<!DOCTYPE HTML PUBLIC "-//W3C//DTD HTML 4.0 Transitional//EN">
<HTML><HEAD>
<META content=text/html;charset=iso-8859-1 http-equiv=Content-Type>
<META name=GENERATOR content="MSHTML 8.00.7600.16385"></HEAD>
<BODY style="PADDING-LEFT: 10px; PADDING-RIGHT: 10px; PADDING-TOP: 15px"
id=MailContainerBody leftMargin=0 topMargin=0 CanvasTabStop="true"
name="Compose message area"><FONT size=2 face=Arial>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa</FONT><BR><U>17 de agosto 2012</U><BR><FONT color=#800000
size=5>Colectivo Militante - Agenda Radical</FONT><BR>Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: <A
title="mailto:germain5@chasque.net CTRL + clic para seguir el vínculo"
href="mailto:germain5@chasque.net">germain5@chasque.net</A></FONT></STRONG><A
title="mailto:germain5@chasque.net CTRL + clic para seguir el vínculo"
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
title="mailto:germain5@chasque.net CTRL + clic para seguir el vínculo"
size=4></FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>El Salvador<BR></FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Esa utopía llamada
reinserción</FONT></STRONG><BR></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>Roberto Valencia
</STRONG></FONT></DIV><FONT size=2 face=Arial>
<DIV align=justify><STRONG>Sala Negra/ElFaro</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><A
title="http://www.salanegra.elfaro.net/ CTRL + clic para seguir el vínculo"
href="http://www.salanegra.elfaro.net/"><STRONG
title="http://www.salanegra.elfaro.net/ CTRL + clic para seguir el vínculo">http://www.salanegra.elfaro.net/</STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Oficialmente se estima en más de 62,000 los pandilleros
brincados. Hace tres meses sus líderes acordaron una tregua, y en el debate
público comenzaron a sonar palabras como perdón, segunda oportunidad o
reinserción. Sala Negra de El Faro consultó a autoridades, mediadores,
empresarios, pastores y pandilleros -activos y retirados-, para pedirles que
valoraran, más allá de las cifras, el nuevo escenario que ha dejado la tregua.
<BR><BR><STRONG>1. El problema.</STRONG><BR><BR>En octubre de 2009, cuando el
gobierno encabezado por Mauricio Funes daba sus primeros pasos en un ambiente de
esperanza por los cambios positivos que en teoría se avecinaban, el comisionado
Douglas Omar García Funes, entonces director del Centro Antipandillas
Transnacional de la Policía Nacional Civil (PNC), me concedió una entrevista en
la que le pregunté por el número de pandilleros que había en el país. "Manejamos
que en El Salvador hay unos 16,000 o 17,000", respondió, y de inmediato agregó
que la cifra iba en aumento: la estimación giraba en torno a los 11,000 apenas
cuatro años antes, en 2005.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hoy, junio de 2012, el Ministerio de Justicia y Seguridad
Pública admite sin pudor que los pandilleros brincados son no menos de 62,000,
cifra salida de un estudio de campo que ni siquiera abarcó todos los municipios
del país. Incluidas sus familias -cada vez más involucradas o dependientes de
las actividades ilícitas-, la estimación oficial eleva a casi un cuarto de
millón los salvadoreños ligados directamente a las pandillas. Son más de 200,000
personas, y esto sigue creciendo, ha dicho en repetidas ocasiones durante las
últimas semanas Douglas Moreno, el viceministro de Seguridad Pública.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Más allá de los números, basta visitar comunidades,
colonias y cantones, o hablar con sus residentes, para inferir que las pandillas
se han convertido en un referente trágico e inevitable. En lo urbano-marginal
está más acentuado, pero también sucede en lo rural. Hace poco, por ejemplo, una
vecina me detallaba la reciente llegada de una clica de la Mara Salvatrucha
(MS-13) a su cantón en San Rafael Cedros, departamento de Cuscatlán. Solo las
comunidades con un tejido social más sano y las residenciales de clase
media-alta o alta parecen mantenerse al margen de la influencia directa de las
maras, una influencia también medible en indicadores menos ortodoxos, como la
desaparición de los dorsales 13 y 18 de la inmensa mayoría de los equipos de
fútbol salvadoreños.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Las pandillas, a las que se atribuye la mayor parte de
los homicidios y de las extorsiones, se han convertido pues en un poder local.
Son, además, ultraviolentas e incluso están jurídicamente proscritas, pero nada
de eso ha evitado que sigan siendo atractivas para miles -miles, sí- de niños y
jóvenes.</DIV>
<DIV align=justify><BR>"En mi caso personal, yo diría que fue por la pobreza. En
la casa no teníamos nada. Nada. Y así tantos jóvenes: no hay qué comer, no hay
qué vestir, no hay zapatos. Y al pandillero uno lo ve bien vestido, con dinero,
con cipotas. ese es un gran atractivo para un niño o un joven", me dijo alguien
a quien llamaremos Rafa, un ex pandillero de la MS-13 que recuperó su libertad
hace cuatro años.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los asesores presidenciales parecen haber llegado a
conclusiones similares. "En los barrios pobres, meterse en las pandillas es hoy
por hoy la manera más fácil que tienen los jóvenes de hacer llegar dinero a sus
familias", dijo el presidente Mauricio Funes en una de las reuniones realizadas
en mayo para hablar sobre seguridad pública.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Con un problema de semejante tamaño, gangrenado, y con
perspectivas poco alentadoras, conceptos como el de la reinserción adquieren -o
deberían adquirir- una nueva dimensión, sobre todo en una coyuntura como la
actual, marcada por la tregua vigente entre las pandillas mayoritarias.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>2. El reto-utopía.</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Diccionario de la Real Academia de la Lengua
Española:</DIV>
<DIV align=justify><FONT size=3 face=Calibri></FONT><BR>reinserción. 1. f.
Acción y efecto de reinsertar.<BR>reinsertar. 1. tr. Volver a integrar en la
sociedad a alguien que estaba condenado penalmente o marginado. U. t. c.
prnl.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>3. El nuevo escenario: la tregua.</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Los días 8 y 9 de marzo de 2012 el gobierno salvadoreño
accedió a trasladar a una treintena de cabecillas de la MS-13 y de las dos
facciones del Barrio 18 (Sureños y Revolucionarios, también enfrentadas entre
sí) desde el penal de máxima seguridad de Zacatecoluca a centros penales menos
estrictos. La medida activó de inmediato una tregua entre las pandillas -que
también beneficia a policías, soldados y custodios, y a sus familias-, que se ha
traducido en una abrupta reducción en los homicidios: de 14 a 6 diarios, antes y
después de la tregua, respectivamente. Después, con el paso de los días, un
torrente de concesiones.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El gobierno, que en un principio se desmarcó por completo
de la tregua, e incluso la ocultó, ha terminado aceptando que el entendimiento
con los pandilleros es "una pieza de su estrategia", en palabras del propio
general David Munguía Payés, ministro de Justicia y Seguridad Pública.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El diálogo entre el gobierno y las pandillas, con la
mediación del obispo castrense Fabio Colindres y del exdiputado Raúl Mijango, es
una realidad; asimismo, los logros, al menos en cuanto a la salvación de vidas
humanas, son evidentes.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En este nuevo escenario, la reinserción de pandilleros
activos y de sus familias ocupa un lugar fundamental, un punto que se explicitó
desde el primer comunicado conjunto de la MS-13 y el Barrio 18, suscrito el 19
de marzo: "Pedimos que nos apoyen a reinsertar social y productivamente a
nuestros miembros, dándoles oportunidades de trabajo y de estudio, que no se les
discrimine, y que no se nos reprima por el simple hecho de estar
tatuados".</DIV>
<DIV align=justify><BR>La idea, que generó y sigue generando un lógico
escepticismo, ha sido repetida hasta la saciedad. Carlos Mojica Lechuga, (a)
Viejo Lin, lo dijo en declaraciones al Canal 12: "Simplemente pedimos las
condiciones, tanto en los penales como en las calles, para poder reinsertarnos".
También me lo dijo Víctor García Cerón, (a) Duke, en la cárcel de Quezaltepeque:
"Aceptamos que nos hemos equivocado, pero pedimos a la población otra
oportunidad para convertirnos en ciudadanos que trabajamos, pagamos impuestos y
vamos con nuestros hijos al parque, al cine o a la playa". Y también lo dijo
Ludwing Alexander Rivera, (a) Hollywood: "Podríamos algún día incluso dejar eso
(cobrar la renta), esperamos en un futuro anunciarlo como otro buen gesto, pero
primero necesitamos de parte del gobierno que nos brinden facilidades de
empleo". Desde el 8 de marzo, la reinserción social y laboral está en el
discurso de cada líder entrevistado por un medio de comunicación; no suena muy
aventurado afirmar que la reinserción es uno de los pilares para la
sostenibilidad de la tregua a medio y largo plazo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El mensaje de las pandillas es claro: piden una segunda
oportunidad. Las dudas giran en torno a dos aspectos: por un lado, la sinceridad
de esas palabras; por otro, si se da por hecho la honestidad, en torno a si los
líderes encarcelados podrán controlar el universo de clicas y de personalidades
que hoy por hoy conforman las pandillas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Mario Vega, pastor general de la Misión Cristiana Elim,
una de las iglesias evangélicas más influyentes del país y que más ha trabajado
en el tema de la reinserción, conoce el fenómeno de las pandillas de cerca y
desde hace años: "Yo sí creo que los líderes de las pandillas están involucrados
honestamente en este proceso, porque la palabra empeñada para ellos es el código
máximo de respeto, y no hablan por hablar; ahora bien, en cualquier momento
podrían cambiar su palabra, por no ser oídos o por no tener la receptividad que
ellos desean".<BR><BR>Mochila de un niño que asiste al Centro de Desarrollo
Infantil de la empresa League Central America, ubicada en la zona franca
American Park, en Ciudad Arce (La Libertad). Foto Mauro Arias<BR><BR>Habría
pues, a juicio del pastor Vega y de otros actores involucrados en este proceso,
un tercer ingrediente para la sostenibilidad en el tiempo -y profundización- del
proceso: la capacidad de la sociedad salvadoreña de asimilar que los pandilleros
pasen de la noche a la mañana de ser el enemigo público número uno a ser
considerados un grupo social más.</DIV>
<DIV align=justify><BR>¿Y si fuera cierto que la reinserción es una pieza clave
para drenar de manera significativa el componente violento que define a las
pandillas?</DIV>
<DIV align=justify><FONT size=3 face=Calibri></FONT><BR><STRONG>4. La eterna
promesa.</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Los conceptos reinserción y prevención no están ligados
privativamente a la tregua vigente, ni mucho menos. Durante la última década,
todos los gobernantes han salpicado sus discursos con esas palabras, conscientes
de que conviene hacerlo para cuestiones como la captación de fondos de la
cooperación internacional. Incluso Elías Antonio Saca (2004-2009), el presidente
que elevó el manodurismo a su máxima expresión, se cuidó de no sonar
exclusivamente represivo. "Aplicaremos Súper Mano Dura para llevar a los
delincuentes ante la ley, pero a la vez tendremos la mano extendida para
aquellos que busquen la rehabilitación", dijo en su discurso de toma de
posesión. Meses después, presentó el Plan Mano Amiga, que el propio Saca vendió
como una herramienta "para prevenir el delito y buscar la reinserción de
aquellas personas que quieran cambiar de vida".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Cinco años y 18,000 muertos después, el presidente Funes
llegó al Ejecutivo con la promesa de reenfocar las políticas públicas de
seguridad, pero el tan mentado cambio, al menos en este rubro, nunca se
concretó. "A pesar de que el discurso de este gobierno era buscar un equilibrio
entre la represión y la prevención, Funes es el que más ha profundizado la
represión, y no ha habido la misma profundización en las políticas de
prevención", valora el pastor Vega.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Al margen de las opiniones, que por definición tienen una
carga de subjetividad que puede generar discrepancias, el crecimiento
exponencial del fenómeno de las maras en los últimos tres años es quizá la
prueba más contundente de que reinserción y prevención nunca han dado el salto
de los discursos a las políticas públicas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Ahora bien, el discurso gubernamental de las últimas
semanas comienza a parecerse al de la campaña electoral. El pasado 31 de mayo,
el presidente Funes explicitó ese nuevo talante en un encuentro ante líderes
religiosos: "Este gobierno ha tomado la decisión valiente de aceptar que lo que
se ha hecho hasta ahora, incluso lo hecho por nosotros mismos en estos tres
años, no ha sido suficiente. Por lo tanto, es el momento de enmendar la plana y
de comenzar a hacer las cosas de modo diferente".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hacer las cosas de un modo diferente, dijo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Dio incluso un paso más, al aseverar que se priorizará
"la reinserción de los delincuentes que dejan de ser delincuentes para servir
productivamente a la sociedad", que es exactamente lo que los pandilleros están
reclamando.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Un par de semanas atrás, el viceministro Moreno se había
expresado en la misma línea: "Algún día tenemos que despertar y romper el tabú
sobre este tema, y este es un buen momento".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Falta saber si esta vez las palabras precederán acciones
concretas, planes de reinserción efectivos, o si se repetirá el guion de
siempre. El pastor Vega se queja: "Ya hay políticas públicas escritas muy
buenas, como el programa de prevención de la Secretaría de Asuntos Estratégicos,
pero el problema es que nunca salen del papel".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Otro pastor que también conoce de cerca la situación de
los pandilleros en los centros penales es Nelson Benjamín Valdez, presidente de
la Red Nacional de Pastores (RNP), una entidad que aglutina a cientos de
ministros evangélicos de distintas denominaciones, y que desde hace varios años
ha hecho del trabajo de conversión en las cárceles su principal eje de trabajo.
"En este proceso la clave será trabajar con las familias. y dar trabajo",
dice.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Al igual que casi la totalidad de las fuentes consultadas
para este reportaje -personas que conocen muy de cerca el fenómeno de las
maras-, el pastor Valdez opina que esta tregua representa una gran oportunidad:
"Yo sí creo que la petición de perdón de los pandilleros es honesta, y lo que
tendríamos que hacer ahora es darles los medios, porque puede haber perdón y
tregua, pero si no les damos los medios necesarios."<BR>5. La reinserción
posible.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Desde cuando el fenómeno de las maras comenzó a
evidenciarse, hace ya dos décadas, la estrategia principal ha sido la represión;
sin embargo, hay experiencias puntuales que demuestran que sí es posible la
inserción de pandilleros en el tejido productivo formal.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Ubicada en la zona franca sobre la Carretera
Panamericana, en Ciudad Arce (La Libertad), League Central America es una
moderna y competitiva empresa que da trabajo a expandilleros desde 2009.
Confecciona ropa deportiva, y entre sus clientes hay un nutrido grupo de
universidades de Estados Unidos. El esquema de trabajo en League tiene en la
inclusión de expandilleros uno de sus ejes, y los resultados son satisfactorios.
"Nuestra metodología funciona", dice enfático Rodrigo Bolaños, el gerente
general.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En la actual coyuntura de tregua, el gobierno pone a esta
empresa como ejemplo de inclusión, y está buscando replicar su filosofía a mayor
escala.<BR><BR>League Central America es una moderna empresa que emplea a unas
200 personas y se dedica a la confección de ropa deportiva para su exportación a
Estados Unidos. Foto Mauro Arias<BR><BR>Bolaños vivió en Estados Unidos 24 años,
pero es salvadoreño, y podría considerarse un empresario poco convencional:
visita, por ejemplo, las casas de sus empleados. Es muy crítico con el abordaje
tradicional que desde el gobierno o desde la empresa privada se ha hecho del
fenómeno de las pandillas: "Yo siento que es algo que no se ha entendido, y por
eso cuando se habla de reinserción o de mano amiga, realmente no saben de lo que
se está hablando".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Para este empresario, las maras son un problema
eminentemente social, y por lo tanto la solución pasa, sí o sí, por
reinsertarlos en la sociedad; para ello, ofrecerles un empleo digno es una
premisa básica. "Los pandilleros no nacieron en Corea. Son de aquí. Este es un
problema nuestro. Son hermanos salvadoreños. Por eso no basta con apoyar. Hay
que involucrarse", dice Bolaños.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En sus respuestas recurre con frecuencia a un paralelismo
entre el cuerpo humano y la sociedad. Cuando alguien tiene cáncer, dice, lo
ideal es concentrar todas las energías en curarlo, y no darle la espalda como si
no existiera. Las pandillas y su vertiginoso desarrollo son, a su juicio, la
expresión de una sociedad enferma, "pero los esfuerzos de reinserción que se han
hecho para tratar ese cáncer son como dar aspirinas".<BR>El 15% de las 200
personas que League tiene contratadas han integrado la MS-13 o el Barrio 18, y
el objetivo es que el porcentaje aumente a corto plazo. No se trata, sin
embargo, de emplear a cualquier pandillero que se presenta. "No es solo ofrecer
una mano a un muchacho que está en la calle -dice Bolaños-, porque te la va a
comer". De hecho, los procesos de selección del personal son muy
estrictos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En primer lugar, League trabaja solo con personas sin
tatuajes ostensibles, que han roto por completo con la pandilla, y que llegan
recomendados por pastores o sacerdotes que avalan su conversión espiritual.
Después, entran en un proceso que incluye dinámicas grupales, trabajo en equipo
con ex miembros de pandillas contrarias y un torrente de pruebas sicológicas
avaladas por la Universidad Centroamericana (UCA). Aquellos de quienes se
sospecha que siguen activos son excluidos. Pasados todos estos filtros, el
departamento de recursos humanos de la empresa exige el mismo protocolo que a
cualquier otro joven que solicita un empleo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Yo no trabajo con pandillas; es más, la pandilla yo la
siento bien peligrosa. Lo que yo trabajo es con el muchacho o la muchacha que se
sale, que pasa a través de una iglesia, y ya no quiere regresar", sintetiza
Bolaños. Una vez contratado, eso sí, League ofrece al joven una serie de
beneficios, como kínder para los hijos, educación formal dentro de la empresa en
horario extralaboral, seguimiento sicológico, actividades para fomentar
valores.</DIV>
<DIV align=justify><BR>League ha demostrado que insertar pandilleros en el
tejido productivo es posible y, por extensión, que hay pandilleros dispuestos a
emprender esa vía. No obstante, este modelo, incluso si se lograran los fondos
para implementarse a gran escala, no encajaría a cabalidad con lo que hoy están
pidiendo las pandillas, que es reinserción laboral, sí, pero sin salirse. Ni los
pandilleros activos ni los calmados caben en el proyecto de Bolaños.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Otro aspecto que no se puede pasar por alto es que la
reinserción social va mucho más allá de conseguir una fuente estable de
ingresos. Rafa, ex de la MS-13 y empleado de League, está muy agradecido con la
oportunidad, pero su vida social es aún inexistente. Su pecho está cruzado por
una M y una S que intentó borrar, sin éxito.</DIV>
<DIV align=justify><BR>-Supongo que no podrás ir así ir al mar. -le comenté
cuando se levantó la camisa y apareció su tatuaje, deformado por una mala praxis
al intentar borrarlo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>-Yo no salgo de la casa. Y si salgo, de manga larga. Yo
no puedo ponerme una camiseta, o un centro o ir sin camisa a la playa o a una
piscina. La pandilla me considera un traidor, y la gente que no son pandilleros
me discrimina al ver un tatuaje, porque hay temor, aunque uno ya no ande en
nada.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Ese rechazo social al pandillero -no solo el empresarial-
es también uno de los principales obstáculos a juicio de Raúl Mijango,
facilitador de la tregua y de las concesiones posteriores entre el gobierno y
las pandillas. "Hay que decirlo con franqueza -me dijo Mijango cuando lo abordé
al interior del penal de Quezaltepeque-, los pandilleros están esperando la
respuesta de la sociedad salvadoreña y del Estado, porque lo más difícil es que
la sociedad deje de seguir mirando hacia atrás, acumulando odios y
resentimientos".</DIV>
<DIV align=justify><BR>En este sentido, el empresario Bolaños es bastante
pesimista y, a pesar de su lucha a favor de la reinserción, está consciente de
que, incluso en el mejor de los casos, los resultados se verían a medio y largo
plazo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>-Rodrigo, ¿está la sociedad salvadoreña preparada para
aceptar a los pandilleros?<BR></DIV>
<DIV align=justify>-No, no lo está.<BR></DIV>
<DIV align=justify>-¿Y puede funcionar la reinserción en esas
condiciones?<BR></DIV>
<DIV align=justify>-Lo que sí se puede hacer es dar trabajo y estudios a la
generación actual, para que ellos mantengan su casa y dejen de delinquir, pero
el objetivo primario, como país, debería ser sus hijos; poder agarrarlos a
tiempo y cuidarlos, para que ellos sí tengan una oportunidad real de salir
adelante.<BR>6. Y ahora, ¿qué? <BR></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>"A largo plazo buscamos que ser pandillero no sea sinónimo de
delincuencia, de violencia, de criminal, sino que se convierta en una minoría,
con su cultura, su vestimenta, sus tatuajes, su hablado. pero que todo esto no
esté vinculado al crimen. A corto plazo pedimos que desde ya se inicien procesos
para que nuestros compañeros tengan oportunidades de educarse y de
profesionalizarse", respondió Duke en el penal de Quezaltepeque cuando le
pregunté qué esperan sacar de esta tregua. Él es el principal palabrero de la
facción de los Revolucionarios, del Barrio 18.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Una de las inquietudes que surge de inmediato es saber
qué suponen el corto plazo y el largo plazo en un ambiente tan volátil como el
de las pandillas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En este sentido, del lado de las pandillas no parece, a
priori, que el riesgo de ruptura de la tregua provenga de los pandilleros
encarcelados, ya que ellos están disfrutando del torrente de concesiones que ha
hecho el gobierno desde el 8 de marzo, como permitir el ingreso de sus hijos,
autorizar que los familiares puedan hacerles llegar más comida, minimizar las
requisas, o que la visita íntima se alargue toda la madrugada. La incógnita está
más con los de la libre, en saber si se mantendrá la disciplina demostrada hasta
ahora.</DIV>
<DIV align=justify><BR>De hecho, cuando el 2 de mayo se leyó el segundo
comunicado conjunto de las dos pandillas, uno de los palabreros se quejó de lo
complicado que les estaba resultando hacer respetar el compromiso de no agredir
a policías, soldados y custodios. "Hay señores agentes que están deteniendo y
golpeando a algunos compañeros por gusto -dijo-, y la verdad, a nosotros se nos
hace bien difícil sostener a tanto joven, a tanta persona con diferente tipo de
vida o carácter, para que obedezcan la orden de no asesinar".<BR><BR>Un joven
expandillero busca material en la bodega de la fábrica League Central America.
El gerente general asegura que son empleados altamente productivos. Foto Mauro
Arias<BR><BR>Más allá de lo que suceda al interior de las pandillas -cuya
disciplina interna ha quedado, en términos generales, demostrada-, para mantener
esta tregua contranatura la papa caliente parece estar en las manos de un
gobierno que, con unas elecciones presidenciales en el horizonte, difícilmente
hará un movimiento que se pueda interpretar como una claudicación ante las
maras.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El facilitador Raúl Mijango está convencido de que para
garantizar la paz en El Salvador es preciso que todas las partes hagan buenos
gestos. En su particular lectura son el Estado y la sociedad civil los que
tienen que mover ficha. El empresario Bolaños también cree que, si el
arrepentimiento es sincero -?hecho que él sí pone en duda-?, "de parte de la
sociedad se tiene que entender por qué empezó todo esto, y tiene que haber una
capacidad para perdonar".</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Mientras no se les dé la oportunidad de ganarse su
dinero honradamente, esto va a seguir", augura el pastor Valdez. El pastor Vega
cree que, si bien toda la sociedad está llamada a participar en este proceso,
"se necesita un liderazgo, y ese papel por default le cae al presidente". Y es
que el discurso gubernamental en efecto ha cambiado, pero seguramente eso no sea
suficiente para sostener una tregua-negociación cuyo único pegamento parecen ser
las concesiones hechas por el gobierno y la disminución de la actividad criminal
de los pandilleros. "El tiempo pasa y, más allá de las buenas voluntades y
deseos, no se ve nada concreto; a los pandilleros que están en las calles solo
les han ofrecido el batallón antipandillas", observa Vega.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Este 8 de junio se cumplieron tres meses desde que el
traslado de los líderes activó la tregua. Tres meses. En el gobierno del
presidente Funes hay un discurso más tolerante hacia la reinserción, y hasta se
menciona ya un proyecto bautizado como Parques Especiales de Inserción Laboral y
Cultura de Paz, cuyo plan piloto se ubicaría en alguna colonia del Área
Metropolitana de San Salvador, y emplearía a no menos de 500 pandilleros y
familiares. Pero incluso este gesto mínimo continúa aún en el ámbito de las
buenas intenciones y no en el de las realidades.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En cuanto al Gran Acuerdo Nacional por la Paz y la
Justicia anunciado con bombo y platillo por el presidente Funes, donde se espera
que la prevención y la reinserción se conviertan en dos pilares, los tres meses
ni siquiera han resultado suficientes para conformar las mesas de trabajo de las
que deberían salir propuestas concretas. Aún no ha terminado las reuniones
explicativas con los diferentes actores sociales.</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Yo sí siento que está yendo demasiado lento, quizá por
la misma inercia de lo gubernamental, que siempre va a paso lento", dice el
pastor Vega. Quizá tenga razón. O quizá no, y estemos -?para bien del país-? en
un punto de no retorno en los indicadores de homicidios que hasta hace un
trimestre hacían de El Salvador uno de los lugares más violentos del mundo. Lo
positivo de esta situación es que, independientemente de quién resultara ser el
responsable directo de una hipotética ruptura de la tregua -los pandilleros, la
desidia gubernamental, algún grupo desestabilizador o una conjunción de estos
elementos-, esta sería imposible de ocultar por mucho tiempo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Y quién sabe lo que sucedería después.
<HR>
</DIV></FONT></BODY></HTML>