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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa</FONT><BR><U>12 de octubre 2012</U><BR><FONT color=#800000
size=5>Colectivo Militante - Agenda Radical</FONT><BR>Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: <A
title="mailto:germain5@chasque.net CTRL + clic para seguir el vínculo"
href="mailto:germain5@chasque.net">germain5@chasque.net</A></FONT></STRONG><A
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Venezuela<BR><BR>El triunfo de Chávez y
el socialismo petrolero</FONT></STRONG><BR><BR></DIV>
<DIV align=justify><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Pablo Stefanoni <BR>Brecha, Montevideo,
12-10-2012<BR><A
title="http://www.brecha.com.uy/ CTRL + clic para seguir el vínculo"
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title="http://www.brecha.com.uy/ CTRL + clic para seguir el vínculo"
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title="http://www.brecha.com.uy/ CTRL + clic para seguir el vínculo"></STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><BR><BR>Si se hubiera tratado de un
país "normal", 11 puntos de ventaja en un balotaje (55,42 contra 44,1 por
ciento, más de 1,6 millones de votos de diferencia) hubieran llevado a cualquier
medio de prensa de cualquier país a hablar de victoria por paliza del primero
sobre el segundo. Pero al tratarse de la "especial" Venezuela, se habló más "en
el mundo" del espectacular ascenso de la oposición que del cuarto triunfo al
hilo en una presidencial de Hugo Chávez. Dicho pues: el domingo Chávez ganó por
paliza, en 22 de los 24 estados del país, y quedaron en la nada catastrofismos
del más diverso pelaje sobre eventuales fraudes electorales o violentismos
varios. </FONT></DIV><FONT size=2 face=Arial>
<DIV align=justify><BR>Cierto también: el ascenso de la oposición conducida por
Henrique Capriles fue notable. Chávez deberá ahora enfrentar tal vez los mayores
desafíos que se le han presentado en sus 14 años de mandato, tanto en el plano
político y económico como en el personal. De esos temas, de la "incomprensión"
que rodea al "comandante" y su modelo, y de sus desafíos (y fortalezas,
contradicciones y debilidades), se ocupan las dos notas que
siguen.<BR> <BR>Finalmente los venezolanos votaron -de manera masiva- y
eligieron a Hugo Chávez por más de un millón de votos de diferencia sobre su
contrincante, Henrique Capriles, un joven gobernador que logró unificar a la
oposición y -acorde a los tiempos- diluir su imagen derechista y mostrar un
rostro "de centroizquierda" menos asociado al golpismo de antaño que deparó
desastrosos resultados para la oposición. Su reconocimiento de la derrota con un
discurso moderado es un paso significativo con respecto a las elecciones
anteriores. Por su parte, Chávez habló de una "victoria perfecta" y al referirse
al tránsito hacia el socialismo bolivariano le agregó el término democrático
("socialismo democrático bolivariano", dijo) y llamó a Capriles para saludarlo.
Ese escenario dio por tierra con las versiones que anticipaban un escenario de
convulsión poselectoral, en unos comicios que movilizaron a todos los grandes
medios internacionales, la mayoría en contra del presidente bolivariano. El
futuro político depende ahora de la salud del presidente que ya lleva 14 años en
el poder y puede llegar a las dos décadas en el Palacio de Miraflores. También
habrá que ver qué pasa en las próximas elecciones para gobernadores y
parlamentarias (separadas de las presidenciales). La consigna -después de que se
declaró la enfermedad de Chávez- ya no es "patria o muerte" sino "viviremos y
venceremos".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Sin duda, los análisis de muchos medios que hablaban de
empate técnico tuvieron más que ver con sus propios deseos (wishful thinking)
que con lo que surgía de la realidad. Varias evidencias hacían pensar que el
mandatario venezolano se mantendría en el poder. Más allá del desgaste del
modelo bolivariano, hay una identidad popular asociada al chavismo -y procesos
de inclusión social y simbólica- que hoy le permiten a Chávez mantener su
capacidad de ganarle a cualquier rival. Incluso a Capriles, que logró darle
bastante mística a la unidad opositora. Pero estas razones populares siguen
siendo despreciadas por columnistas opositores como Fernando Rodríguez, para
quien -apelando a una frase que podría haber sido pronunciada en el siglo xix-
los resultados demuestran simplemente "que la pasividad patológica de los
pueblos ante el despotismo puede ser muy grande" (Tal Cual, 10-X-12). Entre los
periodistas que parecieron creer su propio cuento se destacó por lejos el
argentino Jorge Lanata, que fue a Caracas a cubrir la derrota de Chávez y logró,
notablemente, quedar a la derecha de la cobertura de la cnn, por momentos
bastante equilibrada pese a las simpatías obvias por el candidato
opositor.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Ahora el gobierno enfrentará una nueva etapa. El propio
presidente reconoció en la campaña las dificultades de gestión estatal. No es la
primera vez. Ya en 2007 habló de las 3 R: revisión, rectificación y reimpulso. A
menudo la distancia entre el voluntarismo presidencial y las capacidades
institucionales para hacer los cambios es gigantesca (demasiado gigantesca). Sin
duda, el "socialismo petrolero tan diferente al imaginado por Marx" -como Chávez
definió a su modelo en 2007- presenta muchos problemas, entre los más acuciantes
está la enorme dependencia de las importaciones, que beneficia a una burguesía
importadora parasitaria y pone en cuestión la solidez de la gestión bolivariana.
Los llamados a radicalizar la revolución a menudo carecen de referencias
precisas a los sujetos sociales que la impulsarían y presuponen un consenso
socialista poco evidente a la luz de los patrones (o imaginarios) de consumo de
los propios sectores populares venezolanos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>De hecho, la fórmula del socialismo del siglo xxi se fue
diluyendo en los últimos años como proyecto posneoliberal a escala
latinoamericana. Venezuela sigue siendo un petro-Estado, las políticas
redistributivas dependen de los altos precios del crudo y los viejos objetivos
de "sembrar petróleo" siguen pendientes. En ese sentido, el ciclo actual tiene
más semejanzas que las admitidas con el gobierno socialdemócrata de Carlos
Andrés Pérez en los setenta. Y toda la política social -generalmente
estructurada en instituciones ad hoc del Estado- depende de PDVSA.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En Venezuela se han ensayado varios mecanismos -en la
primera etapa, "operativos cívico-militares"- para llevar adelante "procesos de
inclusión masivos y acelerados" a través de "una distribución más justa de la
renta petrolera". Los críticos del rentismo hablan de la "cultura de campamento"
en la que predominan los operativos extraordinarios sin continuidad en el
tiempo. En este sentido, el proyecto más ambicioso son las misiones, que
impactan positivamente en amplias capas de la población, desde la educación a la
atención sanitaria, pasando por los mercales, donde se pueden comprar alimentos
a precios más bajos, lo que resulta de especial importancia en un país con alta
inflación. Pero esta institucionalidad paralela es inestable en el tiempo y
depende de crecientes inyecciones de petrodólares (como reconoció el propio
Chávez, las misiones surgieron después de conocer encuestas que lo daban como
perdedor en el plebiscito revocatorio de 2004 y en medio de una conversación con
Fidel Castro). Sin duda es mejor que esos dólares vayan al pueblo y no a la
oligarquía, pero de ahí a imaginar algo como el socialismo del siglo xxi hay un
enorme trecho, y esta perspectiva anticapitalista no ha logrado pasar de algunas
formulaciones más bien retóricas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>A los problemas mencionados se suman los enormes niveles
de inseguridad ciudadana, la emergencia de una "boliburguesía" ostentosa y
demasiada impunidad respecto a la corrupción. Es claro que el chavismo no es ni
de cerca una dictadura, que la histeria conservadora no tiene asidero y que
sería extraño un dictador que ganó más de una decena de elecciones limpias
(Eduardo Galeano), pero eso no implica que los métodos de construcción del psuv
no sean a menudo demasiado jerárquico-militaristas. Esto último suele ser pasado
por alto por fuerzas de izquierda defensoras de la autonomía popular -como el
Frente Popular Darío Santillán en Argentina- que son entusiastas chavistas y
antikirchneristas, lo que probablemente se relacione con cuestiones de distancia
y de la particular mística política creada alrededor de Chávez. El correlato
internacional de estas derivas es la solidaridad con regímenes que sí son
dictaduras -dizque antimperialistas- como Gadafi en Libia, Al Asad en Siria o
Lukashenko en Bielorrusia. También es cierto que la mayoría de los medios
privados son opositores pero las largas horas de cadenas nacionales -inéditas en
la región a esa escala- introducen algunos matices a los análisis demasiado
binarios.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Todo ello invita a la reflexión -especialmente ahora que
los resultados dieron una victoria inapelable a Hugo Chávez-. Para los sectores
de izquierda que apuestan a que el nacionalismo decante en socialismo, habría
que recordar que históricamente la astucia de la "razón populista" se impuso
sobre los proyectos de izquierda. Y en la cúpula chavista hay personajes como
Diosdado Cabello (la llamada derecha endógena) que no carecen precisamente de
astucia en un escenario en que se disputa un posible espacio poschavista. Sin
embargo, muchos analistas de izquierda siguen hablando demasiado de los años
noventa, cuando los "nuevos" gobiernos progresistas y nacionalistas llevan entre
seis y 14 años en el poder. En el debate aún abierto en la izquierda sobre las
vías hacia la emancipación, este triunfo democrático no debería opacar ciertos
signos de agotamiento del socialismo bolivariano en términos transformadores. Un
balance que debería ser extensivo a todas las experiencias nacional-populares en
la región.
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