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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa</FONT><BR><U>26 de agosto 2012</U><BR><FONT color=#800000
size=5>Colectivo Militante - Agenda Radical</FONT><BR>Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: <A
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href="mailto:germain5@chasque.net">germain5@chasque.net</A></FONT></STRONG><A
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Uruguay<BR></FONT></STRONG></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>El Frente Amplio en la crisis del
2002</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT face=Arial>A</FONT></STRONG><FONT size=2><FONT
face=Arial><FONT size=3><STRONG>probando el último examen</STRONG></FONT>
<BR></FONT></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>Ernesto
Herrera<BR>Correspondencia de Prensa</STRONG></FONT></DIV><FONT size=2
face=Arial>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify>Fue la peor crisis económica en la historia del país. En
agosto de 2002, un "terremoto financiero" hacía temblar el modelo levantado por
las elites neoliberales. Los coletazos de la devaluación del real en Brasil
(1999), la quiebra de Argentina (2001), y sobre todo el colosal fraude bancario
que propició la desregulación financiera, pegaron de lleno en la línea de
flotación. El gobierno de coalición presidido por Jorge Batlle (Partido
Colorado) estuvo "con los días contados" y el país "al borde del abismo". </DIV>
<DIV align=justify><BR>El Producto Bruto Interno (PBI) se desplomó 11%; la
devaluación del peso fue cercana al 100%. Las exportaciones se redujeron más del
10% y las importaciones 36%; las reservas internacionales netas cayeron de US$
3.000 millones a US$ 665 millones en menos de seis meses; los bancos perdieron
el 45% de sus depósitos y cuatro de los más grandes (privados) cerraron. Miles
de pequeños y medianos ahorristas perdieron sus ahorros de toda la vida, otros
miles vieron como sus dineros eran "reprogramados"; la relación entre la deuda
pública y el PBI rebasó el 100%. Las "calificadoras de riesgo" retiraron el
"investment grade" (grado inversor).</DIV>
<DIV align=justify><BR>La clase trabajadora sufrió las peores consecuencias. Más
de 200.000 trabajadores del sector privado perdieron su puesto de trabajo; el
desempleo alcanzó al 20% de la fuerza laboral; el subempleo afectó a cerca de
500.000 personas; y menos de la mitad de los uruguayos tenían un trabajo
"estable". Los "salarios reales" cayeron entre 16% y 20%; la pobreza y la
indigencia alcanzaron al 43% de la población; el PBI per cápita pasó de US$
6.331 a US$ 3.307 anuales. En los primeros ocho meses de 2002, más de 35.000
uruguayos -sobre todo jóvenes- emigraron a España, Estados Unidos y Canadá; la
tasa de mortalidad infantil subió a 13,6 por mil en 2002 y a 15 por mil en 2003,
aunque en algunos departamentos del interior la cifra se ubicaba por encima de
los 20 por mil; los hospitales públicos de todo el país atendieron en 2002 un
50% más casos de niños con grave desnutrición que en 2001; más 700 personas se
suicidaron al haberlo perdido todo. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Ante el paisaje aterrador de un país devastado por la
crisis y la amenaza de un estallido social de proporciones imprevisibles,
Claudio Paulillo, lucido analista de la derecha liberal, se pregunta lo que
muchos -dentro y fuera de Uruguay- se preguntaron: "¿cómo no hubo una guerra
civil en Uruguay?" </DIV>
<DIV align=justify><BR>Es el mismo Paulillo quien arroja luz sobre algunas de
las razones que le permitieron al gobierno evadir el peligro de una revuelta de
masas y, finalmente, culminar su mandato. "Puede haber muchas respuestas para
eso, pero hay tres que emergen claramente; 1) el gobierno de Batlle cometió
errores a lo largo de la crisis (algunos de ellos, muy gruesos) pero mantuvo
firme el objetivo de no "argentinizar" el proceso uruguayo -como lo exigió una y
otra vez con todas sus fuerzas el FMI- y contó para ello con el apoyo
providencial y decisivo del gobierno de los Estados Unidos; 2) el Partido
Nacional, que integraba el gobierno, se tragó los 'sapos' más amargos y votó las
leyes sin las cuales el barco se hubiera ido a pique sin remedio; 3) la
oposición liderada por Tabaré Vázquez, si bien sacó partido del fenomenal
descalabro que sufrió el país, no aprovechó las circunstancias objetivas que
existían para "argentinizar" la protesta social y resolvió actuar con 'lealtad
institucional' para evitar el derrocamiento del gobierno 'desde la calle', como
los peronistas lo habían hecho antes respecto al presidente argentino Fernando
de la Rúa y como los seguidores de Evo Morales lo hicieron después respecto al
presidente boliviano Gonzalo Sánchez de Losada." (Con los días contados,
Colección Búsqueda/Fin de Siglo, 2004)</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>"Lealtad
institucional"</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>La primera de las razones le permitió al gobierno capear
el temporal. Y socorrer a los "bancos buenos" con cientos de millones de dólares
que pasaron a engrosar la deuda pública. Era el primer paso para volver a llenar
la caja. </DIV>
<DIV align=justify><BR>La administración de George W. Bush aportó de urgencia un
"préstamo puente" de US$ 1.500 millones para que pudiera levantarse el "feriado
bancario" decretado por el gobierno, mientras se ajustaban los detalles de un
acuerdo con las instituciones financieras internacionales. El amigable gesto del
jefe del imperio le sería agradecido por Tabaré Vázquez, cuando en 2007 lo
recibió en la estancia presidencial Anchorena (departamento de Colonia). El
Fondo Monetario Internacional puso US$ 600 millones (una préstamo stand by), el
Banco Interamericano de Desarrollo US$ 500 millones, y el Banco Mundial otros
US$ 400 millones. El "blindaje financiero" permitió "restablecer la confianza en
el sistema bancario" y "fortalecer el marco económico", evitando así el temido
default (cesación de pagos).</DIV>
<DIV align=justify><BR>La segunda razón tenía que ver con el gobierno de
coalición. Tanto el Partido Colorado como el Partido Nacional se repartían el
gabinete de ministros y los directorios de los bancos y empresas públicas. Las
responsabilidades en la crisis eran compartidas. En todo caso, el Partido
Nacional exigió la cabeza del Ministro de Economía y Finanzas, Alberto Bensión
(un gerente de los banqueros), como forma de lavarle la cara al programa de
"salvataje" que se iniciaba. Alejandro Atchugarry (empresario y senador del
Partido Colorado) asumió la cartera con el apoyo de todos los partidos con
representación parlamentaria. Y el reconocimiento explícito del Frente Amplio
(FA). Tanto, que el hoy senador frenteamplista Enrique Rubio (Vertiente
Artiguista) le escribió por aquellos días en un caluroso telegrama: ¡Sos un
patriota!. (Artículo con su firma, El Observador, edición especial a diez años
de la crisis, agosto 2012.) </DIV>
<DIV align=justify><BR>La tercera razón fue la clave del entramado. El Frente
Amplio le temía a una situación de "desgobierno". Todavía estaban frescas las
imágenes del presidente argentino, Fernando de la Rúa, huyendo en helicóptero
mientras las masas se hacían dueñas de las calles al grito de "que se vayan
todos". Sectores del FA, como el Partido Comunista, llamaban a la conformación
de un gobierno de "salvación nacional", y el dirigente tupamaro Eduardo Bonomi
(actual Ministro del Interior) alertaba sobre el peligro de un "vacío de poder".
Finalmente, se impuso la línea de no "argentinizar" la crisis. Tabaré Vázquez
rechazó de forma categórica el nuevo plan de ajuste del gobierno y criticó los
acuerdos con el FMI, no obstante, advirtió que la izquierda debía tener "sentido
de responsabilidad" para no generar "más tensiones sociales". Vázquez -apoyado
por el general Liber Seregni- resumía la posición a adoptar: "Si alguien cree
que nos vamos a callar y paralizar, se equivoca (.) pero si alguien cree que nos
vamos a desbocar, también se equivoca". (Declaraciones en su programa de
entonces en CX 36 radio Centenario)<BR> <BR>Vázquez era enfático: la
izquierda no provocaría ni alentaría "estallidos sociales". El pronunciamiento
tuvo su corolario en términos de estrategia política: "oposición responsable" al
gobierno y, al mismo tiempo, "lealtad institucional" al régimen político de
dominación. Recordando aquellos días negros, el actual vicepresidente de la
República, Danilo Astori, reconoce que "la potencialidad para incendiar la
pradera era grande", pero que el FA "no lo hizo". Por el contrario, en todo
momento apoyó al nuevo ministro de Economía, priorizó el diálogo y los acuerdos,
y "en la comunicación con la sociedad" bajó los volúmenes de confrontación. (El
Observador, edición ya citada) </DIV>
<DIV align=justify><BR>Entre las fuerzas del FA las voces críticas se apagaron.
O casi. Solamente la Corriente de Izquierda (CI) tuvo la audacia y la coherencia
política de oponerse a la estrategia de colaboración de clases. Para la CI que
agitaba en su militancia sindical y barrial un plan de medidas urgentes "Para
derrotar el hambre", la propuesta de la izquierda no podía ser otra: "Fuera
Batlle" y "Elecciones Nacionales Ahora!. (Corriente de Izquierda Nº 8/9,
mayo-setiembre, 2002)</DIV>
<DIV align=justify><BR>Es por demás ilustrativo de la situación que analistas de
la derecha -aún en forma de caricatura- registren esta posición de la
"ultraizquierda" frentista. "Ellos querían directamente echar al presidente
'desde la calle'. Es decir, organizando y convocando a una rebelión como la que
luego acabaría volteando en Bolivia al presidente González Sánchez de Losada el
17 de octubre del 2003 (...) Ellos soñaban con perpetuar acciones como el asalto
al Palacio de Invierno de los bolcheviques en 1917. Recordaban la mítica imagen
de Fidel Castro y el Che Guevara ingresando en 1959 a las calles de La Habana
con los fusiles al hombro, rodeados por el fervor popular, y se figuraban a sí
mismos protagonizando escenas similares en el Uruguay". (Claudio Paulillo, libro
ya citado)</DIV>
<DIV align=justify><BR>No obstante la gravedad y extensión de la crisis -que
bien podría describirse con la clásica fórmula de Lenin de "crisis nacional"-,
la respuesta de los de abajo lejos estuvo de desencadenar una "insurrección
popular". En su desesperación, los más pobres "saquearon" algunos comercios de
mediano porte. Decenas de ollas populares se organizaron en barrios periféricos
de Montevideo. Mientras que el "movimiento obrero organizado" se limitó a un
paro general de 24 horas y a otro de medio día convocados por el PIT-CNT. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Los movimientos sociales quedaron maniatados a la
política de concertación y a la estrategia de contención de los aparatos
sindicales. El testimonio de dos operadores claves en la crisis lo confirma.
Para el ex dirigente sindical portuario y actual vicepresidente del FA, Juan
Castillo (Partido Comunista), "ningún dirigente, gremio o corriente de opinión
tiró sobre la mesa una propuesta de concreta de hacer una huelga general"; y
hubiese sido "un gran error" derrumbar al gobierno. (Entrevista en La Diaria,
2-8-2012) En el mismo sentido apunta el ex sindicalista bancario Eduardo
Fernández (Partido Socialista): "Pudimos haber ido a la huelga general y a nadie
le hubiera llamado la atención", sin embargo "decidimos transitar por el camino
más largo, pero el más seguro, el que al final le iba a servirle al gremio y al
país". (Artículo con su firma, El Observador, edición ya citada) </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=3 face=Calibri></FONT><BR><STRONG><FONT
size=3>Trampolín al gobierno</FONT></STRONG></DIV><FONT size=3
face=Calibri></FONT>
<DIV align=justify><BR>La sensación de "vacío de poder" había sido resuelta
gracias a la eficaz labor del Frente Amplio y sus aliados en el PIT-CNT. El
incendio se había evitado. La estrategia de "lealtad institucional" había
funcionado a pleno. A finales de 2002 el FA contaba con cerca del 45% de
"intención de voto". Colorados y blancos juntos no alcanzaban el 40%. Era la
consecuencia política más clara producida por la crisis. El presidente Jorge
Batlle continuaría hasta el 1º de marzo de 2005, "haciendo equilibrio arriba de
un alambre" (de acuerdo a sus propias palabras), aunque su gobierno, de hecho,
había terminado. </DIV>
<DIV align=justify><BR>La crisis experimentó un cambio político cualitativo en
la sociedad uruguaya. El centenario bipartidismo tradicional quedó herido de
muerte. El FA emergía como una "opción seria" de gobierno. Su certificada
"adhesión democrática" lo elevaba al rango de candidato indiscutible a la
sucesión. Su conducta en la crisis fue el trampolín hacia el gobierno.
Había aprobado el último examen ante el gran jurado de las clases
dominantes.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Entre 2003 y 2004 se aceleraron las "actualizaciones"
ideológicas y programáticas. Y el maridaje con fracciones del empresariado tomó
cuerpo en la "concertación para él crecimiento". Se borró toda referencia
"antioligárquica" y "antiimperialista", y se enterraron aquellas demandas que
habían marcado al "frentismo" desde su fundación en 1971: estatización de la
banca, reforma agraria, reforma urbana, monopolio del comercio exterior, ruptura
con el FMI, no pago de la deuda externa.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En el 2004, dicen Adolfo Garcé y Jaime Yaffé, el Frente
Amplio ya podía ser descrito como un partido socialdemócrata. (La era
progresista, Fin de Siglo, 2004) Esta transformación no resultaba de un cambio
cosmético, ni de una maniobra oportunista. Tampoco de una "traición" inesperada.
En realidad, se trató de la culminación de un largo y genuino proceso que se fue
operando desde la "transición democrática". En el nuevo lenguaje progresista, la
"democracia representativa" dejó de ser vista como una simple "formalidad
burguesa" y pasó a ser un "valor universal" a defender. La revolución
desapareció del mapa, y el socialismo quedó situado en el lejano horizonte de la
"utopía". La "toma del poder" cedió su lugar a "ganar las elecciones". Aunque
los ideales de igualdad, justicia y solidaridad social se mantuvieron. Sobre
todo en los discursos. Como para lavar las conciencias heridas.
<BR> <BR>Fue por aquellos años post-crisis que Mujica empezó a exhibir sus
dotes de pragmatismo y sensatez: "Hay que decirle la verdad a la gente: en el
mejor de los casos nos va a llevar diez o quince años volver a tener un país
donde más o menos se pueda vivir." (Cuando la izquierda gobierne, Mario Mazzeo,
Trilce, 2003) Todo un anticipo: se trataba de desinflar las ansiedades y frenar
el "exceso de demandas". El discurso pegaba con la oferta gradualista del
"cambio posible". Las palabras de orden debían encajar con el programa:
continuidad macroeconómica (de las políticas neoliberales), "honrar los
compromisos" (con los acreedores internacionales), concertación social (con las
corporaciones patronales), planes asistenciales enfocados en la pobreza (según
las directrices del Banco Mundial). <BR></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Diez años después</FONT> </STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>La crisis "fue superada" y hasta volvió a conseguirse el
ansiado "investment grade". Los capitales privados alimentan la inversión de un
"país productivo". Eso sí, basado en la extranjerización de la economía. El PBI
no deja de crecer, las exportaciones vuelan, el consumo se dispara en la llamada
"clase media". Estamos "mucho mejor preparados", dicen las autoridades, incluso
para soportar los coletazos de la crisis capitalista internacional. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Apenas faltaría distribuir un poco más "equitativamente"
la riqueza. Lo reconocen. Porque siguen habiendo 450 mil personas en la extrema
pobreza (14% de la población). Porque la masa salarial -en relación al PIB- se
ubica en el 24%. Y porque la precarización del salario impide que el 56% de los
trabajadores y trabajadoras (según el Instituto Cuesta-Duarte del PIT-CNT),
alcancen siquiera el cuarto de la canasta básica mensual. "Asignaturas
pendientes" que se irán resolviendo, dicen los funcionarios. Aunque de forma
"gradual" y "prudente". </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=3 face=Calibri></FONT><BR>El país "es otro". Los
"cambios" son perceptibles según los analistas. Parece verdad. Tanto que hoy,
los bancos son las instituciones que cuentan "con mayor confianza" en la
sociedad, superando por lejos a los partidos, los sindicatos, el poder judicial
y la policía. (Encuesta Factum, El Observador, 24-7-2012) Impensable unos años
atrás. No obstante, ciertos "valores" que hacen a la "identidad republicana"
continúan prevaleciendo por ser un "patrimonio cultural". Son los que
permitieron "una salida uruguaya a la crisis" en el 2002. Vale decir, una
conducta acordada de "los sectores políticos, empresariales y sindicales (.) que
al apoyar, dejar hacer o simplemente confiar en el país, acompañaron y
viabilizaron el camino adoptado por el gobierno". (Enrique Iglesias, ex
presidente del BID en el prólogo del libro de Carlos Steneri, Al borde del
abismo. Uruguay y la gran crisis del 2002-2003. Ediciones de la Banda Oriental,
2011)</DIV>
<DIV align=justify><BR>No hay un gobierno de "unidad nacional" porque a nadie le
interesa. Mucho menos a dos años y poco de las próximas elecciones. De vez en
cuando hay rispideces y trifulcas. Hasta se insultan. Las interpelaciones a los
ministros se suceden por parte de blancos y colorados, sin ninguna consecuencia
política. Las corporaciones patronales hacen su juego quejándose, mientras se
benefician de la "bonanza económica". Los sindicalistas del progresismo de vez
en cuando gritan, protestan, hacen huelgas, pero terminan negociando todo.
El "espíritu de la concertación" se mantiene más allá de cualquier desencuentro.
Unos y otros saben que se necesitan para asegurar la gobernabilidad del orden
"democrático" y disciplinar a la fuerza de trabajo. La razón es sencilla:
pertenecen al mismo campo contrarrevolucionario. El presidente de la República
-justificando su conversión- lo ha dejado en claro hace bien poco: "Era un mito
que no se podían alcanzar los cambios con las reglas de la democracia liberal".
(Mujica, entrevista con la periodista Claudia Palacios, CNN,
8-4-2012).
<HR>
<BR></DIV></FONT></BODY></HTML>