ministro o cuadro medio se haya sublevado ante semejante emulación
del culto a la personalidad y sometimiento incondicional requeridos en los
regímenes que más parasitan del sujeto-masificado. Aunque es posible que los
actuales dirigentes del FSLN sientan nostalgia de aquellos tiempos y sueñen con
escuchar ¡Daniel Ortega, ordene!, deseo que reprimen e invierten -pero sólo
retóricamente- al machacar la nueva consigna que afirma: ¡Pueblo
presidente!<BR><BR>Toda revolución crea una parafernalia cuasi-religiosa, con su
santoral, sus mártires, sus templos y su credo, que puede ser una Constitución
-la de los Estados Unidos tiene tal rango- o "creencia", como la firme fe en la
técnica y el progreso sin límites de la revolución industrial que llega hasta
nuestros días y cuenta con innumerables adeptos y adictos. Las revoluciones
donde la ideología juega un papel determinante -todas, aunque en distinto grado-
echan mano de los elementos que durante siglos han apuntalado a las
instituciones religiosas. En el caso de la religión cristiana, dos mil años de
experiencia avalan unas prácticas donde las jaculatorias, letanías, procesiones,
cánticos devotos y sermones son la catequesis de cada día y el mejor aparato
propagandístico. La revolución sandinista no fue una excepción. Hizo de las
consignas sus seculares jaculatorias, de las manifestaciones abarrotadas sus
procesiones, del cántico al FSLN su Credo partidario y de los discursos en la
plaza sus sermones. Los comandantes sustituyeron el solideo y la casulla por la
gorra y el uniforme verdeolivo, un hábito que hizo al monje, a los monjes
seculares.<BR><BR>Sólo encontrando esa latente sacralidad en lo que parecían ser
rituales mundanos me explico que el oprobioso ¡Dirección Nacional, ordene! -pese
a su burlesca y subversiva parodia como ¡Dirección Nacional, ordeñe!- no haya
suscitado una oposición frontal, sino que haya tenido una enorme aceptación: la
consigna evocaba la sumisión ante la monarquía celestial y ayudaba a generar un
sentimiento de comunión en la masa.<BR><BR><STRONG>LAS REVOLUCIONES RENOMBRAN EL
UNIVERSO</STRONG><BR></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Existe otro elemento poderoso para incentivar la pirotecnia
retórica, los petardos de consignas y la avalancha verborreica y logorreica de
las revoluciones. Se trata del afán de Robinson Crusoe que tienen los dirigentes
revolucionarios y sus adláteres. Un anhelo que, en palabras de Fernando Savater
significa que, después del naufragio, nace un mundo nuevo creado por Crusoe:
"Renacido en la perdición de su isla, ese limbo bienaventurado del Pacífico,
Robinson está en la disposición semiinocente y perfecta para volver a inventarlo
todo. Sin duda, sus creaciones posteriores se parecen muchísimo al mundo
ordenado por los otros que dejó atrás, aunque esta vez es él mismo y nadie más
que él quien pone la primera piedra en cada monumento civilizado de su
universo".<BR><BR>La revolución francesa fue Crusoe innovador, antes y después
del sangriento naufragio que significó la época del terror y la reacción
termidoriana. Los jacobinos diseñaron e impusieron un nuevo y propio calendario,
medida de un tiempo nuevo para hombres nuevos. Era un calendario secular y
agrícola, carente de alusiones religiosas y bucólico. A cada estación
correspondían tres meses rimados: otoño (Vendémiaire, Brumaire y Frimaire),
invierno (Nivôse, Pluviôse y Ventôse), primavera (Germinal, Floréal y Prairial)
y verano (Messidor, Thermidor y Fructidor). <BR><BR>El calendario estuvo vigente
desde 1792 hasta 1806, año en que Napoleón, autonombrado emperador, lo abolió
por considerar que el republicanismo que lo inspiraba no calzaba nadita con la
dinastía que él estaba inaugurando. Según el historiador Norman Hampson: "El
nuevo calendario simbolizaba varios aspectos del pensamiento revolucionario: la
sustitución de la tradición por la 'razón', el culto de una Naturaleza
idealizada y la ruptura con el cristianismo". El calendario era un paso muy
concreto hacia la eliminación del cristianismo en la vida cotidiana.<BR><BR>La
revolución nicaragüense triunfó el primidi de Thermidor del calendario
republicano francés. Era el día del Épeautre, trigo. Desde ese día hasta su
final, el gobierno revolucionario renombró todo lo que pudo: calles, plazas,
barrios, puertos, estadios, escuelas. Y también el tiempo. Cada año recibió su
bautismo: 1979: año de la liberación, 1980: año de la alfabetización, 1981: año
de la defensa y la producción, 1982: año de la unidad frente a la agresión. Los
objetos de uso cotidiano fueron renombrados. Si en la revolución francesa los
Rousseau de tréboles y Voltaire de diamantes de la baraja sustituyeron a las
antiguas imágenes, en los billetes y monedas de los 80 los retratos de Sandino,
Rigoberto López Pérez, Carlos Fonseca y Germán Pomares suplantaron a los de los
viejos próceres -Miguel Larreynaga y José Dolores Estrada- y de
Somoza.<BR><BR><STRONG>EL MITO DEL HOMBRE NUEVO</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>El ciudadano de la revolución francesa y el camarada de
la revolución soviética tuvieron su equivalente en el compañero de la revolución
sandinista. La obligatoriedad del tuteo -impuesta por decreto en la revolución
francesa- llegó a nosotros como obligatoriedad de borrar el señor de nuestro
diccionario: "No me digan señor, eso es para los burgueses", recuerdo que nos
dijo un instructor de las Milicias Populares Sandinistas. Y así como los
maestros del sistema educativo francés debían tener su certificado de civismo,
el certificado de haber participado en los cortes de café era la garantía de que
su portador hacía ímprobos esfuerzos por encarnar el hombre nuevo.<BR><BR>El
mito del hombre nuevo, ese ser abstracto que -nos explica el historiador húngaro
André Reszler- ha salido de la imaginación organizadora del espíritu utópico,
ocupa el sitial del buen salvaje, primer crítico de las civilizaciones
corrompidas: "El hombre nuevo tiene un doble estatuto espiritual y político. Por
una parte, encarna la alternativa del cristiano, que abandona una 'vieja' manera
de vivir y asume un modo de existencia enteramente nuevo. Por otra parte, le
otorga una prolongación 'humanista' a los proyectos de sociedad utópicos o
revolucionarios, fundada en la creatividad de una pedagogía revolucionaria
preparada pacientemente. Integrado en el discurso ideológico moderno, el
concepto pretende ser materialista y político. Pero también se beneficia con la
esperanza del mensaje de San Pablo, al que laiciza adaptándolo a las exigencias
de una Nueva Jerusalén social".<BR><BR>Para el hombre nuevo, retórica nueva:
imágenes, frases, nombres y consignas nuevas, generadoras de esa revolución
espiritual que propugnó Lukács. Sin hombre nuevo, no hay sociedad nueva como
afirma Eric Hobsbawn. El mito del hombre nuevo es la piedra angular ideológica
de las revoluciones porque permite romper con el ancient régime e inventar una
nueva tradición a partir de una puntillosa selección de viejos elementos. La
revolución sandinista fue rebuscando, en vetustas alforjas, lo rescatable y
reciclable: Andrés Castro -el único héroe del pueblo enaltecido en la lucha
contra el filibustero William Walker-, el cantautor chinandegano Camilo Zapata
-convertido en folklore nacional-, la pintura primitivista de Solentiname
-embajadora de la cultura nacional-, etc. La propaganda, las consignas y
discursos fueron los creadores de ese nuevo universo.<BR><BR><STRONG>LA
RETÓRICA: HACER REALIDAD CON PIROTECNIA VERBAL</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>Existe otro elemento que explica la profusión retórica
revolucionaria: el poder performativo y realizativo de las frases de quienes
ostentan el poder. <BR><BR>Los filósofos del lenguaje descubrieron hace algunas
décadas que el común de los mortales entiende que las frases suelen representar
estados de cosas, pero que algunas frases realizan las situaciones que enuncian.
Tienen un poder performativo. "Te prometo que llegaré." es al mismo tiempo la
frase que enuncia una promesa y la realización de la promesa: formula lo que
realiza. Lo mismo ocurre con "Te digo que." <BR><BR>En un sentido distinto, la
autoridad política, precisamente por estar imbuida de poder, realiza lo que
ofrece. Diciendo ¡Defendamos la revolución! reproduce el fiat luce del Génesis
porque en una frase condensa un llamado de alerta y la advertencia de estar en
guardia. Pero también lo realiza porque no existe autoridad probatoria o
negatoria por encima de la revolución. Si los dirigentes dicen ¡En cada
alfabetizador, Carlos Fonseca Amador!, ¿quién puede demostrar que no es así?
<BR><BR>En aquellos años el poder realizativo también les venía del hecho de que
eran el único poder que podía conferir un estatus. Sólo el poder supremo
revolucionario podía realizar por decreto el Ésta es la tierra del pueblo, lo
mismo que ahora establece que El pueblo es Presidente. La materialidad de la
frase es materialidad de los hechos. Lo inusitado en la palabra precede,
acompaña o sustituye a la osadía en las acciones. Pero sólo en el mundo de la
superestructura. La realidad tiene una independencia que escapa al poder
retórico.<BR><BR>Pero los políticos siempre han procurado, a martillazos
retóricos, moldear la realidad. Y como la granítica realidad no es muy dúctil,
los políticos retóricos siempre han tenido buena venta: Demóstenes, Cicerón,
Marat, Danton, Saint-Just, Trotsky. El problema es que la retórica sin acciones,
con acciones que la contradicen o con acciones que sólo la realizan de manera
torpe y desmañada, queda reducida a mero espectáculo y manipulación. Queda en
pura retórica, única realidad que reconocen los deconstruccionistas, según
Vargas Llosa: "El realismo no existe ni ha existido jamás según los
deconstruccionistas, por la sencilla razón de que la realidad tampoco existe
para el conocimiento, ella no es más que una maraña de discursos que, en vez de
expresarla, la ocultan o disuelven en un tejido escurridizo e inaprensible de
contradicciones y versiones que se relativizan y niegan unas a otras. ¿Qué
existe, entonces? Los discursos, la única realidad aprehensible para la
conciencia humana. Discursos que remiten unos a otros, mediaciones de una vida o
una realidad que sólo pueden llegar a nosotros a través de esas metáforas o
retóricas".<BR><BR><STRONG>HAY RETÓRICAS PLAGADAS DE MITOS Y HAY RETÓRICAS
VACÍAS</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Si la retórica no es pura pirotecnia verbal, está plagada
de mitos, donde hay mucho que escarbar para entender la naturaleza del poder y
de las revoluciones. Georges Sorel, deseoso de descubrir las fibras sensibles
para movilizar al pueblo, sostuvo que los mitos son los que impulsan la
subversión de las situaciones existentes y que "las ideologías no han sido más
que traducciones de estos mitos en formas abstractas". <BR><BR>En las consignas,
afiches, leyendas, lemas y metáforas anidan -soterradas en crípticas
codificaciones- constelaciones de valores que sostienen o derrocan regímenes
políticos. Esas constelaciones están en los recursos retóricos mencionados en
este artículo. Y en ellas debemos buscar la explicación de que Gioconda Belli y
Mónica Baltodano, de quienes nadie dirá que son hijas o esposas de dominio
sometidas a un macho, hayan disculpado las "debilidades" ideológicas, venales y
de faldas del compañero Borge -las que todos sabemos y las que ellas saben, que
son muchas más- para escribir sendos panegíricos en su memoria: al gran hombre,
al arrojado revolucionario, se le perdonan esas minucias, deslices que sólo
trituraron vidas y reputaciones que nada son comparadas con la grandeza del
proceso revolucionario.<BR><BR>Pero si la retórica está vacía, saturada de
iteraciones insufribles y defectuosas, como es el caso de la propaganda carente
de ingenio del actual régimen de Daniel Ortega, no tenemos nada para el
análisis, sino solamente un FSLN convertido en nido de erratas. Tanto si es
buena -y con mayor razón si es mala- la retórica es temible. Ya lo dijo Marco
Tulio Cicerón -que sí sabía de lo que hablaba- cuando en De la invención
retórica declara: "Muchas veces he dudado si trae mayores males que bienes, a
los hombres y a las ciudades, la facilidad de hablar y el estudio excesivo de la
elocuencia. Cuando considero el detrimento de nuestra República y traigo a la
memoria las antiguas calamidades de otros Estados, no puedo menos de pensar que
parte no exigua de estos daños, se debe a los oradores". En eximio podio, Tomás
Borge. <BR><BR>* Investigador del Servicio Jesuita Para Migrantes de
Centroamérica (SJM). Miembro del Consejo Editorial de Envío.
<HR>
<BR></FONT></DIV></BODY></HTML>